dilluns, de gener 11, 2010

EL SIMBOLISMO DEL ERMITAÑO: LUZ EN LAS TINIEBLAS.

Continuando con nuestros esfuerzos por mostrar algunos de los simbolismos de ese maravilloso libro de conocimientos que es el Tarot, nos centraremos hoy en el Ermitaño.
Un ermitaño o eremita es una persona solitaria que rehúye la compañía de los demás. Ermita procede del latín eremīta que a su vez deriva del griego ἐρημίτης o de ἔρημος que significa «desierto».
De hecho, el ermitaño –con éste o cualquier otro nombre- es un personaje que se da en todo tiempo y lugar, así tanto en el cristianismo, como en el Islam, en el hinduismo, budismo, taoísmo, etc., existen éste tipo de figuras.



 






Además, tenemos más que indicios de que entre los Druidas, pero también entre griegos y romanos, judíos,  en las religiones mesoamericanas, incluso entre los pueblos de las grandes praderas norteamericanas y de las sabanas africanas, siempre ha habido ermitaños.





El ermitaño era el nombre dado en Occidente, desde el S.III al V, a miles de personas llenas de fervor religioso que, ya para huir de las persecuciones, o bien para entregarse con toda libertad a la vida contemplativa y penitente, se refugiaron en los desiertos de la Tebaida y comarcas vecinas en Egipto. Sucesivamente se denominará así a todos los que se retiraron a lugares solitarios, abandonaron sus pertenencias, familias y estilo de vida, para vivir aisladas. Poco a poco los anacoretas se fueron reuniendo y formaron cenobios en los que se hacía la vida en común, siendo esto el origen de las órdenes monásticas. Pensaban que apartándose de la sociedad humana, obedecían el mandato cristiano de no ser parte del mundo.


Se dice que el primer ermitaño fue Pablo el Egipcio que vivió noventa años en el desierto (desde 250 a 340) y después de él se citan a San Palemón, San Antonio Abad, San Jerónimo, Simón el Estilista, etc.
Originalmente el ermitaño era un monje que fijaba su misión en el cuidado y protección de una ermita dedicada a algún santo y, por lo general, en algún territorio despoblado y poco visitado. El retiro del ermitaño se consideraba parte de su vida espiritual y de su entrega cristiana. Según ciertas leyendas algunos de estos eremitas eran encerrados voluntariamente en una sala situada en lo alto de las ermitas. Estas salas carecían de puertas o de algún otro medio para entrar o salir, únicamente poseían una ventana pequeña por la que entraba algo de luz y por la cual la gente le subía comida y bebida utilizando una polea.


También se ha dado el nombre de ermitaños a ciertas órdenes religiosas como las de San Pablo, San Jerónimo o San Agustín. Los cartujos y los camaldulenses llevan igualmente vida eremítica.

Un testimonio reciente.



El padre Basili Mª  Girbau, heredero de la llama de la tradición iniciática... Habituado a la meditación, la oración y el vegetarianismo, así como conocedor de las diversas tradiciones espirituales de los diversos continentes. Coincidió con ilustres personajes como Gandhi o el Dalai Lama. Residió un tiempo en Jerusalén, trabajando como bibliotecario para el Instituto ecuménico pontificio de Tantur. Estuvo al cargo de una comunidad de mojes en Mallorca durante un corto espacio de tiempo, hasta decidir por fin ubicar su centro físico en Montserrat como monje-ermitaño de forma ya definitiva. Facilidad para las lenguas, realizando traducciones. De carácter sencillo y afable, y a la vez fuerte y directo. Tenía simpatía por Ramana Maharshi, el yogui del silencio. En su ermita a gran altitud sobre el mismo monasterio, supo encontrar el espacio y condiciones necesarias para su labor de ayuda a todas las almas que se le acercaban... desencarnó en diciembre del 2003. ¡Que la Luz te acompañe!


