“Podéis
abandonar –dice Ramana
Maharshi- esto y aquello, “mis” posesiones, pero si abandonáis sin
embargo “yo”, y “mío” de un solo golpe se abandona todo y se destruye la misma
semilla de la posesión. De este modo el mal es truncado nada más nacer,
quebrado en sus raíces. Pero para poder hacerlo el desapego debe ser muy
fuerte. El impulso de hacerlo debe ser igual al impulso que tiene un hombre
mantenido bajo el agua para salir de nuevo a la superficie y respirar”
En la
entrada de hoy me gustaría presentaros varios textos de diversos maestros
contemporáneos, seguidores del vedanta advaita, una de las escuelas
filosóficas-religiosas más importantes del pensamiento de la India.
Como
los lectores más habituales de éste blog ya saben, en el mismo, existen
diversas entradas dedicadas a la divulgación del Advaita Vedanta, porque en mi
opinión, es una de las mejores –por no decir simplemente la mejor-
explicaciones teórico prácticas, sobre la naturaleza de la Realidad. A éste
respecto podéis ver algunos de los textos clásicos de Shankara y de Ramana
Maharshi, aquí:
Sobre
Ramana Maharshi, sólo puedo deciros que en mi escritorio, al lado del ordenador,
nunca ha faltado una fotografía de su bondadosa mirada, su presencia
silenciosa, ha sido una guía constante a lo largo de los tres últimos decenios
y, aunque con lo que voy a deciros vulnero absolutamente su voluntad y degenero
su mensaje, la verdad es que desde mi ignorancia, o cuando la ignorancia se
apodera de “mi”, Ramana és la imagen más parecida de lo que en mi opinión es o
debería ser, un auténtico Gurú, o Maestro. Y digo que calificándole de Gurú, contrarío
su voluntad y denigro su mensaje, porque él, como perfecto instructor de su
doctrina, siempre negó la realidad de la existencia de algo diferente a Brahman
–la Consciencia-, en éste sentido, afirmaba que “el único Gurú es el Sí-mismo que
permanece en el corazón”.
Evidentemente,
sé por experiencia propia que eso es así, pero en mi estado evolutivo actual,
aún no he conseguido parar definitivamente el tiovivo de la mente que con sus
vaivenes, ahora sí, luego también, me sume una y otra vez en la ignorancia, en
el error de creerme algo diferente a Brahman. Aunque de tanto en tanto, pueda
tener destellos, intuiciones, vivencias instantáneas o prolongadas, de profunda
comprensión que han iluminado lo suficientemente “mi vida” –ya véis…-, como
para afirmar con toda seguridad la Unicidad de Todas las Cosas, hasta el punto
que pueda decir –eso si, con toda humildad- que YO SOY ESO.
Dejaré,
para otra ocasión, el análisis del pensamiento y la obra de Sri Ramana Maharshi
y de otros maestros de su linaje, ciñéndome en el presente mensaje, que
dividiré en dos partes para no hacerlo tan largo y pesado, a los nuevos
maestros de lo que se está empezando a denominar Neo-Advaita, que como podréis
comprobar, sin desmerecer en absoluto el valor de las enseñanzas tradicionales
del Advaita Vedanta, consiguen adecuarlo a través de un lenguaje más adaptado
al lector occidental, haciendo posible que muchos más de entre nosotros,
podamos aprovecharnos de él.
En la
selección de textos, he intentado eludir, siempre que ha sido posible, aquellos
que contenían demasiados conceptos en sánscrito, con la salvedad del primero de
ellos que de alguna manera debería ser considerado una especie de puente entre
las formulaciones clásicas y las más actuales. De antemano os ruego que
disculpéis el esfuerzo que os exige, creo que a pesar del mismo, vale la pena,
es un buen ejercicio.
La
reconstrucción del Advaita Vedánta (hacia el neo-advaita)
Eliot DEUTSCH
El
término Vedánta significa literalmente fin del Veda. En la
tradición filosófica india, se refiere a las enseñanzas de las Upanishad, del
Brahma Sutra y de la Bhagavad Gita, al igual que a los varios sistemas
filosóficos elaborados en base a estos textos. El Advaita Vedánta es la
doctrina no-dualista del Vedánta, expuesta originalmente por Shankara
(788-820).
Fue,
y continua siendo, el sistema de pensamiento más ampliamente aceptado entre las
filosofías indias y constituye, en nuestro criterio, una de las filosofías más
desarrolladas que se puede encontrar tanto en Oriente como en Occidente.
Pero
al mismo tiempo el Advaita Vedánta representa mucho más que un sistema
filosófico en el sentido en el que lo comprendemos hoy en día en el Occidente.
Se trata así mismo de una guía práctica de experiencia espiritual, íntimamente
ligada a la experiencia espiritual individual como tal. El adepto advaitin
piensa que conocer es la misma cosa que ser; él cree que sólo se adquiere
conocimiento verdadero en el acto de ser consciente, el cual está íntimamente
ligado con el objeto mismo del conocimiento y constituye el contenido de la
experiencia directa. Uno no se cura de una enfermedad pronunciando la palabra
medicina, pero sí tomando esta medicina, dice Shankara.
El
Advaita Vedánta es a la vez una religión y una filosofía práctica; es a la vez
una vía de realización espiritual y un sistema de pensamiento.
Religión
y filosofía son inseparables en el Advaita Vedánta, como sucede frecuentemente
en la tradición india.
Este
aspecto ha sido subrayado a menudo y merece serlo aún, pues algunos teóricos,
queriendo limitar las filosofías indias a una tradición esencialmente
naturalista, ignoran deliberadamente (o inclusive niegan categóricamente) esta
relación inseparable.
Pero
al mismo tiempo, hay que evitar cuidadosamente caer en una piedad
sentimentalista y desprovista de todo distanciamiento crítico, que quisiera
hacer creer que el Vedánta es una religión pura y simple, que todo lo que le
concierne es sagrado, santo, verdadero y sujeto a la elevación moral,
prescindiendo así de toda reflexión racional. Por lo contrario, pretendemos
demostrar que el Vedánta consta de una parte importante de reflexión rigurosa
que no ha sido simplemente añadida a los aspectos religiosos. En pocas
palabras, la meta vedántica de realización espiritual no reduce en nada el alcance
de sus enseñanzas dentro del esquema de la filosofía práctica.
Una
de las dificultades mayores a la cual nos enfrentamos en Occidente, al
acercarnos al pensamiento indio en general y al Vedánta en particular, se
encuentra en lo que se puede llamar su fundamento tradicional. Un sistema
vedántico se apoya él mismo sobre textos antiguos, y una de sus primeras tareas
es la de demostrar que estos textos representan una perspectiva coherente (y
singular).
El
Vedánta, como sistema, ha sido entonces formulado tanto en términos de exégesis
de los textos como en términos de análisis filosófico. La dimensión exegética
del Vedánta es de mayor interés para aquellos que estudian la lingüística y la
filosofía indias (y por supuesto para los estudiantes indios mismos), pero los
estudiantes de filosofía de los países occidentales pueden fácilmente hacer
abstracción de ella. El Occidente no reconoce la autoridad de los Veda (ni
tampoco la autoridad de cualquier otro gran texto sagrado!); por consiguiente,
nos importa poco saber si tal o cual sistema proporciona la mejor
interpretación de los textos más herméticos. El criterio que nos guía para
determinar la verdad o la significación de un contenido filosófico no es tanto
buscar para saber si un sistema de pensamiento en particular es compatible con
otro cuerpo doctrinal. Más importante sería comprender si establece relaciones
coherentes con el campo de la experiencia humana. En el plano filosófico,
juzgamos un sistema de pensamiento según su aptitud para organizar las varias dimensiones
de la experiencia, según su capacidad de proporcionarnos nuevas vías de
acercamiento para entender, para penetrar en la naturaleza del mundo y la
existencia del hombre en el mundo, y según la naturaleza de los argumentos
utilizados para justificar esas nuevas perspectivas. Además, la mayoría de
aquellos que tienen algún conocimiento de los textos filosóficos indios
antiguos saben perfectamente que éstos no expresan un punto de vista único y
coherente, sino que éstos reflejan una diversidad rica en experiencia y
reflexión.
En
este proceso de reconstrucción del sistema advaítico, nos hemos concentrado
sobre todo en el análisis filosófico, en detrimento de la exégesis de los
textos. Queremos extraer del Advaita Vedánta los elementos que poseen un significado
filosófico preciso para una mente occidental, evitando cuidadosamente que esta
empresa se preste a una distorsión de cualquier índole o que se reduzca a una
simple modernización del sistema considerado. Si bien es verdad que ciertas
doctrinas pueden ser modificadas, en la medida en que se hace explícito lo que
ellas contienen de manera implícita, es también verdad que podemos dejar de
lado los aspectos puramente históricos, no obstante, hay que salvaguardar ante
todo el contenido filosófico auténtico y la visión original que se manifiesta
en él. La reconstrucción de un sistema vedántico no es tampoco la creación de
un nuevo sistema vedántico, y es precisamente haciendo caso omiso de los
argumentos utilizados para interpretar los textos al nivel de las palabras, que
se los integra en una explicación global y se evita la posibilidad de
arriesgarse en una empresa de esta índole.
