Continuación de la entrada anterior.
Texto
de Tony Parsons: Lo que Es: El secreto abierto a una vida despertada.
(Fragmento)
1. EL
DESPERTAR DEL SUEÑO
Mientras permanecemos encerrados dentro
de la experiencia aparente de ser individuos separados viviendo una existencia
con la que tenemos que negociar, vivimos en un estado de sueño.
En ese estado de sueño, todo lo que
hacemos es gobernado por la ley de los opuestos, en la que cada acto
supuestamente positivo es equilibrado exacta e igualmente por su opuesto.
Por consiguiente todos nuestros intentos
individuales de hacer que nuestras vidas funcionen, de alcanzar la perfección o
de obtener la liberación personal, son neutralizados.
A través de una profunda reflexión y
comprensión, descubrimos que mientras continuemos en este sueño estamos, en
realidad, viviendo en un círculo. Estamos en una rueda en la que todo se repite
continuamente una y otra vez en diferentes imágenes. Es la consciencia que se
deleita en una creación que es a la vez constreñida y liberada. Y, a pesar de
lo que creamos sobre nuestra individualidad y libre albedrío, llegamos a ver
que nosotros somos sólo caracteres soñados que reaccionan y responden desde una
disposición de sistemas de creencia históricos y condicionados.
Toda la religión, el arte y la ciencia
clásicos en un mundo que nosotros vemos como progresivo, entran dentro de los
parámetros de este estado perfectamente equilibrado y exactamente neutral, que
sólo sirve para reflejar otra posibilidad. En los términos de la liberación
real, no está aconteciendo nada. Lo que nosotros hemos creado aparentemente es
destruido aparentemente. Y lo que nosotros hemos destruido aparentemente es
recreado aparentemente.
Al movernos desde nuestra naturaleza
original y atemporal a la consciencia identificada, hemos creado está
circunstancia para redescubrir que el sueño que estamos viviendo no tiene
absolutamente ningún otro propósito que nuestro despertar de él. Ese despertar
emerge fuera del sueño, fuera del tiempo, y ésta completamente más allá del
alcance de todo esfuerzo individual, de toda vía, proceso o creencia.
Cuando era muy joven, tenía la sensación
de estar en un mundo mágico, fuera del tiempo. No había ninguna necesidad de
devenir algo ni de hacer nada —sólo una unidad no reconocida que me envolvía
simplemente en la maravilla de «lo que es». Siento que es lo mismo para la
mayoría de los niños.
Un día, todo aquello cambió y entré en
el mundo de la separación y la necesidad. Encontré que tenía una madre y un
padre separados, un nombre, y una aparente elección de hacer esto o aquello. Me
moví dentro del mundo del tiempo y el espacio, de los límites y la exploración,
del esfuerzo, de la manipulación, y de la persecución del placer y el escape
del dolor.
Llegué a poseer estas experiencias y
creía que ellas eran mi manera de ser natural.
También se me enseñó y yo llegué a creer
que si trabajaba duramente, me comportaba bien y tenía suerte en mi trabajo
elegido o impuesto, me casaba y tenía hijos y cuidaba de mi salud, tenía buenas
posibilidades de ser feliz. Hice todo eso con mucho éxito y a veces disfrutaba,
pero también reconocía que parecía que faltaba algo intangible y fundamental.
Un secreto de algún tipo.
Por consiguiente, decidí buscar lo que
faltaba a través de la religión.
Nuevamente, se me dijo que si trabajaba
duramente y me aplicaba a diferentes disciplinas, rituales y purificaciones,
finalmente llegaría a merecer el «cumplimiento espiritual». Me comprometí
completamente en todo aquello que parecía apropiado, pero, sin embargo, no
puede descubrir la razón de mi sensación de anhelo.
Un día, casi como por accidente,
redescubrí el secreto que había conocido cuando era niño; o quizás él me
redescubrió a mí.
Explicar lo que aconteció es
completamente imposible. La descripción que más se acerca es la de estar
inmerso en un amor y una comprehensión total que está absolutamente más allá de
toda imaginación.
La revelación que acompañó a este
redescubrimiento fue tan simple y sin embargo tan revolucionaria que barrió de
un golpe todo lo que se me había enseñado o yo había llegado a creer.
Parte de esa comprehensión fue que la
iluminación está absolutamente más allá de mi esfuerzo por cambiar la manera en
que vivo, o aún de cambiar la vida en absoluto. Tiene que ver con un cambio
total en la comprehensión de «quien» es quien vive.
Pues yo ya soy eso que busco. Todo lo
que busco o pienso que quiero, por larga que pueda ser la lista, todos mis
deseos sólo son un reflejo de mi anhelo de volver a casa. Y la casa es la
unidad; la casa es mi naturaleza original. Está justamente aquí, simplemente en
«lo que es». No hay ninguna otra parte donde tenga que ir, y no hay nada más
que tenga que devenir.
Desde entonces, he abrazado y vivido esa
revelación —y evitado rechazarla.
Por supuesto, es imposible comunicar en
palabras lo inexpresable, y así esta declaración es mi intento de expresar mi
comprensión de esa revelación. Intento explicar la manera en que mis creencias
sobre la iluminación, el tiempo, el propósito, y mi esfuerzo por lograr el
cumplimiento espiritual, pueden interrumpir directamente esa unidad que está
disponible continua y directamente; cómo la ilusión de la separación, el miedo,
la culpa y la abstracción, pueden distraerme de la liberación que incluye y transforma
estas influencias.
Expreso también lo mejor que puedo cuan
sin esfuerzo y natural es dejar ir y estar abierto a esa liberación.
Ver esta obra como una exhortación a
llevar una vida meditativa o a «ser aquí y ahora» sería errar el blanco enteramente.
Esta declaración habla sobre un salto
singular y revolucionario en la percepción sobre lo que nosotros somos
realmente. No requiere ningún embellecimiento ni ninguna explicación larga y,
una vez realizado, no deja nada más que decir.
Por motivos de claridad, los términos
iluminación, liberación, cumplimiento, libertad, unidad, y demás, se toman
todos aquí como lo mismo que la realización absoluta de lo que uno es
realmente.
3. EL NO LOGRO
Para mí, la primera comprehensión de la iluminación, o de la naturaleza de quien soy yo realmente, no es algo que puede ser expresado. Lo que aconteció ni siquiera puede llamarse una experiencia, porque el experimentador separado necesita estar ausente para que ello emerja.
Sin
embargo, lo que acompañó a ese acontecimiento fue una comprehensión de una
magnitud tan simple y de un contenido tan revolucionario que me dejó
sobrecogido y completamente solo.
Una
de las cosas que llegué a ver es que la iluminación sólo deviene disponible
cuando se ha aceptado que no puede ser lograda.
Las
doctrinas, los procesos, y las vías progresivas que buscan la iluminación, sólo
exacerban el problema de aquellos a quienes se dirigen reforzando la idea de
que el sí mismo puede encontrar algo que supone que ha perdido. Es ese esfuerzo
mismo, ese cerco a la autoidentidad, el que recrea continuamente la ilusión de
la separación de la unidad. Éste es el velo que creemos que existe. Es el sueño
de la individualidad.
Es
como aquellos que imaginan que están en un profundo agujero en la tierra, y
que, para escapar, cavan cada vez más profundamente, arrojando la tierra detrás
de ellos y cubriendo la luz que ya está allí.
El
único efecto probable del esfuerzo extremo para devenir «eso que yo soy ya», es
que finalmente me vendré abajo, agotado, y abandonaré. En ese abandono puede
surgir otra posibilidad. Pero la tentación de eludir la libertad por la
santificación del esfuerzo es muy atractiva. El esfuerzo en el tiempo no invita
a la liberación.
