dimarts, de setembre 01, 2009

ARTHUR MACHEN: LA NATURALEZA DEL MAL.

Un escritor maldito.


Hace ya algunos -muchos- años, leí un libro que en aquel entonces fué todo un Best Seler, se trataba de "El retorno de los brujos" de Louis Pauwels y Jacques Bergier, que si os interesa podéis bajaros aquí:







http://www.telefonica.net/web2/ugutz/brujos.pdf




En aquellos años (mediados de los 60), de la TV en blanco y negro, del Madrid campeonísimo de todo, de los grises, de la cutre dictadura franquista, de la censura, de llevar las obras escogidas de Lenin envueltas en papel de peródico, de las manifestaciones y de la clandestinidad, la moralidad dominante, hacían que muy pocos temas de tipo "esotérico", mágico, o sencillamente alejados de lo que eran las creencias "correctas", tuvieran difusión. Pero ese libro y en mucha menor medida su continuación "La Rebelión de los brujos", rompieron el silencio y a algunos, nos despertó el gusanillo por lo "extraño".
Visto desde aquí, casi 40 años después, el libro no deja de ser una curiosidad, muchas de las cosas que allí leí son para olvidarlas, pero siempre me quedó éste pequeño texto en la "cocorota", la visión del mal de ese escritor maldito Arthur Machen, que me sigue pareciendo verdaderamente sabia y terrible.




Un día... hablaremos del diablo..., de ése Lucifer que pena por toda la eternidad, su rebeldía ante ese tiránico creador que es el Dios del Judaísmo y del cristianismo, de momento, podéis ir haciendo boca con ésta reflexión sobre el verdadero Mal.
Por otra parte, debo comentaros que aunque no era mi intención entrar en éste mensaje a hablaros de la relaciones del nazionalsocialismo con determinadas escuelas "esotéricas", me ha sido de todo punto evitarlo, aunque deba añadir que éste tema, así como el del satanismo o la demonología, serán ampliamente desarrollados en mensajes posteriores.


Arthur Machen nació bajo otro nombre: el de Arthur Llewelyn Jones, en Caerleon-on-Usk, condado de Gwent, al sur de Gales, el 3 de marzo de 1863. Era hijo de un pastor anglicano, John Edward Jones, vicario de la pequeña iglesia de Llandewi, cerca de Caerleon. Fue en la escuela cuando el pequeño Arthur adoptó el nombre de soltera de su madre, Machen.
Gales es una región de orígenes celtas, conquistada por los romanos, y después aplastada bajo el peso del poderoso imperio británico. A pesar de ello, Gales, se las arregló para seguir conservando todas sus costumbres y tradiciones, lengua incluida.
Machen, como buen galés, no podía dejar de verse influenciado por la tradición, y ya desde niño estaba fascinado por las ruinas romanas de Isca Silorum, muy cerca de su lugar de nacimiento, y que acababan de ser descubiertas recientemente. En realidad, el tema romano daría mucho de sí en su futura obra de ficción.
Machen asistió al Hereford Cathedral School, pero suspendió el examen de entrada en el Real Colegio de Cirujanos en 1880, y dado que sus padres no podían permitirse darle una educación universitaria, Arthur tuvo que marcharse a Londres a intentar ganarse la vida.
Justo antes de abandonar Gales, ya había publicado una edición privada de su primera obra, el poema «Eleusinia», en 1881, en una tirada de sólo cien números. Más tarde intentaría destruir todas las copias, seguramente avergonzado por su escasa calidad, pero según sus propias palabras, aún quedarían dos ejemplares intactos del panfleto, de las cuales ninguna ha llegado hasta nosotros.
En Londres, Machen tenía la esperanza de convertirse en un periodista y hacerse de este modo una carrera, pero de nuevo fracasa, teniendo que trabajar como empleado en una imprenta y como tutor para evitar morir de hambre. Arthur era un hombre solitario y apasionado por entonces, aún joven, pero más tarde se convertiría en una persona extrovertida.
Cuando su padre muere en 1887, dejó a su hijo una considerable suma de dinero, por lo que de pronto, Machen pasó a ser alguien económicamente independiente, y así lo sería durante los siguientes quince años.
En esta «Gran Década», que generalmente se suele enmarcar entre 1889 y 1899, Machen escribió muchas obras importantes, incluyendo la traducción de las «Memorias de Casanova», y por supuesto, los cuentos fantásticos que le dieron su bien merecida fama:



«El Gran dios Pan»,





«El pueblo blanco», o "La gente blanca"





su novela encadenada «Los tres impostores», y otras.
Muchas de esas obras, incluyendo la posterior «La casa de las almas», la novela casi autobiográfica «La colina de los sueños» y «La Gloria secreta», fueron por entonces condenadas como fruto de una imaginación enferma por la crítica victoriana. Machen, inasequible al desaliento, logró que algunas de esas críticas fueran posteriormente recopiladas en el volumen «Precious Balms».
En la década de los años 1880, Machen había escrito algunas obras menores, como la traducción del «Heptamerón» de Margarita de Navarra, el tratado «La Anatomía del Tabaco» (basado en la «Anatomía de la melancolía» de Burton) y la novela «Crónica de Clemendy». La traducción del «Heptamerón» le había sido encargada por el librero y editor George Redway de Covent Garden, quien contrató a Machen como vice-editor del «Walford's Antiquarian», y más tarde le hizo catalogar su colección de libros de ocultismo, una experiencia muy significativa para el futuro autor de «El gran dios Pan». Su traducción de Casanova también vale la pena mencionarla, por cuanto se trató en su día de la edición más completa y erótica, con lo cual muchos dueños de imprentas se negaron a editarla.
También traduciría «Moyen de Parvenir», una obra del escritor del siglo XVI Besroalde de Verville. Y en lo que respecta a «Crónica de Clemendy», una novela pseudo-medieval sin demasiado interés, la tradujo porque hablaba de su condado natal, Gwent.
En 1887, Arthur Machen se casó con Ameila Hogg. Esta relación según parece fue inusualmente hermética, ya que el autor ni tan siquiera la llega a mencionar en sus autobiografías, y no existen ni retratos ni fotografías de su mujer. Sin embargo, esto no quiere decir que no la amara, porque Machen quedó destrozado cuando Ameila falleció víctima de cáncer en 1899.
Por entonces, dejó de escribir, y se unió a la Golden Dawn u Orden del Amanecer Dorado, una sociedad secreta dedicada al esoterismo.






Veamos con algo más de detalle lo que era la Golden Dawn.


"La Orden Hermética de la Golden Dawn –que traducida al español significa Alba Dorada-, ve la luz allá por el 1887 o el 1888, no hay coincidencia en cuanto a su fundación. De lo que si se tienen datos precisos es que fueron tres individuos, Mathers ,Westcott, y Woodman quienes sentaron las bases de la futura Orden. Todos ellos habían participado en Logias Masónicas y eran reconocidos como ocultistas practicantes.


Un misterio inquietante refiere a los documentos que le confirieron a la Golden Dawn la acreditación necesaria. Hay quién sostiene que su nacimiento se debió al hallazgo aparentemente casual de unos documentos procedentes de una fuente de Nuremberg, que contenían rituales de iniciación hasta hoy desconocidos. Aunque desde la Orden se predica que Mathers recibió los Manuscritos Cifrados para traducir. El código era simple, y había sido creado en el siglo XV por el abate Trithemius. La historia registra que fue Westcott quién encargó a Mather traducir los manuscritos y usarlos como esqueleto para lo que luego se conocería como las Iniciaciones de la Orden Externa de la Golden Dawn. Se cree que Mathers y Wescott ya estaban iniciados en los Misterios Rosacruces y que los Manuscritos Cifrados eran un método de proteger su propio juramento de secreto.





En 1892 la Golden Dawn se enfrentó a una grave crisis que puso de manifiesto cuan frágiles eran las bases que le servían como sustento. Ocurrió que la Orden había obtenido una cédula original y los rituales para los primeros cinco grados de una logia afín en Alemania, con la que mantenía abundante correspondencia. Sin embargo, ni un solo miembro de Alba Dorada había visitado jamás la Logia Alemana, ni conocía a ninguno de sus miembros. Los entusiastas magos incipientes ya pisaban terreno peligroso. Cundió la consternación cuando la Logia de Nuremberg se negó a entregar los cuatro grados de ascenso de los adeptos, los cuales conducían directamente a la comunicación con las jerarquías de inteligencias superiores.





Gracias a la oportuna intervención de Mathers, la Logia logró sobrevivir. En una reunión general de la Logia, anunció que él mismo había establecido contacto con los Poderes, que se le había presentado con los grados y rituales requeridos del Segundo Orden. Sin embargo él no se había comunicado con las jerarquías celestiales, sino con una jerarquías de Superhombres... los jefes secretos del Tercer Orden. Estamos llegando a un punto interesante en la historia de la Orden. Crucial, diríamos, porque estas Jerarquías o Superiores Desconocidos no son patrimonio exclusivo de la Golden Dawn. La Teosofía también fue presa de estos contactos.

Pero no adelantemos especulaciones.

Superada la crisis gracias a la rápida intervención de Mathers “la sociedad hermética tuvo un período de unos quince años de vida, suficientes para marcar la trayectorias vitales de muchos de sus afiliados”, que contó en sus filas con destacadas personalidades, como el mencionado William Butler Yeats, Bram Stocker, autor de Drácula, y también algunos científicos y actores.

La Orden practicaba magia ceremonial “que incluían invocaciones a dioses de panteones extintos. La calidad literaria de muchos de tales rituales no es nada despreciable, con pasajes de alto contenido poético”. También fue permitida la entrada de mujeres, convirtiéndose en una Sociedad Hermética de orden abierto. Los adeptos de la Golden Dawn aprendían el alfabeto hebreo y el sefirótico árbol de la vida, además de tarot, astrología y geomancia.