El
reconstruir el Advaita Vedánta es tratar de formular bajo una forma sistemática
un contenido capaz de presentar un alcance filosófico universal. Para lograrlo,
es preciso esencialmente extraer de una masa considerable de textos los únicos
elementos que poseen un valor inmediato para la investigación personal de un
individuo y presentarlos, no a través de comparaciones con otros sistemas de
pensamiento orientales u occidentales, sino según la dinámica propia del
sistema considerado. El sistema del Advaita Vedánta se ha desarrollado en un
contexto dialéctico, paralelamente con otros sistemas vedánticos y sobre todo
no vedánticos de la India (por ejemplo el Nyaya, el Samkhya, el Yoga, el
Buddhismo, el Jainismo). Para comprender su alcance cultural e histórico, es
por consiguiente imposible ignorar este contexto.
Pero
la reconstrucción de un sistema de pensamiento no es una tarea de erudición. No
se trata de precisar las analogías y las diferencias entre dos o más sistemas;
no se trata tampoco de exponer e interpretar los conceptos que emplean las
demostraciones específicas de tal o cual escuela filosófica. En toda
reconstrucción intelectual, la exposición y la interpretación de las ideas
desempeñan obviamente un papel, pero no es necesario que el sistema para
reconstruir, el Advaita Vedánta en este caso, sea considerado como una escuela
histórica en medio de otras. Lo más importante, es fijarse en lo que hoy queda
aún vivo en el plano filosófico, al interior de este sistema, y tratarlo en
esta perspectiva.
La
reconstrucción del Advaita Vedánta, como nosotros la proponemos, es en
consecuencia la re-creación de una filosofía oriental en la cual el contenido
filosófico es extraído de su ambiente histórico y original y es tratado como un
sistema de pensamiento específico y una vía de experiencia espiritual,
asequibles sin dificultades para los estudiantes de filosofía del mundo
occidental.
EL
BRAHMAN
Existe
un principio primero elemental, omnipresente en la naturaleza, lo divino, que
el sabio descubre en el silencio absoluto.
El
Brahman, el Uno, es un estado del ser. No es El, una persona; no es tampoco
esto, un concepto impersonal. El Brahman es este estado que es, cuando todas
las distinciones entre sujeto y objeto han desaparecido. El Brahman es, en
último análisis, una palabra que designa la experiencia de la plenitud infinita
del ser.
Los
Advaitin llaman al Brahman satcitánanda; es decir Ser (sat), Conciencia (cit) y
Beatitud (ánanda). No se trata tanto de atributos que califican al
Brahman, sino de términos que permiten al hombre aprehender el Brahman. Satcitánanda
es un símbolo del Brahman que fórmula el espíritu humano en el momento que
interpreta su experiencia del Brahman.
El
Ser (sat) – si se hace abstracción de las múltiples connotaciones que la
palabra suscita en el plano histórico y lingüístico – se refiere al principio
ontológico de la unidad, de la unicidad no constituida por elementos, al
substrato existencial de todos los sujetos y todos los objetos. Se hace la
experiencia del Brahman como Ser puro, sin calificativo. De hecho, él solo
existe realmente, lo que significa que su modo de ser no se puede comparar a
ningún otro fenómeno de existencia concebible.
La
Conciencia (cit) se refiere al principio de atención que anima el ser y que,
para el Advaitin, es un testigo inmutable de nuestro ser. La experiencia del
Brahman es una experiencia de iluminación; es un estado de conciencia
iluminada. Es también un estado en donde el ser es alegría.
La
Beatitud (ánanda) se refiere al principio del valor, pues la experiencia del
Brahman es de naturaleza estática: ella anula todo valor parcial en su
esplendor incomparable. En el plano fenomenológico, pues, el Brahman es para el
Advaita una afirmación de plenitud del ser, que lleva consigo la iluminación y
que es alegría. Se basa sobre la experiencia (anubhava) y no sobre la pura
especulación; y la experiencia vivida por aquel que llega a este nivel es la
última meta de toda vida humana.
Y,
sin embargo, el Brahman no es satcidánanda si, con esta designación, se da al
Brahman un carácter positivo que lo limita. El Brahman, ser trascendental que
se manifiesta durante una experiencia espiritual, desafía toda descripción,
toda especificación.
Como lo dice Yajñavalkya, el sabio de los Upanishad: No
hay otra o mejor descripción (del Brahman) que ésta: No es ni esto ni eso
(neti neti). Y como lo nota Shankara a propósito de la definición del
Brahman – satyam jñánam anantam brahma - el Brahman es verdad, conocimiento
infinito – una palabra como satya (verdad, realidad) sirve para diferenciar el
Brahman de otras entidades que poseen cualidades contrarias.
Dentro
de una experiencia dada, el papel de una definición o de una caracterización
positiva del Brahman es orientar el espíritu hacia el Brahman, afirmando
cualidades esenciales, que en realidad son solamente las negaciones de sus
contrarios. Decir el Brahman es verdad es negar la cualidad de no-verdad,
y esa negación, según el Advaita, sirve en la práctica para dirigir su espíritu
hacía el Brahman. Todas las caracterizaciones del Brahman, son concebidas en
una dimensión de experiencia empírica, para ayudar a aquellos que buscan el
Brahman, pero que no Lo han descubierto todavía.
La
vía negativa del Advaita Vedánta es, por consiguiente, la salvaguarda de la
unicidad no calificada de este estado de ser llamado Brahman; ella reduce a la
nada todos los argumentos que buscarían, sea demostrarlo, sea refutarlo. El
lenguaje humano se fundamenta en la experiencia fenomenológica, por eso tiene
sus límites, en cuanto a su aplicación a estados de ser ubicados más allá de
esta experiencia. La lógica tiene su fundamento en el espíritu, en la medida
que éste está en relación con el orden de los fenómenos, de aquí su incapacidad
de afirmar, sin al mismo tiempo negar lo que se extiende más allá de este
orden. Toda determinación es negación. Emplear una palabra para designar algo
es imponerle una limitación, pues, en toda lógica, algo diferente se encuentra
excluido de la cosa designada. Lo Real existe sin diferencias internas y,
fundamentalmente, no tiene ninguna relación con ninguna otra forma de
experiencia, cualquiera que ésta sea. Lo Real es entonces inconcebible: el
pensamiento sólo se puede aplicar mediante negaciones de lo concebible.
El
Advaita Vedánta, por consiguiente, toma en cuenta este hecho y reconoce
explícitamente que todo lo que está expresado con palabras es a final de cuentas
no-Brahman y por lo tanto contrario a lo verdadero.
El
Advaita Vedánta distingue por esta razón dos aspectos o modos del Brahman,
nirguna y saguna. Nirguna Brahman, el Brahman no calificado, es meramente el
estado trascendente e indeterminado del ser, a propósito del cual no se puede
afirmar nada. Saguna Brahman, el Brahman calificado, es el Brahman interpretado
y afirmado por el espíritu, desde su punto de vista necesariamente limitado. Es
esto acerca de que algo puede ser dicho, y esto es también una forma de
experiencia espiritual.
El
Brahman es un estado del ser que es silencio. Es también un devenir dinámico.
El Brahman es divino y lo Divino es Brahman.
El
estatuto divino del Brahman no debe, sin embargo, ser interpretado en este
contexto como una deidad personal que satisface plegarias, otorga su perdón o
se manifiesta en la historia: saguna Brahman, como nirguna Brahman, es más bien
un estado del ser donde todas las distinciones entre sujeto y objeto existen en
armonía. En el nirguna Brahman, todas las distinciones desaparecen y están
superadas; en el saguna Brahman, ellas están integradas; se trata entonces del
reino de la dualidad en la unidad y por consiguiente del reino del amor.
Nirguna Brahman es un estado de iluminación mental y espiritual (Jñana), saguna
Brahman es un estado de beatitud y de amor del hombre viviente (bhakti).
Nirguna
Brahman es, sobre el plano del concepto, una objetivación de la experiencia
espiritual sin distinción o determinación (nirvikalpa samadhi); saguna Brahman
es la objetivación de una experiencia espiritual determinada (savikalpa
samadhi). Es la experiencia que, a pesar de ser negada por el nirguna Brahman,
completa sin embargo la experiencia del nirguna Brahman y, puesto que ella
absorbe y armoniza todas las cosas en sí misma, ella hace posible la afirmación
de la espiritualidad o del valor intrínseco de todos los modos de ser. En
resumen; el Advaita Vedánta llama Brahman a la plenitud del ser, que es el
contenido de la experiencia espiritual no-dualista, experiencia donde todas las
distinciones entre sujeto y objeto están aniquiladas y donde subsiste solamente
la unicidad pura y sin atributos. Caracterizar al Brahman como satcidánanda –
Ser (sat), Conciencia (cit) y Beatitud (ananda) infinitos – no tiene tanto el
propósito de imputar atributos al Brahman sino de describir los primeros
momentos o el carácter de la experiencia dualista misma. El Brahman no es
satcidánanda si, llamándole así, se le quiere otorgar un carácter positivo.
Ninguna afirmación (o negación) totalmente verídica puede ser emitida respecto
al Brahman ya que él es unicidad. El lenguaje humano está basado en una
experiencia fenomenológica de la multiplicidad y no puede entonces constituir
un medio adecuado para hablar del Brahman. Del mismo modo, la lógica humana
está basada en la experiencia fenomenológica, pues también ella es incapaz de
formular una determinación sin al mismo tiempo emitir una negación. Esta
condición bajo la cual se encuentra sometido el espíritu, lleva a la necesidad
de distinguir, por decirlo así, dos clases de Brahman: el Brahman tal como es
por sí mismo, nirguna Brahman, Brahman no calificado, y el Brahman tal como
está concebido por el hombre, según su punta de vista fenomenológico limitado,
saguna Brahman, Brahman calificado. No obstante, la afirmación del saguna
Brahman no es meramente declaración de las limitaciones humanas, es también el
nombre de la experiencia espiritual que armoniza las diferencias antes que
suprimirlas. Saguna Brahman es el contenido de una experiencia de la unidad de
las cosas en el amor; nirguna Brahman es el contenido de una experiencia
intuitiva de la identidad de las cosas. Saguna Brahman no es la forma de
experiencia más desarrollada que puede existir; sin embargo, es una experiencia
de extremo valor, en la medida en que permite al Advaitin afirmar, a un nivel
dado del ser, la espiritualidad esencial de todo cuanto existe.
