“Cuando te acuestas en la hierba al anochecer y
miras al cielo, te asombra el infinito
número de estrellas que existen en él ?
Crees que nuestro planeta es
sólo un punto más en el universo, y sin embargo aún te maravillas de ello ?
Has experimentado, al estar en
medio de un bosque, o al enfrentarte al poderoso mar, o al mirar hacia la
silenciosa montaña, la sensación de que estás contemplando algo sagrado y mas
grande de lo que hubieras imaginado ?
Crees que eres parte de la naturaleza, mas que el dueño de ella
?
Eres escéptico respecto a todo
lo que te han dicho acerca de Dios, pero sin embargo, aún existe dentro tuyo la
sensación de que existe algo mas grande y eterno ?
Si respondiste “Sí” a todo lo anterior, eres un brujo/a. Y muy
probablemente ya lo habías experimentado, pero no sabías como llamarlo.”
No me parecía
justo acabar éstas entradas sobre la brujería que podéis leer aquí:
http://terraxaman.blogspot.com.es/2015/05/una-aproximacion-al-fenomeno-de-la_19.html
http://terraxaman.blogspot.com.es/2015/05/una-aproximacion-al-fenomeno-de-la_36.html
http://terraxaman.blogspot.com.es/2015/05/una-aproximacion-al-fenomeno-de-la_27.html
http://terraxaman.blogspot.com.es/2015/05/una-aproximacion-al-fenomeno-de-la.html
o si preferís en forma de libro online aquí:
http://issuu.com/terraxaman/docs/una_aproximaci__n_al_fen__meno_de_l
quedándome sólo en la exposición de
unos hechos terribles del pasado, por muy necesario que pueda parecerme conocerlos...
Además, a parte de unas pocas anécdotas y falsas confesiones, forzadas por la
brutalidad de los poderosos, deliberadamente nada, o casi nada, había dicho
sobre lo que de verdad pensaban/piensan las/los brujas/os.
Por ello tenía
una cuenta pendiente que ahora, una vez acabada la descripción, puedo
permitirme cancelar. Aunque para ello tenga que abusar de vuestra paciencia y
capacidad de aguante, mis queridos lectores. De todas formas, éste abuso no
lo considero en absoluto baladí, gratuito, pues estoy plenamente convencido de
que la lectura atenta y reflexiva de las siguientes líneas, pueden daros muchas
orientaciones.
Nadie sabe que
pensaban/sentían/sabían las pobres protagonistas de nuestra historia,
probablemente muy poco, o casi nada, seguramente la superstición, los miedos,
la incultura, la miseria física y mental, eran su pan nuestro de cada día. O al
menos, eso es lo que puede deducirse de lo nos han transmitido las actas de
unos juicios fraudulentos y predecibles desde mucho antes de empezar a
celebrarse.
Lo que si
parece bastante obvio, es que los esfuerzos de sus perseguidores iban mucho más
allá de tal o cual persona, o de unos hechos más o menos horripilantes
concretos, la Iglesia, las autoridades, todo el sistema socio-político-económico,
se sienten amenazadas, no por aquella desdichada que se creía que asistía al
akelarre montada en su escoba gritando: “Tondum, rentum tormentum...” –que por
cierto no quiere decir nada- y otras chorradas por el estilo, como recorrer los caminos transformada en gato negro, sin salir de su
cuarto..., o por aquella viejecita que al no ser invitada a una boda, provoca
con orines y un dedo una granizada...
Detrás de todos
éstos detalles había algo más, mucho más y eso, entre otras cosas, era el
resurgimiento/y o mantenimiento de las antiguas creencias y tradiciones que lentamente,
favorecían una actitud cada vez más alejada por parte del pueblo, hacia la
Iglesia Católica, convertida en una poderosa institución, pilar de la sociedad
estamental, injusta y bárbara...
Os ofrezco un video de una pequeña obra de teatro relativamente reciente (2007) de Federico Gonzalez Frías, entre otras mucha cosas, director de la revista Símbolos, de la que,
a pesar de que podríamos discrepar en muchas cosas, se ofrece algo que bien pudiera ser semejante a un supuesto aquelarre de brujas bastante eruditas -en el que caso de haberlas, estoy convencido de que os gustará:
Acto I
Acto II
Lógicamente,
éste alejamiento llevaba a los medios cultos hacia la filosofía, las ciencias,
el arte que dieron lugar al Renacimiento en algunos países de Europa, pero en ese Renacimiento, se produjo
también un resurgir del paganismo, de la magia, de los conocimientos esotéricos...
