La Comuna en el plano de
lo escritural tiene varios hitos, uno de éstos es el afiche que en Francia - como en la península ibérica- presenta antecedentes orales desde la Edad Media a través de un personaje
bellísimo y extraordinario como lo fue el “pregonero”,
que recorría las calles,
plazas públicas, caminos y todo lugar susceptible de encontrar personas,
anunciando a gritos la pérdida de objetos, entierros, matrimonios, llegada de
mercancías, lugares de ventas, actas oficiales emanadas del rey o de la
iglesia. En tiempos de Francisco I en 1539 , luego de anunciarse las ordenanzas
al son de trompeta, se pegaban en un tablero para que fueran leídas por el
público. En la Revolución de 1789 comenzó a usarse el afiche con fines
políticos. Pero fueron las Comunas las que lograron plenamente beneficiarse de
este tipo de soporte.
El más famoso de ellos es el conocido como El afiche Rojo,
fijado sobre los muros de París el 7 de enero de 1871, en momentos cuando la
ciudad estaba sitiada por los alemanes. Letra pública trascendental para la
historia, la política y la literatura. El afiche en su contenido fue una
declaración de guerra al Gobierno de la Defensa Nacional de la segunda
República. Fue redactado por Émile Leverdays, Gustave Tridon, Edouard Vaillant
et Jules Vallès y decía así:
« Au peuple de Paris,
Les délégués de vingt arrondissements de Paris.
Le gouvernement qui, le 4 septembre, s’est chargé de la défense nationale a-t-il rempli sa mission ? – Non !
Nous sommes 500 000 combattants et 200 000 Prussiens nous étreignent ! À qui la responsabilité, sinon à ceux qui nous gouvernent ? Ils n’ont pensé qu’à négocier au lieu de fondre des canons et de fabriquer des armes.
Ils se sont refusés à la levée en masse.
Ils ont laissé en place les bonapartistes et mis en prison les républicains.
Ils ne se sont décidés à agir enfin contre les Prussiens qu’après deux mois, au lendemain du 31 octobre. Par leur lenteur, leur indécision, leur inertie, ils nous ont conduits jusqu’au bord de l’abîme : ils n’ont su ni administrer ni combattre, alors qu’ils avaient sous la main toutes les ressources, les denrées et les hommes.
Ils n’ont pas su comprendre que dans une ville assiégée, tout ce qui soutient la lutte pour sauver la patrie possède un droit égal à recevoir d’elle la subsistance ; ils n’ont rien su prévoir : là où pouvait exister l’abondance, ils ont fait la misère ; on meurt de froid, déjà presque de faim : les femmes souffrent, les enfants languissent et succombent. La direction militaire est plus déplorable encore : sorties sans but ; luttes meurtrières sans résultats ; insuccès répétés, qui pouvaient décourager les plus braves ; Paris bombardé. Le gouvernement a donné sa mesure : il nous tue. Le salut de Paris exige une décision rapide. Le gouvernement ne répond que par la menace aux reproches de l’opinion. Il déclare qu’il maintiendra l’ORDRE, comme Bonaparte avant Sedan.
Si les hommes de l’Hôtel de Ville ont encore quelque patriotisme, leur devoir est de se retirer, de laisser le peuple de Paris prendre lui-même le soin de sa délivrance. La municipalité ou la Commune, de quelque nom qu’on appelle, est l’unique salut du peuple, son seul recours contre la mort. Toute adjonction, ou immixtion au pouvoir actuel ne serait qu’un replâtrage, perpétuant les mêmes errements, les mêmes désastres. Or la perpétuation de ce régime, c’est la capitulation, et Metz et Rouen nous apprennent que la capitulation n’est pas seulement encore et toujours la famine, mais la ruine et la honte. C’est l’armée et la Garde nationale transportées prisonnières en Allemagne, et défilant dans les villes sous les insultes de l’étranger ; le commerce détruit, l’industrie morte, les contributions de guerre écrasant Paris : voilà ce que nous prépare l’impéritie ou la trahison.