LOS
TRES NIVELES DEL SER
La
Realidad es lo que ninguna otra experiencia puede sub-valorar.
La
Aparencia es lo que otra experiencia puede sub-valuar.
La
No-Realidad es lo que otra experiencia ni puede ni no puede sub-valuar.
¿Cuál
es el proceso mental por lo cual el hombre crea su ontología, pone en orden su
experiencia, con relación al concepto del ser? y ¿cómo este proceso puede
servir de criterio para distinguir los diferentes niveles del ser? La respuesta
advaitica a estas preguntas se encarna en la palabra sánscrita badha, que
significa contradicción. En el contexto de la ontología advaitica, se traduce a
menudo por anulación o desvanecimiento, pero para más claridad, y con fin de
hacer más completa la significación, podemos exponer este concepto bajo el
término de sub-valuación.
La
sub-valuación es el proceso mental por lo cual se devalúa tal objeto o tal
contenido de la conciencia, que antes (solía tener) tenía un valor, porque está
refutado por una nueva experiencia. Un juicio emitido acerca de una cosa dada
está contradicho por una nueva experiencia cuando es imposible – más como un
hecho psicológico de su ser propio que como un estado puramente lógico del
espíritu – sostener (actuar según o orientar su propio comportamiento sobre) a
la vez el juicio anterior y lo que la nueva experiencia permite aprender o
adquirir. Del punto de vista del sujeto, sub-valuar significa sufrir (recibir)
una experiencia – práctica, intelectual o espiritual – que modifica
drásticamente el juicio que se hace sobre algo. Un objeto o un contenido de la
conciencia es sub-valorado (valuado) o sub-valuable cuando es o puede ser
sub-valorado, negado o contradicho por una otra experiencia. Un juicio emitido
acerca de una cosa dada está contradicho por una nueva experiencia cuando es
imposible – más como un hecho psicológico de su propio ser que como un estado
puramente lógico del espíritu – sostener (actuar según o orientar su propio comportamiento
sobre) a la vez el juicio anterior y lo que la nueva experiencia permite
aprender o adquirir.
BRAHMAN
Y EL MUNDO
De la
misma manera que la araña secreta y reabsorbe (su hilo),… así, del Inmutable,
emerge el universo de los fenómenos.
Procuren
conocer de dónde tienen su origen los seres, de qué viven ellos, habiendo
nacido de ello, hacia dónde avanzan y en qué se funden. Eso es Brahman.
Una
de las preguntas fundamentales planteadas en las Upanishad, y que vuelve además
a ser ulteriormente el problema central del punto de vista vedántico clásico,
es la siguiente: ¿qué relación existe entre el Brahman y el mundo? O más bien:
¿en qué sentido el Brahman, el Absoluto, es el creador del mundo? Las Upanishad
proveen de diferentes respuestas a esta pregunta, proponiendo varias
descripciones de la creación, la mayoría de las cuales siguen un modelo de
emanación del tipo Samkhya.
En la
experiencia inmediata e intuitiva de la no-dualidad, el Brahman se presenta él
mismo como plenitud del ser, como conciencia iluminándose ella misma y como
beatitud infinita (satchidánanda). El mundo complejo de nuestra experiencia
ordinaria desaparece en la luz pura radiante de la simplicidad espiritual.
Todas las distinciones, las contradicciones y la multiplicidad han sido
trascendidas y borradas. En la experiencia del Brahman (nirvikalpa samadhi),
como lo hemos subrayado, hay conciencia vigilante de que sólo el contenido de
ésta experiencia suprema posee una verdadera realidad, que todo, salvo Brahman,
carece de realidad.
De
eso resulta que la existencia de un mundo independiente y sustancial (o nuestra
percepción de este mundo), hecho de objetos, de personas y de procesos reales,
debe necesariamente tener como fundamento algún error insidioso. Tomamos el
no-real por lo real y lo real por lo no-real: eso es la maya.
Cada
vez que aparece yo, mí o lo mío, nos dice el Advaita, la maya existe también.
La maya caracteriza toda experiencia constituida por, y que se origina en la
distinción entre el sujeto y el objeto, entre el sí y el no-sí.
Cada
vez que transformamos lo impersonal en personal, es decir cuando hacemos del
Brahman algo o alguien que siente emociones, nosotros asociamos lo impersonal a
la maya. La maya es el estado ontonoético donde ciertas limitaciones
(upadhi) son impuestas a la Realidad.
Todos
los apegos, las aversiones, los temores, los sueños y los medio-sueños están
mancillados de maya; todos los recuerdos, los conocimientos, las percepciones y
las formulaciones lógicas tienen su fundamento en la maya. La maya existe cada
vez que somos incapaces de reconocer la unicidad de lo Real.
Además,
la maya no tiene comienzo (anadi), ya que el tiempo no surge sino dentro de los
límites que ella fija; ella es inconcebible (acintya), debido a que todo
pensamiento le está sometido; es indescriptible (anirvacaniya), puesto que todo
lenguaje resulta de ella. El nivel de la Apariencia es entonces maya.
El
Advaita Vedánta explica la noción de maya según dos perspectivas, la de la
metafísica y la de la epistemología. Por eso tenemos que precisar, en primer
lugar, el modo particular sobre el cual el Advaita trata a menudo los
problemas, a la vez en términos metafísicos y epistemológicos, utilizando estas
dos perspectivas como correctivos recíprocos de una en relación con otra. No es
raro (y según sus detractores, cada vez en realidad que su proceso se vuelve
aproximado) ver al Advaita plantear un problema, como el de la
“creación”, primero en términos esencialmente metafísicos; y luego, despues de
haber propuesto a este problema una respuesta de acuerdo con la Escritura
(sruti), llega a tratarlo en términos epistemológicos – esencialmente según una
fenomenología de la conciencia noética y según los diferentes puntos de vista
de los varios niveles epistemológicos. Esta manera de recurrir a lo
epistemológico como correctivo de lo metafísico no consiste, sin embargo, en
cuanto al Advaitin se refiere, en un cambio “positivista”: este cambio de
perspectiva presupone permitir una toma de conciencia y una comprensión más
ricas de la realidad misma. En otros términos, el análisis epistemológico no
busca destruir el acercamiento metafísico, sino a reforzar y completar las
pretensiones del mismo. Ahora bien la meta primera que apoya todo pensamiento
advaítico es la de la realización sola y única del Brahman. Este objetivo lleva
al Advaitin a analizar la experiencia según los diferentes niveles del ser.
Desde el punto de vista de la experiencia misma del Brahman, la creación no
suscita ninguna pregunta o problema, pues en esta experiencia, o estado del
ser, no hay diferencia entre el creador y la cosa creada; la creación no
plantea un problema sino desde el punto de vista de la conciencia racional y
empírica, del punto de vista de la Apariencia, al interior de la cual se
desempeña la actividad filosófica. El tratar un problema, desplazándose de un
nivel a otro, es un proceso característico del Advaita Vedánta que permite
cumplir perfectamente con el objetivo final, el cual consiste en hacer pasar el
espíritu de un nivel de experiencia determinado (el Aparente), a otro (el
Real). En resumen, el objetivo primero del análisis advaítico en cuanto a
la relación entre el Brahman y el mundo es hacer pasar al espíritu del nivel al
que se hace la pregunta y hacerlo llegar al nivel en el que se formula la respuesta.
Según
la antigua tradición védica, que veía en la maya un misterioso poder de engañar
poseído por los dioses, el Advaitin, en el plano metafísico, concibe la maya
como el poder (shakti) del Brahman por el cual el mundo de la multiplicidad
llega a existir. La maya sigue siendo un poder de creación hasta el momento en
que se conoce la Realidad y la Verdad única del Brahman. Para expresar más
claramente este concepto, el Advaita recurre, como lo hace a menudo, a la
analogía: aquí, usa la del prestidigitador y de sus trucos, y es entonces que
se opera la transición con el nivel epistemológico. El momento en que un
prestidigitador hace aparecer una cosa bajo una forma diferente, o cuando hace
surgir algo de la nada, nosotros somos víctimas de un engaño, tomamos
equivocadamente la Apariencia por la Realidad, pero el prestidigitador
no. Para el espectador, la ilusión es a la vez el resultado del poder del
artista, de la ciencia y de su ignorancia; pero para el prestidigitador no hay
ninguna ilusión. De la misma manera en que el prestidigitador crea ilusiones,
las cuales no ejercen ningún poder sobre él mismo y se extienden en el tiempo,
tiempo en que el truco queda en secreto, así el Brahman hace surgir un mundo de
fenómenos, que desaparecen a medida que se forja el conocimiento (Jñana,
vidya). Metafísicamente, la maya es este misterioso poder del Brahman que
nos induce equivocadamente a equiparar el mundo empírico con la Realidad.
Epistemológicamente,
la maya es ignorancia (avidya). Ella tiene el poder de esconder la Realidad
(avarana shakti) y también de desnaturalizar o de distorsionar la Realidad
(viksepa shakti). No solamente somos impotentes para percibir al Brahman, sino
que además le sustituimos por otra cosa, en este caso el mundo de los fenómenos.