A buen seguro
que algo de todos estos conocimientos y tradiciones llegó a los oídos de
nuestras heroínas, como y en que grado supieran interpretarlo, seguirá siendo
un misterio insondable...
Lo que vamos a
tratar de exponer a continuación constituye una aproximación de lo que
podríamos calificar como “la visión de la realidad” en que se basa el complejo
sistema de conocimientos y acción de los brujos, sus bases teóricas diríamos,
aunque para los quienes ven y viven el mundo de este modo no tiene, en
absoluto, nada de teórico.
Para realizar
ésta aproximación he tenido que trabajar a lo largo de muchos años, con gran
cantidad textos de autores de diversas y variadas escuelas y por encima de
todo, con la práctica con los varios brujos que he tenido la suerte de llegar a
tratar y de los que siempre he aprendido muchísimo en muchos campos del
conocimiento.
Si bien es
cierto que la mayoría de tratados serios sobre brujería, son modernos y los
brujos a los que me refería contemporáneos, un principio básico de la etnología
es el estudio comparado. Por ejemplo, si una determinada ceremonia o ritual, se
celebra hoy en día en un determinado pueblo indígena de sudamérica con un
determinado sentido simbólico y tenemos la constancia de que una ceremonia muy
semejante se celebraba en un pueblo asiático hace miles de años, en un mismo
nivel de desarrollo técnico-cultural, podemos suponer que el sentido simbólico
de ambos es parecido. En éste sentido y admitiendo de entrada todas las
matizaciones que queráis, cabe suponer que ciertas prácticas brujeriles europeas
de finales de la edad media que siguen teniendo vida en determinados pueblos
aborígenes de diversas partes del mundo, puedan enmarcarse en un mismo campo de
referencia cultural y/o ideológica. Luego, las definiciones de los brujos
actuales, deberían ser muy parecidos a los que pudieran darnos las posibles
brujas de los S.XVI-XVII si es que de verdad hubo tal cosa, lo que dudamos.
Por ello, la
terminología utilizada en éste post, está mucho más cerca de la brujería
mesoamericana que del druidismo, o de la brujería europea, pero eso tiene poca
relevancia puesto que en esencia – si el criterio de analogía etnológica es
correcto- comparten la misma, o muy aproximada “visión de la realidad”.
podéis ver ésta presentación que puede sustituir parcialmente, a la lectura del texto:
Utilizamos
deliberadamente la palabra brujo, pese a que en nuestra área cultural, las
palabras bruja/brujo o brujería, tienen unas connotaciones maléficas y
demoníacas que distorsionan el sentido que le queremos dar, pues ha sido esta
visión fantasmagórica la que finalmente se ha impuesto por varias razones, y lo
hacemos, no sin antes aclarar que en nuestra perspectiva, brujo/a no implica
ninguna connotación negativa, ni maléfica, ni mucho menos demoníaca.
Chamán,
sacerdote, curandero, hombre de conocimiento, druida, brujo, son algunas de las
palabras que comparten un mismo significado, aunque existan determinadas
diferencias que no son aquí relevantes. La imagen resultante de estas
coincidencias y otras que se podrían añadir nos permitirá identificar más
adecuadamente el sentido que damos a la palabra de brujo en este texto.
La práctica de
los ejercicios y técnicas que aquí vamos a desarrollar, constituyen según nos
dicta la experiencia, una puerta de entrada a la vivencia directa de lo
sobrenatural, es decir de una realidad diferente a la ordinaria, una “realidad
aparte”, y es sólo mediante esta experiencia que pueden cobrar todo su sentido
aquellas explicaciones. Sabemos que exactamente esto es aquello que se espera
que diga un charlatán, pero la verdad o validez de esta visión o vivencia de la
realidad, sólo puede ser enjuiciada desde dentro de ella misma y por sus
resultados; sólo la eficacia transformadora y operativa –en nosotros mismos -
de esta manera de ver el mundo y de las prácticas que comporta, podrá
demostrarnos su corrección, validez o verdad. Además, cabe la posibilidad de
que a una persona le funcione y otra no,
pues todos y cada uno de nosotros, somos únicos e irrepetibles, además de
imprescindibles. Y no existe un único camino que pueda ser hoyado por dos
personas distintas.
