dissabte, d’abril 02, 2016

¡EL ORGASMO ES DIOS!

¿Quién dijo que Dios no tiene cara? ¡Vaya si la tiene! Quien ha visto a una mujer en pleno orgasmo, ha visto a Dios.


-¿Dios creó el cerebro... o el cerebro creó a Dios? 
-No puedo responder a eso. 
-Usted es neurobiólogo... 
-Y sí puedo decirle que toda experiencia espiritual tiene base cerebral. 
-¿Por ejemplo? 
-El éxtasis místico. Hay estructuras concretas del  hemisferio derecho de nuestro cerebro directamente implicadas en ese estado. 
-Entonces, ¿también yo puedo ser místico? 
-Es una capacidad universal, ciertamente, pero hay cerebros más lábiles, más proclives que otros a entrar en ese estado de éxtasis. 
-¿En qué consiste un éxtasis místico? 
-En una experiencia (transitoria) de disolución de la dualidad Yo-Naturaleza (o sea, desaparece tu ego, fundido en uno con el todo) y de suspensión del flujo del tiempo. 
-O sea... siento que soy infinito y eterno. 
-Y que todo encaja, todo se ilumina, todo está bien. Es un arrobo que han descrito muchas personas: poetas, artistas, eremitas, santos, herejes, visionarios, místicos célebres... 
-Y relatan que han conectado con Dios. 
-Eso los formados en culturas con Dios. Pero si eso lo vive un budista (el budismo carece de Dios), le hablará de "iluminación". 
-¿Qué ha sucedido en esos cerebros? 
-Se ha estimulado el lóbulo temporal derecho (más visuo-espacial, y de emociones, afectos...) y se suspende la actividad del lóbulo parietal izquierdo (el lógico-matemático, analítico, que capta la dualidad, las antinomias como arriba-abajo, antes-después...). 
-El arrobo místico altera nuestra percepción cotidiana de espacio y tiempo, pues... 
-Quizá espacio y tiempo sean las gafas con que el cerebro mira la realidad. ¡Un filtro construido por el cerebro! Quizá el cerebro nos restrinja lo real, cosa útil para sobrevivir como especie. Y, en el éxtasis místico, ¡el cerebro se quita un ratito esas gafas, ese filtro! 
“El cerebro es la sede de todo lo espiritual”

FRANCISCO J. RUBIA, NEUROBIÓLOGO






Como bien saben los lectores de éste blog, no me gusta en absoluto provocar, escandalizar, ni nada de lo que tenga que ver con la prensa amarilla, rosa o de cualquier otro color. En general trato, de acuerdo a mis conocimientos y posibilidades, de dar a los lectores –teniendo en cuenta que una buena parte pueden ser jóvenes ex -alumnos míos, una información que sea veraz, seria y siempre razonada. Pero en éste caso, como trataremos de demostrar en la presente entrada, la frase que le da título, con ser insuficiente y excesivamente simplificada, puede servirnos como punto de partida. 
Veamos.
Hace unos años, leí en la red éste titular:  "El orgasmo es Dios y el orgasmo debe ser adorado”. Desde luego captó mí atención, no pude evitar seguir leyendo: “Esta es la 'palabra de Dios' que proclama Carlos Bebeacua, 





un uruguayo que vive en Suecia y que es el líder de un culto religioso conocido como la "Iglesia de la Virgen del Orgasmo".  Este credo particular de nombre tan extático ha saltado a los medios de comunicación suecos porque está a punto de conseguir ser registrado, en igualdad de condiciones, con el resto de cultos e iglesias del país, según The Local. Un juez así lo ha decretado, después de que con anterioridad la 'religión del orgasmo' quedara fuera de la egregia lista porque ofendía a los cristianos. Carlos Bebeacua, nacido en Montevideo hace 54 años, se proclama "cardenal" del esta iglesia. Artista plástico, decidió iniciar el culto a raíz de que una de sus obras, La Virgen del Orgasmo, despertara fuertes protestas en la Expo de Sevilla 92. En esa oportunidad, intervino la policía para evitar disturbios”. Que país el nuestro que se escandaliza por el titulo de una pintura y que se obstina en declarar "fiesta nacional", la tortura de animales, o que mantiene una de las cotas más altas del mundo de violencia doméstica!...
Decidí buscar tan provocativa obra:





No me pareció tan escandalosa, claro que han pasado mas de veinte años desde el 92, y yo nunca he sido ni muy remilgado, ni muy católico y además, pienso que la irreverencia –hasta cierto punto - es buena, porque cuestiona las cosas y rompe tabúes.
Seguí leyendo la notícia:
“La Iglesia del orgasmo cuenta con tres centenares de fieles entre Suecia, España y Latinoamérica, y en su nómina de sacerdotes sólo hay mujeres, que son las encargadas de interpretar el Catecismo del Orgasmo, sus sagradas escrituras”. 
Seguramente, tal como a tí mismo –amigo lector, te pueda estar ocurriendo, primeramente me sentí sorprendido, casi inmediatamente después, me vino el pensamiento perverso de: Carai!, como se lo montan algunos!”. Pero paralelamente, era consciente de que más allá del fácil recurso al cachondeo, se escondía algo que “ya sabía” y que era muchísimo més importante y que merecía algo de reflexión.
En otra publicación digital, leí: "A través del amor por su esposa, el hombre, después de alcanzar su propia satisfacción, debe acariciar los labios y clítoris de la mujer hasta que ella llega al orgasmo". 





No, no es una novela erótica, sino un libro escrito por un fraile capuchino polaco, Ksawery Knotz, en el que se muestra cómo practicar sexo "como Dios manda", Knotz aseguró que "Dios está en el orgasmo"!!! (no hemos de olvidar que éstas palabras fueron dichas por un religioso católico!!!)
No muchos días después de éstas noticias, me encontré con ésta imágen  que un grupo de feministas andaluzas que han organizado la "Anarcofradía del Santísimo Coño Insumiso", al cual  sacaron en procesión por la ciudad de Sevilla, provocando un gran escándolo público, la detención de tres de las portadoras de tan significativo "paso" y su imputación por varios delitos...




O incluso esta otra "La Madre de Todo Dios", algo más esquemática:



pero con el mismo significado.
Independiente del carácter reivindicativo, jocoso, irreverente o provocador que tienen éstas imágenes que no deberíamos sacar de su contexto, en otras entradas, ya hemos hablado de las relaciones entre mística y orgasmo, entre religión y sexualidad, de la delgada línea que separa el éxtasis espiritual del sexual, hemos reproducido, testimonios y textos, pero, hasta ahora siempre hemos puesto el acento, en los aspectos religiosos formales.
Hoy pretendo dar un paso més, sumergirnos en el interior del ser humano en su conjunto cuerpo-mente-espíritu, hasta llegar a ese fondo único y profundo, para observar que efectivamente el Orgasmo es Dios, o por lo menos que en el orgasmo está Dios, por mucho que esos dos “conceptos”, puedan parecer alejados y es que, sj todo es Dios,  si Dios está en todo, ¿porqué no habría de estar o ser el Orgasmo?.
En uno de los foros que leí, Schabtai dijo:...”Siempre he creído que si Dios existe es lo más parecido a un orgasmo.
De hecho pienso que la materia en el espacio está en continuo orgasmo dando lugar a la creación del universo. Por lo que afirmo rotundamente que las religiones existentes en la Tierra están completamente alejadas o contrarias a la existencia de Dios. Y como consecuencia digo que Dios existe, pero no es lo que las religiones dicen que es. Según mis investigaciones, a través de mis inspiraciones espirituales Dios es el orgasmo del caos”.






En alguna otra parte leí: “Los pocos segundos que dura un orgasmo es la plenitud del ser humano. En ese momento, el hombre y la mujer son lanzados fuera de la mente. En ese instante no existe el mundo, los problemas. En ese instante la mujer y el hombre se funden en uno solo y es el momento de la comunión con la eternidad. Sólo en ese momento los seres humanos son capaces de crear vida. Sólo en ese momento fugaz los seres humanos se parecen a Dios”.
“En el instante que desaparecen los labios y solo quedan los besos. En el momento en que desaparecen los ojos y solo queda la mirada. En el momento en que desaparecen los sexos y solo quede el orgasmo, infinito, eterno, sólo en ese momento la condición humana se eleva a la categoría de Dios”. 
“Todo lo que esté por fuera de la consciencia no podrá experimentar esta plegaria a la eternidad que es el instante supremo de la existencia humana: el orgasmo que además de sacurdinos los huesos, la carne, el corazón y el alma, nos convierte en dioses creadores de vida humana”. 
Como os habréis dado cuenta, el teme ofrece muchos aspectos que merecen ser reflexionados.
Pero vayamos un poco más allá, que sucede en nuestro cerebro al tener un orgasmo?




Si bien existen infinitas razones por las que todos buscamos tener sexo y más allá de cuántas parafilias enfermas existan, siempre hay una única meta en la mente de cada uno de nosotros: alcanzar el orgasmo. No existe una definición universal que pueda describir por completo lo que es un orgasmo, ya que todos somos muy distintos y bla bla bla... Sin embargo, suelen señalarse muchas cosas en común en la gran mayoría de los casos y todos podemos coincidir en que se trata de una experiencia de un placer intenso y de una satisfacción increíble.
Para alcanzar el orgasmo muchas partes del cuerpo trabajan en conjunto a distintos niveles, entre ellos el cerebro. ¿Alguna vez te has preguntado qué ocurre en el cerebro durante el orgasmo? Pues hoy quiero invitarte a conocer la respuesta a esta y a otras preguntas al respecto.