La maya no es únicamente una designación negativa, una obliteración de la
visión justa de las cosas, una suerte de ceguera; es positiva en la medida en
que engendra una ilusión (bháva rúpam ajñánam).
Para
el Advaita Vedánta, el mundo fenomenológico es maya y es engendrado por la
maya. Al plantear este aspecto, no hace falta creer que se trata aquí
únicamente de un producto de nuestra imaginación. Salvo quizás Prakasananda,
los pensadores advaiticos consideran que la doctrina de la maya, en su
expresión filosófica más adecuada, no se resume en una suerte de idealismo
subjetivo. Mientras existe un sujeto aislado, existe también el objeto por el
cual el sujeto experimenta. La dualidad es solamente trascendida en una
experiencia de diferente naturaleza que aquella donde se sitúa la relación
objeto-sujeto.
Shankara
escribió al respecto:
No
puede haber ninguna no-existencia (o entidades exteriores), ya que las
entidades exteriores han sido percibidas verdaderamente.
En
toda cognición, una entidad exterior es inevitablemente percibida como un
cojín, un muro, un tarro o un vestido. Nunca puede suceder que lo que es
verdaderamente percibido no exista.
En
otros términos, nadie percibe únicamente su propia percepción: una cualquiera
existencia debe ser asignada a los objetos exteriores, pues son materia a
cognición tal como son. El mundo, entonces, aparece como real, mientras
el Brahman no dual no es conocido, él que es la base de todo.
¿Qué
se debe entonces entender cuando se afirma que el mundo es una ilusión y que,
al mismo tiempo, se le atribuye existencia? El Advaita Vedánta contesta
diciendo que el término real significa lo que es permanente, eterno, infinito,
lo que es trikalabadhyam, es decir que nunca es subvalorado por ninguna otra
experiencia posible y sólo el Brahman corresponde a esa definición. Entonces el
mundo no es real, pero tampoco es totalmente no-real. La nada, o no-ser, como
hemos visto, es lo que nunca aparece como un hecho objetivo de la experiencia,
dada su auto-contradicción intrínseca. Según las propias palabras de la
Bhagavad Gita … de la nada, nada llega a existir, de lo real nada deja de
existir. El mundo, en tanto se distingue de la verdadera realidad (sat) y de la
nada total (asat), posee una realidad aparente o práctica que se llama vyavaharika.
Vyavaharika es el nivel de la maya que revela la totalidad de los
errores causados por la avidya (ignorancia). Es sadasadvilaksana, diferente a
lo real o lo no-real; o más bien, anirvacaniya, indescriptible en
términos del ser o del no-ser.
En
los escritos de Shankara, como en aquellos de los Advaitin ulteriores, los
términos maya y avidya llegan a ser intercambiables,
predominando avidya sobre maya para rendir cuenta de los conceptos de
alienación y de libertad.
A la
pregunta: ¿Por qué estamos alienados y no logramos conocer al Brahman? la
respuesta más frecuente es aquella de la avidya, de la ignorancia. Describiendo
el proceso de la avidya, Shankara expone una de sus ideas más significativas y
más originales, aquella de adhyása, (que aparece también ulteriormente bajo el
término de adhyaropa) que significa súper-imposición.
En la
Introducción a su comentario de los Brahma Sutra, Shankara define la
súper-imposición como la presentación (avabhasa) (el conocimiento), por medio
de la memoria (smritirupah), de algo previamente percibido (purvadrista)
bajo la forma de algo diferente (paratra). Es, dice él, la suposición no-real
hecha a propósito de los atributos de una cosa, como si fueran los atributos de
otra cosa. O aún más, adhyása es la noción de esto en algo que no es esto;
exactamente cuando, por ejemplo, una persona súper-impone a su yo atributos
exteriores a su propio yo… La súper-imposición se manifiesta por
consiguiente cuando las cualidades de una cosa que no es inmediatamente presente
en la conciencia son, por la memoria, atribuidas o proyectadas hacía otra cosa
que, ella sí, está presente en la conciencia, y que esas cualidades son
atribuidas a esta cosa. En el ejemplo clásico de la cuerda y de la serpiente,
la cuerda (cosa inmediatamente presente en la conciencia) es tomada por una
serpiente, porque se le atribuye equivocadamente cualidades que uno recuerda en
percepciones anteriores (que tenían la serpiente por objeto). El juicio que
expresa esta ilusión, es decir el enunciado es una serpiente, es el resultado
de una identificación posible entre lo que uno recuerda y lo que uno percibe.
La
aplicación principal, o primera de la adhyása, se refiere al sí mismo. Es la
súper-imposición al Sí mismo (Atman, Brahman) de lo que no pertenece
específicamente al Sí (límites, cambio) y la súper-imposición al no-sí de
lo que pertenece en propio al Sí (infinito, eternidad) que constituyen la
avidya. Es al aceptar la súper-imposición recíproca del sí-mismo y del no
sí-mismo que todo comportamiento en el mundo así como el conjunto de las
acciones védicas rituales… conocen una evolución, escribe Shankara.
Vidyarana,
en su Pañchadasi, pregunta: ¿Cuál es el obstáculo que impide el reconocimiento
del sí mismo? Y la respuesta es la siguiente: Es la súper-imposición al Sí
mismo de lo que no existe realmente y de lo que no es evidente en sí mismo….” Y
más: Aquellos que no ven claramente atribuyen causalidad al Brahman y dan a
Íshvara, el Creador del Universo, las características del Brahman, como por ejemplo
la existencia real.
El
Brahman o Íshvara (Brahman dotado de atributos, es decir el Brahman
personificado como deidad) es considerado entonces como la causa del mundo al
tiempo que el Brahman constituye el fundamento o el lugar de todas las
súper-imposiciones, es decir al tiempo que estamos sometidos a la maya, a la
avidya.
Una
aplicación particular de la avidya concierne justamente esta súper-imposición
de una actividad al Brahman y la súper-imposición de los efectos a las causas.
Planteamos como hipótesis que la causa (Brahman) transforma verdaderamente lo
que ella misma es en un efecto, (el mundo del cambio y de la multiplicidad) o
que el efecto, teniendo una realidad independiente, es radicalmente diferente
por su naturaleza de la causa.
Eso
nos lleva nuevamente a la pregunta central. ¿Cuál es la relación que existe
entre el Brahman y el mundo? La respuesta advaitica a esa pregunta,
apoyada sobre la maya, la avidya y el adhyása, se enuncia según dos teorías,
íntimamente ligadas: la teoría general del satkaryaváda, según la cual el
efecto preexiste en la causa, y la teoría particular del vivartaváda, según la
cual el efecto es únicamente una manifestación o una apariencia de la causa.
Antes
de examinar estas teorías en nuestra propia terminología, para extraer su
alcance filosófico, es necesario estudiar en primer lugar algunos de los
argumentos específicos que fueron adelantados en su favor. Shankara demuestra
primero que el satkaryaváda que plantea que un efecto no es nada más que su
causa material (upadana karana) y que es ontológicamente no diferente (ananya)
de él, corresponde a los hechos auténticos de la experiencia perceptible;
que la percepción presenta la relación entre la causa (material) y el efecto
como una relación de no-diferencia.
Además,
sucede que esta no-diferencia entre la causa y el efecto puede ser percibida
directamente. Esto ocurre de la manera siguiente: en el caso de un vestido, que
es una estructura de hilos, es evidente que no percibimos simplemente un
efecto, en este caso el vestido como tal, como si fuera otra cosa que los hilos
mismos; lo que vemos realmente y directamente es sencillamente los hilos
considerados únicamente bajo la forma de hilos de cadena e hilos de trama.
Este
dato de nuestra percepción es, por otro lado, apoyado, según Shankara, por la
experiencia práctica cotidiana. Si los efectos particulares no existían ya en
estado latente en las causas particulares, pues cualquier efecto dado podría
resultar de cualquier causa, sin embargo, es claro que no sucede así.
Nuestra
experiencia ordinaria nos dice que la gente toma la leche, la arcilla y el oro
para producir, en base a ellos, respectivamente, cuajada, cerámica y joyas.
Quien quiere leche cuajada no usa arcilla y nadie espera hacer cerámica con
leche. Eso significa que el efecto existe en la causa antes de que este sea
producido. Porque si el efecto hubiera sido verdaderamente no existente antes
de su producción, no habría motivo para no poder producir sino leche cuajada
con leche o cerámica con arcilla. Además, si todos los efectos fueran
igualmente no existentes, cualquier cosa podría resultar de cualquier otra
cosa.
En su
comentario crítico ulterior sobre el asatkaryavada (doctrina según la cual los
efectos no preexisten en sus causas), Shankara demuestra luego que esta teoría
llevaría a una regresión al infinito (anavastha), pues para admitir la realidad
de dos realidades distintas -la causa y
el efecto-, hace falta emitir la hipótesis de una relación de concomitancia
invariable entre ellas dos. Ahora bien, esta tercera entidad (necesariamente
distinta de los dos términos que ella une) exige a su vez la hipótesis de una
cuarta entidad de relación que ligaría la tercera entidad con cada uno de los
dos primeros términos, y así sucesivamente con una quinta, sexta entidad, etc.
Incluso
emitiendo la hipótesis de una relación Samavaya (concomitancia invariable), si
uno admite que hay una relación entre el Samavaya, por una parte, y las dos
entidades entre las cuales un tal Samavaya existe, por otra parte, habría entonces
que imaginar otra relación Samavaya al respecto, luego otra relación Samavaya
ad infinitum, y resultaría entonces de ello el predicamento de un regressus ad
infinitud.