Una hora escasa de camino separa la ermita de Santa Creu del Monasterio de Montserrat, que podemos ver claramente a nuestros pies, igual que distinguimos los puntitos de color que son los escaladores ascendiendo por la pared de la montaña. Abajo, muy lejos, el mundo, sus brillos y sus sombras. La ermita es una de tantas cuevas que horadan suavemente la montaña sagrada. Está cerrada con una cristalera, habilitando un reducido espacio que contiene una cama, una mesa, dos sillas, un hornillo de gas, una estantería con libros, una cruz, un par de retratos de Ramana Maharshi (Sabio hindú de este siglo) y un altar. Suficiente para el padre Basili, "El ermitaño de Montserrat", que lleva quince años viviendo como Blanquerna, levantándose al alba, rezando y meditando, después de haber recorrido medio mundo como Ramon Llull. El padre Basil, de 66 años, luenga y poblada barba, un erudito conocedor de lenguas tan dispares como el árabe, el alemán o el hebreo, es en la actualidad el único habitante de las doce ermitas que hay en Montserrat.
- A fines del siglo XX, en una sociedad volcada al consumismo, ¿es posible vivir ascéticamente, como un ermitaño?
- Para el hombre que quiere hacerlo todo es posible con la ayuda de Dios. Existe una gracia, un no sé qué, un amor, que me da fuerzas para ir descubriendo que se puede vivir feliz sin tener que satisfacer tantas necesidades. Hay mucha gente que cree que si no tiene esto o lo de más allá no puede ser feliz. Y entonces, cuando quizás lo consigue tras muchos esfuerzos llega la pregunta: "¿Y ahora qué?¿Más cosas?".
- ¿Y usted se ha contestado esta pregunta?
- Vivir. No se trata de filosofar ni de hacer un discurso, Estás aquí ¿Qué más quieres? Respiras. Tu corazón palpita. ¿Qué importa ayer? ¿Qué importa el mañana? Estás aquí. Entonces ríe, ríe a reventar. Tienes lo indispensable. No te hace falta ni más ni menos.
- ¿Cómo tomó la decisión de retirarse aquí?


- Generalmente acostumbro a contestar que no lo sé. No existe una explicación puramente racional, no es sólo la mente la que actúa, es toda una corriente de vida que toma formas diversas. Aunque, ciertamente, no se me hubiera ocurrido pedir permiso para vivir en esta ermita si no me hubiera precedido un monje, el padre Estanislau, que estuvo aquí hasta el año 1972 y que continúa viviendo como ermitaño en otro lugar. Lo que deseo únicamente es profundizar en mi conciencia. Y con este profundizar creo que estoy ayudando a todos los hombres; no sólo yo, sino todos los que lo hagan. También pienso que es importante encontrar aquella dimensión que te ayuda a realizar la comunión con todas las personas, y esta distancia que te separa de donde las personas viven juntas, conviven, en cierta forma te ayuda a comprender mejor que es eso de la convivencia y te hace sentir mucho más cerca de ellas, aunque de otra manera.
- ¿No resulta difícil soportar esta soledad?
- Es algo que habría que preguntar al inquilino de uno de esos bloques anónimos, rodeado de centenares o miles de personas pero que vive una soledad realmente terrible. La soledad habita en el corazón. Yo no estoy en soledad. Es algo totalmente exterior al hecho de que yo esté viviendo en esta semicueva, en plena montaña. Si vives en plenitud no puedes estar solo. Estarás solo en el sentido de que no estás cerca de otros hombres, pero únicamente en este sentido. Para mí la auténtica soledad es la carencia, la ausencia de Dios, la ausencia de esta plenitud, este apuntar a la trascendencia...
- ¿Que la ha aportado hasta el momento su retiro aquí?
- Paz, júbilo, silencio interior, desprendimiento o desapego de las cosas que pasan y ver cómo la fe, el amor, la plegaria, inciden realmente y se constata lo útiles que son.
- Hoy en día, ¿Cúal es la misión de las personas que, como usted, se dedican a la contemplación?
- Como ya he dicho, pienso que la fuerza del amor, de la plegaria, tiene un efecto real en el mundo, y que cualquier hombre que decida profundizar en su interior y cultivar la vida espiritual más allá de la materia está ayudando a todos los hombres.
- A primera vista parece que existen numerosos puntos de contacto entre la contemplación, la mística cristiana y diversas corrientes religiosas orientales que han creado una nueva espiritualidad en la segunda mitad del siglo...
- Sí. Existen. Por ejemplo, un autor medieval del siglo XIV, anónimo, posiblemente un monje cartujo, escribió un libro llamado "La nube del no saber", un tratado precioso de contemplación con postulados muy parecidos a lo que es la meditación Zen. El mismo San Juan de la Cruz aconseja para llegar a la unión con la divinidad practicar los mismos ejercicios que en la meditación trascendental, intentando vaciar la mente: "simple atención amorosa a Dios, sin ningún pensamiento concreto y particular", creo que dice.