La química del orgasmo


El orgasmo es el momento más placentero del acto sexual en el que la excitación alcanza su punto álgido.
Durante la excitación sexual, los nervios de los genitales envían información al cerebro a través de la médula espinal. Las células del cerebro producen dopamina, activando los centros del hipotálamo que estimulan la liberación de oxitocina, incitan a las glándulas suprarrenales a producir adrenalina, y se produce un decapéptido, la GRH (Hormona liberadora de gonadotropinas), que actúa sobre la hipófisis anterior controlando la secreción de LH (hormona luteinizante) y FSH (hormona estimuladora de los folículos) que estimulan la secreción de las hormonas esteroideas gonadales (testosterona, estrógenos y progesterona). El hipotálamo (células nerviosas en el núcleo para-ventricular) estimulado por las hormonas esteroideas liberan más oxitocina (retroalimentación positiva).






La oxitocina es una hormona de función estimulante, actúa en muchas partes del cerebro y la médula espinal, incluyendo la amígdala, hipotálamo ventromedial, septum y tallo cerebral. Responsable del buen humor, la risa, estimula la circulación del esperma y la contracción de la musculatura pelviana femenina, y por otro lado, provoca un aumento de la frecuencia cardiaca, la sudoración de zonas como axilas o ingles y la respiración se acelera. Como respuesta a esto el cerebro comienza a segregar endorfinas y encefalinas que son polipéptidos neuromoduladores liberados en la glándula pituitaria y el hipotálamo, y producen analgesia y una sensación de bienestar. Ya que se reduce el flujo sanguíneo a la corteza orbitofrontal responsable del control y la razón.
La oxitocina se libera en grandes cantidades durante el parto y la lactancia; y está relacionada con la afectividad, la ternura y la fidelidad.
Por otra parte, también se libera feniletilamina, presente en el chocolate, y que eleva la energía y el humor. Nuestro cerebro produce enormes cantidades cuando estamos enamorados.
Durante la relación sexual aumentan los niveles de dopamina que disminuyen después del orgasmo al igual que los niveles de oxitocina. Al mismo tiempo suben los niveles de prolactina que disminuye la libido, causa la saciedad sexual y controla la secreción de la leche materna.


El sistema nervioso y el orgasmo


El sistema nervioso y el cerebro son de suma importancia en todos los aspectos de nuestra vida y por supuesto, ocurre lo mismo con los orgasmos. Sin el envío de impulsos nerviosos a la médula espinal y el cerebro, no habría orgasmos y... ¡ay de la humanidad sin orgasmos! ¿Imaginas?
La zona de los genitales está plagada de diferentes nervios que envían información al cerebro para que éste entienda la experiencia que se está viviendo. Según los diferentes nervios se producen diferentes sensaciones. Ello explica que, por ejemplo en las mujeres, un orgasmo producido por la estimulación del clítoris sea distinto al producido por una penetración, lo que se debe a que distintas terminaciones nerviosas producen distintas sensaciones. 
Sabemos entonces que en el orgasmo, los nervios juegan un rol fundamental y es por esto que en la zona genital existe una enorme cantidad de nervios. Por ejemplo, solo en el clítoris existe una concentración de más de 8000 terminaciones nerviosas y estos a su vez están conectados por nervios más largos que se comunican con la espina dorsal. 





Los nervios de la zona genital que más trabajan durante la transmisión del orgasmo son:
El nervio hipogástrico: que transmite desde el útero y desde el cuello del útero en las mujeres y desde la próstata en hombres.
El nervio pélvico: que transmite desde la vagina y el cuello del útero en las mujeres y desde el recto en ambos sexos (con mayor intensidad en los hombres).
El nervio pudendo: que transmite desde el clítoris en las mujeres y desde el escroto en los hombres.
El nervio vago: transmite desde el cuello del útero, el útero y la vagina.
Todos estos nervios trabajan en la transmisión de estímulos hacia la espina dorsal, razón por la cual aquellas personas cuya espina dorsal está dañada suelen tener problemas para lograr un orgasmo. 


El centro de placer en el cerebro se enciende


Existe un centro de placer en el cerebro. Este se encarga de señalar qué es lo placentero y hasta de motivar a uno mismo para tocarse buscando placer. A este centro de placer también se lo llama circuito de recompensa y funciona con distintos tipos de placer, desde el sexual al que se produce mientras nos reímos o hasta cuando se consume alguna droga. Se pone en marcha frente al placer y algunas de las áreas del cerebro afectadas por éste son:









La amígdala: que es la encargada de regular las emociones.
El núcleo accumbens: que es el encargado de controlar la liberación de dopamina.
El área tegmental ventral: que es la encargada de la liberación de dopamina.
El cerebelo: es el encargado de controlar las funciones musculares.
La glándula pituitaria: es la encargada de la liberación de endorfinas beta (disminuyen el dolor), la oxitocina. (aumenta el sentimiento de confianza) y la vasopresina (aumenta el sentimiento de unión).


“¿Dios en el cerebro?”


Los autores, basados en observaciones clínicas y experimentales, suponen que las experiencias religiosas, atribuidas por la gente al diálogo con Dios, son debidas a fenómenos neurológicos de nuestro cerebro. La conclusión que suelen sacar es que no es Dios el autor de tales fenómenos sino nuestro cerebro, en definitiva, que no es Dios quien nos ha creado sino nosotros los que creamos a Dios. Veamos cuales son las experiencias en que se basan.





Cerebro y experiencias religiosas


Los neurólogos vienen observando que los epilépticos, con focos epileptógenos en el lóbulo temporal, perciben escenas (en el aura que suele preceder a los ataques) y alucinaciones,
Michael Persinger es uno de los neurólogos, que ha recogido de sus pacientes con epilepsia temporal relatos de alucinaciones de tipo religioso. Algunos han querido reproducir experimentalmente estas auras epilépticas mediante estimulación de la corteza temporal. Michael Persinger lo hacía con un campo magnético de débil intensidad y los sujetos de experimentación referían que notaban como si en la habitación en que se encontraban hubiera algún ser no corporal, experimentaban a veces una iluminación repentina, o temor espiritual, pérdida de la noción de tiempo, etc. Por su parte, un investigador suizo, mediante "electric zaps" a la altura del gyrus angularis (zona de confluencia del lóbulo temporal y el lóbulo parietal), aplicados a una epiléptica, ésta experimentaba la sensación de "fuera del cuerpo" a la que enseguida me voy a referir.
Si la epilepsia temporal produce experiencias religiosas, algunos autores han pensado que las experiencias místicas de ciertos santos, como San Pablo, Juana de Arco, Santa Teresa de Jesús, etc. posiblemente fueron provocadas por el "pequeño mal" (ataques epilépticos débiles), es decir que lo que se atribuye a una unión mística con Dios se reduce, según ellos, a una actividad patológica de la corteza cerebral. 
Algunos grandes mísiticos y/o reformadores religiosos, de los que se sospecha tuvieron epilépsia en algún grado:





En la entrevista  a Francisco J. Rubia de la que reproducíamos un fragmento en la cabecera de ésta entrada, también se decía: "-¿Todos los fundadores o reformadores religiosos han sido psicópatas, o qué?  
-¡La gente que "ve" diferente es la que mueve el mundo! Pero no tilde el éxtasis místico de patología: es una función más del cerebro, igual que tiene la otra, la analítica. 
-Seguro, pero más exótica... 
-Quienes la viven sienten que esa vivencia es más "real" que la gris realidad cotidiana. Y eso les insufla tal convicción, tal entusiasmo.., ¡que se entiende que convenzan a los demás y que lleguen a fundar religiones! 
-¿Y desde cuándo existen éxtasis místicos? 
-Desde que existe el ser humano. Desde los chamanes prehistóricos. ¡Es una actividad del sistema límbico de nuestro cerebro! 
-Entonces está usted sugiriendo que el ser humano es religioso por naturaleza... 
-Sí. La sensación de trascendencia, de unicidad, va con nosotros. Por eso todo intento de extirpar la espiritualidad... ¡fracasará! 
-Pero existen los ateos... 
-Eso es una opción cultural, claro. El psicólogo Michael Persinger estimuló electromagnéticamente el lóbulo temporal derecho de mil personas: unos dijeron sentir la presencia de Jesús o la Virgen, otros de Elías, Mahoma, el Espíritu del Cielo..., según su trasfondo cultural. Y había ateos y agnósticos... ¡que hablaron de abducción por alienígenas...!
-¿Puedo provocar yo en mi cerebro un estado de éxtasis místico y ver a Dios? 
-A lo largo de los siglos se han empleado diversas  técnicas: danzas, músicas, ejercicios respiratorios, rezos, posturas, ayuno y castidad, aislamiento, ciertas drogas... 
-¿Y puede declararse espontáneamente? 
-Sí. O por un "shock" emocional. La edad más favorable es entre los 30 y 35 años. Y los pueblos ágrafos, arcaicos, eran más proclives a ese estado: usaban más el sistema límbico del cerebro (hipocampo, amígdala), lo que facilita la conciencia no-egoica, y, así, sentirse animal o roca o árbol... Nosotros usamos más el cerebro binario, que separa e individua las cosas: yo, el mundo, esto, aquello... 