La descripción
teórica y racional del mundo, según la tradición de los brujos, ha de ser
considerada tan sólo, como una herramienta – un mito, si se quiere- que tiene
la función de proporcionar un apoyo operativo para comprender e interactuar
funcionalmente con la Realidad que está “más allá” de la percepción ordinaria,
de toda teoría y de toda Razón. Para poder adaptarnos en esta nueva realidad,
en este nuevo mundo, hace falta tener una visión de la “Realidad” distinta de
la ordinaria y congruente con las nuevas posibilidades vivenciales.
La
visión del mundo de los brujos, hunde sus raíces en el misterio, aunque es
evidente que tiene un sustrato multiétnico común, podríamos rastrear su origen
hasta mucho antes de las primeras grandes civilizaciones, incluso nos
atreveríamos a afirmar que existen indicios seguros (El Brujo de Lascaux aprox.
30.000 antes de nuestra era) de que se celebraban rituales que se podrían
denominar brujeriles quizás ya en tiempos del Hombre de Neandertal,
aproximadamente unos 300.000 años antes de nuestra era.
Hasta
la llegada de las religiones patriarcales como las judeo-cristianas, y en
general todas las que tienen origen en el denominado Creciente Fértil, la
tierra se tenía que cuidar y no someterla, no existía el concepto de
“naturaleza salvaje“ – en el sentido de hostil, peligrosa, algo que
tenemos que eliminar como sea (ved nuestras ciudades)- los grandes bosques, las
inmensa llanuras, los fecundos prados, eran más bien considerados como jardines
a los cuales hacía falta tratar con cuidado; los enormes rebaños de herbívoros
a los cuales se daba caza y la multitud de frutos que se recolectaban, eran
considerados sagrados y respetados profundamente, mirando de proveerse sólo de
aquello que es necesario para la supervivencia y nunca abusando en exceso,
previniendo para asegurar las necesidades de las siguientes generaciones.
Los fenómenos
de la naturaleza: las grandes montañas, la lluvia, el viento, el rayo, los ríos
y fuentes, las cuevas, incluso los peligros más evidentes, el león, el gran oso
de las cavernas, el lobo, o la misma muerte, fueron considerados emanaciones
muy especiales del tejido del Universo y elevados a la categoría de dioses.
Incluso la humanidad misma fue considerada divina y la Gran Madre, la Madre
Tierra rigió los destinos de todos, acompañada del Padre Espíritu.
La concepción
de una realidad constituida por campos de energía que no son en absoluto tal y
como ordinariamente los percibimos a través de los diversos sentidos, ha sido
una intuición constante de la humanidad y la encontramos tanto en la visión
religiosa y filosófica de la práctica totalidad de los pueblos antiguos, como
en las más modernas teorías científicas.
Esta
filosofía se denomina panteista, y se puede resumir cómo sigue: “La
última realidad, el más grande objeto de veneración es el Universo. La
Naturaleza es una sagrada parte de este, de la cual nosotros a su vez
también formamos parte, de manera inseparable, ya sea en la vida o en la
muerte”.
El
panteísmo es un concepto antiguo, y probablemente muchas personas viven esta
creencia sin saberlo. Los Taoistas, Budistas, Animistas, Hindúes, Ecologistas,
Humanistas, Chamanistas, Druidas e incluso muchos ateos, comparten esta forma
de pensar. De hecho, no se requiere creer en ningún Dios (en el sentido
clásico de la palabra) para vivir el panteísmo.
Básicamente
significa “dios (teo) en todo (pan)”. Todos formamos parte de dios de manera
indisoluble. No se requiere una “salvación” por parte de terceras personas. No
se requiere de un “bautismo”. No existe la “excomunión”. No hay “cielo” ni
“infierno”. No es necesaria la culpa, la autoflagelación, el castigo, el
sufrimiento sin sentido.
Si
dios está en todos nosotros, y nosotros formamos parte de dios, entonces
nosotros somos sagrados. Segundo, si dios está en los otros, en nuestro
prójimo, entonces las otras personas son igualmente sagradas, sin exclusión.
Tercero, si dios está en la naturaleza, en el ambiente, en los animales y las
plantas, entonces estos son sagrados, y merecen nuestra atención y cuidados.
Cuando
decimos: “veneramos el universo”, no estamos hablando de un ser supernatural,
sino que hablamos de como nuestros sentidos y emociones nos hacen responder al
sobrecogedor misterio y poder que nos rodea. Somos parte del universo. Nuestra
Tierra fue creada en el universo, y algún día su existencia acabará y volverá a
ser un todo con él.