En mi caso fue Ramana Maharshi, un hindú a quien conocí a través de un libro en 1963, quien realmente me abrió un camino práctico a la interiorización. Ciertamente, existen muchos caminos en la tradición cristiana pero, por lo que sea, están es desuso. Ramana Maharshi era lo que en la tradición se llama un jivan mukti, un hombre sin mente. Ya no le hace falta hacer funcionar su mente porque Dios ha llenado su espíritu. El dice: "Cuando la luna -que sería la mente- es iluminada por el sol durante la noche, su luz te ayuda a ver, pero cuando el sol ilumina a la luna -esa luna de cuarto menguante que se ve durante el día- entonces no utilizas la luz de la luna para ver sino que ves directamente de la luz del sol, que no es la mente, es el si-mismo, el Yo de mi yo, la realidad de toda realidad de la cuál procede, por la cuál es creada tu mente".
- Le he oído decir, en otra ocasión, que en el budismo Zen se dice: "Si te encuentras con Buda en tu camino, mátalo". Y que además Raimundo Panikkar afirmaba: "Si te encuentras con Cristo en tu camino, cómetelo". ¿Que quería significar con ello?.
- Exactamente nada. Hay respuestas que debe encontrar uno mismo. Pero sí te diré que el Buda al que hay que matar es el que se encuentra fuera de ti y delante, porque Buda sólo es interior. Igualmente comerse a Cristo significa interiorizarlo y dejarlo que viva por la fe, en tu corazón.
- Hoy en día hay una gran pérdida de la religiosidad, del sentimiento religioso; mucha gente vive de espaldas a la religión, ¿a que puede deberse?
- Bueno, hablamos de todo el mundo como si el mundo sólo fuéramos nosotros, los señores de Europa y América, cuando hay muchos lugares donde hay mucha religiosidad y mucho fervor, mucho sentido de Dios. Ahora, en Occidente es cierto que se da esta falta de religiosidad. Yo creo que se debe, por una parte, a la sobrevaloración de las cosas materiales, de la comodidad, del dinero: por otra, a la sobrevaloración de la capacidad discursiva de la inteligencia racional sin un sujeto realizado, profundamente realizado. Esto lleva a un gran desarrollo intelectual y técnico que podrían comportar grandes beneficios, pero que es como si estuvieran en manos de un niño irresponsable. Me refiero, por ejemplo, a la energía atómica, que de momento se ha utilizado en la fabricación de armamento en un proceso totalmente irracional, en que el miedo al enemigo ha llevado a armarse hasta los dientes generando una gigantesca capacidad destructiva. Poco inteligente ¿no? Es lo que sucede cuando uno vive a nivel superficial, como se vive en la actualidad. Todo debe estar en proporción. No hay interior sin exterior, no hay fondo sin superficie, ni superficie sin fondo. Lo terrible es vivir la superficie sin ser consciente del fondo, como sería terrible ser consciente del fondo sin ser consciente de la superficie. También la religión puede vivirse a nivel superficial, porque en nombre de la religión se han cometido muchas barbaridades.
- ¿Piensa que a la religión le hace falta también una evolución?
- No; le hace falta una profundización. En la religión no debe evolucionar nada, quien debe evolucionar es el hombre, que ha de encontrar sus raíces, las raíces de sí mismo, el origen, la fuente...
- ¿Que debería cambiar en la sociedad para que fuera mejor, más justa?
- El corazón del hombre. Nada más. Así de simple. Pero es dificilísimo para muchas personas; lanzadas a una serie de inercias casi insuperables.
- ¿Puede haber un nuevo resurgir espiritual en Occidente?
- Sí, claro. A medida que los hombres se vayan desengañando. El desengaño es una cosa muy positiva. Si vives engañado, desengañarte es una liberación. Deseo el desengaño total, de todos, y conforme los hombres se vayan desengañando surgirá la luz. Un desengaño en sentido positivo ¿eh?, para descubrir lo negativo del engaño y para que quede lo que no es engaño”...



Como hemos podido ver, la vía del ermitaño, no es una cosa que pertenezca al pasado, a las oscuras profundidades de la Edad Media, aún en nuestros días, son muchos aquellos que eligen el camino de apartarse del mundo para adentrarse en si mismos a la búsqueda de la Felicidad. Recordemos el consejo de Simón el Nuevo Teólogo:
"Entonces siéntate en una celda tranquila, aislado en un rincón y dedícate a hacer esto que te digo:
Cierra la puerta, eleva tu espíritu por encima de todo objeto vano o pasajero. Luego, apoya tu barba contra el pecho, dirige el ojo del cuerpo conjuntamente con todo tu espíritu, al centro de tu vientre, es decir al ombligo, comprime la aspiración de aire que pasa por la nariz de modo de no respirar con facilidad y escruta mentalmente el interior de tus entrañas en búsqueda del sitio del corazón, al que todas las potencias del alma gustan visitar.
Al principio, encontrarás tinieblas y una opacidad obstinada, mas si perseveras, si día y noche practicas este ejercicio, encontrarás, ¡oh, maravilla! una felicidad sin límites."