-¿Y qué sucede en nuestro cerebro al morir? Hay quien en ese trance ve a Dios... 
-Ese trance se parece a un éxtasis místico: hay anoxia (ausencia de oxígeno), y eso lo notan antes las células pequeñas, las interneuronas, cuya función es inhibir a las grandes, a las neuronas, que así quedan desmadradas, desinhibidas: esto excita la corteza visual y nos da sensación de avanzar por un túnel hacia una luz blanca (el cielo, Dios...) al fondo (a causa de la fisiología de la fóvea), y, a la vez, ese estrés cerebral provoca que el hipocampo repase rápidamente su memoria episódica: y por ello ves escenas de tu vida. 
-¿Una experiencia grata o desagradable? 
-Muy gratificante, placentera: ¡se multiplica por 300 el volumen de endorfinas, inhibidoras del dolor! Pero en algunos casos, si solamente resulta  excitada la amígdala, hay sensaciones de pavor, terrores desagradables... 
-¿El infierno? 
-Sí: místicos cristianos hablan del demonio, del infierno... Jesús mismo, mientras ayunaba en el desierto, charló con Satanás. 
-Asombra hablar de esto con un científico. 
-Pues anote lo que dijo Einstein: "Lo místico es la fuente de toda ciencia verdadera"
Otra fuente de información, para conocer la génesis de las experiencias religiosas, la ofrece la neuroimagen, en sujetos que hacen meditación. La neuroimagen, ya sea la PET (Positron Emission Tomography) o bien la RMf (Resonancia Magnética funcional) permite conocer cuales son las áreas o centros nerviosos que se activan cuando realizamos actividades físicas o intelectuales. Newberg y Col han registrado las áreas cerebrales que se activaban en 14 monjes budistas tibetanos y en M. Baime (que desde los 14 años hace meditación zen). Algo parecido ha hecho Austin valiéndose asimismo de monjes tibetanos. En todos estos casos se vio que se activaba el lóbulo temporal mientras que en el lóbulo parietal disminuía la actividad. Como el lóbulo parietal tiene que ver con la orientación espacio-temporal, concluyen que la sensación de levitación, de estar fuera del espacio y del tiempo, que suelen experimentar los místicos, se debe a la falta de actividad de este lóbulo.





En 2004, Dean Hamer publicó (ed. Double Day) un libro titulado: "The God gene", libro, que a finales de 2006, la editorial Esfera de los Libros, ha publicado en español. El núcleo del libro lo constituye el trabajo experimental que Hamer y colaboradores hicieron con un grupo de sujetos. Buscaron si en aquellos que mostraban mayor inclinación a la "self transcendence", al misticismo (en la significación que Hamer da a este término: facilidad para salir de sí mismo, sensación de estar en conexión con un amplio universo y con una mente abierta a sucesos no fácilmente explicables) alguna modificación genética en alguno de los 10 genes que investigaron. El resultado fue que en los individuos con mayor tendencia al misticismo aparecía, con más frecuencia que en los demás, una variante en el gen VMAT2 (variante 3305). Esa variante implicaba un aumento en el número de receptores monoaminérgicos, alguno de los cuales favorece la "self transcendence". A ese gen es al que ha denominado el "gen de Dios".


Cómo se explican, neurológicamente, las experiencias religiosas.


En la meditación (me voy a referir a la cristiana, que entre los occidentales es la habitual) siempre se parte de la consideración de escenas de la vida de nuestro Señor, o de experiencias vividas. Tal consideración supone la activación de los centros de la memoria (cara medial del lóbulo temporal), y esos recuerdos activan a su vez las áreas de la corteza prefrontal y de la amígdala, relacionadas con el mundo afectivo-emotivo. Estas activaciones son las que observan los que han registran la actividad cerebral durante la meditación. Naturalmente, la intensidad de activación de todos esos centros corticales varía según la fuerza con que se viven las escenas que han sido traídas a la memoria. Es lo mismo que ocurre cuándo, en vez de considerar motivos religiosos, se recuerdan hechos de la vida pasada. En ello no hay nada extraordinario y es que "la experiencia religiosa" entra en la categoría de los fenómenos de la vida ordinaria. Algo distinto es el caso de los místicos, que no por esfuerzo personal sino porque son arrebatados por Dios, llegan al estado unitivo con nuestro Creador. 







Estos éxtasis, lógicamente, no los experimentan todos aquellos que hacen meditación sino muy pocos, los que Dios se lo concede cuando quiere. Los místicos, desde luego, no se prestarían a que registraran su actividad cerebral con alguno de los métodos de neuroimagen. No lo harían, por un lado, por humildad y, en segundo, porque nadie sabe cuando pueden tener lugar. Además, por ocurrir fuera del cuerpo, no se registraría ningún cambio en la actividad bioeléctrica del cerebro. De aquí que atribuir los éxtasis de algunos santos, como los antes mencionados, al "pequeño mal", es querer explicar todo bajo el punto de vista de la pura materia, negando a priori cualquier hecho o intervención sobrenatural. 
Otro fenómeno que algunos relacionan con experiencias religiosas es lo que se viene denominando "Out body experience" (experiencia de fuera del cuerpo) al que brevemente me voy a referir a continuación.


Sensación de "fuera del cuerpo"


La sensación de fuera del cuerpo la suelen describir los que la han experimentado, como si su yo, o su alma, hubiera salido del cuerpo, y que ven y observan las cosas, incluso el propio cuerpo, desde fuera de él. También suele ser corriente que describan la visión de una luz potente, de vagar por el cosmos, de sentir una gran paz, etc. Susana Blackmore, que ha estudiado este fenómeno, lo achaca a que, por la razón que sea, no llegan a las áreas sensoriales del cerebro los correspondientes impulsos, por lo que al faltar la información de nuestro cuerpo y mantenerse la capacidad de imaginar, de recordar, etc. se experimenta el "yo" descorporeizado y como vagando en el espacio. En la imagen siguiente, podemos ver las zonas que se activan en el cerebro durante una experiencia "fuera del cuerpo"







Tales sensaciones de "fuera del cuerpo" se dan con más frecuencia en los epilépticos que en los sujetos normales, así como en los que se encuentran en trance próximo a la muerte, también los cardíacos, que fueron resucitados de muerte clínica, lo suelen experimentar en un 12% de las casos, según un estudio holandés.
Experiencias parecidas a "fuera del cuerpo" se tienen, a veces durante el sueño REM, fase en que la relajación muscular es máxima, y en la transición del estado de duermevela al primer estadio del sueño. En todas estas situaciones de relajación muscular, al llegar muy escasas sensaciones propioceptivas al córtex de la sensibilidad general, y, por otra parte, las sensaciones visuales, acústicas, etc. están muy reducidas, se crea una situación propicia para llegar a la sensación de incorporeidad.


A manera de una primera conclusión


Los neurocientíficos ateos, al no admitir la existencia de Dios, ni que el hombre sea un ser dotado de alma espiritual, se ven obligados a una interpretación sesgada de los hechos que trascienden la materia: tienen que explicar las experiencias religiosas y el estado místico como simple actividad del cerebro. Son, pues, según ellos, los que meditan y los místicos quienes, a partir de unos simples fenómenos neurobiológicos, crean a Dios. 








Es habitual que los reduccionistas no se planteen si su postura es acientífica, al admitir como única realidad la materia, más bien sucede lo contrario, toman a los que, además de la "fisis", piensan que existe lo metafísico, como acientíficos, incluso de forma velada los llegan a considerar de "retrasados mentales". No quieren darse cuenta de que, para que fueran admitidas como científicas sus conclusiones, tienen que demostrarlas experimentalmente, y son numerosos los hechos, no sólo en lo que respecta a la actividad mental sino también en la evolución, que no son capaces de demostrarlos ni lo podrán demostrar desde su visión reduccionista.
Pero Paco Traver nos da la opinión complementaria: "Cuando hablo de la creación me refiero pues a lo que sucedió un segundo -un poco antes de que hubiera tiempo propiamente dicho- antes del big-bang, ¿qué habia alli?, ¿que fue lo que explotó?
Los fisicos dicen que lo que habia alli es una singularidad y una singularidad desde el punto de vista fisico es un estado en el que no se cumple ninguna ley de la fisica tal y como la entendemos hoy, no habia materia, ni luz, ni teoria de la relatividad, ni física cuántica que fueran aplicables en aquel momento previo a la explosión. Lo que explotó entonces fue “algo” que seguramente estaba sometido a una energia intolerable y que precisó desplegarse en un universo lleno de materia, energia y Luz que no ha dejado de expandirse desde entonces.