A diferencia de la Teosofía que tenía una estrecha relación con el pensamiento oriental, en la Golden Dawn se buscó un acercamiento con el legado de los egipcios, griegos, romanos, hermetistas, gnósticos y cabalistas. La reputación de la Orden sufrió un duro revés cuando saltó a la luz pública que su líder, Mathers, se contactaba con unos seres, que afirmaban pertenecer a una categoría distinta a la del hombre y que más tarde fueron conocidos como los jefes secretos del Tercer Orden o Superhombres. De la noche a la mañana la Orden pasó de ser considerada como una mera Sociedad de Hermetistas, a ser vista como una Sociedad de Brujos, con un coqueteo no admitido de la Magia Negra.

¿Pero había razón para alarmarse? Prestar atención a las palabras de Mathers: “...Ni siquiera conozco sus nombres, y en rara ocasiones los he visto en cuerpos físicos ... Mis encuentros con ellos me han mostrado lo difícil que es para un mortal, por muy avanzado que esté, soportar su presencia ... No quiero decir que durante mis pocos encuentros con ellos haya experimentado los mismos sentimientos de intensa depresión física que acompaña a la pérdida de magnetismo; al contrario, la sensación era la de estar en contacto con una fuerza tan terrible que solo puedo comparar con lo que usualmente experimenta una persona a la que un relámpago cae muy de cerca durante una violenta tormenta; esto unido a una dificultad respiratoria parecido al efecto estrangulador del éter. Debido a mi práctica en el trabajo ocultista, no puedo concebir que un iniciado mucho menos avanzado sea capaz de soportar una tensión de tal magnitud, ni aún durante unos minutos, sin que le sobrevenga la muerte..., la postración nerviosa después de cada encuentro es terrible y va acompañada de sudores fríos y hemorragias de la nariz, la boca y los oídos...”






La relación entre la Golden Dawn y el nazionalsocialismo se produce a través de Otto Rahn y la Sociedad de Thule:




La Sociedad Thule originalmente Grupo de Estudio de la Antigüedad Alemana fue un grupo ocultista, notable principalmente por ser la organización que patrocinó al (DAP), más tarde transformado por Adolf Hitler en el Partido_Nacionalsocialista_Alemán de los Trabajadores".
Wolfram von Sievers (1905-1948), maestro ocultista que figura poco también en nuestras obras de referencia. Bajo la mirada de Himmler, fundó el oscuramente famoso Ahnenerbe (Investigaciones Ancestrales o algo parecido), departamento secreto de las SS pensado, en un primer momento, para descubrir el auténtico origen de la esvástica y, por supuesto, de la raza aria que se relacionaba con La Atlántida





La Sociedad Thule fue fundada el 17 de agosto de 1918 por Rudolf von Sebottendorff, un ocultista alemán, como rama muniquesa de la Germarnenorden, una sociedad secreta también conocida como «Orden de los Teutones» (1912).Von Sebottendorff sostuvo más tarde que originalmente pretendió que la Sociedad Thule fuese un vehículo para promover sus propias teorías ocultistas, pero que la Germanenorden le presionó para hacer énfasis en los temas políticos, nacionalistas y antisemitistas. Dado que esta afirmación fue hecha mientras los nazis seguían en el poder y von Sebottendorff tenía poco que ganar con la negación de su antisemitismo, bien pudiera ser cierta. El principal interés de la Sociedad Thule fue una reivindicación sobre los orígenes de la raza ária. «Thule» era un país situado por los geógrafos grecorromanos en el más lejano norte. La sociedad fue bautizada en honor a la Última Tule (en latín ‘el norte más distante’), mencionada por el poeta romano Virgilio en su poema épico La Eneida, que era la porción más al norte de Thule y se suele asimilar a Escandinavia. Designada por la ariosofía capital de la Hiperbórea, situaron Ultima Thule en el extremo norte cercano a Groenlandia o Islandia.
Los thulistas creían en la teoría intraterrestre. Entre sus metas, la Sociedad Thule incluyó el deseo de demostrar que la raza aria procedía de un continente perdido, quizás la Atlántida.






La Sociedad Thule mantuvo estrechos contactos con seguidores de la
teosofía y de Helena Blavatsky, una famosa ocultista de la segunda mitad del siglo XIX.Los temas antroposóficos también eran frecuentes, como expresa el lema Der Weg ist in Dir (‘El camino está dentro de ti’). La autorrealización y la posición suprema de la persona humana eran esenciales para los thulistas.
En el misticismo nazi, son importantes varios lugares como la Atlántida, Thule, Hiperbórea, Shambhala, Agartha y la estrella de Aldebarán los cuales se consideran como los hogares originales de la raza aria y el superhombre.
Otra creencia habla sobre la raza maestra (Herrenrasse) la cual fue corrompida y debilitada por medio de la mezcla con otras razas consideradas inferiores. Asimismo, uno de los datos centrales que ilustra este conjunto de creencias, y uno de los que más popularidad ha cobrado, fue la búsqueda del Santo Grial por parte de los Nazis. Otto Rahn, investigador, miembro de las SS y autor del libro "La corte de Lucifer" lo buscó en Montsegur, y el propio Heinrich Himmler acudió a Montserrat el 23 de octubre de 1940, supuestamente en su búsqueda, acompañado de Karl Wolf, su jefe de estado mayor y mentor de Rahn, a quien introdujo en las SS.