El
último argumento mayor que Shankara utiliza es también sacado de la experiencia.
Enseña que un simple cambio en la forma exterior no constituye un cambio
fundamental en la sustancia. Un efecto, por supuesto, es diferente de su
causa bajo su apariencia exterior, pues de otra manera sería justamente
imposible a primera vista hacer la diferencia. Pero eso no significa que
existan dos realidades distintas, una que es la causa y la otra el
efecto. Un cambio de la forma no es un cambio de la realidad, pues a pesar de
los cambios de forma, uno reconoce una sustancia dada como una sola y única
realidad.
Una
cosa como tal no se vuelve otra cosa totalmente diferente cuando aparece
simplemente bajo un aspecto diferente. Devadatta, cuyas manos y piernas
están (en un momento dado) en una posición fija y Devadatta cuyas manos y
piernas están (en otro momento) en una posición extendida y que, pues, es visto
en posturas diferentes (en momentos diferentes) no se vuelve, por esta sola
razón, personas diferentes, pues es siempre reconocible como una sola y
misma persona.
Pero
¿qué demuestran en realidad estos argumentos? Establecen que no se puede, en el
interior del mundo fenomenológico, hacer distinción ontológica entre la causa y
el efecto, que un efecto no es más que una serie de condiciones, nada más que
la causa misma, aunque vista bajo una forma o en un estado diferente. Del otro
lado, estos argumentos no demuestran nada en la medida en que es la relación
entre el mundo y Brahman de la que se trata; sugieren simplemente que se puede
considerar el mundo como un efecto del Brahman, el cual es el Brahman
mismo bajo una forma diferente.
El
alcance esencial de los argumentos que fundamentan el satkaryaváda es, por
consiguiente, de orden práctico. Según las necesidades de la experiencia
espiritual, se plantea que, sin la extensión del Brahman en el mundo (el
Brahman en este contexto se vuelve Íshvara, el Señor), no sería posible
tener una transición entre el mundo y Brahman, para quien está preso en la
trampa del mundo. Habitualmente, el mundo de los nombres y de las formas (námarúpa)
se nos aparece diferente del Brahman y, para poder liberarnos de ello, tenemos
que afirmar la existencia de un fundamento espiritual (adhisthana) para nuestra
experiencia y considerar como el ideal de nuestro modo de acción el poder de
creación que sostiene y controla esta experiencia. Si nuestra vista del mundo
es tal que uno considera que el mundo se explica totalmente por sí mismo, se
basta a sí mismo y es real, desde entonces uno ya no tiene la tentación de
buscar en ello una trascendencia.
Sea
por una necesidad teórica o por una condición de orden práctico, Íshvara
es considerado por los Advaitin, desde el punto de vista del mundo
fenomenológico, como la causa material y eficiente del mundo. Aquellos que
reflexionan sobre la creación (sristi), escribe Shankara, piensan que la
creación es el despliegue de Íshvara.
Ahora
bien, la naturaleza de este despliegue es bastante diferente de lo que podría
afirmar, sobre el mismo tema, un teólogo occidental de tradición judeo-cristiana.
La actividad del Señor, sigue Shankara, puede ser considerada como un simple
juego (lila), que procede de su propia naturaleza, sin referencia a cualquier
meta que ésta sea.
El
concepto de lila, juego o diversión, conlleva la idea de que Íshvara crea
(sostiene y destruye) mundos por el puro placer de hacerlo. Sin responder a
ninguna necesidad, su acto creador es simplemente una liberación de energía por
puro placer. La creación no está inspirada en ningún motivo egoísta. Ella es
espontánea, sin ninguna intención. Ninguna consecuencia moral detiene al
creador en su actividad, pues la lila es precisamente diferente en
naturaleza de toda acción que engendra resultados, los cuales ejercen un
dominio y una determinación sobre el autor de la acción. Es simplemente parte
de la naturaleza de lo divino el crear, así como es parte de la naturaleza del
ser humano el inspirar y expirar el aire. Lila, por consiguiente, libera a
Íshvara de toda intención, de toda meta, de toda responsabilidad en su
actividad creadora. Por no tener ninguna necesidad de crear, y ninguna
consecuencia atada a su acción, Íshvara no tiene que ser responsable por las
acciones que llegan despues a producirse en el campo de su creación. Lila
evita así todo el problema del mal que se asocia a la creación en el teísmo
judeo-cristiano y deja de lado por no tener sentido toda pregunta acerca de por
qué Íshvara crea el mundo. No puede haber un “por qué” a la creación.
No
obstante, el satkaryaváda y la actividad lúdica de Íshvara son verdaderos
únicamente en el plano fenomenológico; son negados en la experiencia del
Brahman, donde ninguna distinción en absoluto se percibe entre la causa y
el efecto. El satkaryaváda, pues prepara el camino a la afirmación del
vivartaváda, teoría según la cual el efecto es únicamente una manifestación aparente
de la causa.
Como
ya lo hemos subrayado, el Advaita no es el único sistema filosófico en
adherirse al satkaryaváda. El sistema Samkhya explica de la misma manera, en
sus propios términos, la relación de causa a efecto; pero ahí donde el Samkhya
supone que el efecto no solamente preexiste en la causa, sino que es también
una verdadera transformación de éste (parináma), el Advaita piensa que el
efecto no es sino una manifestación aparente de la causa: Una cosa no se
transforma en una cosa compuesta de varias partes, imaginando
simplemente, por Ignorancia (avidya), que tiene varios aspectos. La luna,
por ejemplo, no se convierte en más de una simplemente porque parece ser más
que una en un ojo que sufre de doble visión. (
Lo
que es Uno no puede, en realidad, volverse varios; puede simplemente parecer
ser varios, y eso se produce por el fenómeno de súper-imposición basado en
nuestra ignorancia de las cosas.
Si la
causa (Brahman) se transformara verdaderamente ella misma en un efecto,
distinto (diferente) de ella (el mundo fenomenal tal como es), entonces el
efecto continuaría teniendo una realidad independiente, en la medida en que
exista, desde entonces, un fundamento metafísico justificando una distinción de
un cierto tipo entre la causa y el efecto.
Pero sólo el Brahman, la causa, es Real; por consiguiente efecto es
solamente una palabra utilizada comúnmente en el lenguaje. Entonces:
El
Brahman parece ser capaz de (es decir que parece ser la base de) todo
comportamiento fenomenológico, por intermedio de las modificaciones, etc. a
causa de las distinciones entre los aspectos o las formas caracterizadas
por los nombres y las formas imaginadas por la Ignorancia…, mientras que en su
naturaleza más verdadera, el Brahman no existe sino en su aspecto no modificado
y se sitúa más allá de todo comportamiento fenomenológico.
En
suma, para el Advaita Vedánta, la creación o la evolución del mundo, así como
el estatuto del mundo mismo, no es sino una verdad aparente. La creación no
puede ser considerada como una actividad positiva del Brahman sino desde el
punto de vista empírico o del vyavaharika, en la medida solamente en que
estamos sujetos a la maya, al avidya y que estamos involucrados en las
actividades del adhyása. Cuando, en esas condiciones, nos esforzamos por
entender la relación entre el Brahman y el mundo, la razón nos impone pensar la
creación en términos de satkaryaváda (teoría según la cual el efecto preexiste
en su causa), defender que el Brahman es la causa material y eficiente del
mundo. Por otra parte, cuando es visto según ésta perspectiva y como una
condición necesaria a la experiencia espiritual, el Brahman se vuelve
Íshvara, el Señor, el que crea, el que hace nacer los mundos nombrándolos, el
que los mantiene en vida y los re-absorbe, como lila, por juego, por placer. La
actividad distintiva de Íshvara consiste pues en un brote de energía por puro
placer. Ninguna intención es asignada a la creación, pues Íshvara no puede
sentir necesidades tales que un acto de creación pudiera satisfacer. Es un
poder libre, sin límites.
Pero
como se ha llegado a este nivel, mientras se permanecía siempre en el campo de
la maya, no se le puede atribuir un carácter definitivo. La creación no es sino
un cambio aparente, no es en realidad una modificación del Brahman: la creación
es entonces vivartaváda. Desde el punto de vista de la experiencia del Brahman,
desde el punto de vista del Brahman mismo, no hay creación: la Realidad es no
dual. Toda la importancia del vivartaváda es pues impedir al espíritu
involucrarse en la maya, desviarlo del deseo de preguntarse acerca de la
relación entre el Brahman y el mundo, ya que el hecho de hacer la pregunta
lleva el reconocimiento del mundo como entidad separada en dos, en consecuencia
que la meta final es experimentar directamente la Realidad que es el Brahman.
El mundo se afirma primero como realidad empírica, afirmación que, aparte de su
propia justificación filosófica, evita un idealismo subjetivo que superaría la
dualidad sin autotrascendencia y, segundo, como efecto del Brahman, quien
(nuevamente, aparte de su justificación lógica) posee el valor práctico de
despertar el espíritu, el cual está encadenado al mundo, haciéndole tomar plena
conciencia del Brahman como causa del mundo. El vivartaváda afirma pues el
estatuto del efecto como simple apariencia y enseña así la vía a la
sub-valoración del mundo por el Brahman a través de la negación (apaváda),
reduciendo los efectos a sus causas primeras. Este proceso lleva el espíritu
hacía el Brahman, hacía la Realidad, donde todas las preguntas de relación
entre ella y otra cosa son reducidas a la nada.