O sea que de existir Dios es aquello que alli explotó, ese es el Dios en el que yo creo, esa singularidad fisica donde ninguna ley conocida por el hombre parece cumplirse... 
Pero imaginemos por un momento que en lugar de Dios creemos en una conexión entre todo lo vivo, que creemos que nuestra mision en el mundo es comprender cual es la naturaleza de las relaciones entre esos vínculos, que deseamos contribuir al bienestar de nuestro entorno, que queremos ampliar el conocimiento que legaremos a los demás, que estamos convencidos de que los malestares del hombre pueden llegar a desaparecer cuando lleguemos a frontalizarnos a voluntad, que podemos desafiar la enfermedad y la violencia de nuestra condición de simios, que podemos reinventarnos a nosotros mismos dia a dia y podemos morir y renacer tantas veces como precisemos a pesar de seguir siendo mortales.
El sentimiento religioso está determinado biológicamente y es por eso que prevalecerá a la deriva evolutiva.
Dicho de otra manera, si el sentimiento religioso es tan resistente a la extinción es precisamente a causa de que está prescrito genéticamente, como el color de la piel, los rendimientos intelectuales, la tendencia a la hipertensión o la zurdera.
Dicho de otra manera, la religiosidad es un sentimiento que consta de una creencia nuclear: la existencia de un ser superior al que llamamos Dios ( al que otras religiones como el budismo llaman Nirvana, más bien un estado que una entelequia o entidad), con el que podemos comunicarnos a través de ciertas prácticas como la plegaria y la oración, que es principio y fin de la vida y que incluye un amplia gama de creencias que tienen que ver con “la otra vida” es decir la convicción de que existe una vida después de la muerte cuyo sentido es la reunión con ese principio activo que llamamos Dios que preexistió a todas las cosas que derivan de El.
Y también: que la religiosidad -volviendo a su etimologia, religare- es un vínculo de reunión de algo que se perdió -en la convicción de que en algún momento estuvimos fundidos con él-


Investigando el cerebro y el orgasmo


Entre finales de 1990 y mediados del 2000 se llevaron a cabo una serie de complejas investigaciones en la Universidad de Groningen, en Holanda, para estudiar la relación entre el cerebro y el orgasmo. Se utilizaron distintos artefactos de última generación para analizar mediante escaneos cerebrales lo que ocurría en el centro de placer del cerebro durante el orgasmo en hombres y mujeres antes, durante y después del orgasmo. Uno de los factores que se logró determinar es que el cerebro de la mujer y el del hombre no presentan diferencias significativas frente al orgasmo y que ambos responden de manera muy similar.
En ambos, la zona del cerebro ubicada detrás del ojo izquierdo conocida como corteza orbitofrontal, sencillamente se apaga. 








¿Qué significa esto? La corteza orbitofrontal es la parte del cerebro encargado de los procesos que implican la razón y el control. Cuando se tiene un orgasmo, se pierden la razón y el control nos abandona por completo. Además, lo qué le ocurre al cerebro durante el orgasmo se puede comparar a lo que le ocurre bajo los efectos de la heroína, o de otas substancias enteogénicas como la LSD-25, como veremos más adelante.



Neurología del éxtasis místico



A este respecto, el Institute of Noetic Sciences (NPR) ha realizado un interesante mapa en el que se especifican las diferentes partes del cerebro que hasta ahora han sido vinculadas a diversos aspectos de la espiritualidad. 
Científicos de prestigiosas universidades como la universidad de Penssylvania
, la Johns Hopkins University o la Universidad de Harvard, entre otras, están utilizando las tecnologías más punteras para analizar el cerebro de personas que afirman haber conocido la espiritualidad (cristianos, monjes budistas, personas que han sufrido experiencias cercanas a la muerte o ECMs, etc.). 
La así llamada “ciencia de la espiritualidad” está consiguiendo con estos
estudios establecer la disposición de la actividad neuronal correspondiente a diversos aspectos de la religiosidad humana. 





Tronco cerebral y misticismo 


En primer lugar, NPR habla del tronco cerebral (Parte 1 en el mapa), que es la mayor ruta de comunicación entre el cerebro anterior, la médula espinal y los nervios periféricos. En esta región del cerebro es donde se encuentra el sistema de la serotonina, un neurotramisor neuronal que se sabe ayuda a regular el estado de ánimo y el sueño.
Investigadores de la Johns Hopkins University, de Estados Unidos, señala el mapa del NPR, han conseguido influir en los niveles de serotonina utilizando una sustancia alucinógena llamada psilocybin - de efectos muy semejantes pero menos potentes que el LSD-25, con la que lograron provocar experiencias místicas en un grupo de voluntarios.
En segundo lugar, el NPR explica que los científicos han analizado una parte del cerebro situada en el lóbulo temporal, (Parte 2 en el mapa) que, según ellos, podría ser la sede de la espiritualidad humana. 
A esta conclusión se ha llegado gracias al estudio de enfermos de epilepsia. El lóbulo temporal es el centro de la actividad epiléptica y se ha constatado que, a menudo, los ataques epilépticos vienen acompañados de diversas experiencias religiosas (como escuchar la voz de Dios o de los ángeles). Por eso, los científicos han establecido una relación entre ambas experiencias. 


Meditación y parte frontal del cerebro 


En tercer lugar, el NPR se refiere a los estudios realizados en la rama de la neuroteología, que han establecido que el cerebro de las personas que meditan o rezan con asiduidad funciona de forma distinta al de las personas que no lo hacen.
Concretamente, NPR menciona un estudio realizado por Andrew Newberg, de la Universidad de Pennsylvania, que reveló que cuando se desarrolla la concentración propia de la meditación o de la oración, la actividad neuronal se intensifica en la parte frontal del cerebro, al tiempo que decrece la actividad en la región de los lóbulos parietales (Parte 3 del mapa).
Esta reducción de actividad neuronal es lo que origina percepciones espaciales anormales, así como la pérdida del sentido habitual de uno mismo que se tiene en estado de vigilia.
Ambas condiciones del cerebro propiciarían la llamada “experiencia mística”, que es la que permite a un sujeto trascender su identidad individual e identificarse con la totalidad que se supone sustenta al universo físico conocido, explican los investigadores. 


Otros aspectos de la espiritualidad


Otro aspecto de la espiritualidad humana, cuya relación con el cerebro se está investigando actualmente (Parte 4 del mapa), es el del efecto de los pensamientos espirituales y de las oraciones sobre la capacidad del ser humano para recuperarse de las enfermedades, señala el NPR.
En la misma línea, los científicos están analizando las experiencias cercanas a la muerte (ECMs) y las visiones que éstas suelen conllevar. Mientras algunos investigadores mantienen que dichas visiones son sólo alucinaciones, un grupo pequeño pero creciente de científicos afirma que las ECMs demuestran que la conciencia está relacionada con el cerebro, pero que no es exclusiva de éste. 
Para resumir, podríamos convenir que: Los nuevos estudios en neurología, han concluido que el gozo sagrado o el profano, comparten la disminución de la auto-observación, alteran la percepción corporal y disminuyen la sensación de dolor. Y aunque el lóbulo izquierdo frontal es el ligado al gozo, las otras tres características son bilaterales. La ausencia de dolor está ligada directamente al placer, pero las otras dos, perder la auto-identidad y los límites corporales son menos obvios.
Roy Baumester escribió un libro completo dedicado a la premisa de que la auto-conciencia es considerada frecuentemente una carga. Frecuentemente desafiamos a la auto-conciencia con alcohol, drogas, rituales compulsivos, etc. Ahí es donde entra la meditación y el yoga que ofrecen un alivio a estos comportamientos y son de las pocas herramientas que crean un aumento en la felicidad. La meditación crea una disminución en las regiones implicadas con el juicio, las comparaciones, la planeación y el auto-escrutinio. En las técnicas de meditación budistas tántricas se produce una gran actividad en el corteza prefrontal solamente teniendo pensamientos de amor, bondad y compasión. 





De la misma forma, la meditación activa los centros de placer en el cerebro. Este placer manifiesto es acompañado en un cambio en los hábitos. Los meditadores están más atentos de sus pensamientos y sentimientos de manera conceptual y al mismo tiempo les afectan menos. El placer está ligado a la sensación de conciencia en los límites del cuerpo y esto envuelve a los dos lados del cerebro. El orgasmo y la meditación disuelven la sensación de límites físicos, pero los patrones de activación son distintos. La meditación modifica la auto-observación al aumentar la actividad en regiones específicas del cerebro. Modifica en particular un lugar llamado el giro angular derecho, una región que se activa significativamente en los intentos de imaginarnos a nosotros mismos desde una perspectiva externa o desde afuera del cuerpo. 






A diferencia de las meditaciones en donde el cuerpo se relaja al máximo, el orgasmo agudiza la sensación de estar dentro del cuerpo. Desde esa perspectiva orgasmo y meditación son antitéticos, opuestos. Y mientras estas meditaciones desean disolver las sensaciones del cuerpo físico para profundizar en la experiencia del Ser, el orgasmo involucra más la experiencia corporal extendiendo los límites hasta su pareja. Tomado de la Agencia Quadratín : https://mexico.quadratin.com.mx/el-sexo-y-el-cerebro-la-neurobiologia-del-extasis/



El éxtasis místico, el orgasmo  y el consumo de enteógenos


Una evidencia de la práctica del trance chamánico ha querido verse ya en la pintura de la cueva de Lascaux, y algunos especialistas en prehistoria consideran que las pruebas del chamanismo tienen en Europa unos 30.000 años de existencia. Además existe una sospechosa similitad entre los pictogramas aparecidos en diversas paredes de cuevas en diversos lugares del mundo y las visiones sugeridas por la ingestión de sustancias enteógenas. Esto es lo que mantienen Closs y Narr, para quien se remontaría a la transición entre el Paleolítico superior e inferior.
Nadie puede probar que sea cierta, pero a nosotros nos gusta creer que nuestros rudos antepasados ​​rompían la monotonía y la dureza de la vida de humanos de la Edad de Piedra consumiendo, masticando estas setas y percibiendo un mundo de imágenes coloreadas de fantástica belleza, sintiendo que verdades absolutas se abrían a sus ojos, intuyendo así lo que ellos pensaron que debía ser un mundo más allá de la vida. 