Himmler llevaba consigo la obra de Rahn (que había fallecido el año anterior), La corte de Lucifer, la cual ordenó distribuir gratuitamente entre los oficiales de alta graduación del cuerpo Himmler concedía a ciertos elegidos un anillo (Totenkopfring) que, según algunos autores, indicaba un rango de iniciación en las creencias de tinte esotérico que caracterizaban a la alta cúpula de las SS, creencias que se traducían en rituales mágico-paganos que se practicaban durante los solsticios o equinoccios y propugnaban la exaltación de la raza aria.




Otras de las prácticas que atraían el interés de los Nazis eran el Espiritismo, el Mesmerismo-magnetismo, el significado de las runas y la astrología. Si bien el gobierno no exigía pertenecer a algún culto específico, es cierto que dentro de ciertos círculos de líderes influidos por las creencias paganas de Alfred Rosenberg, se propugnara un Neopaganismo como una contraposición al judeocristianismo, con Himmler como uno de sus principales adeptos.

Himmler creía ser la reencarnación de Heinrich “el Cazador”, fundador de la estirpe real de Sajonia, en el siglo X, y entregado al paganismo, se proclamó adorador del dios Wotan.








El interés por el Catarismo fue, sin embargo, otra nota dominante; Otto Rahn tenía a los Cátaros por legítimos guardianes del Grial y consideraba el Catarismo como una religión ecuménica y capaz de unificar Europa. Rahn falleció el 13 de marzo de 1939, y una de las teorías, a la que en general se le ha concedido bastante verosimilitud, apunta a que habría muerto de frío en el Wilden Kaiser, practicando el Endura Cátaro, una especie de suicidio ritual. " Sacado de:



Continuando con la biografía de Arthur Machen.
El dinero que le había dejado la herencia de su padre se agotó en 1901, por lo que Machen no tuvo más remedio que buscarse un empleo, encontrándolo como actor en la compañía de Frank Benson desde 1901 a 1909, un periodo que según su biógrafo Anthony Lejeune fue «el más feliz de su vida». Durante esta época teatral, en 1903 se casó otra vez, en esta ocasión con Dorothy Purefoy Hudleston, de la que tuvo un hijo, nacido en 1912, Hilary, y una hija, en 1917, Janet.


Pero la «pobreza» y la «oscuridad» serían de hecho los estados más habituales en la vida de Machen. Después de dejar el teatro, se unió al periódico «London Evening News» para trabajar como reportero.
Parece que como periodista era aún peor que como actor, tal vez porque estaba obligado a dejar en el trabajo parte de su libertad. Pero este empleo le hizo conocer personas y lugares poco habituales, que él encontraba interesantes, o ser testigo de acontecimientos extraordinarios como, en 1913, el funeral por el Capitán Scott, el hombre que había muerto intentando llegar al Polo Sur; y sus jefes se dieron cuenta de que Machen estaba hecho para escribir artículos como ese.
En este periodo como reportero, Machen vuelve a la literatura y escribe varias obras originales, como «El Regreso», o su celebrada «El Terror», y por supuesto incontables artículos periodísticos para el «Evening News», muchos de los cuales son bastante malos, o al menos no tan importantes como sus trabajos de ficción.



En 1914 escribió «Los Ángeles de Mons», un relato totalmente ficticio sobre unos arqueros angelicales que durante la Primera Guerra Mundial se aparecieron en la batalla de Mons en ayuda de los soldados británicos. Aunque la historia es pura ficción, hizo que mucha gente creyera en ella, y a pesar de sus constantes negaciones de veracidad del cuento, existen hoy en día al menos tres libros y cientos de artículos supuestamente «serios» que hablan de los ángeles de Mons como prueba irrefutable de la existencia de los celestiales seres.
Además de trabajar para el «Evening News», Machen se dedicó como "freelance" a escribir para otros muchos periódicos y revistas literarias, como «The Academy», «T.P.'s Weekly», «John O'London's Weekly», «The Independent», «Daily Mail» y otros. Aunque no han sido publicados en España, existen selecciones de sus artículos periodísticos en libros como «Dog and Duck», «Notes and Queries», «The Shining Pyramid» (¡no confundir con su libro del mismo título!) y «The Glorious Mystery». Esta última era una revista publicada por Vincent Starrett, una persona que jugó un importante papel en la introducción de Machen entre los lectores americanos.
De hecho, Machen ya era muy popular en los Estados Unidos en los años 20, teniendo editados sus libros por Alfred A. Knopf. Su reputación como escritor era buena, aunque sin reportarle ganancias espectaculares.