La
vida no es un trabajo. No hay absolutamente nada que alcanzar excepto la
comprehensión de que no hay absolutamente nada que alcanzar.
Ninguna
suma de esfuerzo persuadirá nunca a la unidad de que aparezca. Todo lo que se
necesita es un salto en la percepción, una visión diferente, ya inherente pero
no reconocida.
4.
NADIE DEVIENE ILUMINADO
Yo
solía creer que las gentes devenían efectivamente iluminadas, y que el evento
era similar al de alguien que gana el premio gordo de una lotería nacional. Una
vez ganado el premio, al beneficiario le estaban garantizadas en adelante la
felicidad permanente, la infalibilidad y la bondad incorruptible.
En mi
ignorancia, pensaba que estas gentes habían obtenido y que poseían algo que les
hacía especiales y totalmente diferentes de mí. Esta idea ilusoria reforzaba en
mí la creencia de que la iluminación era virtualmente inobtenible excepto para
unos pocos extraordinarios y elegidos. Estos errores brotaban de alguna imagen
que yo tenía de cómo debía parecer un estado de perfección. Yo no era capaz de
ver que la iluminación no tiene nada que ver con la idea de la perfección.
Estas creencias se acentuaban fuertemente cuando comparaba mis inadecuaciones
imaginadas con la imagen que tenía de cualquier «héroe espiritual» que
acontecía que me atraía en ese momento.
Siento
que la mayoría de la gente ve la iluminación de una manera similar.
Ciertamente
ha habido muchos, y todavía los hay, que buscan fomentar tales creencias y que,
de hecho, han pretendido haber devenido iluminados. Ahora veo que ésta es una
declaración tan obtusa como la de quienes proclaman al mundo que pueden
respirar.
Esencialmente
la realización de la iluminación trae consigo la comprehensión repentina de que
no hay nadie ni nada que se ilumine. La iluminación simplemente es. No puede
ser poseída, de la misma manera que no puede ser lograda o ganada como un
trofeo. Todos y todo es unidad, y todo lo que hacemos al intentar encontrarla
obstaculiza su vía.
Aquellos
que hacen proclamas de iluminación o que adoptan ciertas apariencias,
simplemente no se han dado cuenta de su naturaleza paradójica y suponen la
propiedad de un estado que imaginan que han logrado. Probablemente habrán
tenido una profunda experiencia personal de algún tipo, pero esto no tiene
absolutamente ninguna relación con la iluminación. Por consiguiente, todavía
permanecen encerrados en sus propios conceptos individuales basados en sus
propios sistemas de creencia particulares.
Estas
gentes necesitan a menudo adoptar el papel de «maestros espirituales» o de
«maestros iluminados» y atraen inevitablemente a aquellos que necesitan ser
estudiantes o discípulos. Su enseñanza, enraizada todavía en el dualismo,
promueve inevitablemente un cisma entre el «maestro» y aquellos que eligen
seguir la enseñanza. Cuando los seguidores aumentan, el papel exclusivo del
maestro necesita ser acentuado.
Uno
de los sistemas habituales, cuando se ha adoptado tal papel, es la
representación de cualquier admisión o signo de «debilidad humana». Esta
situación crea habitualmente distancia entre el «maestro» y sus seguidores.
Como
la especialización del «maestro» deviene cada vez más efectiva, y las demandas
de los seguidores devienen cada vez más grandes, así, invariablemente, las
enseñanzas devienen cada vez más obscuras y enrevesadas. A medida que la
obscuridad de la enseñanza aumenta, el cisma se hace más ancho, y muchos de los
seguidores devienen a menudo más confusos y sumisos. El efecto habitual entre
los afectados puede ser una adulación incuestionable, desilusión, o un
despertar y seguir en movimiento.
Sin
embargo, estos tipos de influencia han establecido y mantenido una ilusoria
sensación de duda e inadecuación en el inconsciente colectivo respecto a la
capacidad de la gente para abrirse y realizar algo que es tan natural, simple y
disponible como respirar.
Aquellos
que han comprendido y abrazado plenamente la iluminación no tienen
absolutamente nada que vender. Cuando comparten su comprensión, no necesitan
embellecerse a sí mismos o lo que comparten. Tampoco tienen ningún interés en
ser madres, padres o maestros.
La exclusividad
engendra exclusivismo, pero la libertad se comparte a través de la amistad.
5. EL TIEMPO
En mi situación de separación llegué a aceptar, sin cuestión, la existencia y efecto del tiempo. Junto con mi creencia en el tiempo, yo estaba casado inevitablemente con el concepto y experiencia de un comienzo, un medio, y un fin —un viaje hacia la realización de una meta o conclusión.
Este
concepto de un viaje puede ser aplicado a cualquier nivel, ya se trate de
hacerlo bien en la escuela, de crear un próspero negocio, o de realizar la
iluminación. Todo era una senda de devenir —el logro de un resultado en el
tiempo.
Este
mensaje fue grabado poderosísimamente en mí psique por lo que me parecía que
era el proceso del nacimiento y la muerte. Un mensaje tan poderoso reflejaba y
reforzaba la aparente irrefutabilidad de la existencia, el paso y el efecto del
tiempo. Como experimentaba lo que parecía ser el efecto del tiempo, llegué a
creer en él. Como creía en la existencia del tiempo, llegué a creer también en
la limitación de mi propia existencia. Como llegue a aceptar esa limitación,
llegué a creer también que necesitaba hacer uso de ese periodo dado. Yo no
tenía que hacer algo, lograr algo, devenir algo valioso durante el tiempo que
imaginaba que quedaba. Por consiguiente, nació el concepto de «propósito», y
junto con él mi expectativa e implicación en lo que ese propósito podía traer.
6. EXPECTATIVA Y PROPÓSITO
Devine encerrado en la limitación del tiempo y la separación por la expectativa que tenía sobre el propósito. Yo había estado persiguiendo una variedad de metas y propósitos en mi vida, incluyendo las espirituales. Dentro de la ética religiosa tradicional, encontré un caleidoscopio de doctrinas y conceptos orientales y occidentales, que yo creía que representaban una rica tradición de sabiduría autorizada.
Como
consecuencia de lo que veía como mi carencia espiritual, decidí que tenía que
hacer algo —pertenecer a algo, devenir algo que mereciera la pena. Tenía que
encontrar un modelo de realidad que satisficiera mi necesidad de sentir que
estaba haciendo algún tipo de progreso hacia algún tipo de meta.
Decidí
intentar devenir cristiano.
Considerando
la información que tenía en aquella época, parecía que este enfoque era
apropiado. Yo tenía mi trasfondo occidental, mi conocimiento de la historia y
de la tradición bíblica, y las verdades, procesos y rituales aparentemente
intachables que se me habían enseñado —el pecado original, la oración, la
confesión, el perdón, la comunión y la purificación, y la palabra escrita y
hablada.
Sentía
que estaba haciendo lo mejor con lo que, en aquella época, comprendía y
santificaba, y con lo que anticipaba y esperaba que daría significado a mi vida
espiritual. Si lo intentaba con mayor esfuerzo, mañana sería mejor que hoy, y
otro lugar sería mejor que este lugar.
Llegué
a creer en el mensaje de la inadecuación, que lleva, a través del
arrepentimiento, a una gracia dada, por medio de la cual, eventualmente, sería
considerado ser «merecedor» y, finalmente, evolucionaría desde un nivel de
existencia más bajo a otro más elevado.
Ahora
tenía los medios que pensaba que necesitaba para realizar el propósito que
creía que me colmaría.