Pero veamos lo que nos explica el Tarot.

EL ERMITAÑO – ARCANO IX  (Según el Tarot de Rider- Waite)




Un anciano (lo ancestral, lo antiguo de carácter sagrado) vestido con un hábitode color gris  o grisáceo (el color de la discreción o de la ocultación, aunque no hay que olvidar que el recién nacido vive en gris y que gris es el color de la ceniza y de la niebla;  los hebreos se cubrían de ceniza para expresar un intenso dolor y en la Edad Media los cristianos para hacerse perdonar los pecados). En su mano izquierda,  aquella que se conecta con el hemisferio intuitivo y la creación, un báculo, símbolo de la peregrinación (el viaje al centro místico), que le sirve como apoyo en la andadura pero también como arma y sobre todo como arma mágica: hay quien lo compara con la varita del hada y el palo de la escoba de la bruja, vehículo de su viajes a través de los planos y los mundos… ¿Pero sobre qué territorio  anda? ¿Son las cumbres heladas de las montañas? ¿o eran, acaso,  las álgidas olas del proceloso mar? El blanco, es el color del paisaje -considerado éste en sentido ritual- por el cual se opera la mutación del ser, según el esquema clásico de toda iniciación: muerte y renacimiento. El blanco -candidus- es el color del candidato, de aquel que va a cambiar de condición…  (símbolo exterior de la actividad espiritual),
¿Qué nos está diciendo esta carta? Nos habla de muchas cosas. Por lo pronto de algo que se adquiere con el tiempo, ya que quien aparece en la imagen no es un niño sino un anciano. Se trata de una persona que ha invertido tiempo en la búsqueda de algo. ¿Por qué una búsqueda? Porque lleva un candil encendido, y además un bastón para que le sirva de ayuda en los momentos necesarios.
La luz suele interpretarse como el conocimiento, la sabiduría. Y sí, este hombre se ha lanzado a la búsqueda de la sabiduría, y para ello no ha tenido ningún problema en permitir el paso del tiempo, pero un tiempo en el que no se ha quedado parado a esperar, sino que ha emprendido la marcha.
Y lo que es más, no le ha importado emprender el camino solo si no encuentra a nadie que quiera acompañarlo. Nadie va a detenerlo en esta búsqueda del conocimiento y de lo espiritual. A pesar del frío que implica esa temporal soledad, tiene herramientas más que suficientes para vencerlo y alcanzar su meta.
Esta carta nos habla de momentos en los que tenemos que buscar la sabiduría. Una sabiduría que está dentro de nosotros si sabemos buscarla, pero que alguien ya la ha encontrado sin duda alguna y podría ayudar a quien se lo pidiera, indicándole los pasos a seguir. Es decir, si la persona se da cuenta de que su linterna no alumbra lo suficiente, nada impide buscar a alguien que tenga su lámpara bien llena y que sea más potente, luminosa.
Pero cuando uno se dispone a buscar la verdad, no puede depender del criterio de una sociedad masificada con ideas claramente estructuradas.
Cuando uno se lanza a una aventura tan importante, es lógico que no le sea fácil encontrar compañeros en el camino. Sin embargo, una vez alcanzada la cima a la que debería uno llegar, suele encontrarse con la sorpresa de que ya otros llegaron antes que él. Y entonces, sí que celebra la compañía; porque ha tenido el coraje de buscar en soledad y porque ha tenido la alegría de comprobar que no era el único que albergaba una determinada esperanza.
Pero para recibir la recompensa, la persona debe estar dispuesta a ponerse en el camino, a pesar del frío, a pesar de las dificultades, incluso, a pesar de la posible soledad.
Hay momentos en la vida de cada uno en los que cada cual tiene que encontrar la verdad por sí mismo, buscando en su interior, y permitiendo, eso sí, lanzar destellos hacia los demás, así como ayudarse de los que puedan enviarle a él. Todo ello para que la luz aumente y nunca disminuya.