En 1921, Lord Alfred Douglas, un antiguo editor de Machen, presentó una demanda contra el «Evening News» porque Machen había publicado un artículo afirmando que dicho Lord Douglas había muerto, y en la necrológica lo tildaba de «degenerado». Aunque el adjetivo era un asunto discutible, lo cierto es que Lord Douglas estaba, por supuesto, vivo, y el asunto costó mil libras de indemnización al "Evening News" y el puesto de trabajo para Arthur Machen.
Pero al parecer, ser despedido no le importó mucho, pues gracias a las ganancias que le reportaban sus libros en los Estados Unidos, tenía tiempo suficiente para pasarlo sin trabajar. Vivía en Melina Place, St. John's Wood, Londres, posiblemente mucho más cómodo que nunca antes en su vida. Solía celebrar pequeños encuentros con su círculo de amigos los fines de semana.
Sin embargo, al final de los años 20, Machen volvió a caer en la pobreza, ya que la moda de sus obras en América había pasado y el dinero dejó de fluir. Los Machen vendieron la casa familiar y se mudaron a Amersham, Buckinghamshire, en 1929. Arthur ya había pasado más de cincuenta años en Londres, y a partir de entonces viviría en Amersham hasta el fin de su vida.
Sus amigos se encargaron de conseguirle una pensión de cien libras al año, lo que no le permitía vivir establemente.
En estos últimos años su obra fue muy escasa: «La Ronda Verde» (no muy apreciada por la crítica), y dos colecciones de cuentos, «The Cosy Room» y «Los niños del estanque». También escribió artículos y comentarios de libros para obtener algún dinero extra.
Dado su penoso estado de vida, las autoridades civiles de Monmouthshire tuvieron que organizarle una cena homenaje en Newport con motivo de su 74 cumpleaños, donándole un cheque por 1.200 guineas.
La situación económica de Machen era ya tan mala que dos de sus admiradores, Desmond MacCarthy y Colin Summerford, propusieron una colecta para obtener fondos, que finalmente obtuvo más de 2.000 libras.
Después de una carrera que había durado más de 55 años como escritor, Arthur Machen falleció el 30 de marzo de 1947 a la edad de 84 años.
La influencia de Machen en la carrera de otros escritores es tan grande que es casi imposible mencionarlos a todos.




Se puede considerar entre los más importantes a H.P. Lovecraft, con su relato «El Horror de Dunwich»,




la novela «Ceremonia» de T.E.D. Klein, o la «Historia de Fantasmas» de Peter Straub, entre los más modernos.


El relato de Lovecraft y la novela de Straub están directamente influidas por el cuento de Machen «El gran dios Pan», mientras que la novela de Klein tiene una fuerte influencia de «El pueblo blanco».
Pero en lo que se refiere a Lovecraft, su obra está llena de recuerdos machenianos, comenzando por el nombre del dios Nodens, que aparece en «El gran dios Pan». En «La extraña casa sobre la colina» y «En busca de la ciudad del sol poniente» también aparece Nodens mencionado.
Además, el maestro de Providence usó un fragmento completo del cuento de Machen «La mano roja» al comienzo de la genial «El Horror de Red Hook». Podemos considerar que la misma idea de antiguas razas supervivientes en nuestros días está al menos influenciada por las creencias de Machen en las leyendas celtas sobre la «pequeña gente», los duendes y las hadas.
Es aconsejable leer las referencias completas que hace Lovecraft sobre Machen en su ensayo «El Horror en la Literatura", publicado por Alianza Editorial.



Rafael Llopis, en su excelente ensayo publicado en la famosa edición de Alianza Editorial de "Los Mitos de Cthulu", nos dice, refiriéndose a Machen que este autor fue un adelantado en la corriente que acabó produciendo una trascendente mutación del cuento de miedo anglosajón. Sigue Llopis:
"Machen sintió que era necesario revisar a fondo el cuento de miedo: Y empezó a eliminar de él toda una serie de elementos caducos: el castillo medieval, el muerto en todas sus infinitas variedades y subespecies, la noche...En una palabra, sepultó la tramoya romántica y se puso a escribir cuentos de miedo a base de luz, de campo, de verano, de cantos de insectos, de piedras y de montes.
Se sabe de Machen que pertenecía una sociedad secreta llamada "Golden Dawn". Tal vez fue en ella donde encontró material numinoso novelable. Quizá el mismo no quería asustar, sino dar publicidad a aquellas doctrinas místicas. No lo sé. Pero de lo que no cabe duda es de que sus relatos fueron aceptados como cuentos de miedo, es decir como pura ficción fantástica que producía un deseable estremecimiento de terror".




SOBRE LA NATURALEZA DEL MAL
Arthur Machen - 'The White People' Prólogo .