Quizás esto contribuyó a la creencia de otro mundo, de la vida eterna, del más allá, donde los humanos se unirían a los dioses, a las divinidades. Tal vez, incluso, como afirma Roger Wasson, este prodigioso milagro fue un detonador para sus almas, capaz de despertar en ellos sentimientos de temor y respeto, de ternura y amor, y de llevarlos hasta el máximo grado que la humanidad es capaz, y constituirse en sentimientos y valores considerados desde entonces como el más alto patrimonio de la especie. 
En los sistemas de creencias vertebrados en una droga psicoactiva es evidente que la iluminación, los contactos con el más allá o el conocimiento de Dios ocurren porque los principios activos de dicha droga operan en función de que su estructura química puede confundirse con la de los neurotransmisores que vehiculan la información de un lado a otro del cerebro. Un complejo triptamínico suple a la serotonina mientras alcaloides betacarbolinos, como la harmalina, inhiben la enzima reguladora monoaminaoxidasa (MAO), permitiendo con ello la acción alucinogénica de la ayahuasca, o de cualquiera otra de las sustancias psicoactivas. 
Bajo los efectos de un enteógeno, el trasiego de información por vía química en nuestros cerebros se ve distorsionado o alejado de los modos de percepción normales para entrar en un estado alterado de conciencia que nos transporta a mundos aparentemente ficticios, pero que son sentidos tan reales como los de nuestra vida cotidiana. 






Una experiencia mística convocada por el LSD-25




Mi primera experiencia con LSD se desarrolló en la casa de un amigo que me sirvió de guía. El ambiente me resultaba familiar, la atmósfera era cómoda y relajada. Tomé dos ampollas de LSD (200 microgramos), mezcladas con medio vaso de agua pura. El efecto de la droga duró casi once horas, a partir del sábado a las 20 hs. hasta poco antes de las 7 hs. de la mañana siguiente. Desde luego, no tengo posibilidades de comparación... pero estoy convencido de que ningún santo ha tenido visiones más sublimes o hermosas ni vivido un estado más dichoso de trascendencia que yo. Mi talento para comunicarles estas maravillas a otros es muy reducido; soy incapaz de hacerlo. Tendrá que bastar un bosquejo casero, mientras que en realidad haría falta la rica paleta de un gran pintor. Debo dis­culparme por el intento de expresar con débiles palabras la experiencia más impresionante de mi vida. Mi aire de superioridad al ver la falta de recursos de otros para explicarme sus propias visiones celestiales se ha convertido en la son­risa sabia del conspirador —las experiencias comunes no necesitan palabras-.
Mi primer pensamiento después de haber bebido el LSD fue que la droga no tiene ningún efecto. Me habían asegurado que unos treinta minutos después se presentarían los primeros síntomas: una comezón en la piel. No sentí comezón alguna. Formulé una observación al respecto, pero me contestaron que aguardara tranquilo el curso de los acontecimientos. Como no tenía nada mejor que hacer, miré fijamente el dial iluminado de la radio y meneé la cabeza al compás de una canción de moda que desconocía. Creo que pasaron unos minutos antes de que notara que la luz del dial variaba sus colores como un calidoscopio. Veía colores rojos y amarillos claros que acompañaban a los tonos agu­dos, y púrpura y violeta con los tonos graves. Me reí. No tenía idea de cuándo había comenzado el juego de colores. Sólo sabía que ahora era un acontecimiento. Cerré los ojos, pero los tonos de colores no desaparecieron. Estaba dominado por el extraordinario poder lumínico de los colores. Quería hablar, explicar lo que veía, describir los colores vibrantes, brillantes. Pero luego eso no me parecía tan importante. Mientras lo observaba, unos colores radiantes inundaban el cuarto y se disponían en capas horizontales al ritmo de la música. De pronto fui consciente de que los colores eran la música, pero este descubrimiento no pareció sorprender-me. Quise hablar de la música de colores, pero no pude proferir palabra alguna, sino sólo un balbuceo monosilábico, mientras que atravesaban mi conciencia con la velocidad de la luz unas impresiones polisilábicas. 




Entraron en movimiento las dimensiones del cuarto, se modificaban continuamente, se desplazaron primero formando un rombo tembloroso, luego se dilataron en un óvalo, como si alguien inflara la habitación con aire hasta que las paredes amenazaran con estallar. Me costaba concentrarme en los objetos. Se derretían en una nada turbia o salían volando al espacio; hacían excursiones en cámara lenta que me interesaban sobremanera. Quería mirar el reloj, pero las manecillas huían de mi mirada. Quería preguntar la hora, pero no lo hice. Estaba demasiado fascinado con lo que veía y oía: sonidos alegres y armónicos... caras únicas.
Estaba fascinado. No tengo idea de cuánto duró este éxtasis. Sólo sé que lo siguiente fue el huevo.
El huevo —grande, palpitante, verde brillante— ya estaba allí antes de que lo descubriera. Sentí que estaba. Estaba suspendido en medio del cuarto. Yo estaba embelesado con su tremenda belleza, pero temía que pudiera caerse al suelo y romperse. Pero antes que pudiera com­pletar este pensamiento el huevo se disolvió y descubrió una gran flor colorida. Jamás había visto una flor así. Pétalos de increíble delicadeza se abrían en el espacio y esparcían los colores más hermosos en todas las direcciones. Sentía los colores y los oía cuando acariciaban mi cuerpo, frescos y tibios, sonantes y aflautados.
El primer sentimiento de miedo sobrevino después, cuando el centro de la flor fue comiéndose lentamente los pétalos. Era negro y brillante y parecía estar formado por las espaldas de innumerables hormigas. Se comía los pétalos con una lentitud torturadora. Quise gritar que lo dejara o se apresurara. Me daba pena ver extinguirse lentamente estos hermosos pétalos, como si los devorara una enfermedad insidiosa. Luego, en una iluminación repentina, reconocí con es-panto que esta cosa negra estaba deglutiéndome a mí. ¡Yo era la flor, y éste algo extraño y rep­tante estaba devorándome! Grité o chillé; no lo recuerdo exactamente. La angustia y el asco desplazaron todo lo demás. Oí que mi guía decía: «Tranquilo, acompáñame, no te apoyes, acompáñame». Intenté seguir su consejo, pero esta asquerosa cosa negra me causaba tal repugnancia que grité: «¡No puedo! ¡Por Dios, ayúdame!». La voz me calmó y consoló: «Déjalo llegar. Todo está bien. No tengas miedo. Acompáñame y no te resistas».
Sentí que me disolvía en esta horrible aparición. Mi cuerpo se derretía en olas, se unía con el núcleo de este algo negro, y mi espíritu era liberado del yo, de la vida e incluso de la muerte. En un único momento de claridad total reconocí que era inmortal. Pregunté: «¿Estoy muerto?». Pero esta pregunta no tenía sentido. 






De pronto hubo luz radiante y la belleza resplandeciente de la unidad. Todo estaba lleno de esta luz, luz blanca de una claridad indescriptible. Yo estaba muerto, y había nacido, y todo era un encanto puro y sagrado. Mis pulmones estallaban en el alegre cántico del ser. Era unidad y vida, y el amor sagrado que llenaba mi ser era ilimitado. Mi conciencia era aguda y universal. Vi a Dios y al diablo y a todos los santos, y reconocí la verdad. Sentí que salía volando al cosmos, ingrá­vido y sin ataduras, liberado, para bañarme en el resplandor bienaventurado de las apariciones celestiales.
Quería dar gritos de júbilo, cantar acerca de la nueva vida y el sentimiento y la forma. Sabía y entendía todo lo que puede saberse y entender­se. Era inmortal, más sabio que la sabiduría y capaz del amor que supera a todo amor. Cada uno de los átomos de mi cuerpo y de mi alma había visto y sentido a Dios. El mundo era cali­dez y bondad. No había tiempo ni lugar ni yo. Sólo existía la armonía cósmica. Todo estaba en la luz blanca. Con cada fibra de mi ser sabía que esto era así.
Incorporé esta iluminación dentro de mí y me entregué a ella por completo. Cuando comenzó a empalidecer me sentí impelido a retenerla, y me resistí obstinado a la invasión de la realidad de espacio y tiempo. Para mí las realidades de nuestra limitada existencia ya no eran válidas. Había visto las verdades últimas, y no podrían subsistir otras frente a ellas. Mientras me retornaban lentamente al reino despótico de los relojes, agendas y pequeñas maldades, intenté informar sobre mi viaje, mi iluminación, el susto, la belleza, todo. Debo de haber balbuceado como un demente. Mis pensamientos se arremolinaban con una velocidad impresionante, y mis palabras no lograban guardar el paso. Mi guía sonrió y dijo que había comprendido".




El alma judeocristiana, islámica y budista no tiene un asiento corporal determinado; el Camino es un camino ajeno a nosotros. Pero en la enteogenia ese camino se inicia en el cerebro y gracias a una sobreactivación de sus funciones podemos acceder al Paraíso. En el primer caso no cabe más que el estudio teológico; en el segundo, si aceptamos el cerebro como sede del alma, podemos implicar no sólo a la propia Teología, sino a la Psiquiatría, la Neurología, la Bioquímica, la Botánica, la Antropología, la Lingüística... Podríamos entender que esa parte insustancial del cerebro que llamamos mente abarca un ámbito mayor del que veníamos suponiendo. De hecho, si el alma duerme en nuestra cabeza, ¿no sería razonable pensar que puede ser activada por medios electroquímicos, exactamente igual que se hace hoy con diversas partes de ambos hemisferios cerebrales? Considerada como la función más compleja del cerebro, tal vez no resulte un disparate afirmar que la estimulación o alteración de la actividad neuronal por medio de alcaloides psicoactivos nos ayuda a abrir el cofre donde guardamos nuestro yo trascendente y alcanzar la realidad superior a la que en última instancia pertenece.
Como estamos tratando de demostrar, existe una similitud, un mismo campo de experiencia entre el orgasmo, el psicoviaje y la vivencia mística.
De momento nos hemos ceñido bastante a las explicaciones científicas, a partir de aquí nos abriremos a los aspectos más trascendentes.