Nos habla el Arcano:


(Texto de MagalY Minerva, http://22arcanosmayores.blogspot.com/search/label/El%20Ermita%C3%B1o)
“Me presento hoy ante ustedes. Soy uno de los Arcanos menos colorido, quizás por ello al comienzo no me tomen en cuenta, pero luego, al conocerme, se compenetran conmigo.
Mi rol en la Astrología se representar a “Virgo” la constelación del análisis, la búsqueda de la perfección, la digestión (de ideas y alimentos).
Por un lado, el Mercurio de Géminis se encargará de llevar mensajes, manejar el verbo y la escritura, moverse y viajar, experimentar y estar en varias cosas a la vez, por la velocidad del aire, mas de manera superficial.
Por el otro tenemos al “Mercurio terrenal” de Virgo, que actúa de manera opuesta/complementaria. El de Virgo analizará, seleccionará, clasificará, estudiará y desmenuzará hasta llegar al microscopio. Pues bien, este es mi rol, buscar con ese farol hasta encontrar en la oscuridad la esencia profunda de las cosas.
Mi manto es gris, el color de la solemnidad, el luto y la severidad. Les indica que nada es absolutamente bueno o malo, porque dentro de toda bondad se esconde su opuesto. Al reflexionar sobre el gris comprendemos que no debemos ser “jueces” de nada ni nadie. Todo depende del cristal con que lo mires. Lo que ayer fue válido, quizás mañana no más.
El rol que represento es aplacar el “ego”, éste nos aleja de Dios.
Si toman una lupa podrán observar que a un costado de mi manto se asoman las puntas de unas alitas blancas. Esto es porque soy el “Arcángel Uriel”. 



(Su nombre significa: "Rostro de Dios", "Fuego de Dios". Es a la vez Serafín, Querubín y Príncipe de las Dominaciones. También conocido como el Arcángel de la Salvación. Es el Ángel del Arrepentimiento y de la Retribución. Se lo denomina Regente del Sol. Ayuda a cumplir los objetivos y misiones de nuestra vida proveyéndonos de ideas transformadoras. Es el guardián del mundo mental. Transmite a  los seres humanos la luz del conocimiento y la comprensión de las profecías).
Somos en total 4 los Arcángeles dentro del Tarot, mi Amigo Miguel que se esconde en La Templanza,


mi amigo Gabriel que se refleja en el Arcano el Juicio,



mi compañero Rafael, reflejado en el Arcano Los Amantes, y por último este servidor, en El Ermitaño.


A su vez, nosotros 4 cumplimos con la misión de mantener abiertas y custodiadas las puertas del cielo, bajo las cuatro estrellas reales de los Persas = Regulus – Antares – Aldebarán y Formalhault.
En Magia Kabbalistica me utilizan en meditación para ayudar a encontrar la vocacin (el talento innato). Todos venimos con una semilla especial, diferente y única, y si de detienes a meditar en mi, encontrarás cual es tu misión en la vida, o mejor dicho, que rol viniste a interpretar en el escenario de la vida.



En el Árbol de la Vida me encuentro en el camino entre “Chesed” (Bondad – Júpiter) y Tipheret (Belleza – El Sol).
Si tratamos de interpretar esto, notamos como se logra aplacar el “ego” (sentido de importancia a la materia) gracias a estas dos esferas, de la belleza y la bondad.


En algunas representaciones de Tarots antiguos me dibujan con una serpiente a mis pies, tal y como lo hacen con Miguel Arcángel y la Virgen María. Esto se debe a que la serpiente hace referencia a la energía Kundalini, que recorre los chakras hasta llegar al Loto de mil pétalos (Kether – El Loco – Arcano Cero).
La gente dice que soy solitario, pero me disculpan, es que me siento tan a gusto conmigo mismo, que ya no me interesa andar por ahí, en el frenesí de las calles y los centros comerciales. La soledad es mi mejor compañera, porque con ella he aprendido a reconocer mi verdadera esencia.



Cuando se manifiesta mi lado oscuro, suelo ser avaro, malhumorado, mezquino, inseguro. Ando ocupado en lograr tesoros en el cielo. En esto comparto mucho con mi amigo El Colgado.
Donde vivo? Pueden escoger para mi los Alpes Suizos, una isla, una hacienda de café en un lugar recóndito de Colombia, porque eso sí, la naturaleza me inspira. El aire puro es esencial para conectarme con mi esencia Divina. Entonces ya no cuadro con las grandes ciudades, porque la contaminación de los autos, la publicidad, el consumismo, todo esto me desequilibra.
¿Cómo me he ganado la vida? En profesiones donde la paga es poca, pero la recompensa mucha. En esto también comparto con El Colgado. He sido médico misionero en el Congo, maestro de escuela en una zona rural, en mis años seniles he sido Monje de mi propia religión, ahh¡ y en mis tiempos libres he enseñado el Tarot a la gente joven.
Mi mayor satisfacción es dar una luz en caminos de oscuridad; cuando ya todo parece perdido, aparezco yo, con mi lamparita de aceite para iluminarte el camino. Mi mejor inspiración la encuentro en horas de la noche, cuando todo está en calma. Me encanta meditar y en ocasiones invito a El Colgado para que compartamos la experiencia.