Los
antiguos druidas solían denominar “El Wyrd” a este Misterio y los de hoy en día
“Awen” a este Poder. El “Wyrd” era imaginado como una inmensa telaraña cósmica
y tridimensional, de la cual estaban suspendidas como las gotas de rocío en las
madrugadas de primavera, la totalidad de las cosas y fenómenos, con el añadido
que cuando una brisa de aire mueve una cualquiera de las gotas, todas las otras
vibran con aquella.
El
“Awen” concepto bastante posterior era definido como el “espíritu fluido” que
inunda todas las cosas: las rocas, los ríos, las plantas y animales, el aire
que respiramos, y a nosotros mismos y a nuestros dioses. De la misma forma,
nosotros que no éramos nada, de un momento a otro FUIMOS, nacimos, y adquirimos
conciencia. Asimismo, dejaremos de ser y volveremos a ser uno con la tierra.
Carl Sagan dijo: “somos de la misma materia de la cual están hechas las
estrellas”, y tenía razón. Disfrutamos de “vida”, vivimos, pero en realidad
tendremos que decir “disfrutamos de conciencia”. Es en este preciso momento que
este montón de átomos que somos nosotros consigue diferenciarse del resto del
Universo y decir “yo soy”. Por ésa razón, este breve periodo de lucidez
que denominamos vida está destinado a ser empleado de la mejor forma posible:
disfrutando de ella al máximo, creando cosas nuevas, haciendo obras que mejoren
la realidad para nosotros mismos y para nuestros compañeros de viaje, y
respondiendo con gratitud a un Universo que permite que existamos. El universo
nos ha creado, nos ha sostenido y nos tomará de vuelta. Esta certeza hace que
nos sintamos en nuestro “hogar” en cualquier parte en la que estemos. Aquí
pertenecemos. Este es nuestro paraíso. La tierra prometida es justo en la que
estás parado ahora. No está en un futuro lejano, o en algún lugar tras la
muerte. No esperamos el fin del mundo porque sabemos que no tiene fin, a menos
que así lo dispongamos nosotros. No hay infierno a menos que así lo queramos.
La Naturaleza,
será por lo tanto nuestra madre, nuestro hogar, nuestra paz, nuestra seguridad,
nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Por ello debemos tratarla
como cualquier hijo lo haría con su madre: con respeto; o como cualquier
creyente trataría sus templos, o sus imágenes sagradas: con veneración y
admiración ante su intrincada y frágil belleza.
Para los
brujos, el mundo no está compuesto por los objetos tal y como se presentan ante
nuestra percepción, a través de los cinco sentidos y el pensamiento, sino que
está compuesto por campos de energía a los cuales denominan “las emanaciones
del Gran Espíritu” o del “Águila” – en nuestra cultura occidental la palabra
ánima –alma, aliento vital, tiene una cierta semejanza-, emanaciones que conforman
de hecho la única realidad, la verdaderamente trascendente. Estas emanaciones,
están agrupadas en grandes racimos o bandas que constituyen por si mismas, otros tantos mundos,
independientes entre sí. Los grandes brujos, nos hablan de hasta 48 de estas
bandas, aunque no puede descartarse la existencia de otras muchas.
Curiosamente
Rupert Sheldrake y otros científicos contemporáneos, nos dicen que el mundo que
nos rodea está formado por una infinitud de campos de resonancia mórfica, desde
una persona, hasta una especie animal o vegetal, un planeta, o el Universo
entero, pueden explicarse desde la perspectiva de estos campos de resonancia
mórfica, aunque no sean observables desde la percepción ordinaria, como tampoco
los son los átomos, o demás partículas subatómicas .
Desde la
percepción ordinaria, los seres humanos tenemos acceso tan sólo a dos. Una es
la banda dónde se encuentra agrupada la vida orgánica y la otra es una banda
que contiene estructuras “presumiblemente” sin conciencia, como los minerales,
los gases y los líquidos. Dentro de la banda de emanaciones de los seres
orgánicos, existe una franja en particular que se refiere a la banda del ser
humano y que determina los estrechos límites de la percepción de lo conocido.