¿Este
análisis advaítico de la relación entre el mundo y el Brahman se puede
demostrar? ¿Se trata de un análisis filosófico válido o fecundo? La respuesta,
nos parece, es afirmativa. Siempre que uno esté listo a reconocer que el
problema enfocado por este análisis es un problema filosófico legítimo y que no
es un absurdo. Ahora bien, para reconocer que se trata aquí de un problema
filosófico auténtico, es necesario, afirmar que el Brahman es por sí mismo la sola y única Realidad, o sea
aceptar que tal afirmación posee un sentido para aquello que pretende que una
experiencia espiritual de la no-dualidad es posible. Si se reconoce luego
que el problema planteado ¿Cuál es la relación que existe entre el Brahman y el
mundo? es un verdadero problema
filosófico, es necesario, parece, aceptar en una gran medida la
perspectiva advaítica.
La
doctrina de la maya pone explícitamente el mundo de nuestra experiencia
ordinaria allí donde, ontológicamente hablando, con la afirmación del Brahman,
debe verdaderamente situarse. Si Brahman es la Realidad, es claro entonces que
el mundo no puede él mismo ser plenamente real; mejor, hay que admitir que su
estatuto es nada más que provisorio y que, en último análisis, es
inexplicable. El mundo no se puede explicar en sí mismo, pues el espíritu que
pretendería explicarlo sigue siendo parte y condicionado por lo que justamente
debe ser explicado; no puede tampoco ser explicado en referencia al Brahman, pues
ninguna relación puede ser establecida entre ellos. El mundo aparece a nuestros
ojos en la maya; él desaparece cuando llegamos al Brahman. El último por
qué del mundo no puede entonces ser aprehendido. El mundo puede solamente darse
a conocer si se usa una categoría epistemológica de la avidya. Y es
considerando su función específica en la conciencia humana como adhyása, como
súper imposición, que se da un sentido a esta percepción errada del mundo que
es la nuestra. El Advaita Vedánta no provee, desde luego, una descripción
exacta de este proceso en los términos de un análisis psicológico detallado;
continua siendo obvio, sin embargo, que la caracterización general del proceso
de falsa atribución es convincente; se puede fácilmente hacer la prueba en la
práctica.
Lo
mismo que para la doctrina general de la causalidad, aparte de toda pregunta
acerca de la eficacia práctica relativa de varias teorías, es menester confesar
que el vivartaváda es mucho más convincente que el satkaryaváda, que es su
antecedente. Es debido a que la noción general de causalidad implícita en la
relación entre el problema planteado y su solución es completamente
fundamental. No se reconoce ninguna distinción clara entre un concepto racionalista
de la causalidad como condición necesaria y un concepto empirista de la
causalidad como la observación de secuencias regulares según varias
condiciones específicas. Si la causalidad se entendiera empíricamente, más
que racionalmente, como un tipo de principio heurística que nos
permita descubrir relaciones particulares entre los acontecimientos
susceptibles de ser predichos, un gran número de controversias entre el
satkaryaváda y el asatkaryaváda (por ejemplo la cuestión de saber si es posible
para todo efecto dado derivar de cualquier causa) desaparecerían.
Por
otro lado, recurrir a Íshvara en este contexto es algo problemático.
Teóricamente, parecería que la doctrina de la maya como poder de disimulación y
de distorsión puede rendir cuenta de la Apariencia, en la medida en que se
puede hacerlo sin necesitar a Íshvara como concepto explicativo; y
particularmente, hasta que uno afirma que la existencia de Íshvara, tal cual,
no puede ser comprobada racionalmente. Íshvara, según el Advaita Vedánta, sólo
puede afirmarse en base a la experiencia, como un contenido de la experiencia
(tal el saguna Brahman, la armonización de las distinciones) o como una
condición necesaria de la experiencia espiritual.
Tan
pronto como se afirma ella, la actividad creadora de Íshvara es verdaderamente
vista como lila, una actividad libre, un juego. Si se la viera de otra manera,
llegaríamos a ésta clase de dualismo insoluble, que ha afectado tan a menudo a
la teología occidental. En toda lógica, como lo ha destacado más de un
filósofo, es simplemente imposible tener a la vez la plena realidad de un dios
trascendente y la plena realidad del mundo. Es menester tener, sea un dios
limitado (subordinado en un cierto sentido al mundo), sea una Realidad
ilimitada, y un mundo que es solamente apariencia. Al concebir la actividad de
Íshvara como lila, el Advaitin es capaz de poner a Íshvara y al mundo bajo el
reino de la maya y, no obstante, de guardar la Realidad no calificada del
Brahman.
La
enseñanza final del Advaita sobre la causalidad, es que ninguna relación de
causalidad puede ser establecida entre el Brahman y el mundo, pues el mundo
como efecto debe ser únicamente una Apariencia del Brahman y no algo emitido
por él como una realidad substancial, esta enseñanza parece resistir muy bien
al análisis. Una filosofía espiritual monista o no-dualista tiene que ser una
filosofía en varios niveles, en la cual el intelecto es capaz de establecer
entre estos niveles, o bien relaciones universales y necesarias, o bien
conjunciones repetidas y observables. Desde el punto de vista fenomenológico
(perspectiva en la cual se establecía una relación de causalidad de este tipo),
el Brahman y el mundo son diferentes en su naturaleza; cualitativamente, no
tienen medida común. Para establecer una relación de causalidad entre dos
cosas, una condición mínima requerida sería que ellas sean del mismo nivel de
ser.
No se
puede razonar legítimamente a partir de un efecto para remontarse a su
causa, si el efecto posee una forma y la causa no tiene forma, si el efecto
está situado en el tiempo y que la causa es infinita, etc. En resumen, no se
pueden establecer relaciones entre los diferentes niveles del ser: uno
puede simplemente remontarse hasta el origen de estos niveles en el sujeto
pensante en la medida en que está relacionado con el mundo, y rendir cuenta de
la manera en la que nacen, en términos de consideraciones axiológicas y
noeticas.
Y es
precisamente lo que hace el Advaita con su criterio de la sub-valuación, con
sus doctrinas de la maya, del avidya y del adhyása. Cuando se afirma la riqueza
de significados de la noción de Brahman, la enseñanza final del vivartaváda
parecería constituir la respuesta correcta a toda pregunta refiriéndose a la
relación que reina entre, entre el Brahman o la Realidad y el mundo de la
multiplicidad, es decir la Apariencia. El garantiza el carácter no-dual del
Brahman, y, a pesar de que no explica verdaderamente el mundo según los
términos propios del mundo, enseña cómo hacer de la experiencia del mundo la
materia de una experiencia. Lo que parece una pérdida en el plano de la
estricta satisfacción intelectual puede, no obstante, ser una ventaja si uno se
entrega antes de todo al amor de la sabiduría, lo que; a final de cuentas,
sigue siendo siempre una manera de hacer lo que se suele llamar filosofía.
Para
ser sinceros hemos de declarar que siempre hemos tenido cierta aprensión contra
ese movimiento llamado neo-Vedánta, neo-advaita y todos esos
"maestros" o profesores Advaita modernos y, para colmo, americanos.
La razón de ello es que la mentalidad americana es tremendamente proclive a
hacer de todo un espectáculo, un "show business". Por eso cuando
estas enseñanzas tradicionales cayeron en sus manos y empezaron a organizar
"stages" y "satsang" por todo el mundo, no pudimos evitar
un presentimiento de desastre (ya René Guénon hablabla de ello en relación a
Vivekananda). En lenguaje cotidiano sería algo así como: "Si Shankara
levantase la cabeza...".
Uno de estos nuevos profesores Advaita es Wayne Liquorman, al parecer, el más fiel continuador de la enseñanza de Ramesh Balsekar. Hay varios más, sobre todo anglosajones, pero de momento nos vamos a detener en él. Hemos estudiado sus dos publicaciones en castellano, visionado los videos en Youtube (hasta donde nuestro deficiente inglés permite) y, para nuestro asombro, hemos sido gratamente sorprendidos.
La presentación que hacen del Vedánta Advaita es bastante descafeinada, como no
podía ser de otra manera, pues denotan un absoluto desconocimiento de lo que
era en realidad una doctrina tradicional (su porqué, su alcance, su lugar
dentro del proceso de manifestación, etc.). Sin embargo hemos de decir que su
comprensión y exposición de ciertos aspectos esenciales de la enseñanza es
verdaderamente admirable y remarcable. Y es más asombroso todavía que el
concepto que más claramente han entendido y explicado es el del
"ego", ¡precisamente donde se les supone más incomprensión a priori
por su propia mentalidad! Asimismo Hay otros conceptos fundamentales que están
perfectamente explicitados: la Comprensión final, la "iluminación" o
el despertar, el papel del gurú, el buscador y su proceso, la aceptación, la
renuncia, el fin del sufrimiento, la ilusión o "hipnosis divina", el
concepto de Dios o la Consciencia o la Fuente... en definitiva, cuestiones
fundamentales cuya exacta asimilación posibilita, en buena medida, esa
Comprensión Final que se pretende.
Quizá hayan tenido que surgir nuevos "instrumentos humanos" para
adaptar la exposición de los conceptos tradicionales al lenguaje propio de
estos tiempos, y qué mejores que los más involucrados en la modernidad. En
cualquier caso hay que reconocer que han dado una importante "vuelta de
tuerca" en la exposición de la enseñanza en el sentido de facilitar su entendimiento.