Podía
solicitar con la oración y negociar con las obras, mientras «Dios Padre» se
sentaba firme en el cielo y llevaba las cuentas.
Parecía
que había muchas oportunidades, mucho conocimiento y mucho tiempo en los que
dar significado a mi vida, para devenir algo mejor —algo valioso. Y mi
propósito iba a la par que mi esperanza. Pues era la esperanza de cosas mejores
por venir la que me inspiraba a contender y a esforzarme, a resistir y a
persistir a fin de fortalecer mi sentido de dirección. Ahora podía hacer
progresos espirituales por mí mismo y ayudar a otros a hacer lo mismo.
El
propósito, la esperanza y la creencia me daban la energía y la voluntad para
triunfar. El propósito, la esperanza y la creencia —estos valores reverenciados
y aparentemente poderosos, son reconocidos por muchos como muy valiosos. Pero,
por supuesto, también existen a la sombra de la confusión, de la desesperanza y
de la desesperación. En aquella época, yo no había contado con ese lado de las
cosas. Final e inevitablemente, el oscilante péndulo de los inacabables
encuentros con la expectativa y la frustración, el esfuerzo y la inadecuación,
la aparente fuerza y la debilidad, jugaron todos su parte en mi despertar de
este sueño.
Todas
aquellas comuniones y confesiones, y todos aquellos trabajos espirituales
parecían inacabables —aquella codiciosa cesta espiritual sin fondo que tendría
que llenar con la oración, la abstinencia, la humildad, el culto y las buenas
obras, y que, si llegaba alguna vez a su fondo, tendría que llenar otra,
comenzando probablemente con la obediencia y la castidad.
Lo
intenté e intenté, pero todo parecía muy arcaico y sin alegría. La expectativa
de que un fiel ya temeroso e inadecuado pudiera, por medio de la negación y el
culto, devenir otra cosa que un fiel temeroso e inadecuado, parecía tan fútil
como la idea de que el celibato era un senda a la celebración y a la totalidad.
Sentí como si estuviera intentando cocer un pastel sin ningún jugo.
Es mi
parecer que cualquier intento de trasladar lo inexpresable dentro de lo
doctrinal debe acabar inevitablemente como una falsificación —una idea
contradictoria sobre la perfección que transforma el canto de libertad sutil y
bello del originador en un interminable dogma de limitación. Cuando el pájaro
ha volado, la esencia de su canto a menudo se extravía, y entonces todos nos
quedamos con una jaula vacía.
Me
gusta la historia de cuando Dios y el Diablo estaban observando al hombre
cuando descubrió algo bello en un desierto. «¡Aja!», dijo Dios al Diablo,
«ahora que el hombre ha encontrado la verdad ya no tendrás nada que hacer». «Al
contrario», respondió el Diablo, «voy a ayudarle a organizarla».
Siempre
que o dondequiera que hay religión organizada, ahí también puede florecer muy
fácilmente un rico terreno de crianza para nuestros peores miedos, nuestra
culpa más obscura, y nuestros conflictos más feos, persona a persona, nación a
nación, y fe a fe. Ya sea que tengamos una creencia religiosa o no, estas
plagas pueden estar profundamente dentro de nosotros e invadir cada parte de
nuestra experiencia.
Se
sentía innatural y limitante soportar una ética basada en este «no» purgativo y
en este «sí» cuidadosamente considerado cuando reconocía intuitivamente que lo
que buscaba estaba absolutamente más allá de ambos. En estas circunstancias, me
puse en movimiento e investigué el mundo de la terapia y la espiritualidad contemporánea.
Estos
enfoques hacia el cumplimiento me parecieron mucho más inteligentes e
inclusivos que nada de lo que había encontrado previamente; las ideas eran muy
abiertas y liberadoras.
Era
tremendamente excitante que se ofrecieran los medios con los que podía aprender
a descubrir, curar e integrar aquellas partes de mi vida que parecían
interferir en mis relaciones con la gente, en mi creatividad, salud y riqueza,
y, lo más importante de todo, en mi propio sentido de autovaloración.
Si
todos nosotros pudiéramos hacer esto, qué mundo maravilloso podría resultar de
ello. Esto me atraía, especialmente en contraste con la idea de tener que
conformarme a un modo de vida basado en el modelo conceptual de algún otro
sobre cómo debía ser yo.
Hubo
así muchos procesos interesantes y nuevos donde elegir, y muchas gentes con las
que compartir lo que sentía como una aventura espiritual del siglo veinte. Era
fascinante estar involucrado en descubrimientos sorprendentes y luminosos, la
intensidad de las emociones, el miedo y la excitación de revelar mis secretos
más íntimos, de abandonarme verdaderamente a mi gurú, de descubrir por qué
estaba tan fascinado y tan asustado por las mujeres. Participar en las agonías
y revelaciones de otras gentes, en sus memorias de vidas pasadas, en sus
asaltos presentes y esperanzas y temores futuros, todo era una revelación y una
confirmación.
¡Todo
era muy excitante, y todo trataba de mí!
Me
involucré en las meditaciones más profundas y más iluminativas, consumí los
libros más recientes y significativos, y, por supuesto, me arrojé con mucho
entusiasmo en las terapias más avanzadas. Brotaban del terreno como frutos
nuevos para ser sorbidos y digeridos, o saboreados y desechados —este método de
respiración, esa afirmación, esta integración, esa energía especial y
significativa— todo tenía una fascinación para mí en aquellos antiguos días. Si
estas actividades se consideraban como introspectivas o autocomplacientes, yo
ya había reconocido eso entonces, con una excepción: toda elección es generada
por una aparente automotivación.
La
expresión de las sensaciones devino sacrosanta, junto con la necesidad de
pensar positivamente, de perdonar a mi madre, de curar a mi niño interior, de
bucear dentro de mi pasado, y así sucesivamente. Todas estas cosas devinieron
procesos vitales e importantes que había que seguir —algo así como los «Diez
Mandamientos» del día moderno.
Pasé
un año haciendo un curso residencial intensivo, experimentando muchas terapias
contemporáneas clave, mezcladas con meditaciones orientales. Despues de un
tiempo inmerso en esas terapias y métodos, sentí que me aprovechaban y que me
aportaban mucho beneficio.
Experimenté
un considerable movimiento de inhibiciones anteriormente retenidas y llegué a
reconocer los sistemas y patrones de creencia que habían influenciado
fuertemente mucho de mi antiguo comportamiento.
En la
mayor parte del «trabajo interior» que hacen las gentes, parece que el
fortalecimiento y el reforzamiento de una sensación de autoidentidad y de
autovaloración es la meta principal. La teoría parece ser que si yo puedo
abarcar y asimilar estos procesos, entonces puedo emerger eventualmente como un
individuo más vivo, más equilibrado y más efectivo, con una idea clara sobre
las relaciones y sobre mi parte en el todo. Toda esa estructura necesitaría ser
edificada sobre un poderoso grupo de sistemas de creencia, desarrollados con
considerable disciplina y esfuerzo. Pero la creencia reside dentro de la sombra
de la duda. Sólo funciona efectivamente en proporción directa a la supresión de
la duda que busca echarla abajo.
Comencé
a ver de nuevo que estaba intentando reparar y ensamblar lo que yo tomaba por
piezas relacionadas, esperando que finalmente podrían unirse para hacer un
todo. Pero este enfoque contradecía directamente mi comprensión de que la
iluminación está más allá de mis esfuerzos y expectativas, concernientes a la
autoidentidad y autovaloración.
Para
aquellos que buscan el cambio como individuos dentro de la rueda de la vida, el
mundo terapéutico contemporáneo ofrece un campo tremendo y un enfoque mucho más
profundo y más aceptable que cualquier otra cosa que haya habido antes.