Las emanaciones normalmente alineadas –percibidas- se conocen como “conciencia
normal” y los brujos suelen denominarlas el lado derecho o tonal. Dentro de la
banda de los seres humanos queda un gran número de emanaciones accesibles, pero
que por razones sociales, culturales u otras son rechazadas, permanecen como
posibilidades latentes, aunque normalmente son ignoradas durante toda la vida.
Son aquellas intuiciones que asociamos a conceptos como magia, sobrenatural,
espiritual y que hemos aprendido a arrinconar en algún lugar perdido de la
mente.
Las emanaciones
que hay más allá de la banda de los seres humanos, constituyen propiamente
aquello “desconocido”, y casi nunca son alineadas en el contexto de la gente
común. Precisamente por esto, una parte muy importante del trabajo de aprendizaje
de los brujos, consiste a desarrollar las capacidades y entrenarse para
percibir estas emanaciones. Aquello que determina qué emanaciones serán
seleccionadas o alineadas en un momento específico de percepción se denomina
“el punto de anclaje” y se podría definir como la propiedad de la conciencia de
seleccionar las emanaciones adecuadas para producir la percepción simultánea de
todos los elementos que constituyen el mundo que está siendo percibido.
Para el hombre
ordinario, común, la posición de su “punto de anclaje” produce un alineamiento
singular, que denominamos “el mundo ordinario”, el de todos los días. Un
pequeño movimiento en la posición de este punto de anclaje, producirá un nuevo
alineamiento de emanaciones que hasta aquel momento habían sido rechazadas. Un
gran cambio en su posición provocará la alineación de otras bandas de
emanaciones. Es lo que suele suceder con la ingestión de determinadas
substancias psico-activas, o con experiencias traumáticas de gran intensidad.
El requisito inicial
de todo aprendiz, consiste a adquirir la habilidad de conseguir deliberadamente
el movimiento del punto de anclaje, para sobreponerse más allá de los estrechos
límites de su percepción ordinaria. Aunque este aprendizaje no resulta fácil,
basta un pequeño movimiento para producir cambios enormes en la vida de
cualquier persona, tanto en su forma de ser, como de comportarse y/o percibir
el mundo que le rodea.
Todo el sistema
de aprendizaje de los brujos, tiene este objetivo y por esto se divide en dos áreas:
las enseñanzas del lado derecho; y las enseñanzas para el lado izquierdo; y no
son sino formas de “no-hacer” para mover el punto de anclaje y sus expresiones
más representativas son: la acecho –estar siempre atento al momento, como un
cazador que se enfrenta a un peligroso depredador- y el sueño – escuchar los
mensajes que nos envía el mal llamado subconsciente- .
Desde el inicio
de la vida, los seres humanos se ven empujados a desarrollar la capacidad de
seleccionar sólo una parte de la totalidad de las emanaciones accesibles y a
ordenarlas según la percepción, de forma que resulten funcionales para el
individuo; de no hacerlo así, las emanaciones serían percibidas como un
inconmensurable caos.
A la facultad
que agrupa las emanaciones apropiadas para infundir orden y sentido a la
percepción de cada objeto en particular, se le conoce como atención, y no es un
fenómeno fortuito sino que responde a un entrenamiento específico que
realizamos a lo largo de toda nuestra vida y las características fundamentales
quedan delineadas ya en los primeros meses y años de vida.
Para los brujos
existen tres niveles distintos de atención: la primera atención, es el
ordenamiento de percepción en el mundo de lo conocido, lo ordinario; la segunda
atención, opera y pone orden en la esfera de lo desconocido, la “realidad
aparte”; y la atención tercera, integra a las dos primeras, permitiendo entrar
–actuar- en lo que no se puede conocer. Para la gente común y para el aprendiz
de brujo, la primera atención es la más importante, porque es el campo de
operaciones, en el que su vida tiene lugar. De hecho, el manejo especializado y
estratégico de sus acciones en la primera atención, el control de la atención,
es lo que le permitirá el éxito en su vida ordinaria y eventualmente, el acceso
a la segunda.
El ámbito de lo
que el hombre sí puede conocer, está constituido por siete grandes bandas de
emanaciones, y se dividen entre lo conocido y lo desconocido. El ámbito de lo
conocido, es en realidad una parte minúscula del total de emanaciones
accesibles al hombre, no obstante es la porción en la cual permanecerá toda su
vida y contiene todos los elementos de lo que percibe como realidad, el mundo
de todos los días, todo lo que cada persona es y hace a lo largo de toda su
vida. Lo desconocido es una porción prácticamente infinita que comúnmente queda
sin utilizarse, aunque los seres humanos tengan la posibilidad de percibirla.