En resumen, mi rol en el Tarot es aplacar el “ego” y encontrar mi propia luz divina, así como ayudar a los jóvenes a encontrar cuál es su verdadera vocación.
El tiempo de El Ermitaño es un tiempo sagrado, es tiempo de recogimiento, momentos mágicos en los que necesitarás aislarte. Cuando sientas esa necesidad de aislamiento es entonces cuando las fuerzas de El Ermitaño están actuando sobre ti, modificando la estructura de tu mente, adaptando tu cuerpo a las nuevas verdades, a los nuevos conocimientos espirituales que has de incorporar en ti. Es la percepción del relámpago iluminador, la experiencia mística del éxtasis.
Todas las personas que te hayan introducido en el conocimiento de verdades espirituales son representantes de mi Arcano.
Los libros que sobre materias espirituales o esotéricas has leído, la baraja de Tarot que posees, los autores de esos libros, los profesores de los cursos que sobre temas de naturaleza trascendente has realizado, son también emisarios de El Ermitaño.
Soy el maestro en el arte del camuflaje, se mimetizarme con las personas con las que convivo, con los lugares en los que me encuentro, sin que nadie pueda descubrirme. Puedes ocultar también bajo la capa de El Ermitaño, objetos, documentos, incluso tu propio automóvil, con la seguridad de que pasarán inadvertidos.
Te ayudaré a hacer buenas digestiones, a mantener el laboratorio alquímico de tu vientre en buenas condiciones. Recuerda que la digestión (de ideas, procesos de vida, alimentos) es vital para descartar lo que ya no es útil en nuestras vidas.


El Arcano “9” según Carl Jung, (Traducción directa del portugués )




“Quien mira hacia afuera, sueña, quien mira adentro, despierta”. Jung
En la terminología de Jung, el Ermitaño (Fig. 42) representa el arquetipo del Anciano Sabio. Como Lao-Tsé, cuyo nombre significa "viejo", el monje representado aquí encarna una sabiduría que no está en los libros. Su donación es tan elemental y eterno como el fuego de su lámpara. Un hombre de pocas palabras, vive en el silencio de la soledad - el silencio antes de la creación - de la que sólo una palabra nueva puede tomar forma. Trae sermones, que nos ofrece. Su luz ilumina la terrible oscuridad del alma humana y calienta los corazones que están vacíos de esperanza y de sentido.
Según Jung, una figura que representa "el arquetipo del espíritu ... el significado oculto existente en el caos de la vida".  A diferencia del Papa, el pequeño monje no es entronizado como portavoz y árbitro de las leyes generales, a diferencia del Rey, no tiene ninguna cuenta pendiente en la que pesan los imponderables. Me parece un personaje muy humano, lleva sólo la pequeña lámpara para iluminar el camino y un bastón en el que apoyarse.
Como el Loco, es un errante, y la capucha, el prototipo de la gorra del Bufón, conecta a los dos como hermanos en el espíritu. Al parecer, ya no tiene que pensar en lo que ha sucedido anteriormente, absorbe las experiencias del pasado. Tampoco es necesario explorar los horizontes lejanos, en busca de un futuro potencial. Parece feliz con el presente inmediato. Sus ojos están abiertos para recibir lo que sea. Tiene la voluntad de aprehenderlo y tratar con él de acuerdo a su propia capacidad de discernimiento.
Su lámpara parece un símbolo apropiado de la visión mística de la persona. Mientras que el énfasis principal en el arquetipo del Papa es la experiencia religiosa en las condiciones prescritas por la Iglesia, el ermitaño ofrece la posibilidad de la iluminación individual y de desarrollar el potencial humano, no una experiencia limitada a los santos canonizados, en cierta medida, es una experiencia abierta, accesible a toda la humanidad.
Representa la quintaesencia del espíritu inherente a toda vida. Nos ofrece la luz. Esta llama esta parcialmente oculta detrás de la capa del ermitaño, que lo protegen contra los elementos, y quizás también para evitar que el brillo de la luz ilumine  a todo lo que cruza en su camino. Sabe que su luz debe ser cuidadosamente controlada para ser útil. El pequeño fuego de la luz puede calentar y defender de los animales, incontrolable, el fuego mismo podría convertirse en un depredador, capaz de devorar y destruir su mundo.
Uno de los postigos de la lámpara del Ermitaño es del color rojo de la sangre, de modo que la luz que se filtra tiene toques del color de la carne - del color de la pasión y de la compasión destilada a partir de las experiencias de su vida. Los otros colores son como la demostración de un enfoque más natural que un enfoque en abstracto, filosófico. La Túnica del monje es del color cielo azul, el Espíritu de color celeste tal y como se expresa en la naturaleza. El revestimiento de la capa es de color amarillo, lo que sugiere una conexión con el "oro de los filósofos, la pepita enterrada en lo profundo de la naturaleza de la tierra y de la naturaleza humana - la sustancia preciosa, cuyo descubrimiento y  liberación constituyen el objetivo de los alquimistas. Como queda demostrado por la llama del Ermitaño, que logró este objetivo. 