En mi
caso, la primera comprensión de la iluminación siguió directamente a mi salida
de la senda religiosa, cuando tenía alrededor de veintiún años. Pocos años despues
de esto, me involucré en las terapias contemporáneas, pensando que podían ser
un vehículo para comunicar la posibilidad más profunda.
He
experimentado que el tipo de energía generado en algunas sesiones terapéuticas
puede abrir a las gentes a una percepción más profunda sobre la naturaleza de
la consciencia y sus implicaciones. Pero aquí, nuevamente, me encontré a mí
mismo ocupado y fascinado también por mis expectativas que implicaban el
tiempo, los propósitos y las metas.
En el
mundo del tiempo, los propósitos y las metas son perfectamente apropiados, pero
hay muchas cosas implicadas en el apego y las expectativas que les rodean
—pertenecer a esto, pertenecer a aquello, procedimientos para cambiar, o para
ser mejor, métodos para purificar, y así sucesivamente. Gentes y lugares nuevos
e importantes, maestros de la consciencia y enseñadores de verdades brotan por
todas partes y ofrecen su propia fórmula particular para vivir. Y cuando nos
movemos de uno a otro, no parecemos dispuestos a ver que la libertad no reside
en un lugar u otro, simplemente porque la libertad, por su naturaleza misma, no
puede ser excluida o excluyente. No parecemos ver que, cuando marchamos hacia
la siguiente elevación «espiritual» anticipada, el tesoro que buscamos no ha de
descubrirse en ese lugar adonde vamos, sino dentro de la naturaleza simple de
los pasos mismos que damos. En nuestra prisa por encontrar una situación mejor
en el tiempo, pisoteamos la flor de eseidad que se da a sí misma en cada momento.
Es mi
parecer que nuestro apego al propósito nace de la necesidad de probarnos algo a
nosotros mismos. Pero la vida es simplemente vida, y no está intentando probar
nada en absoluto. Esta primavera no intentará ser mejor que la primavera
pasada, y ningún fresno intentará devenir un roble.
Al
dejar ir nuestra fascinación por lo extraordinario y espectacular, podemos
permitirnos reconocer la simple maravilla que está dentro de lo ordinario.
Pues
la vida es su propio propósito y no necesita una razón para ser. Ésa es su
belleza.
El
sueño de la separación. Tony Parsons.
Todo lo que hay es Nada Siendo Todo y lo que aparece como parte de este todo es la creencia y la experiencia de ser un yo separado – un individuo en apariencia con su propio libre albedrío, elección y habilidad para actuar. Este suceso es únicamente humano y es llamado autoconciencia. Para la mayoría de la gente es la realidad.
Esta
sensación aparente de estar separado es la raíz del sufrimiento, de una
carencia y un sentido de pérdida que conduce a las personas a buscar una vía de
escape o resolución. Es el Ser soñando que está separado de él mismo, buscando
por todas partes lo que ya es Todo. Es el sueño hipnótico de la separación que,
para el soñador, es muy real.
El
dilema para el buscador, que está en el sueño, es que el sentido de separación
le conduce a buscar una resolución, lo cual impulsa todavía más este sentido de
separación.
El
desarrollo de una “mente” capaz de comprensión inteligente aparentemente trae
consigo la habilidad de hacer elecciones y tomar acciones en un intento de
negociar con “el mundo” en el que se vive. Estas negociaciones no son siempre
satisfactorias y el individuo parece experimentar su propio dolor y placer.
Además se desarrolla un gran respeto por los consejos y el control que emana
aparentemente de la “mente” inteligente. Sin embargo, mientras existe una
sensación de separación, hay una sensación de desasosiego o pérdida y hay una
búsqueda para disipar esa sensación. Parece lógico que la “mente” inteligente
deba ser capaz de investigar la causa de este desasosiego y descubrir la manera
de disiparlo.
La
entidad separada sólo puede intentar imaginar o proyectar una idea de cómo es
no estar separado. Lo que se busca es la posibilidad de un objetivo o estado
futuro que se pueda realizar y por lo tanto, lógicamente, sea accesible. Por
consiguiente, la función de buscar y la enseñanza acerca de esa transformación
bloquean al buscador en un estado que se acerca continuamente a algo que no se
puede comprender. Todo esto es la expresión del Ser, que surge como la buena,
vieja, fiable y de fiar “mente” comprensiva funcionando como sólo sabe
funcionar… en continuo movimiento y en anticipación. Es esta actividad para
llegar a ser la que mantiene de forma muy efectiva al buscador en el sueño
hipnótico de alcanzar algo que no puede ser alcanzado. Por supuesto, la
Liberación puede ocurrir, aparentemente, a pesar de todo este esfuerzo.
La
única esperanza para el buscador, que está en el sueño, es creer que otra
energía benévola (sea Dios, la Conciencia o algún maestro digamos iluminado)
fuera motivada para guiar e influenciar al buscador a lo largo del camino por
el cual se le conduciría fácilmente a la realización. Todas estas ideas de
llegar a ser, de propósito y destino surgen del sueño mismo.
La
paradoja es que aunque el Ser se manifiesta como el buscador, que está en el
sueño, el Ser no es un estado que pueda imaginarse, concebirse, alcanzarse ni
comprenderse por quien lo busca. El Ser no requiere nada en absoluto… es Nada y
Todo, está ya completo e inmaculado. Nada necesita ser cambiado ni alcanzado,
perdido
o encontrado, para que el Ser simplemente Sea. La apariencia de separación es
simplemente la expresión del Ser. La idea de que se necesita alcanzar algo que
ya es, es maravillosamente inútil. El Ser es un cómico con una audiencia que
nunca ríe.
El
buscador, que ésta en el sueño, tiene una sensación de pérdida y de
desmerecimiento, y por ello le son muy atractivas las enseñanzas de ensueño que
implican purificación, un esfuerzo muy duro y comprometido, rendición, devoción
y el desarrollo de la renuncia y el desapego. Hay cierta lógica de
inevitabilidad y de respetabilidad en estas ideas que resuenan con la sensación
de carencia. Este camino casi sin fin de esfuerzo asegura felizmente la
continuación de la experiencia personal. Estas ideas parecen surgir de un muy
considerable e históricamente fiable número de tradiciones del saber que por
supuesto deben de ser respetadas, aunque sólo estén disponibles como palabras
en trozos de papel.
Dos
caminos tradicionales que buscan una resolución, o escape, de esta sensación de
separación son la meditación y la auto-indagación.
En la
meditación, parece posible, a través de la en apariencia propia elección y
cierta guía, alcanzar ciertos estados de quietud y gozo que parecen mejores que
sentirse un ser separado. La creencia está en que un esfuerzo continuo en la
meditación solidificará el estado y lo hará al final permanente. Estos estados
son tan solo experiencias personales refinadas que ocurren dentro del
sueño-historia. Así que tal como otra actividad, que discurre en el tiempo,
estos vienen y van.
La
auto-indagación es un proceso similar donde el objetivo está en que el
individuo escoja ponerse en acción o haga el esfuerzo para alcanzar un lugar
llamado conciencia que, sus profesores le han prometido, le traerá paz mental,
alegría y el fin del sufrimiento (?).
Se
hace un gran énfasis en la necesidad de cumplir adecuadamente con esa
investigación de los procesos mentales, etc., y con la necesidad de vigilar “de
no ser distraído por pensamientos centrados en uno mismo”.
Toda
esta actividad se basa en el principio del indagador de “alcanzar la unidad” y
mantener posesión personal de ella.