En el momento
de su nacimiento, un niño no percibe el mundo del mismo modo que los adultos,
esto se debe a que su atención no está operante todavía como primera atención,
por lo tanto no comparte el mundo conceptual de quienes le rodean. Aunque se
encuentra rodeado por las mismas emanaciones que los otros, no ha aprendido a
seleccionarlas como los adultos. Esto lo habrá de conseguir despacio, a medida
que vaya creciendo y asimilando la descripción del mundo que le proporcionan
sus mayores. De manera natural, cada una de las personas que entran en contacto
con un bebé, especialmente los adultos, se constituye en un maestro que le
describe incesantemente el mundo y aunque inicialmente el niño no comprende la
descripción, puesto que no percibe el mundo en estos términos, poco a poco la
irá asimilando, aprendiendo finalmente a percibir la realidad de acuerdo con
los términos de la descripción que le han inculcado.
De hecho, será
la descripción adquirida la que determinará la forma precisa en que su propia
percepción –atención- seleccione y organice los campos de energía que le
rodean.
Por lo tanto,
aquello que percibimos cotidianamente, es la descripción misma que fluye
constantemente de nosotros hacia el exterior, construyendo nuestro mundo
individual. El fluir de la descripción se mantiene ininterrumpidamente,
sosteniendo de este modo la percepción del mundo que nos es familiar, momento a
momento, día a día, año tras año. Si este fluir - por la razón que sea - se
suspende, la realidad que está generando también se desploma, experiencia que
los brujos denominan – parar el mundo -.
Y el resultado
de esa experiencia, de ese “parar el mundo” es “Ver” el mundo tal y como en
Realidad es, es decir, la capacidad de percibir el mundo tal y como se revela
una vez que el fluir de la descripción se ha detenido. El diálogo interno, la
conversación mental que sostenemos continuamente con nosotros mismos, es la
expresión más inmediata –la primera- de la descripción asimilada por cada uno.
Es una especie de guardián, la tarea fundamental del cual es proteger esta
descripción, alimentándola con su propio contenido – los pensamientos – y
generando quehaceres que la refuerzan. Es debido a las cosas que nos decimos a
nosotros mismos que percibimos el mundo y nos comportamos de la manera como lo
hacemos. Comúnmente solemos sustituir la realidad en torno nuestro por nuestros
propios pensamientos. Miramos el mundo, las cosas, personas o a nosotros
mismos, al mismo tiempo que pensamos cosas sobre lo que vemos y acabamos
tomando nuestros pensamientos como si fueran la cosa real. Nos decimos que el
mundo es de esta, o de aquella manera y acabamos convencidos de que el mundo es
así, por y en sí mismo.
Naturalmente,
todo aquello que sucede como consecuencia del diálogo interno, se detiene
cuando conseguimos cesar este diálogo, por eso es por lo que los brujos
consideran parar el diálogo interno como la llave que obre la puerta entre los
mundos, o entre las diversas bandas.
La capacidad de
seleccionar entre las diferentes bandas de emanaciones según los términos de
una descripción que es compartida por los otros humanos se denomina “primer
anillo de poder”, con él, enganchamos los elementos del mundo y los proyectamos
en la descripción. Al mismo tiempo, los anillos de poder de toda la gente,
están constantemente enganchados entre si, por lo que la construcción de la
realidad, en términos de la descripción es en cierto modo, una tarea colectiva,
en la cual participan todos aquellos que están involucrados en cada situación
específica, el que posibilita la percepción de cada objeto en particular de
manera muy parecida por todos los participantes.
Para percibir
el mundo en términos distintos a la descripción ordinaria del mundo, los brujos
utilizan “un segundo anillo de poder” que los permite construir otros mundos.
Aunque todos los seres humanos disponemos de este segundo anillo, sólo se puede
utilizar cuando se bloquea el primero, lo que rara vez sucede en la vida de la
gente común.
Una
característica del funcionamiento del primero anillo es que puede ser bloqueado
a causa de realizar acciones no funcionales ajenas a la descripción, conocidas
como “no-hacer”. Cualquier tipo de acción que no sea congruente con la
descripción ordinaria del mundo o del si mismo, constituye un no hacer que
interrumpe el flujo de la descripción y esta interrupción a su vez, suspende el
hacer, el mundo conocido, de forma que el no hacer, constituye el camino de
acceso al lado desconocido de la realidad, el nagual, la realidad aparte, la
conciencia del otro yo.