El estilo es bastante más soez que el que nos tenían acostumbrados el propio
Ramesh Balsekar, o Sri Nisargatta y Sri Ramana, por no hablar ya de Sankara y
los textos tradicionales, pero lo esencial, y eso es lo más importante, está
expuesto de forma simple, directa y perfectamente comprensible. Y esta
aportación hay que agradecerla y subrayarla porque puede ser muy beneficiosa
tanto para los "recién llegados" a estas cuestiones, como para los
"expertos". Como conclusión diremos que esta exposición
"moderna" de la enseñanza constituye un perfecto complemento a la de
los maestros clásicos.
"No
le des vueltas" de Wayne Liquorman
"El
ego es un término que utilizamos de diferentes maneras, así que puede traer
confusión. Mi gurú, Ramesh, ha hecho una precisa distinción que ayuda a aclarar
la cuestión. Tomó el ego o la mente pensante y la dividió en dos: la mente
pensante y la mente funcional, o el ego pensante y el ego funcional. El ego
funcional corresponde a ese aspecto del mecanismo cuerpo-mente que almacena la
predisposición genética (la naturaleza básica) y todos los posteriores
condicionamientos de la experiencia, aprendizaje, cultura todo lo que le haya
ocurrido al organismo hasta este momento. Es el que trabaja, el que piensa, el
que determina cómo actúas. Este ego básico es dinámico; cambia constantemente.
La
mente pensante o ego pensante es un sentimiento que surge en todo ser humano
más o menos a la edad de dos años y medio. Su única función es reclamar el
rendimiento de la mente funcional como propio. La mente funcional procesa,
actúa, reacciona. La mente pensante reclama su autoría y dice: "Yo pensé
eso. Yo sentí eso. Yo decicí eso. Yo fui el que hizo todo eso". Éste es un
reclamo falso, pero ese falso reclamo es el que da la "autoría" al
cuerpo.
La
investigación más sencilla revelará que el organismo no produjo su propia
constitución genética, ni tampoco produjo la inmensa cantidad de
condicionamiento del organismo. Sería imposible que lo hubiese hecho. Aún así,
la mente pensante, el aspecto pensante del ego, reclama primacía. Dice:
"Yo soy el que decide. Yo soy el que siento. Yo soy el que piensa" Y
por supuesto el miedo surge con: "¿Y si yo no lo hago bien? ¿Qué pasa si
yo lo jodo?". Cuando las cosas no van bien, ésa es la culpabilidad:
"Yo no lo hice bien. Yo lo podría haber hecho de otra manera, pero no lo
hice".
La
culpa o el orgullo sólo tienen sentido si existe la creencia de que yo soy la
fuente, de que yo soy el creador. Lo que se suele revelar en la investigación
es que el ego no tiene poder, no es la fuente que pretende ser. Este
entendimiento suele servir para debilitar la reivindicación del ego. No es una
cuestión de si el ego quiere debilitarse. La cuestión es: "¿Quiere la
Totalidad que el ego se debilite?"
El
énfasis de esta enseñanza es que incluso la ilusión de la separación como autor
es la función de la Totalidad; esta hipnosis divina es parte de la función de
la Totalidad. Ramesh la llamó hipnosis divina, porque no es auto-hipnosis. A
los dos años y medio no te hipnotizaste para hacerte creer a ti mismo que
estabas separado. El hecho de que prácticamente todo ser humano posee la
ilusión de estar separado, es parte de la naturaleza de las cosas tal y como
son ahora.
Veamos
unos versos del mismo autor, ahora firmando como Ram Tzu, tomados del libro NO WAY para los
Espiritualmente "Avanzados".
Muchos de vosotros
Sois buscadores experimentados y eruditos.
Sois conocedores de
La Chorrada Mística Oriental.
Habéis aprendido
En los vedas y los sutras
Que todo es un sueño
Que sueñas estando despierto.
Ram Tzu tiene una pregunta para tí...
¿Qué te hace pensar
Que tú eres el que sueña
y no lo soñado?
Crees en el libre albedrío.
Crees que te creas tus enfermedades.
Crees que eliges a tus padres.
Crees que puedes controlar tus sueños.
Crees que puedes hacerte con el control de tu vida.
Crees que hay un niño dentro de tí al que puedes sanar.
Crees que tienes el poder de la oración.
Crees que puedes cambiar algo.
Crees que tu dolor es por tu culpa.
Crees que lo puedes hacer mejor.
Crees que eres el responsable.
Crees todo tipo de *g.i.l.i.p.o.l.l.e.c.e.s*
Ram Tzu sabe esto...
Cuando Dios quiere que hagas algo
Crees que es idea tuya.
Buscas pistas.
Buscas la llave
Que abra el misterio.
Miras fijamente en las entrañas de los pollos
Haces mapas del movimiento de las estrellas
Cuentas tus respiraciones
Cantas tu apodo para Dios
Te echas las cartas
Sumas números
Practicas sexo sin fin
Ayunas
Tomas drogas
Estudias las sagradas escrituras
Lees en las hojas de té
Hablas con los espíritus
Doblas tu cuerpo en formas fascinantes
Saltas al son del gurú
Vas a seminarios y retiros
Haces ejercicio
Compras libros
Escuchas cintas
Rezas con todas tus fuerzas.
Ram Tzu sabe esto...
Cuando termines con todo esto
Lo que queda eres tú.
“Crees en la visualización creativa
Pero sólo puedes extrapolar
Lo que ya has visto.
Pero sólo puedes extrapolar
Lo que ya has visto.
No puedes visualizar la paz
Sólo la ausencia de confusión.
Sólo la ausencia de confusión.
No puedes visualizar la unidad
Sólo la ausencia de fragmentación.
Sólo la ausencia de fragmentación.
No puedes visualizar la armonía
Sólo la ausencia de discordia.
Sólo la ausencia de discordia.
No puedes visualizar el amor
Sólo la ausencia de odio.
Sólo la ausencia de odio.
No puedes visualizar la alegría
Sólo la ausencia de tristeza.
Sólo la ausencia de tristeza.
Ram Tzu sabe esto…
La paz, la unidad, la armonía, el
Amor, la Alegría pueden existir.
Pero no si tú estás ahí.”
Eres un buscador Iberia Plus…
Vas a Balí
Para comer setas moradas
Que crecen en la mierda de vaca sagrada
Vas a México
A tomar peyote
Con chamanes ancestrales
Vas al Amazonas
Para esnifar corteza de árbol
Con los primitivos
Vas a África
A fumar hierba espiritual
Con los brujos.
Retozas con los espíritus
Ves a dios
Te vuelves uno con el Universo
Ram Tzu tiene una pregunta para tí…
¿Por qué sigues comprando
Billetes de ida y vuelta?
Vas a Balí
Para comer setas moradas
Que crecen en la mierda de vaca sagrada
Vas a México
A tomar peyote
Con chamanes ancestrales
Vas al Amazonas
Para esnifar corteza de árbol
Con los primitivos
Vas a África
A fumar hierba espiritual
Con los brujos.
Retozas con los espíritus
Ves a dios
Te vuelves uno con el Universo
Ram Tzu tiene una pregunta para tí…
¿Por qué sigues comprando
Billetes de ida y vuelta?
Algo mas ligero de digerir:
Cada ser humano individual
es una mascara que Dios se pone
para expresarse.
Las máscaras son cruciales.
Sin ellas no podría
haber representación.
Y tampoco habría un modo
de diferenciar a los personajes.
es una mascara que Dios se pone
para expresarse.
Las máscaras son cruciales.
Sin ellas no podría
haber representación.
Y tampoco habría un modo
de diferenciar a los personajes.
Pero ocasionalmente,
Dios se pone una máscara
que es casi transparente
y el espectador atento
vislumbra el infinito.
Dios se pone una máscara
que es casi transparente
y el espectador atento
vislumbra el infinito.
El dedo que señala a la luna,
parecido:
Mientras caminaba por mi camino
espiritual
pasé junto a muchas señales
dejadas por buscadores
que habían pasado antes por allí.
Todas apuntaban hacia la Verdad
Acampada en la base de cada una
había una multitud de gente
que se había detenido
y estaba allí, adorando
la señal.
pasé junto a muchas señales
dejadas por buscadores
que habían pasado antes por allí.
Todas apuntaban hacia la Verdad
Acampada en la base de cada una
había una multitud de gente
que se había detenido
y estaba allí, adorando
la señal.
Ram Tzu lo oye constantemente…
Has tenido una profunda, reveladora,
Intensamente conmovedora experiencia
Espiritual.
Ahora estás enganchado.
Ahora quieres más.
Ahora eres un buscador.
Ningún yonqui ha estado tan dedicado
O más continuamente decepcionado
O ha sido más desgraciado.
En un tiempo pudiste
Sentirte satisfecho
Con un coche nuevo
O una pareja cariñosa
Ahora nada te compensa
A menos que sea
La unión con Dios.
Ram Tzu sabe esto…
Estás jodido
Has tenido una profunda, reveladora,
Intensamente conmovedora experiencia
Espiritual.
Ahora estás enganchado.
Ahora quieres más.
Ahora eres un buscador.
Ningún yonqui ha estado tan dedicado
O más continuamente decepcionado
O ha sido más desgraciado.
En un tiempo pudiste
Sentirte satisfecho
Con un coche nuevo
O una pareja cariñosa
Ahora nada te compensa
A menos que sea
La unión con Dios.
Ram Tzu sabe esto…
Estás jodido
Ram Tzu sabe esto…
El mejor de tus pensamientos
Te ha metido en este lío.
Lo que obstruye
Tu visión de la verdad
Es todo lo que sabes,
Todo lo que guardas sagrado.