El
efecto del estado de ser consciente es aparentemente un movimiento hacia un
lugar de desapego que en un primer nivel te hace sentir muy libre, poderoso y
seguro… casi como estar en una caja de cristal desde donde la vida puede verse
sin que el observador se vea afectado. Esto es aún una experiencia dual sutil
dentro de la historia-ilusión de separación y por lo tanto transitoria.
Ser
consciente de como discurre la vida no es “Ser la vida”
Predeciblemente
el estado de ser consciente (mindfulness ó atención y conciencia plena en el
Budismo) se olvidará o se perderá fácilmente, o puede verse abrumado por el
pensamiento o por alguna situación emocional fuerte, por ejemplo. La caja de
cristal se hace añicos y en el lugar que parecía que estabas parece perdido
otra vez. El buscador, que está en el sueño, o empieza la auto-indagación otra
vez, para
darse
otro empujón, o surge el darse cuenta de que ese ser consciente es tan solo
otro refugio dentro del sueño de la separación. Todo esto es simplemente la
expresión del Ser.
Otra
forma para el buscador, que está en el sueño, de evitar simplemente Ser es
intentar entender o desarrollar cierta claridad sobre su propia naturaleza. Es
muy fácil quedar atrapado en conceptos de “Advaita” o “no-dualidad”. La
reiteración de forma singular e inexorable de ideas tales como “todo lo que hay
es Ser”, “todo es expresión del Ser” o “no hay nadie” son una forma árida y
simplista de comunicación. No se dirigen o dan luz al dilema aparente del
buscador, que está en el sueño, y obviamente ignora la esencia energética
primaria de la vida implícita en simplemente Ser.
Decir
continuamente que estar despierto o estar dormido no es relevante porque “Ser
es todo lo que hay” es como decirle a un ciego que está bien ser ciego porque
“ver es todo lo que hay”. Es puro idealismo. Por supuesto, no hay tales cosas
como estar dormido o estar despierto, pero esto no se ve hasta que no haya
nadie mirando.
La
comunicación de El Secreto Abierto no depende de conceptos claros, no importa
cuantos conceptos confusos puedan ser expuestos. El habla ocurre y las palabras
tan solo pueden apuntar hacia otra posibilidad que está más allá de la
expresión verbal. Es un mensaje nuevo y eterno que está oculto en las
escrituras y pasado por alto o rechazado por la “mente”.
La
idea de una enseñanza preceptiva, guía o el ofrecimiento de cualquier tipo de
ayuda sencillamente no se produce. Este es un mensaje sin esperanza ni consuelo
de ningún tipo para el individuo, aunque el buscador, que está en el sueño,
todavía cree que hay algo que se ofrece… esa es la función de la búsqueda. Es
también posible que todo lo que quede sea nada, y entonces otra posibilidad
podría surgir. Sin embargo, no hay orden del día o motivo porque nada está a la
venta.
Es
posible que surja la claridad, pero el entendimiento absoluto no es la
liberación. No obstante, toda esta comunicación conceptual es secundaria al
elemento principal que es el más revelador. Este elemento principal es
energético, lleno de vida de manera impersonal… implícito, un deseo vibrante de
sencillamente Ser. Es un cambio energético, que es en apariencia pasar de la
contracción a la infinidad. Esta infinidad no puede ser poseída y por ello no
puede ser dada. Su simplicidad confunde completamente a la “mente”, pero lo que
surge es un reconocimiento impersonal de que no hay nadie ni nada para ser
liberado. Todas las ideas de separación, sufrimiento individual, libre
albedrío, elección, significado y propósito, destino, jerarquía y tradición,
son sencillamente vistas por nadie como el juego, dentro del sueño, del Ser.
Parece que la “mente” buscadora está fascinada por la dificultad y la complejidad. La totalidad de este tejido de la búsqueda está llena de historias de grandes edificaciones, que aparentemente han surgido de unos comienzos sencillos. Budismo, Cristianismo y tantos otros dogmas, surgen y crecen y luchan unos contra otros por ver quien tiene mejores dioses. Catecismos de pecado y mérito, grados de conciencia y niveles de iluminación son estudiados, diseccionados y han sido motivo de luchas.
La
mente adora la idea de la iluminación como algo distante, virtualmente
inalcanzable, lugar perfecto de gozo permanente, libre de sufrimiento y repleto
de omnisciencia, omnipresencia y otros muchos omnis importantes danzando
alrededor, gritando cosas raras y salvando al mundo. Y por supuesto, ya que
toda esta gloria y exclusividad tienen que ser conseguidas, parece que tiene
que haber un largo trayecto a través de la noche oscura del alma, un sin fin de
karmas pasados, pecados originales, pensamientos-correctos, acciones correctas
y preparación para el bardo. “Es un relato contado por un tonto, lleno de
sonidos y furia, significando nada.”
Sin
embargo, el Ser Natural es de forma constante tan ordinario y tierno. Cuando se
ve es. Cuando se evita es. No requiere esfuerzo y no tiene normas. Siendo
eterno, no hay camino que andar, ni deuda que pagar. Cuando esto se escucha y
la confusión se disuelve, cuando la contracción y la lucha por alcanzar algo se
derrumban y la energía vibrante de estar vivo se hace obvia, algo más es visto,
de forma muy natural, por supuesto, porque ya es todo lo que es.
En la vía que yo os muestro, no hay volición, no hay más que escucha sin prensión. Partimos a priori de que no hay nada que encontrar. Todo lo que buscamos, ya lo somos. Buscar nos aleja, pues es siempre un movimiento desde el centro hacia la periferia. No hay nada que alcanzar, pero el mecanismo de la búsqueda está muy profundamente fijado en nosotros. Naturalmente, cuando se trata de un oficio, tenemos que aprender; pero en lo que se refiere a lo que esencialmente somos, no hay nada que aprender. Lo que somos, no podemos dejar de serlo.
El
cuerpo y las facultades aparecen en lo que somos.
Nuestro
cuerpo está en nosotros, pero nosotros no estamos en el cuerpo. El cuerpo
aparece en nosotros en tanto que idea y percepción. Cuando nos despertamos por
la mañana, es el cuerpo el que despierta en nosotros y no a la inversa.
El Ser es la Vida Una, eterna, siempre presente, que está más allá de los miles de formas de vida que están sujetas al nacimiento y a la muerte. Sin embargo, el Ser no sólo está más allá sino tambien en el interior de cada forma como su esencia más invisible e indestructible.
Pero no busquen asirlo con la mente. Sólo puede conocerlo cuando la mente se ha acallado, cuando Ud. está presente, completa e intensamente en el ahora.
Recuperar la consciencia del Ser y permanecer en ese estado de "sensación-realización" es la Iluminación.
El Ser es la Vida Una, eterna, siempre presente, que está más allá de los miles de formas de vida que están sujetas al nacimiento y a la muerte. Sin embargo, el Ser no sólo está más allá sino tambien en el interior de cada forma como su esencia más invisible e indestructible.
Pero no busquen asirlo con la mente. Sólo puede conocerlo cuando la mente se ha acallado, cuando Ud. está presente, completa e intensamente en el ahora.
Recuperar la consciencia del Ser y permanecer en ese estado de "sensación-realización" es la Iluminación.
¿Y las emociones?
Me siento atrapado en mis emociones más que en la mente.
La mente en la
forma en que uso la palabra, no es solamente el pensamiento. Incluye sus
emociones así como todos los patrones de reacción inconscientes de tipo
mental-emocional. La emoción surge en el punto en que se encuentran la mente y
el cuerpo. Es la reacción del cuerpo a su mente, o podríamos decir, un reflejo
de su mente en el cuerpo. Por ejemplo, un pensamiento de ataque o un
pensamiento hostil creará un aumento de energía en el cuerpo al que llamamos
cólera. El cuerpo se alista a luchar. El pensamiento de que usted está siendo
amenazado, física o psicológicamente, hace que el cuerpo se contraiga, y ese es
el aspecto físico de lo que llamamos miedo.