Podéis descargarlo aquí:



http://66.240.239.19/2/1/5/21551.ZIP

"Ambrosio dijo: Brujería y santidad, he aquí las únicas realidades, Y prosiguió: la magia tiene su justificación en sus criaturas; comen mendrugos de pan y beben agua con una alegría mucho más intensa que la del epicúreo.
¿Os referís a los santos?
Si, y también a los pecadores, creo que vos caéis en el error frecuente de los que limitan el mundo espiritual a las regiones del bien supremo. Los seres extremadamente perversos forman parte también del mundo espiritual. El hombre vulgar, carnal y sensual no será jamás un gran santo. Ni un gran pecador. En nuestra mayoría somos simplemente criaturas de barro cotidiano, sin comprender el significado profundo de las cosas, y por esto el bien y el mal son en nosotros idénticos: de ocasión, sin importancia.



¿Pensáis, pues que el gran pecador es un asceta lo mismo que el gran santo?
Los grandes, tanto en el bien como en el mal, son los que abandonan las copias imperfectas y se dirigen a los originales perfectos. Para mí no existe la menor duda, los más excelsos entre los santos jamás hicieron 'una buena acción', en el sentido común de la palabra. Por el contario existen hombres que han descendido hasta el fondo de los abismos del mal, y que en toda su vida, no han cometido lo que vosotros llamáis una 'mala acción'.
Se ausentó un momento de la estancia, Cotgrave se volvió a su amigo y le dio las gracias por haberle presentado a Ambrosio. Es formidable, dijo. Jamás había visto a un chalado de esta clase
Ambrosio volvió con una nueva provisión de whisky y sirvió a los dos hombres con largueza. Criticó con ferocidad la secta de los abstemios, pero se sirvió un vaso de agua. Iba a reanudar su monólogo cuando Cotgrave le atajó.
Vuestras paradojas son monstruosas.
¿Puede un hombre ser un gran pecador sin haber hecho nunca nada culpable? ¡Vamos hombre!
Os equivocáis completamente, dijo Ambrosio, pues soy incapaz de paradojas: ¡ojala pudiera hacerlas! He dicho simplemente que un hombre puede ser un gran conocedor de vinos de Borgoña sin haber entrado jamás en una taberna. Esto es todo, y ¿no os parece más una perogrullada que una paradoja?.


Vuestra reacción revela que no tenéis la menor idea de lo que puede ser el pecado.
¡Oh! naturalmente existe una relación entre el Pecado con mayúscula y los actos considerados como culpables: asesinato, robo, adulterio, etc. Exactamente la misma relación que existe entre el alfabeto y la poesía genial.
Vuestro error es casi universal: os habéis acostumbrado como todo el mundo a mirar las cosas a través de unas gafas sociales. Todos pensamos que el hombre que nos hace daño a nosotros o a nuestros vecinos es un hombre malo. Y lo es desde el punto de vista social. ¿Pero no podéis comprender que el Mal, en su esencia, es una cosa solitaria, una pasión del alma? El asesino corriente, como tal asesino, no es en modo alguno un pecador en el verdadero sentido de la palabra. Es sencillamente una bestia peligrosa, de la que debemos librarnos para salvar nuestra piel. Yo lo clasificaría mejor entre las fieras que entre los pecadores.
Todo esto me parece un poco extraño
Pues no lo es, el asesino no mata por razones positivas, sino negativas, le falta algo que poseen los no-asesinos. El Mal por el contario es totalmente positivo. Pero positivo en el sentido malo. Y es muy raro. Sin duda hay menos pecadores verdaderos que santos. En cuanto a los que llamáis criminales, son seres molestos, desde luego, y de los que la sociedad hace bien en guardarse; pero entre sus actos antisociales y el Mal existe un abismo. ¡Creedme!.
Se hacía tarde. El amigo que había llevado a Cotgrave a casa de Ambrosio había oído sin duda esto otras veces. Escuchaba con sonrisa cansada y un poco burlona, pero Cotgrave empezaba a pensar que su 'alienado' era tal vez un sabio.
¿Sabéis que me interesáis enormemente? , dijo.
¿Opináis pues que no comprendemos la verdadera naturaleza del Mal?
Lo sobreestimamos. O bien lo menospreciamos. Por una parte, llamamos pecado a las infracciones de los reglamentos de la sociedad de los tabúes sociales. Es una exageración absurda. Por otra parte atribuimos una importancia tan enorme al 'pecado' que consiste en meter mano a nuestros bienes o a nuestras mujeres que hemos perdido absolutamente de vista lo que hay de horrible en los verdaderos pecados.
Entonces ¿qué es el pecado?, dijo Cotgrave
Me veo obligado a responder a su pregunta con otras preguntas. ¿Qué experimentaría si su gato o su perro empezaran a hablarle con voz humana? ¿Y si las rosas de su jardín se pusieran a cantar? ¿Y si las piedras del camino aumentaran de volumen ante sus ojos? Pues bien, estos ejemplos pueden darle una vaga idea de lo que realmente es el pecado.
Escuchen, dijo el tercer hombre, que hasta entonces había permanecido muy tranquilo, me parece que los dos están locos de remate. Me marcho a mi casa. He perdido el tranvía y tendré que ir a pie, Ambrosio y Cotgrave se arrellenaron aun mas en sus sillones después de su partida. La luz de los faroles palidecía en la bruma de la madrugada, que helaba los cristales.
Me asombra usted, dijo Cotgrave. Jamás había pensado en todo esto. Si realmente es así hay que volverlo todo al revés. Entonces según usted la esencia del pecado sería...
Querer tomar el cielo por asalto, respondió Ambrosio. El pecado consiste en mi opinión, en la voluntad de penetrar de manera prohibida en otra esfera más alta. Esto explica que sea tan raro. En realidad pocos hombres desean penetrar en otras esferas, sean altas o bajas, y de manera autorizada o prohibida. Hay pocos santos. Y los pecadores, tal como yo los entiendo, son todavía más raros. Y los hombres de genio (que a veces participan de aquellos dos) también escasean mucho... Pero puede ser más difícil convertirse en un gran pecador que en un gran santo.
¿Porque el pecado es esencialmente naturaleza?
Exacto. La santidad exige igualmente un esfuerzo igualmente grande, o poco menos, pero es un esfuerzo que se realiza por caminos que eran antaño naturales. Se trata de volver a encontrar el éxtasis que conoció el hombre antes de la caída. En cambio el pecado es una tentativa de obtener un éxtasis y un saber que no existen y que jamás han sido dados al hombre y el que lo intenta se convierte en demonio.
Ya le he dicho que el simple asesino no es necesariamente un pecador. Esto es cierto, pero el pecador es a veces asesino. Pienso en Gilles de Rais, por ejemplo. Considere que, si el bien y el mal están igualmente fuera del alcance del hombre contemporáneo, del hombre corriente, social y civilizado, el mal lo está en un sentido mucho más profundo.
El santo se esfuerza en recobrar un don que ha perdido; el pecador persigue algo que no ha poseído jamás. En resumidas cuentas reproduce la Caída.