Le grand peuple de 89, qui détruit les Bastilles et renverse les trônes, attendra-t-il dans un désespoir inerte, que le froid et la famine aient glacé dans son cœur, dont l’ennemi compte les battements, sa dernière goutte de sang ? – Non ! La population de Paris ne voudra jamais accepter ces misères et cette honte. Elle sait qu’il en est temps encore, que des mesures décisives permettront aux travailleurs de vivre, à tous de combattre.
Réquisitionnement général
Rationnement gratuit
Attaque en masse
La politique, la stratégie, l’administration du 4 septembre, constituées de l’Empire, sont jugées.
Place au peuple !
Place à la commune ! »
Jules Vallès es hijo de
la Comuna a quien le debemos la frase paradigma de la libertad: Je suis pour la liberté sans
rivages, “Yo estoy
por la libertad sin orillas”, escrita el 24 de febrero de 1868 a Albert Rogat,
redactor del diario Le Nord, en un artículo publicado en el Nain Jaune, y
retomado por Le cri du peuple, el 22 de marzo de 1871. La libertad sin
orillas; que es la libertad de la Comuna, no ha sido posible en parte alguna,
en razón de que los liberticidas de los distintos colores, invocando desde los
púlpitos de las diferentes ideologías, la asesinan cada vez que trata de
germinar en terreno favorable, en una condición increíble la eliminan en nombre
de la libertad misma. Francia vive verdaderos momentos de borrasca social y
cambios; en el área de la literatura como lo anota Pierre Bourdieu, la
literatura se afirma por si misma, se separa de la política, toma cuerpo de
manera independiente. En 1857 aparece Madame Bovary de
Flaubert y Les fleurs du mal de
Baudelaire, que en la historia de la literatura se convirtieron en símbolos
desacralizantes de los viejos valores del texto literario. Su presencia es un
elemento de desconcierto en el acto creativo. En lo concerniente a Vallès, él
nadará por distintas aguas, como lo anota en su tesis Chebbi, durante un tiempo
buscará introducirse en los medios cerrados de la gran edición para luego vituperar
y convertirse en un detractor de este tipo de literatura.
Jules Vallès es el
nombre de autor; porque el nombre de pila es Jules Louis Joseph Vallez, nació
en Puy-en-Velay en Haute Loire, el 11 de junio de 1832, tercer hijo de un
profesor de secundaria. Hizo su escuela primaria en Puy y continuó sus estudios
en Saint-Etienne. En 1847 se inscribe en la Agregación en gramática, en Nantes.
Su vida es una revuelta permanente contra la injusticia, una lucha sin descanso
para cambiar el orden establecido. Un año después está estudiando retórica en
el Liceo Nacional donde es activista revolucionario. En este año participa en
la siembra del árbol de la libertad. Con su amigo, Charles-Louis Chassin,
forman parte en la fundación del Club republicano de la juventud de “Bretagne
et Vendée”; y de inmediato organizan una
manifestación para abolir la esclavitud. Luego este Comité luchará contra
Louis-Napoléon Bonaparte y cesará de agitar a los estudiantes parisinos después
del Golpe de Estado del 2 de diciembre 1851. En 1852 obtiene su bachillerato
luego de haber superado el escándalo que lo obligó a asilarse en un hospital
mental en Nantes, ante las persecuciones políticas. En 1853 se inscribe en
Derecho y participa en el complot de la Ópera Cómica, hecho que lo condujo a la
prisión en compañía de Arthur Ranc. En 1857 muere su padre y escribe su primer
libro L’Argent (El
dinero). Se supone que por éstos años ingresó en la francmasonería. En 1860 es
empleado por la Mairie de Vaugirard, en la oficina de registro de nacimientos,
donde conoce a Hector Malot. En 1863 fracasa en obtener su Licencia en Letras
en la facultad de Caens.