Como el no
hacer, se practica desde el lado derecho de la conciencia, pero tiene la
facultad de llevarnos a facetas del lado izquierdo, su práctica sistemática
crea puntos de contacto entre ambos lados que lentamente, se acercan a la
integración, resultado que se conoce como totalidad de uno mismo.
Todo aquello a
lo que nos referimos cuando decimos “yo” – el ego -, es también un elemento de
la descripción que hemos asimilado. Esta parte, nos mantiene encadenados a una
determinada forma de ser y de comportarnos que aunque parece absoluta y
definitiva, pero -como ya hemos visto- puede ser interrumpida o suspendida del
todo, lo que abre posibilidades ilimitadas en cuanto al que podamos ser o
hacer. En este sentido, el no hacer que suspende el fluir de la descripción es
una puerta abierta a la libertad y al cambio.
Al interrumpir
el fluir de la descripción, nos liberamos del hechizo del “ego” que consiste en
hacernos creer que él mismo constituye nuestra única realidad, pudiendo
reconocer entonces, nuestra verdadera naturaleza de campos de energía, libres y
fluidos. A partir de este momento, podemos darnos a la tarea de reinventarnos a
nosotros mismos de manera voluntaria e intencionada.
Uno de los
aspectos más comprensivos de la visión de los brujos, es la concepción dual de
la realidad expresada en los términos de tonal y nagual. El tonal es el espacio
que se mueve el hombre común a lo largo de toda su vida, incluye todo cuánto el
hombre común es, piensa y hace; la razón, el pensamiento y la descripción del
mundo, todo el espectro de lo conocido. Por su parte, el nagual sería todo
aquello que queda fuera del tonal, algo que en su sentido último no se puede
pensar, ni explicar racionalmente.
El tonal seria
como una isla en la cual transcurre toda la vida, los seres humanos no conocen
nada más allá de los estrechos límites de la isla. El nagual seria todo este
insondable misterio que se extiende en torno a ella. El nagual no puede ser
comprendido o verbalizado, no obstante, puede ser atestiguado, experimentado.
En última instancia, todo ocurre en el nagual, aunque sin la protección del
tonal que da orden y sentido a las emanaciones, las personas sucumbirían ante
el impacto devastador del caos aparente del nagual.
Entre los
pueblos mal denominados primitivos los mitos y los rituales, están íntimamente
unidos. El ritual, la ceremonia, es el tiempo “fuera del tiempo”, el espacio
dónde los seres humanos serán transfigurados y habrán de encarnar a los seres
mágicos de los que hablan sus canciones y leyendas; el tiempo en que los seres
de poder, luz, amor y conocimiento vienen a la tierra y se igualan con los
hombres, o dicho de otra forma, el tiempo en que los hombres se convierten en
los seres mágicos que sueñan ser.
Del mismo modo,
el camino del brujo, en el cual los brujos son seres mágicos viviendo con
alegría y poder, en medio de la sociedad de todos los días, es un mito de
nuestro tiempo. No porque los brujos o los Hombres/mujeres de Conocimiento, no
tengan una existencia concreta, que si la tienen, sino porque tienen la misma
función que los otras mitos: reflejar nuestras más queridas y dignas
aspiraciones como seres mortales e invitarnos a hacerlas realidad en nuestra
experiencia.
Uno no es
totalmente nunca un brujo/a, o un hombre/mujer de conocimiento, aunque estemos
permanentemente luchando por llegar a serlo, siempre estamos en el camino. El
mito del/a Brujo/a es una maravillosa invitación a encarnarlo y de este modo,
volverlo real en nuestra propia persona.
Empieza por el
trabajo de llevar algo de tiempo mágico a nuestra vida de todos los días,
cuando en lugar de comportarnos como máquinas elegimos el acto a propósito, el
no hacer. Estos son momentos de luz a través de los cuales dirigimos nuestras
vidas y lo que nos sucede desde dentro, son como el momento mágico de una
ceremonia, en los que la vida nos habla personalmente y nosotros la entendemos,
en que la vida se hace nuestra amiga y comprendemos lo que significan el poder
y el conocimiento.