La investigación ha
mostrado que las emociones fuertes incluso producen cambios en la bioquímica
del cuerpo. Estos cambios bioquímicos representan el aspecto físico o material
de la emoción. Por supuesto, usted no es consciente habitualmente de todos sus
patrones de pensamiento, y a menudo sólo observando sus emociones puede
hacerlos conscientes.
Cuanto más
identificado esté con su pensamiento, sus gustos y sus odios, sus juicios e
interpretaciones, es decir cuanto menos presente esté como la conciencia que
observa, más fuerte será la carga de energía emocional, sea usted consciente de
ello o no.
Si usted no puede
sentir sus emociones, si está desconectado de ellas, eventualmente las
experimentará en un nivel puramente físico, como un problema o síntoma físico.
Se ha escrito mucho sobre esto en los últimos años, así que no necesitamos
entrar en ello aquí.
Un patrón emocional
inconsciente puede incluso manifestarse como un evento externo que
aparentemente le sucede a usted. Por ejemplo, he observado que la gente que
lleva dentro mucha ira sin ser consciente de ella y sin expresarla, tiene más
posibilidad de ser atacada, verbal o incluso físicamente, por otras personas
iracundas y a menudo sin razón aparente. Tienen una fuerte emanación de ira que
ciertas personas reciben subliminalmente y que dispara su propia ira latente.
Si usted tiene
dificultad para sentir sus emociones, empiece por concentrar su atención en el
campo de energía interior de su cuerpo. Sienta el cuerpo desde dentro. Esto
también lo pondrá en contacto con sus emociones. Exploraremos esto con más
detalle más adelante.
Usted dice que una
emoción es el reflejo de la mente en el cuerpo. Pero a veces hay un conflicto
entre ambos: la mente dice "no" mientras la emoción dice
"sí" o al contrario.
Si usted quiere
conocer realmente su mente, el cuerpo le dará siempre un reflejo verdadero, así
que observe la emoción o más bien siéntala en su cuerpo. Si hay un conflicto
aparente entre ellos, el pensamiento será la mentira, la emoción será la
verdad. No la verdad última sobre quién es usted, pero sí la verdad relativa de
su estado mental en ese momento.
El conflicto entre
los pensamientos superficiales y los procesos mentales inconscientes es
ciertamente común. Puede que usted ni siquiera sea capaz de traer a la
conciencia en forma de pensamientos su actividad mental inconsciente, pero esta
siempre se reflejará en el cuerpo como una emoción y de esto sí puede ser
consciente.
Observar una
emoción de este modo es básicamente lo mismo que escuchar u observar un
pensamiento, como describí anteriormente. La única diferencia es que, mientras
un pensamiento está en su mente, una emoción tiene un fuerte componente físico,
por lo tanto se siente primariamente en el cuerpo. Entonces usted puede
permitir que la emoción esté allí sin ser controlado por ella. Usted ya no es
la emoción; usted es el observador, la presencia que observa. Si usted practica
esto, todo lo que es inconsciente en usted saldrá a la luz de la conciencia.
- ¿Así pues,
observar nuestras emociones es tan importante como observar nuestros
pensamientos?
Sí, convierta en un
hábito preguntarse a sí mismo: ¿Qué pasa dentro de mí en este momento? Esta
pregunta lo orientará en la dirección correcta. Pero no analice, simplemente
observe. Enfoque su atención en el interior. Sienta la energía de la emoción.
Si no hay emoción presente, lleve su atención más profundamente al campo de
energía interior de su cuerpo. Es la puerta de entrada al Ser.
SER E
ILUMINACIÓN
Más
allá de la miríada de formas de vida que están sujetas al nacimiento y a la
muerte existe la Vida Una, eterna y omnipresente. Muchas personas utilizan la
palabra Dios para describirla, pero yo suelo llamarla Ser. La palabra Ser no
explica nada, pero la palabra Dios tampoco. Ser, no obstante, tiene la ventaja
de ser un concepto abierto. No reduce el infinito invisible a una entidad
finita. Es imposible formarse una imagen mental del Ser, y nadie puede
pretender su posesión exclusiva. Es tu esencia misma; puedes acceder a ella
inmediatamente como el sentimiento de tu propia presencia.
Por
eso sólo hay un pequeño paso entre la palabra Ser y la experiencia del Ser.
EL
SER NO SÓLO ES TRASCENDENTE; TAMBIÉN IMPREGNA PROFUNDAMENTE cada forma, y su
esencia es invisible e indestructible. Esto significa que ahora mismo puedes
acceder al Ser porque es tu identidad más profunda, tu verdadera naturaleza.
Pero no trates de aferrarlo con la mente. No trates de entenderlo.
Sólo
puedes conocerlo dejando la mente en silencio. Cuando estás presente, cuando tu
atención está plena e intensamente en el ahora, puedes sentir el Ser, pero
nunca podrás entenderlo mentalmente.
La
iluminación es recuperar la conciencia del Ser y residir en ese estado de
«sensación-realización».
La
palabra iluminación suscita la idea de un logro sobrehumano, y al ego le gusta
que sea así; pero no es más que tu estado natural en el que sientes la unidad
con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible,
con algo que es esencialmente tú, y sin embargo es mucho mayor que tú. Es
encontrar tu verdadera naturaleza más allá del nombre y de la forma.
La
incapacidad de sentir esta conexión crea la ilusión de que estás separado de ti
mismo y del mundo que te rodea. Entonces te percibes, consciente o
inconscientemente, como un fragmento aislado. Surge el miedo, y los conflictos
internos y externos pasan a ser la norma.
El
mayor obstáculo para experimentar la realidad de tu conexión es la
identificación con la mente, que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo.
Ser incapaz de dejar de pensar es una enfermedad terrible, pero no nos damos
cuenta de ella porque casi todo el mundo la sufre y se considera algo normal.
Este ruido mental incesante te impide encontrar el reino de quietud interior
que es inseparable del Ser. También crea un falso yo fabricado por la mente,
que lanza una sombra de miedo y sufrimiento.
La
identificación con la mente produce una pantalla opaca de conceptos, etiquetas,
imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquean toda verdadera
relación. Esa pantalla se interpone entre tú y tú mismo, entre tú y tu prójimo,
entre tú y la naturaleza, entre tú y Dios; crea la ilusión de separación, la
ilusión de que tú y el «otro» estáis totalmente separados. Entonces te olvidas
del hecho esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y de las
formas separadas, eres uno con todo lo que es.
La
mente es un instrumento soberbio si se usa correctamente. Sin embargo, si se
usa de forma in-apropiada, se vuelve muy destructiva. Para decirlo con más
precisión, no se trata tanto de que usas la mente equivocadamente: por lo
general no la usas en absoluto, sino que ella te usa a ti. Ésa es la
enfermedad. Crees que tú eres tu mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha
apoderado de ti.
Es
como si estuvieras poseído sin saberlo, y crees que la entidad posesora eres
tú.
LA
LIBERTAD COMIENZA cuando te das cuenta de que no eres la entidad posesora, el
pensador. Saberlo te permite examinar la entidad. En el momento en que empiezas
a observar al pensador, se activa un nivel de conciencia superior.
Entonces
empiezas a darte cuenta de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del
pensamiento, y de que el pensamiento sólo es una pequeña parte de esa
inteligencia. También te das cuenta de que todas las cosas verdaderamente
importantes —la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna—
surgen de más allá de la mente.