En 1864 escribe en Le Figaro un
artículo de gran éxito, “Les réfractaires”, el que posteriormente, en 1865, se
convertirá en un libro. Escribirá luego en el Progrès de Lyon, L’Époque y
otros diarios. En 1866 aparece su tercer libro La Rue; un año
después funda su primer diario que lleva el nombre de su libro, La Rue. En 1868 La Rue (La Calle), es clausurada por haber
escrito artículos contra la policía, y Vallès es condenado a dos meses de
prisión. Recluido en la cárcel de Sainte-Pélagie, donde funda el diario Sainte-Pélagie. En
1869 lanza el diario Le Peuple (El
Pueblo) del cual logra sacar algunas ediciones. Luego creará Le Réfractaire (El Refractario) del cual saldrán
apenas tres ediciones. En ese mismo año, en mayo, será candidato a las
elecciones legislativas contra el republicano Jules Simon y el imperial
Lachaude, a quienes les opondrá un programa muy especial del cual extractamos
un párrafo:
…je deviens le candidat du
travail, je serai le député de la misère ! La misère ! Tant qu’il y
aura un soldat, un bourreau, un prête, un gabelou, un rat-de-cave, un sergent
de ville cru sur serment, un fonctionnaire irresponsable, un magistrat
inamovible ; tant qu’il y aura tout cela à payer, peuple, tu seras
misérable !...
…yo soy el candidato del
trabajo, yo seré el diputado de la ¡miseria! ¡La miseria! Mientras que haya un
soldado, un verdugo, un cura, un aduanero, un inspector de impuestos
indirectos, un sargento de pueblo creído sobre juramento un funcionario
irresponsable, un magistrado inamovible; mientras que tengas que pagar todo
eso, pueblo ¡tú serás miserable!...
Una canción de Jean Ferrat: La Comunne
No obstante de ser el
candidato de los desposeídos, perdió las elecciones. En 1870 vuelve a editar el
periódico La Calle y
también escribe en el diario La Marsellaise. Estalla
la Guerra franco-prusiana y Vallès es detenido por pacifista. En septiembre Francia
pierde la guerra por la toma de Sedan, y cae el Imperio que dirigía
Louis-Napoléon Bonaparte. El 4 de septiembre se proclama la República burguesa
que con algunas transformaciones es la que nos rige hoy en Francia, y también
con diferentes cambios en América y otras partes del mundo. Los trabajadores,
que igualmente están por la República, pero por una República distinta, se
oponen a la República burguesa naciente, representada en el gobierno de Defensa
Nacional. Vallès se suma a esta corriente. El 6 de enero 1871 participa en la
redacción de El Afiche Rojo, que es una denuncia a la traición que ha
hecho el gobierno del 4 de septiembre; igualmente una exigencia al
racionamiento gratuito. En febrero Vallès saca el más famoso de todos sus
periódicos Le cri du peuple (El grito del pueblo). El 26 de marzo es elegido miembro de
la Comuna en representación del barro quince. Durante la Comuna se integrará en
la Comisión de la educación pública y también en la Comisión de Relaciones
Exteriores.
Partidario
de la minoría, se oponen a la alta Comité Público. Él luchó en las
barricadas durante la "SEMANA SANGRIENTA" y logró refugiarse en
Inglaterra.
El 14 de julio de 1872 es
condenado en Consejo de Guerra a la pena de muerte por su participación en la
Comuna. Exiliado en Lausanne, escribe con Bellenger el famoso drama La Comuna de París,
luego vivirá en el exilio hasta 1880 en Londres. Condenado a muerte, regresó a París como la amnistía
de 1880, publicó de nuevo en 1883 (ayudado por su fiel colaboradora Séverine ),
"El grito del pueblo", donde se
expresan las ideas de blanquistas , guesdistas y libertarios..
Los artículos que
aparecerán en Francia, enviados desde Londres serán firmados con seudónimos.
Algunas de sus obras: Souvenirs d’un étudiant pauvre(Recuerdos de un estudiante
pobre), Les enfants du peuple (Los
niños del pueblo), Le Bachelier (El
bachiller), La Lanterne (La
Linterna), Un gentilhomme (Un
Hidalgo), L’insurgé (El
insurgente), traducido y leído en muchos países, L’Argent (El Dinero)…
Luego de la amnistía
regresa a Francia, enfermo de diabetes muere el 14 de febrero de 1885. Una
multitud de cien mil personas; entre quienes se encontraban muchos de sus
antiguos camaradas, lo acompañaron hasta el Cementerio Père-Lachaise.
Las otras entradas sobre la Comuna de París las podéis ver aquí:
Como siempre espero que os sea útil e interesante.
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