¿Es usted católico?, preguntó Cotgrave.
Sí, soy miembro de la Iglesia anglicana perseguida.
Entonces ¿qué me dice de esos textos en que se denomina pecado lo que usted califica de falta sin importancia?
Advierta, por favor, que en estos textos de mi religión aparece reiteradamente el nombre de 'mago' que me parece la palabra clave. Las faltas menores que se denominan pecados, solo se llaman así en la medida que el mago perseguido por mi religión esta detrás del autor de esos pequeños delitos. Pues los magos se sirven de las flaquezas humanas resultantes de la vida material y social como instrumentos para alcanzar su fin infinitamente execrable. Y permita que le diga esto: nuestro sentidos superiores están tan embotados, estamos hasta tal punto saturados de materialismo, que seguramente no reconoceríamos el verdadero mal si nos tropezáramos con él.
Pero ¿es que no sentiríamos a despecho de todo un cierto horror, este horror, de que me hablaba hace un momento al invitarme a imaginar unas rosas que rompiesen a cantar?
Si fuésemos seres naturales, sí. Los niños, algunas mujeres y los animales sienten ese horror. Pero en la mayoría de nosotros, los convencionalismos, la civilización y la educación han embotado y oscurecido la naturaleza. A veces podemos reconocer el mal por el odio que manifiesta al bien, y nada más, pero esto es puramente fortuito. En realidad, los Jerarcas del Infierno pasan inadvertidos a nuestro lado.


¿Piensa que ellos mismos ignoran el mal que encarnan?
Así lo creo. El verdadero mal en el hombre es como la santidad y el genio. Es un éxtasis del alma, algo que rebasa los límites naturales del espíritu, que escapa a la conciencia. Un hombre puede ser infinitamente y horriblemente malo, sin sospecharlo siquiera. Pero repito: el mal, en el sentido verdadero de la palabra, es muy raro. Creo que incluso cada vez lo es más.
Procuro seguirle, dijo Cotgrave. ¿Cree usted que el Mal verdadero tiene una esencia completamente distinta de lo que solemos llamar el mal?
Absolutamente. Un pobre tipo excitado por el alcohol vuelve a su casa y mata a patadas a su mujer y a sus hijos. Es un asesino. Gilles de Rais es también un asesino. Pero ¿advierte usted el abismo que los separa? La palabra es accidentalmente la misma en ambos casos, pero el sentido es totalmente distinto.
Gilles de Laval, Baron de Rais (1404-1440) - (Barba Azul). Acaudalado noble y militar, defensor de Francia junto a Juana de Arco y ferviente admirador de ésta cuya trágica muerte en la hoguera perturbará su personalidad definitivamente iniciando una increíble carrera de crímenes y sacrilegios que lo conducirán a las más crueles prácticas de sadismo bajo la influencia del mal del cual parecerá librarse solamente poco antes de ser ejecutado en la hoguera.
Cierto que el mismo débil parecido existe entre todos los pecados sociales y los verdaderos pecados espirituales, pero son como la sombra y la realidad. Si usted es un poco teólogo tiene que comprenderme.
Le confieso que no he dedicado mucho tiempo a la teología, observó Cotgrave.
Lo lamento; pero volviendo a nuestro tema ¿cree usted que el pecado es una cosa oculta, secreta?