Empiezas
a despertar.
La
buena nueva es que puedes liberarte de tu mente, que es la única verdadera
liberación. Y puedes dar el primer paso ahora mismo.
EMPIEZA
POR ESCUCHAR LA VOZ QUE HABLA DENTRO DE TU CABEZA, y hazlo tan frecuentemente
como puedas. Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento
repetitivo, a esos viejos discos de gramófono que pueden haber estado dando
vueltas en tu cabeza durante años.
Esto
es lo que llamo «observar al pensador», que es otra manera de decir: escucha la
voz dentro de tu cabeza, mantente allí como presencia que atestigua.
Cuando
escuches la voz, hazlo imparcialmente. Es decir, no juzgues. No juzgues ni
condenes lo que oyes, porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a
entrar por la puerta de atrás.
Pronto
te darás cuenta de esto: la voz está allí y yo estoy aquí, observándola. Esta
comprensión Yo soy, esta sensación de tu propia presencia, no es un
pensamiento. Surge de más allá de la mente.
Así,
cuando escuchas un pensamiento, no sólo eres consciente del pensamiento, sino
también de ti mismo como testigo del pensamiento. Ha hecho su aparición una
nueva dimensión de conciencia.
CUANDO
ESCUCHAS EL PENSAMIENTO, sientes como si hubiera una presencia consciente —tu
yo profundo— por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su
poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente
mediante la identificación con ella. Es el principio del fin del pensamiento
compulsivo e involuntario.
Cuando
el pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente
mental, una brecha de «no-mente». Al principio las brechas serán cortas, tal
vez duren unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren
estas discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el
principio del estado natural de sentirte unido al Ser, generalmente nublado por
la mente.
Con
la práctica, la sensación de quietud y de
paz se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin. También
sentirás una sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti: la
alegría de Ser.
En
este estado de conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el
estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva
la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.
A
medida que profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le
denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado
sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación,
todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se
vuelven relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo,
sino de desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que
era «tu identidad». Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es
inconcebiblemente mayor que tú.
EN
LUGAR DE «OBSERVAR AL PENSADOR», también puedes crear una apertura en la
corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al
ahora. Basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente.
Esto
es algo por demás satisfactorio. De este modo retiras la conciencia de tu
actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y
consciente, pero no piensas. Ésta es la esencia de la meditación.
En TU
VIDA COTIDIANA puedes practicar esto tomando cualquier actividad rutinaria, que
habitualmente sólo es un medio para un fin, y darle toda tu atención para que
se convierta en un fin en sí misma.
Por
ejemplo, cada vez que subas o bajes las escaleras en tu casa o en tu puesto de
trabajo, presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu
respiración. Mantente totalmente presente.
O
cuando te laves las manos, presta atención a todas las percepciones sensoriales
asociadas con esa actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento
de tus manos, el aroma del jabón, etc.
O
cuando entres en tu coche, después de cerrar la puerta, detente durante unos
segundos y observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una
silenciosa pero intensa sensación de presencia.
Hay
un criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de
paz que sientas en tu interior.
El
paso más vital en tu camino hacia la iluminación es éste: aprende a no
identificarte con tu mente. Cada vez que creas una apertura en el flujo mental,
la luz de tu conciencia se fortalece.
Puede
que un día te sorprendas sonriendo a la voz que suena en tu cabeza como
sonreirías a las travesuras de un niño. Esto significa que has dejado de
tomarte el contenido de tu mente tan en serio, y que tu sentido de identidad ya
no depende de él.
A
medida que uno crece, va formándose una imagen mental de sí mismo basada en su
condicionamiento personal y cultural. A este yo fantasma lo llamamos ego. El
ego es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el pensamiento
constante. El término ego tiene distinto significado según se trate de una
persona u otra, pero cuando lo uso aquí me refiero al falso yo, creado por una
identificación inconsciente con la mente.
Para
el ego, el momento presente apenas existe. Sólo considera importantes el pasado
y el futuro. Esta inversión total de la verdad explica por qué, en la modalidad
ego, la mente es tan disfuncional. Siempre está tratando de mantener el pasado
vivo, porque ¿quién serías sin él? Y se proyecta constantemente hacia el futuro
para asegurarse la supervivencia y buscar en él una sensación de liberación o
satisfacción. Dice: «Algún día, cuando haya ocurrido esto, lo otro o lo de más
allá, estaré bien, en paz, seré feliz.»
Incluso
cuando parece que el ego está en el presente, no ve el presente: lo percibe
equivocadamente porque lo mira con los ojos del pasado. O reduce el presente a
ser un medio para un fin, un fin que siempre reside en el futuro proyectado por
la mente. Observa tu mente y comprobarás que funciona así.
El
momento presente contiene la clave de la liberación, pero no puedes encontrar
el momento presente mientras seas tu mente.
Alcanzar
la iluminación significa elevarse por encima del pensamiento. En el estado de
iluminación sigues usando la mente cuando la necesitas, pero de un modo mucho
más enfocado y eficaz que antes. La empleas principalmente con fines prácticos,
pero eres libre del diálogo interno involuntario, y vives en la quietud
interior.
Cuando
empleas la mente, y en particular cuando necesitas dar una solución creativa a
algo, vas oscilando cada pocos minutos entre la mente y la quietud, entre la
mente y la no-mente. La no-mente es conciencia sin pensamiento. Sólo la
no-mente permite pensar creativamente, porque da al pensamiento un poder real.
El pensamiento por sí solo, desconectado del vasto campo de la conciencia, se
convierte rápidamente en algo estéril, insano, destructivo.
La alegria sin objeto de JEAN KLEIN
- Para empezar nuestra entrevista, quisiera que me dijera dónde ha nacido usted.
- Contestar esa pregunta significaría ir en contradicción con todo lo que yo explico. Yo no he nacido.
- Nadie ha nacido, no es así?
- Así es.
- Pero estamos aquí, de alguna forma.
- Mientras consideramos que somos un cuerpo, también habremos de morir.
- Dónde ha nacido su cuerpo?
- En Europa central.
- Está todo muy bien montado, para que parezca que (todo) es real.
- Yo me di finalmente cuenta de que, cuando yo estaba disfrutando del objeto, no eran reales ni el objeto ni yo mismo. Solamente era real la alegría.
- Quién es el que está disfrutando?
- No hay nadie que disfruta. Solamente está la alegría.
- No hay nadie, en ninguna parte?
- En el momento de la alegría y de la libertad, no existe otra cosa que la alegría y la libertad. No hay dualidad.
LA IDEA DE SER UNA PERSONA
- Quién es Dios?
- Dios es un concepto.
- Pero si nos olvidamos del concepto... ;qué existe? Quién existe?
- Dios no existe. Dios es.
- Se le puede conocer?
- Tenemos que liberarnos de la idea de ser una persona. En el momento en que nos liberamos de creer que somos una identidad personal, hacemos sitio para que Dios aparezca.
- El deseo de liberarnos de nosotros mismos, ¿no implica pasar de un concepto a otro concepto?
- La ausencia de la idea de ser alguien deja a uno en un estado totalmente libre.
-¿Usted ama a Dios?
- Si yo le dijera que sí le estaría diciendo que existe una dualidad entre Dios y yo.
-¿Se siente dichoso de ser quien es?
- Me siento feliz.
-¿Es feliz siempre, o solamente algunas veces?
- Soy siempre feliz. Yo soy, y eso no es ningún estado. De un estado se entra y se sale. Y en esta alegría no hay sitio para el concepto de ser una persona feliz.