 

Aunque se usan diferentes palabras para expresar sus propósitos, hoy en día muchos buscan este tesoro, tanto en sentido literal como simbólicamente. En el nivel literal, el agotamiento de la energía y el exceso de población han llevado a los científicos a encontrar nuevas formas de liberar las fuerzas encerradas en la estructura atómica. Y el empobrecimiento paralelo del espíritu humano, con su consiguiente desgaste de la energía psíquica, han obligado a un número cada vez mayor de seres humanos en todos los campos a mirar hacia adentro para explorar lo que Jung denomina "descubrimiento" a través de las reservas de energía primaria y la sabiduría antigua. Este es un momento de la búsqueda universal en muchos niveles.
En los mitos y cuentos de hadas, cada vez que el héroe en busca del tesoro perdido se encuentra con un punto muerto, el viejo sabio a menudo aparece para traer una nueva luz y nuevas esperanzas. Esto es especialmente cierto cuando nuestro dilema personal se reproduce en un estancamiento similar de nuestra cultura en general, como el Ermitaño, debemos encontrar dentro de nosotros mismos lo que la sociedad ignora. No fue un accidente, por lo tanto, que en la cultura de la medianoche de nuestro tiempo, el Tarot Ermitaño reaparece de pronto, como una estrella, el diseño de su luz antigua, para iluminar los problemas contemporáneos.
Su reaparición puede parecer rápida, de hecho debería haber ocurrido hace mucho tiempo.
Desde el cambio de siglo pasado, los poetas le han visto llegar en la oscuridad y anunciado su llegada.


¿Qué mejor descripción de nuestra situación actual?  Vivimos en un mar de confusión e irritación en el espíritu interior del hombre en todas partes. La violencia, las injusticias y desigualdades, la crisis económica, el desastre ecológico se han desatado en el mundo. Como Yeats previó, la catástrofe no es sólo una cuestión de codicia y ansias de poder, esas son preocupaciones periféricas. Es "el centro" que ya no aguanta más. Algo está completamente muerto en el corazón de la vida. Nuestras propias vidas están vacías de significado.
Según Jung, el anhelo de encontrar un sentido a nuestras vidas es el primer motor a través del cual nace el impulso de todos los demás aspectos de la psique, incluyendo a la propia conciencia del ego. A diferencia de Freud, quien afirmaba que el anhelo de identidad era un derivado de la libido sexual, Jung creía que el impulso para la búsqueda del sentido de la vida se produce desde su nacimiento, como un instinto en la psique humana. Para él, el hombre, por naturaleza, es un animal religioso. Si aceptamos esta premisa, se vuelve cada vez más claro que la pérdida de los valores religiosos convencionales, vinculada al colapso de la estructura de la familia y a los problemas socio-económicos antes citados, nos dejó un vacío insaciable en el mismo centro de nuestro ser. No es muy sorprendente, que muchos sean presa de falsos dioses.



La necesidad predominante del hombre es algo que se siente con pasión, encontrar el significado y el propósito de nuestras vidas como parte de un gran proyecto que va más allá de la mera preocupación del yo, para dar vida y energías al servicio de una bondad superior. Como es sabido, comenzó con el viaje en busca de la conciencia proyectando estas figuras de autoridad, cada vez más alejadas de nuestro entorno (primero fue el padre, luego le han seguido el presidente, rey, emperador, Papa, sacerdote, juez, gurú, etc.)
En la serie del Tarot, hasta ahora, seguimos el héroe en la medida en que había experimentado algunas de estas figuras arquetípicas  -véase el viaje del neófito en la entrada el Simbolismo del Loco-. Ahora bien, el encuentro con el Ermitaño, si está abierto al mensaje del monje, entonces será un punto de partida para descubrir y formar su propia chispa interna. Si está listo para observar y vigilar, el viejo sabio puede ayudarle a encontrar la lámpara escondida en sí mismo. Pero si todavía no está maduro para el mensaje de la Ermitaño, se puede interpretar mal.
Como se ha señalado en relación con otras figuras del Tarot, una de los principales problemas, es el de desconocer la importancia, el verdadero significado de un personaje arquetípico de esta naturaleza, a causa de un enfoque de la figura más literal que simbólico. En el caso del Ermitaño, por ejemplo, el héroe puede  dejarse crecer una barba, vestirse con el traje y las sandalias del monje, incluso tal vez, iniciará un culto y atraerá seguidores. O, se obsesionará por la carga de un papel arquetípico,  como es el deshacerse de todas las cargas o de retirarse de la vida. Pero esto no lo convierte en el arquetipo.