QUE ES UNA EXPERIENCIA MISTICA?



Desde mi perspectiva personal una experiencia mística es el mejor regalo que puedes recibir, ya que una vez experimentado ese sentimiento tu vida nunca volverá a ser la misma, digamos que es un fractal de iluminación que toca tu ser para siempre.
Pero ya hablando más seriamente te digo que una experiencia mística es un acontecimiento que “te pone cara a cara en un encuentro con la divinidad”.
Es un estado repentino (que puede durar desde un par de segundos  hasta un período más prolongado) en el que la conciencia advierte de modo diferente la realidad y la relación de esta realidad con el tiempo y el espacio, fundiendo en un momento holístico (cuerpo, mente y espíritu) el pasado, el presente y  el futuro creando simplemente un instante fuera del tiempo, en donde todo, pero absolutamente todo, es decir, la circunstancia y todos tus sentidos están integrados creando una unidad!
La experiencia es algo más profundo que la ciencia, puesto que ésta última, en principio sólo se puede ocupar de lo que se ve o se comprueba, mientras que la primera puede basarse en la dimensión del hombre no visible al ojo humano, entiéndase, la parte espiritual (entre otras cosas, por supuesto).
Y quiero aclarar que una experiencia espiritual no es buscar a Dios sino “sentirlo en la propia carne”, sentir su presencia en cada célula, en cada poro de la piel, y que por ende sólo es demostrable para la persona que lo experimenta; ya que externamente parece que nada cambió, pero internamente se produce una revolución tan intensa, que “todo el sistema de creencias” en las que basas tu existencia mundana se transforman con suma rapidez. Como me decía uno de mis maestros cuando me enseñó a tomar fotografías: una vez que puedes ver a través del lente,  ya nada es igual!!!… eso es cierto y lo tengo perfectamente comprobado.
Una experiencia mística es una vivencia tan honda que lo único que se desea a partir de ese momento es repetirla, recrearse en ella, poder permanecer más tiempo en ese estado de conciencia abierto, y que se convierte en un motor más potente que cualquier otra motivación que hayas podido experimentar para seguir ad
elante con tu misión de vida. Algunos lo conocen como “el gran llamado a…”



Relacions erotisme misticisme



Ése ha sido el objetivo fundamental de la Mística de todas las tradiciones: lograr un conocimiento de lo transcentende, llámese éste como se llame, contemplar a Dios, diluirse en el Nirvana. Podremos conseguirlo por un esforzado sacrificio físico y mental o merced a la acción del Espíritu Santo, como una gracia divina exterior a nosotros. Pero a pesar de lo que nos han dicho hasta la saciedad, no sólo de este modo.




Sin embargo, lo que científicamente es un hecho contrastado para casi cualquier religión, no lo es tanto para las así llamadas Religiones del Libro: Cristianismo, Judaísmo e Islam, y la razón no es otra que la fe, una fe al margen de todo procedimiento científico. Cristianos, judíos y musulmanes creen en un ser inmanente a la creación, que la contiene y a la vez está por encima de ella, al que llaman Dios. Este Dios es a la vez un creador y un legislador, y la contemplación de su divinidad se halla terminantemente prohibida; es más, la contemplación de siquiera un atisbo de su divinidad, como le ocurrió a Moisés, depende única y exclusivamente de Su voluntad, nunca de la voluntad de Sus siervos. De manera que todo esfuerzo voluntario de los hombres por comunicarse con Dios es vano, ya que es unicamente Dios quien elige a sus comunicandos y el momento que más le place para establecer la comunicación.
Esta convicción teológica cierra el camino a la voluntariedad de la experiencia mística, que se constitutye así en un arrebato sublime proporcionado por Dios sin que el afectado pueda ni siquiera rechazar la experiencia que se le ofrece, puede que muy a pesar suyo. Dios es, pues, una especie de benevolente tirano que no consiente a nadie abrir las puertas de su casa.

El estudio comparado de las religiones nos lleva cada vez más a la certeza de que su variedad es un disfraz del Uno, y que los distintos dioses que han poblado y poblarán nuestro planeta no son sino, parafraseando a Joseph Campbell, las diversas máscaras que el único Dios, la única verdad, utiliza para manifiestarse. 



Los monjes del monte Athos saben, como los budistas, los yoguis, jainas, sufíes y confucianistas, que la respiración es parte del motor que mueve la máquina del espíritu, saben que controlar dicha actividad fisiológica les conduce a la áscesis, a la contemplación de lo divino. Y Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, los estilitas, los hesicastas y los padres del desierto sabían, como lo sabía Patanjali, redactor de los famosos yogasutras, que el ayuno prolongado y el sometimiento a un modo de vida austero también les acercaba a Dios. Y es que tanto un desfase por exceso o por defecto en la cantidad de oxígeno que recibe el cerebro, como la voluntaria restricción de alimentos, unida a una intencionalidad de búsqueda religiosa, proporcionan experiencias enteogénicas sin necesidad de recurrir a fármacos naturales o artificiales. Con ello quiero decir que en el fondo todo puede que se reduzca a lo mismo, porque, si la fe es lo único necesario para saber de Dios, ¿qué sentido tiene que los santos eremitas recurran a modificar su percepción emborrachando su cerebro aunque sólo sea con aire y ayunos?


La experiencia mística de hacer el amor


Sencillamente… la meditación es la observación consciente de todo lo que se presenta y ocurre, vivir en el aquí y el ahora. “Solamente el momento presente es importante”. Es inminente aprender a tomar conciencia de todo lo que ocurre en el momento presente a través de las seis puertas de los sentidos – ojos, oídos, nariz, boca y lengua, cuerpo y mente –todo lo que nos rodea debe ser notado, atendido y observado como objeto de meditación.
La meditación es la forma por la cual la mente logra alcanzar un plano de realidad y entendimiento de todo lo que sucede.
Lo vuelvo a repetir: Si vas a comer, medita! Si vas a cantar, medita!… si vas a manejar tu auto, medita!! Lo cual significa… “Vive lo que haces”…  no te distraigas de tu foco, no te desalinees del flujo en el que te encuentras…
Después de leer todo esto entenderás por que la meditación es fundamental para poder acceder al sexo sagrado que realmente es el punto que quiero tratar hoy, porque para lograrlo necesitas  “Estar presente” con todos tus sentidos físicos y a la vez alineado con la conexión de tu alma para poder así ver de frente a la divinidad que vive en ti.
Meditar mientras hacemos el amor es uno de los actos más sutiles, tranquilos, silenciosos y amorosos que existen, y es además cuando la meditación resulta más fácil, por que cuando te aproximas a una situación orgásmica, se detienen los pensamientos, te transformas más en energía, en fluido, en pura palpitación.





Y es en ese momento en el que has de hacerte más consciente, por que pase lo que pase, la palpitación, el orgasmo (conocido en francés como La petite mort - hace referencia al periodo refractario que ocurre durante y después del orgasmo sexual. Este término ha sido interpretado generalmente para describir a la pérdida del estado de conciencia o desvanecimiento post-orgásmico que sufren las personas en algunas experiencias sexuales) cada vez más cercano y sabiendo que hay un punto sin retorno, ahí es cuando se manifiesta uno de los momentos más perfectos para aprender a observar y a reconocer en ese “éxtasis” lo poderosas que son las vibraciones sublimes del placer aunado al amor que indiscutiblemente te llevan a la paz interior.
De manera más amplia se puede referir al gasto espiritual que ocurre luego del orgasmo, o a un corto período de melancolía o trascendencia, como resultado del gasto de la “fuerza de la vida o esencia vital”.
Un estudio reciente sobre los patrones de activación del cerebro usando una tomografía (PET) da completo apoyo a la experiencia de “la petite mort” como la experiencia más cercana al  momento de dejar el cuerpo físico.
Esta es la vigilancia más secreta e interna que existe… “Si uno puede percibir esa conciencia durante el orgasmo, se puede percibir todo lo demás en la vida”, porque el sexo es la experiencia más intima y absorbente que existe… es donde se origina la vida y es la misma energía para entrar en la muerte al soltar, dejar ir, tener la confianza, la seguridad en el último momento y expandir nuestro ser a otra dimensión.


La mística del orgasmo


En las profundidades de la sexualidad, se encuentra una “Frecuencia” que puede ser recordada para retomar todo tu poder personal, esta energía ha sido buscada durante miles de años y ha sido y puede ser muy mal interpretada. Se denomina Orgasmo. 
El orgasmo ha sido distorsionado de su propósito original. Se interpreta superficialmente como una sensación física de placer pero es algo mucho más que eso, el orgasmo es una conexión cósmica o un encuentro con la divinidad.
Pero el gran problema es que tu cuerpo ha olvidado el orgasmo divino porque la sociedad y sobre todo las religiones te han enseñado durante miles y miles de años que la sexualidad es mala…. Es pecado!!
Nos han domesticado con el fin de controlarnos para impedir que busquemos la libertad que se puede conseguir a través de la sexualidad, ya que la sexualidad te conecta con la frecuencia del éxtasis, lo cual te conecta a su vez con la fuente divina y con la “información del universo” a través de la activación de la creatividad y eso es algo muy peligroso para el sistema que todo lo controla.
Por ende, la sexualidad ha sido desacreditada desde hace mucho tiempo, hasta el punto que esta información ha quedado muy bien enterrada en nuestras memorias celulares. Obviamente este comando se ha ido almacenando a través de las generaciones ya que son miles de años de interpretación errónea.
Es necesario que despejes con toda conciencia la negatividad que rodea a la sexualidad, y que experimentes y examines tu forma de utilizar la energía sexual y su expresión en todos los niveles de los que estas conformado. Te lo repito, el sexo no es únicamente un acto físico, “es el encuentro con la vida y con el origen de todas las cosas”.
Te lo explico de esta manera sencilla: Las partes sexuales de tu cuerpo son puertas que conducen al placer y crean frecuencias que sanan y estimulan al cuerpo y potencialmente lo conducen hacia su yo espiritual más elevado.