(.....)
- Yo veo, por la calle, que muchísima gente no es feliz.
-¿Y cuál es la causa de ello? No es otra cosa sino sentirse separados. Hay que ser uno mismo en la unidad.
-¿Qué se puede hacer por ellos, por estas personas? ¿Qué se puede hacer para evitar esa separación?
- Primero tienes que ser tú uno mismo. No hay que tratar de ayudar a los demás mientras uno mismo esté necesitando ayuda.
-¿Usted necesita ayuda, todavía?
- No.
-¿Tiene miedo a la muerte?
- No. Además, ya le he dicho que la muerte no existe.
- Bien, pero... Esa cosa que nosotros conocemos como muerte, esa cosa que le sucede al cuerpo cuando la vida se va... ¿qué significa, para usted?
- Un cambio. Todo está cambiando, constantemente. Cuando se va un pensamiento, viene otro. El cambio es siempre constante.
RECHAZAMOS LA FELICIDAD
- Tenernos motivos para estar contentos? Tenemos motivos para tener fe en el futuro?
- El futuro no existe.
- Cambiaré la pregunta: tenemos motivos para ser felices ahora?
- Si. Pero lo que ocurre es que no aceptamos, estamos siempre rechazando esa felicidad.
- Tenemos miedo?
- Sí.
;De qué tenemos miedo?
- Tenemos miedo de perder la idea de creernos una identidad personal.
- Tanto nos gusta esa idea de nosotros mismos?
- Se trata de una especie de mala costumbre, esa idea, una mala costumbre acumulada y alimentada por la sociedad.
- Es un sueño esta vida, verdad?
- Si, es un sueño.
- Pero es un sueño tan verdadero que parece real, no es así.?
-S i. Así, si tú estás soñando que eres un mendigo, tú en ese momento eres un mendigo. Si sueñas que eres un rey, en ese momento estás siendo el rey. Solamente dejarás de ser rey o mendigo cuando te despiertes y compruebes que todo ha sido un sueño.
(....)
NO SE PUEDE CODIFICAR LA MORAL
- Si usted viera a un hombre, en la punta de un acantilado, dispuesto a tirarse abajo, qué le diría?
- No se lo puedo decir.
-; No me lo puede decir?
- No.
- Por qué no me lo puede decir, vamos a ver?
- Porque esa situación no está sucediendo ahora. No se pueden examinar las acciones que no han sucedido. Las acciones surgen en cada instante. No se puede codificar la moral.
(....)
- Es usted un maestro?
- Hay circunstancias en las que yo puedo cumplir la función de un maestro. Pero yo no quiero restringirme o limitarme a ser un maestro.
- Existe el amor, en este mundo?
- Si, no hay más que amor.
- No es toda esta vida algo así como una acción teatral, una especie de representación escénica?
- Si. Y nuestro papel es permanecer en la sala, cómodamente instalados, y observar lo que sucede. Y no caer en la tentación de subir al escenario y ponernos a actuar o interpretar.
¿ES NECESARIO EL SUFRIMIENTO?
Le gusta esta conversación que estamos manteniendo los dos?
- Si, a mí me gusta esta conversación que mantenemos. Y, además, yo puedo sentir amor hacia usted.
- Sabe si yo también estoy sintiendo ese amor hacia usted?
- Inevitablemente. No podría hacer otra cosa.
- Hay mucho sufrimiento en el mundo. Dígame ahora algo acerca del sufrimiento.
- El sufrimiento, si se mira bien, no es malo en sí. Si sufres e interpretas bien ese sufrimiento, eso supondría una liberación.
- Es necesario el sufrimiento?
- No, yo no digo que sea necesario. Pero, desde el momento en que está ahí, es indicativo de algo.
- Sufrir es triste y desagradable.
- Es triste y desagradable para, la persona, si.
- Yo a veces soy muy feliz y, sin embargo, a veces también tengo miedo. - Qué es eso?
- Habría que ver qué es lo que precede al sentimiento del miedo.
- No sé cómo se hace eso.
- Si te duele el hígado debes mirar a qué obedece eso. A lo mejor es que has comido demasiado. A eso me estoy refiriendo. Hay que saber vivir con todo lo que, nos rodea, con nuestros pensamientos. Hay que ser cada vez más consciente en la vida. Sobre todo, no hay que tratar de cambiar la vida. Nosotros no podemos cambiar la vida. La vida cambia a medida que aumenta nuestra comprensión de la vida.
(......)
DESPERTAR EN UN INSTANTE
- Estamos muy lejos de despertar?
- Estamos despiertos solamente en los objetos. Nosotros estamos dormidos.
- Repito la pregunta: estamos muy lejos de despertar?
- No estamos ni lejos ni cerca.
- Cuándo se acabará este sueño? Soy consciente de que repito la pregunta por tercera vez.
- El problema de despertar no tiene nada que ver con el tiempo. Nos podemos despertar en un solo instante.
- Es eso cierto?
-Sí, es verdad. El despertar es una cosa instantánea.
- Usted ha despertado ya?
- Si, en un solo instante.
- Puede ayudarme a que yo despierte?
-si
- Hágalo, por favor.
- Escuche: dos científicos están trabajando en un laboratorio. Uno de ellos hace el descubrimiento. Entonces, transmite ese descubrimiento a su compañero. Le explica todas las combinaciones que ha ido haciendo para alcanzar un determinado resultado. Su compañero debe aceptar lo que le dicen, debe tener confianza en lo que está recibiendo. Pero él está recibiendo una información de segunda mano. Para que esta persona tenga una información de primera mano, deberá atravesar y pasar por las mismas etapas que pasó y atravesó el primer científico.
- No me quiere usted ayudar. No me quiere dar la fórmula encontrada en el laboratorio.
- Si, si que se la quiero dar. Vamos a ver: a quien se le representa esta situación que nosotros dos estamos viviendo?
-A mí
- Quién es usted?
- Una conciencia que está advirtiendo algo, una consciencia.
- Cuando esta situación que está usted advirtiendo ahora se termine, dónde estará su conciencia?
- Habré abandonado esta habitación y estaré fuera, paseando bajo los árboles.
- Lo que demuestra que su consciencia está fuera de la situación. Su consciencia es como una pantalla, y las situaciones son las imágenes que se proyectan sobre ella.
Las situaciones cambian, pero la pantalla no cambia. La pantalla nunca es afectada por las imágenes. La pantalla es la realidad. La pantalla es alegría es amor, es libertad.
- Me puedo marchar contento? Todo está bien, entonces?
- Puede irse contento. Y sea valiente, y no tome conclusiones. Tomar conclusiones es una función mental. Lo que aquí hemos hablado irá encontrando en usted distintos ecos. Y, un dia, se despertará en la comprensión. Y, entonces, usted mismo será comprensión.
- Era absolutamente indispensable que usted y yo nos hubiéramos encontrado?
- No hay azar en la vida. No puede plantearse el problema de lo indispensable. Nuestro cerebro está condicionado para advertir pasado, presente y futuro. Pero ello es solamente una función de nuestro cerebro. No existe pasado, presente y futuro. Solamente existe el estado del presente. Lo que se manifiesta en esta triple vertiente es solamente el presente.
Como siempre, espero que os sea útil e interesante. Si el burro lo a conseguido, entonces...
1 comentari:
Me parece muy interesante que divulgues a estos neo-vedantines. Yo hace años soy estudiante de Sesha ¿le conoces? Es el único autor vivo que conozco que ha logrado el Samadhi y tiene una filosofía muy desarrollada. A ver si te animas y le incluyes. Enhorabuena.
Publica un comentari a l'entrada