Si deseas verdaderamente
Ver la luz del sol
Danzar sobre las hojas
Debes tener
Las ventanas limpias
Ram Tzu pregunta…
¿Quién limpia las ventanas?
El mejor de tus pensamientos
Te ha metido en este lío.
Lo que obstruye
Tu visión de la verdad
Es todo lo que sabes,
Todo lo que guardas sagrado.
Si deseas verdaderamente
Ver la luz del sol
Danzar sobre las hojas
Debes tener
Las ventanas limpias
Ram Tzu pregunta…
¿Quién limpia las ventanas?
Lo que llamas espiritual
No es más
Que una colección
De técnicas de control
Buscas los métodos
Para solucionar los problemas
Que ni siquiera todavía tienes
Buscas formas de escapar
De una realidad
En la que nunca estás
Ram Tzu sabe esto…
Quienquiera que haya dicho:
“No hay momento como el presente”
Tenía razón.
No es más
Que una colección
De técnicas de control
Buscas los métodos
Para solucionar los problemas
Que ni siquiera todavía tienes
Buscas formas de escapar
De una realidad
En la que nunca estás
Ram Tzu sabe esto…
Quienquiera que haya dicho:
“No hay momento como el presente”
Tenía razón.
Introducción
al Advaita
Francis
Lucille dice: Advaita es una palabra del sánscrito que significa "no
dos". Sinónimo de Advaita es no-dualidad. Advaita no es una filosofía ni
una religión. No-dualidad es una experiencia en la que no existe separación
entre sujeto y objeto, un "yo" y el resto del universo, un
"yo" y Dios. Es la experiencia de la conciencia, nuestra verdadera
naturaleza, que se manifiesta como felicidad, amor y belleza absolutos. La
conciencia se define como "eso", sea lo que sea, que percibe estas
palabras aquí, en este momento.
Un
sabio es aquel que, conscientemente, vive como conciencia. Dado que la
conciencia es impersonal y universal, realmente sólo existe un sabio, más allá
de las aparentes distinciones de raza, género, edad, etc. Un sabio no es
necesariamente un guía espiritual y un guía espiritual no es necesariamente un
sabio. Ramana Maharshi, Krishna Menon y Jean Klein fueron sabios que enseñaron
durante el siglo 20. Ramana Maharshi utilizaba el método de la
"investigación del yo" con sus discípulos menos avanzados. El
estudiante que practica la investigación del yo, mantiene su atención enfocada
en el origen del "pensamiento-yo" o el "sentimiento-yo"
cada vez que surgen. Una vez que la iluminación ha tenido lugar, la
investigación del yo continúa sin esfuerzo. Al final de cada pensamiento o
sentimiento la atención vuelve espontáneamente hacia su fuente y no hay
necesidad de continuar enfocando la atención. Los estudiantes más avanzados
pueden ser llevados directamente a la experiencia de su verdadera naturaleza
escuchando la verdad de labios del gurú y/o por medio de su presencia
silenciosa. Esta es la llamada vía directa, la vía utilizada entre otros por
Ramana Maharshi, Krishna Menon y Jean Klein. El proceso de realización del yo
continúa espontáneamente hasta que el cuerpo-mente-mundo mora de forma estable
en paz y felicidad. Todo lo que se pueda decir acerca de esta experiencia
de no-dualidad es, en el mejor de los casos, una burda aproximación a nivel
conceptual, una mera indicación. El Budismo Zen usa la metáfora de un dedo
señalando a la luna: aunque el dedo apunta a la luna, dedo y luna pertenecen a
dos mundos distintos.
El
Advaita trasciende todas las religiones, filosofías y nacionalidades. No divide
sino que une. Los fanáticos de las diferentes religiones nunca pueden ponerse
de acuerdo en sus conceptos acerca de Dios, pero los sabios de diferentes
orígenes nunca podrán estar en desacuerdo respecto a su común experiencia de
no-dualidad. Los fundadores de todas las grandes religiones han sido
sabios. La no-dualidad es el núcleo del Hinduismo, Sufismo, Budismo Zen,
Shivaismo de Cachemira y las enseñanzas de Cristo.
Hinduismo:
"Lo que no es (los objetos como separados del Ser) nunca pueden llegar a
ser, y lo que es (el Ser) nunca deja de Ser" (BaghavadGita).
Hinduismo,
Shivaismo de Cachemira: "! Lo extraordinario de esta ilusión es que aunque
se expresa como algo múltiple, no es otra cosa que la Conciencia-sin-segundo.
!Oh!, todo es esencia pura consciente de si misma" (Abhinavagupta).
Sufismo:
"No hay nada si no Dios".
Budismo
Zen: "Pregunta: ? Cuando un sonido cesa, la Consciencia cesa?. Respuesta:
La Consciencia nunca cesa" (HuiHai).
Hinduismo,
shivaismo de Cachemira: " El universo se despierta cuando Tu despiertas, y
se desvanece cuando Te retiras. Por tanto la totalidad de la existencia y
no-existencia son una Contigo" (Abhinavagupta).
Cristianismo:
"Jesús dijo: "Yo" es la luz ( de la Consciencia) que brilla
sobre todas las cosas. "Yo" es el Todo de donde todo se origina y
adonde todo regresa" (Tomás,186).
La
iluminación: es el reconocimiento repentino de que la no-dualidad es, siempre
ha sido, y siempre será, la verdadera realidad de nuestra experiencia. La
dualidad es una ilusión. La conciencia no es privada y personal, si no
impersonal, universal y eterna. No existe una entidad personal limitada, un ego
consciente. El ego es un objeto percibido, y no la Conciencia que está
percibiéndolo todo.
La
realización del yo, es la estabilización subsiguiente en la paz, felicidad y
libertad de nuestro estado natural. El mundo, visto en la luz de la consciencia
impersonal, se revela como lo que es, un milagro permanente, el espectáculo
divino que festeja su fuente invisible.
Un
gurú vivo, (un guía espiritual) es necesario en la mayoría de los casos, para
facilitar la iluminación y la realización del yo. Aunque el karana guru (el
gurú cuyo papel es el de ayudar al discípulo a través de las últimas etapas de
la realización) se le presenta al discípulo como si fuese un ser humano
separado, en realidad él sabe que está establecido como consciencia universal.
El ve al discípulo como a su propio Yo. Cuando la Consciencia en el discípulo
es reconocida por lo que verdaderamente es, entra en resonancia con la
presencia silenciosa del gurú. Entonces, la mente del discípulo se vuelve
silenciosa de una forma gradual y misteriosa, bien mediante palabras o sin ellas,
hasta que el estudiante experimenta un vislumbre del bienestar sin causa de su
estado natural. Florece una relación de amistad, amor y libertad que lleva al
discípulo a la estabilización espontánea en la paz y felicidad.
Un
verdadero karana guru no se considera a si mismo ni superior ni inferior.
Tampoco se ve como sabio o guía espiritual, ni a los demás como ignorantes o
discípulos. Esta actitud impersonal crea un inconfundible perfume de amistad y
libertad, que es un prerrequisito para el éxito de las etapas finales de
la realización del Ser.
continúa
3 comentaris:
Gracias infinitas Josep! Anna Belén Fraile
Jordiet ha dit:
Blogger Jordiet ha dit...
Tots els esforços per divulgar i fer coneixer i entendre el Vedanta Advaita potser mai seran suficients, però pitj (?)
Estic convençut que el sistema de visiò que proposa el Vedanta Advaita ( sobretot Shankara-Gaudapada i l'inoblidable Maharshi, entre altres tambè de prou interessants ),és sens dubte el que mès diàfanament aconsegueix explicar la realitat de tot plegat amb arguments de caràcter irrefutable ( vegeu sinó els Comentaris a la Mandukya Panisahad ).
Sempre que veig a la xarxa un blog com el vostre hi deixo unes paraules d'agraïment i sobretot d'encoratjament a continuar amb una tasca més que lloable.
Moltes gràcies !
Jordi
Hola Jordi:
Comparteixo absolutament la teva opinió, especialment amb el cas de Ramana Maharshi, al que considero el Mestre... De fet pel blog hi trobaràs alguna entrada reproduint algun text seu comentat, al que no cal afegir-hi res més.
Per exemple aquí:
http://terradesomnis.blogspot.com.es/2007/01/textos.html
Es cert que amb els anys vas trobant d'altres pensadors, poetes, músics, místics, xamans que ens venen a dir el mateix amb d'altres paraules -en funció de la cultura, de l'espai i del temps,de tota manera costa de trobar res més senzill i clar que aquesta idea:
De ésta manera, a medida que se persevera cada vez más en la práctica de la autoindagación - VICHARA-, la mente adquiere fuerza para poder permanecer en su fuente. Cuando la mente mora en el corazón, las cosas, los sentimientos, el mundo retroceden hasta desaparecer.
Si de ésta manera la mente se absorve en el Corazón, el “ego”o “yo”, que como hemos dicho es el inicio de la multitud de pensamientos, finalmente se desvanece y sólo queda resplandeciente la Conciencia Pura o YO puro, que subsiste imperturbable durante todos los estados de la mente, ya que es el verdadero ser de uno mismo.
Este estado de mera inherencia en el SER puro, se reconoce como la VISION DE LA SABIDURIA.
Tal inherencia significa e implica la entera mengua de la mente en el Yo. Nada más que esto puede ser la sabiduría.
El Yo puro en sí mismo, es el mundo, el “yo” y Dios.
Todo cuanto existe no es sino la manifestación del Supremo.
Una forta abraçada.
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