Además, el sexo (aunque sea en un acto aislado, es decir una noche de copas o una noche loca) forma conexiones energéticas llamadas cordones de plata que te unen a la otra persona por un espacio de 7 años aproximadamente. Durante este tiempo la conexión psíco/energetica que literalmente se enchufa, hace que esas dos personas se sientan y se vibren en la distancia en muchos aspectos de la vida aunque no estén uniendo sus cuerpos sexualmente; te imaginas toda la carga energética que puedes llevar a cuestas si tienes relaciones sexuales con muchas parejas?, y te das cuenta también que no solamente se transmiten los sentimientos bonitos sino toda la carga eléctrica del otro ya sea preocupación, miedo estrés, etc… esta es una de las principales razones de que alguien se sienta cansado o deprimido sin motivo aparente: “transmisión de energía”, por increíble que parezca.
En este tema he investigado bastante. He dialogado con muchas personas que caminan en el sendero de la luz, e invariablemente me comentan que cuando han encontrado a su pareja adecuada en una situación monógama es cuando han sido capaces de lograr los estados más elevados de su ser. “Honestidad y amor” dos puntos fundamentales para el desarrollo de la espiritualidad y la conciencia.
Definitivamente en la relación sexual pese a lo que piensan muchos y porque lo he vivido, me atrevo a decir que la sexualidad debe de ser practicada solamente con una persona a la vez, alguien a quien de verdad ames y que sea afín a tus sueños y aspiraciones, ya que su espíritu te ayuda a encontrarte vibracionalmente con tu ser al convertirse en el reflejo de tu propio corazón.
El orgasmo no es solo una sensación física en la zona genital, es ante todo la explosión de tu libertad y la expansión de tu energía en la entrega a la confianza absoluta de que vives “el momento presente” y por ello una llave hacia la afirmación de tu yo y tu esencia.
Solo recuerda que el éxito en una relación de Sexo Sagrado es fundamentalmente la confianza, cuando dejas pasar al otro a tu parte más vulnerable, a esa parte donde no necesitas protegerte de nada ni de nadie y simplemente te entregas a la música de existir, entonces pero solo entonces, puedes aplicar esa energía a todos los ámbitos de tu vida, diseñando por ende la plenitud de todos tus actos… lo que sea, ya sea cocinar, dibujar, cantar, bailar, trabajar, etc…
Cuando el orgasmo aparece en tu vida y te impulsa a volar, se te muestra una imagen de “quien eres” y esa energía amorosa es la que te puede llevar a ver lo más profundo de tu alma. Cabe mencionar que el orgasmo no solamente es de índole sexual, el orgasmo existe para todo cuanto existe porque es una manifestación del placer.






Y no voy a negar que a veces el sexo superficial o rápido, lleno de emoción y adrenalina es maravilloso, estoy diciendo que el sexo es algo más que eso y que si te das la oportunidad de honrar y ver en otra dimensión, puedes abrir una puerta inimaginable que te conducirá a tu jardín secreto, derribando con ello todas tus limitaciones y enseñándote a manifestar en otros planos la realidad que quieras generar.
Ahora se que la sexualidad es una frecuencia del amor y que representa aque­llo que nos fue arrebatado como raza de luz.
Ahora entiendo que  uno de los medios que nos quedó para descubrir quiénes somos fue la experiencia sexual, ya que es la energía más fuerte que existe, imagínate, es la energía que crea y continua la vida. Esto, por supuesto, nunca nos lo dijo nadie.
Los niveles del espíritu son lugares de existencia a los que el cuerpo no tiene acceso. Como la sexualidad es una oportunidad para los seres humanos de experimentar el orgasmo que es una conexión directa con frecuencias de vibración muy altas, capaces de hacernos recu­perar la memoria, o frecuencias capaces de conectarnos con el yo espiritual y el creador, o para encontrar el camino hacia la iluminación y el entendimiento. Podríamos ser libres si recordáramos como conectarnos con la fuente del amor universal. Así que aparecieron las religiones y promovieron la sexualidad únicamente como forma de procrea­ción. Nos dijeron que la única razón de ser de la sexua­lidad era la de producir pequeños seres humanos y fuera de ahí todo sería pecado o perversión (de ahí el degenere, la pornografía o la prostitución).
La sexualidad fue presentada como algo malo. A las mujeres se nos dijo que la sexualidad era algo por lo que debíamos pasar para servir al hombre y que no teníamos control sobre el proceso del nacimiento. “Las mujeres se hicieron para parir hijos,  para crear la familia perfecta y continuar con la especie como maquinitas”… 
El amor es la “esencia qué debe crearse en todas las relaciones”, sea la relación que sea, con mayor razón en aquella que se comparten las partes más intimas del ser (visibles o invisibles, tangibles o intangibles). 
Si amas y honras a alguien, no impor­ta cuál sea tu forma física, lo que im­porta es la vibración del amor y cómo exploras ese amor que está dotado idealmente de Admiración, Generosidad, Incondicionalidad  y sobre todo Respeto por el otro.





El ideal es que la sexualidad se explore a través no solo del cuerpo sino a través de los sentimientos y todos los sentidos. El tercer y el cuarto chakra te conec­tan con el yo compasivo y con el yo emocional, que te conectan, a su vez con el yo espiritual. El yo espiri­tual es una parte de ti mismo que es multidimensional a través del cual existes simultáneamente en muchas formas. Ser consciente de estas realidades en la iden­tidad que eres es tu misión, tu tarea y lo que has acordado hacer. Cuando eres consciente puedes sin­tonizar con distintas frecuencias, recordar quién eres, transformarte en una mejor persona y con ello ayudar a cambiar la velocidad vibratoria de este mundo tan olvidado de lo primordial…
Si tú te sueltas hacia esa sensación multidimensional es solo tú decisión y el nivel de confianza que tengas en tú sabiduría interna. Comprende que si odias una parte de ti por pequeña que sea, no lograrás este vuelo, puede haber ciertas cosas que no te agraden de ti mismo, pero puedes transformarlas o resignificarlas amorosamente para tu beneficio. Piensa que tus problemas, tus enfermedades o lo que tanto te choca de ti, son los tesoros de tu vida ya que son tus maestros y la mejor manera de aprender.
Observa tu cuerpo y mira lo que intenta en­señarle a tu Yo superior. Lo ideal es que sanes las heridas y crees un lugar más cómodo y gozoso a medida que vas aprendiendo a vivir más completamente en tu cuerpo físico y a tener una nueva identidad en tu sexualidad.
La sexualidad es una clave muy importante en la libertad.
Cuando te amas a ti mismo y dejas de estar trastor­nado por la necesidad de tener a alguien que te quiera, entonces eres capaz de aceptar lo que alguien te ofre­ce. 
Entretanto, vibra con el amor por ti mismo, hónrate, y comprende que en este viaje se trata del des­cubrimiento de uno mismo en las relaciones con los otros. No se trata sólo de maridos y esposas, mujeres y hombres o noviecitos y noviecitas de novela. En este viaje se trata de honrar tu cuerpo físico y la “unidad del yo” mientras tocas las vidas de muchos. Permítete siempre trabajar con el yo y permítele evolucionar.





No tengas miedo a la intimidad contigo mismo, de estar solo con tu yo y explorar quien eres. Solo hasta que sepas quien eres y te conozcas a la perfección, que hayas desarrollado un silencio interior y un amor por tu propio ser, que sepas contener y expandir tu energía (empezando por supuesto con la energía base de todo que es el orgasmo) entonces querrás que tu intimidad con otra persona tenga esa calidad. No tendrás sexo con cualquiera porque comprenderás que la sexualidad es sagrada y es un ritual para encontrar a Dios. Honrarás tu cuerpo y el de tu compañero y agradecerás al universo cada ves que experimentes el placer del orgasmo que la vida te está presentando, la comunión del espíritu con la tierra.
El sexo no se nos dió para pecar, ni para sufrir, ni para controlar y mucho menos para herir…. El sexo se nos dió para manifestar nuestros cuerpos en la frecuencia más alta, se nos regalaron los orgasmos para recordar que somos más que un cuerpo físico de carne y hueso, se nos dieron sentimientos y emociones así como nuestros cinco sentidos para experimentarlo, somos los humanos los seres más perfectos de esta creación, somos el milagro mas grande, atrévete a recordarlo…


La iluminación se encuentra en los organos sexuales femeninos.


En sánscrito, “Buddhatvam Yosityonisamasritam” significa “la iluminación se encuentra en los órganos sexuales femeninos”, y fue dicho por alguien que realmente sabía de iluminación espiritual: BUDA. Quizás ahora entendamos algo mejor las imágenes con las que iniciábamos éste post.