El reto para
quien sigue el camino de los brujos es trabajar duramente para conseguir que
estos momentos mágicos en que consigue encarnar el mito, sean cada vez más
frecuentes y continuos, hasta que la magia predomine sobre la sumisión y la
armonía sobre el caos. Hasta que su sueño de poder y libertad predominen sobre
la realidad de la gente de todos los días. Hasta que el sueño se vuelva
realidad.
Dicen los
brujos que una persona adelanta hacia al saber como hacia la guerra: con miedo,
con respeto, bien despierto y con absoluta confianza, por esto el camino del
brujo es parecido al de un guerrero. El brujo, como el guerrero, siempre está
en lucha. Su lucha es contra sus propias debilidades y limitaciones, contra las
fuerzas que se oponen al ensanchamiento de su conocimiento y poder, contra las
fuerzas de su destino como hombre corriente y común, determinado en todo por su
historia personal y circunstancias.
El aprendiz de
brujo, quiere rescatar la posibilidad de elegir por si mismo, como ser y como
vivir. Es una lucha por la armonía y la quietud, por la libertad a sabiendas de
que esta empieza dentro de un mismo, para proyectarse de allí hacia todo lo que
compone el mundo en que actúa. Es una lucha callada, suave y alegre. La forma
de proceder de los brujos es la de vivir constantemente el desafío de ser, que
por esto no admite una definición exacta o totalizadora. Más bien la actitud
del guerrero es una noción, una dirección, una persistencia a elegir la manera
fuerte y auténtica de realizar cada acto.
Quizás el sello
más representativo del brujo, sea su persistencia en buscar la impecabilidad en
cada una de sus acciones, hasta de las más mínimas. Entiende la impecabilidad
como el dar lo mejor de un mismo en cada cosa que hace, lo que desde el punto
de vista de la energía, significa su uso óptimo. Cualquier cosa que uno esté
haciendo puede buscar hacerla a la manera de los brujos, a la manera de aquel
que siempre está en lucha y nunca abandona, que no admite la dejadez ni la
entrega, convirtiendo el más pequeño de sus actos en un desafío de poder,
llevarlo hasta más allá de los límites, cada vez ser mejor, más potente, más
suave, más real…
Entre las armas
fundamentales del brujo, se tiene que destacar la voluntad, un poder que emana
de si mismo para tocar y sentir el mundo, para dirigirlo. Un poder que tendrá
que llevarlo a batallas más grandes e intensas, que su razón no se atrevería a
enfrentar.
Y es que el
brujo, ya no es un ser humano enfrentado a los miedos y fantasías de su
pensamiento, sino que atiende a su sentimiento y lo que lo impulsa es su poder
personal, esta energía que con tanto esfuerzo ha ido ahorrando e incrementando.
Cuenta también como formidable escudo, con la conciencia plena de su muerte
inminente y por lo tanto hace de cada acto su última batalla y por lo tanto, da
lo mejor de sí. Con la muerte como compañera constante que infunde poder a
todos sus actos, transforma en tiempo mágico su tiempo como hombre vivo sobre
la tierra. Esta conciencia de la muerte inminente le dota del desenganche
necesario para no aferrarse a nada y para no negarse a nada.
Desenganchado
de todo, consciente de su muerte inminente y en constante lucha, el brujo
aprende a construir su vida gracias al poder de sus decisiones. Trabaja para
conseguir el control de si mismo en cada momento y al hacerlo, consigue el
control de su mundo personal. A tomado en sus manos el rumbo de su vida y lo
dirige estratégicamente; cada cosa que hace es un paso adelante de su
estrategia. De hecho, control y estrategia son dos factores siempre presentes
en su manera de andar por la vida.
Bueno, hasta
aquí he llegado.
Se que el texto
es confuso, denso, una plasta... he dejado muchas cosas en el tintero,
intentando ir al grano, a la esencia, aunque sé que no lo he conseguido. Pero
espero que sabréis leer entre líneas, captando lo que las palabras no han
sabido exponer con claridad.
Como podéis
imaginar, éste texto sólo es una propuesta de interpretación, ni un dogma, ni
lo correcto, ni la verdad, sólo un intento sincero de exponeros lo que creo/se
sobre éste tema.
Antes de acabar, me gustaría ofreceros la presentación anterior, pero ahora en vídeo. Ya conocéis el texto, podéis conectar unos auriculares y escuchar la música, a buen seguro que también os conducirá hasta las puertas del control sobre vosotros mismos.
Espero que os haya sido útil e interesante.
Ahora os toca a
vosotros...
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