Si. Es el milagro infernal, como la santidad es el milagro sobrenatural. El verdadero se eleva a un grado tal que no podemos sospechar en absoluto su existencia. Es como la nota más baja del órgano, tan profunda que nadie la oye. A veces hay fallo, recaídas, que conducen al asilo de locos o a desenlaces todavía más horribles.
Pero en ningún caso debe confundirlo con la mala acción social. Acuérdese del Apóstol: hablaba del otro lado y hacia una distinción entre las acciones caritativas y la caridad. De la misma manera que uno puede darlo todo a los pobres y, a pesar de ello, carecer de caridad, puede evitar todos los pecados y, sin embargo ser una criatura del mal.
¡He aquí una psicología singular!, dijo Cotgrave. Pero confieso que me gusta. Supongo que según usted, el verdadero pecador podía pasar muy bien por un personaje inofensivo, ¿no es así?.
Ciertamente. El verdadero mal no tiene nada que ver con la sociedad. Y tampoco el Bien, desde luego. ¿Cree usted que se sentiría a gusto en compañía de san Pablo?
¿Cree usted que se entendería bien con sir Galahad?. Lo mismo puede decirse de los pecadores. Si usted encontrase a un verdadero pecador y reconociese el pecado que hay en él sin duda se sentiría horrorizado. Pero tal vez no existiría ninguna razón para que aquel hombre le disgustara. Por el contrario es muy posible que si lograba olvidar su pecado, encontrase agradable su trato.
¡Y sin embargo! ¡No! ¡Nadie puede adivinar cuan terrible es el verdadero mal..!
¡Si las rosas y los lirios del jardín se pusieran a cantar esta madrugada, si los muebles de esta casa empezaran a desfilar en procesión como en el cuento de Maupassant...!
Celebro que vuelva a esta comparación, dijo Cotgarve, pues quería preguntarle a que corresponden, en la humanidad estas proezas imaginarias de las cosas que usted cita.
Repito: ¿qué es pues el pecado? Quisiera que me diese un ejemplo concreto.
Por primera vez Ambrosio vaciló:
Ya le he dicho que el verdadero mal es muy raro. El materialismo de nuestra época que tanto ha hecho para suprimir la santidad, tal vez ha hecho más aun para suprimir el mal. Encontramos la tierra tan cómoda, que no sentimos deseos de subir ni de bajar. Todo ocurre como si un especialista del Infierno realizase trabajos puramente arqueológicos.
Sin embargo tengo entendido que sus investigaciones se han extendido hasta la época actual.
Veo que usted está realmente interesado. Pues bien, le confieso que he reunido, en efecto, algunos documentos...
Ambrose tomó una vela y se dirigió a un lejano y sombrío rincón de la habitación. Cotgrave le observó abrir un viejo buró ahí situado, y, de un secreto alojamiento sacar un paquete; volviendo posteriormente a la ventana donde habían estado sentados.


Ambrose deshizo la envoltura, y extrajo un libro verde, era un libro de bolsillo
-¿Cuidará de él? - dijo - No lo deje a la vista. Es una de las piezas más preciadas de mi colección, y lamentaría mucho que se perdiera. - Manoseó la deslucida cubierta. - Conocí a la joven que escribió esto. Cuando lo lea, usted verá como ilustra la conversación que hemos tenido esta noche. Hay una continuación también, pero no voy ha hablar de eso.
“ Leí una extraño artículo en una revista hace algunos meses, - comentó, con el aire de alguien que cambia de tema - escrito por un médico, Dr. Coryn, creo. Él comenta que una señora, al estar observando a su hija jugar en la ventana del cuarto de dibujo, vio caer súbitamente el pesado marco de la ventana sobre los dedos de la pequeña. La señora se desmayó, me parece, pero de algún modo el doctor fue llamado, y cuando éste hubo vendado los maltrechos dedos de la niña fue solicitado por la madre. Estaba gimiendo de dolor, se halló que tres dedos de su mano, correspondientes a aquellos lastimados en la mano de la niña, se hallaban hinchados e inflamados, y más tarde, hablando en lenguaje médico: “aparecieron escarificaciones purulentas”. Ambrose aún sostenía delicadamente el volumen verde.
-Muy bien, aquí lo tiene - dijo finalmente, soltando su tesoro con aparente dificultad - Ha de devolverlo tan pronto como lo haya leído.
Dijo, al tiempo que caminaban fuera del recibidor, penetrando en el viejo jardín inundado por el tenue olor de los lirios blancos. Había una ancha banda roja en el oriente cuando Cotgrave se dio la vuelta para partir, y desde el elevado punto desde donde se encontraba vio, como en un sueño, ese horrible espectáculo que es Londres".

Después de éstas líneas quizás deberíamos reflexionar sobre la "Verdadera naturaleza del Mal".