Con esto te puedes dar una idea del valor de la sexualidad en oriente como un camino hacia la luz.
Lamentablemente el budismo occidental no ha sabido como interpretar estas palabras, a diferencia de las filosofías orientales influenciadas por el budismo original como el Tantra y el Taoísmo, donde siempre han sabido que la energía Yin (femenina) del universo es inagotable y esencial para una vida saludable, feliz e iluminada tanto en hombres como mujeres.
Uno de los objetivos del Tantra es despertar a la kundalini, esa energía representada por una serpiente que permanece “dormida” en el primer chakra (muladhara). Y una de las formas de despertar esa energía es a través de la sexualidad… obviamente  una sexualidad bien enfocada.
Si en la cultura occidental se aprendiera a ver el sexo como algo puro, mágico y sagrado te darías cuenta de que es uno de los caminos a la iluminación espiritual más rápido y amoroso.
Durante el acto sexual con inocencia, sin maldad ni morbo, no solo los cuerpos de dos personas que se aman se juntan, también se funden ambas energías (ying y yang) y las almas se funden en el Todo, en la convergencia o como quieras llamarlo, lo importante es que te unificas con el universo y parece que el tiempo se detiene, te llenas por completo del momento presente y sientes la presencia de la divinidad en todo tu ser.
Con práctica, buena intención y una mente abierta al cambio de estructuras  preestablecidas, es posible hacer circular la energía sexual del primer chakra hacia arriba, a través de los demás centros energéticos hasta llevarla al séptimo chakra, en la cabeza, donde se puede sentir un orgasmo que va más allá de las simples sensaciones físicas, ya que el orgasmo no se limita a la genitalidad sino que se puede sentir en todo tu cuerpo y en todo tu ser.





La práctica de la sexualidad como un camino a la iluminación espiritual o como camino a la experiencia mística (que es la experiencia en el encuentro con Dios), es una práctica muy antigua utilizada por Taoistas y los seguidores del Tantra y que afortunadamente se han conservado hasta la fecha.
Es muy importante que recuerdes que en los órganos sexuales femeninos se crea la nueva vida y que a través de la sagrada vagina venimos al mundo, de ahí te puedes dar una idea del portal maravilloso que esto significa.


El Tao del amor o el encuentro con Dios


El sexo sagrado conocido también como Tao del Amor o Sexo Tántrico, es legendario en oriente como un camino para recordar a la divinidad que vive en ti.
La sexualidad bien manejada, es decir, con amor y respeto es una de las principales entradas a la experiencia mística, lo cual significa “la experiencia de Dios, la experiencia de conocer a Dios o de Reconocer al propio Dios que tú eres”.
Filosóficamente hablando es la convergencia de la energía femenina con la energía masculina, el encuentro del Yin y del Yang para lograr la unidad en todas sus manifestaciones, recuerda que a los humanos se nos otorgó el regalo de la dualidad.
Desafortunadamente por nuestra cultura y por la falta de información y de discernimiento, la práctica sexual se ha convertido mas en una experiencia centrada en la pulsión básica del individuo (tradúzcase instinto o calentura), que en una práctica espiritual con el fin de encontrar mediante el orgasmo la belleza del universo y la naturaleza de todas las cosas.
Llenos de tabúes y de culpas, se nos ha inculcado que el sexo es malo, es pecado, es prohibido y en el mejor de los casos que “solamente” es para procrear, cuando en las culturas más antiguas se tenía perfectamente claro que lo que se generaba con la unión de los opuestos es el alineamiento con tu propio ser y con todo potencial creativo.
El orgasmo conocido es la muestra más clara de lo que es vivir el tiempo presente, es poder entrar en la dimensión en la que tocas ese punto en “donde se encuentra todo y donde no hay nada a la vez”, donde puedes tener toda la experiencia del vacío y de la totalidad. Es el momento en que las dos energías, la femenina y la masculina se juntan formando un todo, y  que al unirse forman una sinergia tan grande que se genera lo más hermoso que puede existir que es “la vida misma” y la vivencia inminente del “aquí y el ahora”.





Cuando aprendes a manejar tu sexualidad responsablemente y con discernimiento, y encuentras a la persona que complementa tu ser mediante el alineamiento del amor, se puede crear el paraíso, el nirvana… el jardín secreto. Y cuando tocas este espacio sagrado, entonces se te brinda la preciosa oportunidad de conocer verdaderamente lo que significa la confianza, la comunicación y la plenitud… 
Esto explica porque cuando viajas a Oriente se pueden ver esculturas de interacciones intimas en algunos templos, ya que desde una visión muy diferente y más amplia, esto es un “acto sagrado que nos conduce al conocimiento de nuestra propia esencia”.






Por supuesto que el ingrediente principal para este encuentro divino es el amor de pareja pero también tiene mucho que ver con el amor, el respeto que sientas por ti mismo y la oportunidad que te das de volar, que al conjuntarse con el conocimiento del flujo correcto de la energía, la intención y una técnica especifica nos dan como resultado constatar que la gloria se puede alcanzar. (Tomado y resumido de diversas entradas del blog: http://www.centroanunaya.com/tag/el-blog-de-francia-gonzalez/)
Para finalizar ésta entrada, me gustaria recordar algunas de las manifestaciones  que nos han dejado escritas, representantes del misticismo occidental:






“Vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal... No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan... Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento... Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantashayan tomado lo criado. "Nuestro Señor, mi esposo, me concedía tales excesos de placer que me impuse no añadir nada más ni relatar que todos mis sentidos eran complacidos…" "Mientras que Cristo me hablaba, no me cansaba de contemplar la belleza extraordinaria de su humanidad… Probaba un placer tan fuerte que es imposible poder probar semejantes en otros momentos de la vida…"
"Durante los éxtasis el cuerpo pierde todo movimiento, la respiración se debilita, se emiten suspiros y el placer llega por intervalos…"  Teresa de Ávila.








Santa Mechtilde de Magdeburgo: “Señor, ámame con fuerza, ámame con frecuencia y por largo tiempo. Te llamo, abrasada de deseo. Tu ardiente amor me inflama a todas horas. Soy sólo un alma desnuda y Tú, en ella, eres un huésped ricamente ataviado.”
Santa Margarita María Alacoque: "Un día que Jesús se puso sobre mí con todo su peso, respondió de esta forma a mis protestas: «Quiero que seas el objeto de mi amor, sin resistencia de tu parte, para que pueda gozar de ti».”
Santa Ángela de Foligno: “Era como si fuese poseída por un instrumento que me penetrase y se retirase rasgándome las entrañas. Mis miembros se quebraban de deseo… Y para este tiempo, Dios quiso que muriera mi madre, que era un gran impedimento para mí. Al poco tiempo, mi marido y todos mis hijos murieron. Sentí un gran consuelo. Dios hizo esto por mí, para que mi corazón estuviese en su corazón.”  A continuación, cuando regresaba de estos encantos de amor, me sentía tan ligera y satisfecha que amaba incluso a los demonios… "
Santa Ángela de Foliño, tan consciente que los placeres que probaba durante sus éxtasis eran de carácter sexual, declaró ser la víctima de un "Vicio que no me atrevo a nombrar", un vicio de concupiscencia del cual intentaba liberarse metiéndose "Carbones ardientes sobre la vagina para apaciguar los ardores"!!
Santa María de la Encarnación, después de haber solicitado a Jesús, su esposo, a unirse con ella con palabras que tienen realmente muy poca espiritualidad: ¿"Entonces, mi adorado amante, cuándo haremos este acoplamiento?", así escribe en su biografía lo que sentía en la histeria de sus éxtasis, "Durante estos encantos me parecía tener dentro de mi ser, unos brazos que tendía para abrazar al que tanto deseaba".





Santa Guyon, asceta y penitente, escribió que durante una éxtasis Jesús la había llevado a un bosque de cedros donde había una habitación con dos camas y ella le pregunto para quién era la segunda cama, este le respondió:
"Una es para ti, que eres mi esposa, y la otra es para mi madre", y al referirse a continuación a los placeres sexuales que alcanzaba en las éxtasis, escribe aún en su libro: "Llegaba a poseer a Jesús, no de la manera que se entiende espiritual por medio del pensamiento, sino de forma tan tangible que sentía la participación del cuerpo como en la realidad ".
Desde que los seres humanos adquirieron, en la noche de los tiempos, la capacidad de concebir la existencia de un universo inmaterial en torno suyo, las experiencias que les proporcionaban el contacto con esa otra realidad, la posibilidad de llegar a percibirla, se convirtieron en muchas ocasiones y circunstancias en el aspecto central de las vivencias religiosas. En si mismas, tales experiencias no son más que el resultado de estados alterados de la conciencia o, si se prefiere, de un psiquismo extra-ordinario, alcanzando su punto más álgido en el llamado trance extático.
En palabras de E. Rhode: “En el éxtasis, liberación del alma de las ataduras del cuerpo y comunicación con la divinidad, al alma le nacen nuevos impulsos de los que nada sabe en su existencia cotidiana, cohibida como está en la envoltura de su cuerpo. Pero ahora que vive en libertad como un espíritu entre los demás espíritus, alzada sobre el tiempo y sus limitaciones, el alma se encuentra en condiciones de lanzar su visión a cosas lejanas en el espacio, a donde sólo pueden mirar los ojos del espíritu”.
Bueno, hasta aquí la entrada de hoy. Soy perfectamente consciente de que no se dice todo lo que se debería decir y de que lo que se dice, quizás no esté lo suficientemente bien dicho, pero como he reflexionado muchas veces con vosotros, en otras entradas del blog, el instrumento tiene sus limitaciones.
Como siempre, espero que os sea útil e interesante.

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