Nuestra identificación absoluta con cualquier arquetipo puede tener consecuencias desastrosas. Se pueden sobrevalorar las propias posibilidades, o desconociendo la escala de dimensiones humanas, sucumbir aplastado por lo imposible, ser reducido a una depresión vegetativa. En cualquier caso, distorsiona nuestra sustancia humana. El hecho evidente es que el carácter de los arquetipos es sobrehumano. Nunca se puede llegar a ser una figura arquetípica. Tal intento no es probable que tenga éxito y contiene elementos de una tragedia que antes o después se harán evidentes. Los arquetipos deben guiar nuestros pasos, pero sin olvidar que son precisamente eso arquetipos y como tales inalcanzables.
En la confusión actual el viejo sabio,  puede  ayudarnos a aclarar las cosas, si prestamos atención a sus indicaciones. L
os seres humanos de todas las edades, flotando en el marasmo cultural  y separados del Dios que se encuentra en el interior de nosotros mismos, buscamos el verdadero sentido de nuestras vidas por todas partes, a menudo en lugares profanos, en los mercados, en las posesiones, en el poder, en la fama.
Pero, por supuesto no lo encontramos y nuestra carrera por poseer, por tener, por representar se ha convertido en una constante que no tiene visos de acabarse nunca. Y cuando nos metemos en la cama, cerramos las luces y nos disponemos a dormir, sólo nos quedan la insatisfacción y la angustia, tan característica de nuestros días y una de las principales causas de  sufrimiento. Y la soledad que con su gélida mano, noche si y la siguiente también, oprime nuestros corazones.
Por supuesto que nos preguntamos en numerosas ocasiones. ¿Hay alguien ahí? Pero nadie nos responde. "¿Hay alguien ahí?" Tal vez el ermitaño barbudo de la imagen pueda ofrecernos otra oportunidad para responder a la pregunta mientras sostiene la antorcha en alto y mira en la oscuridad.
Si enfrentásemos una mirada a los ojos del viejo monje nos dice que realmente quiere saber quién es el “alguien que está ahí”, y  no aceptará ninguna respuesta que estamos dispuestos a dar, excepto el silencio, si eso es todo lo que tenemos para ofrecer.
Sus ojos parecen impasibles, tranquilos, lleno de asombro, abiertos de par en par. Podemos imaginar que tiene la mente y el corazón también abiertos. Su expresión parece combinar los ojos muy abiertos, propios de la maravilla de la infancia, con la paciencia de la experiencia. 





En muchos otros aspectos también parece contradictorio. La barba y la luz parecen sugerir, el espíritu masculino y el yang del fuego, la energía positiva. Sin embargo, los amplios ropajes y el comportamiento delicado indican una estrecha relación con el yin oscuro, la naturaleza femenina de la tierra. Como San Francisco, debe sentir una íntima y tierna relación con el Hermano Sol y la Hermana Luna, y  con todas las aves y animales, pero al mismo tiempo, el Ermitaño debe tener la fuerza de un San Antonio, para resistir a la multitud de las tentaciones del infierno, a las monstruosas aberraciones del espíritu humano, asaltando al hombre en soledad. Tal vez el viejo sabio ha vuelto para enseñarnos el olvidado arte de la soledad.
Hoy en día, la noción de que somos una multitud solitaria se ha convertido en un cliché. Los psicólogos nos han dicho que nuestra máscara de aislamiento de piedra con una singularidad espuria y convincente, que tiene poca conexión con las relaciones humanas. Nos demostraron que defendemos nuestras inseguridades con la armadura débil de la conformidad social.
A veces podemos ver los puntos de vista terroríficos dramatizados de una manera que hiela los huesos. Atrapados en un vagón de metro, o en un atasco de tráfico, en lo que eufemísticamente se denomina "hora punta", de repente nos encontramos en medio de una horda de zombis sin rostro, detenidos en régimen de incomunicación pública, cerrada la posibilidad contra cualquier contacto humano, realmente solos rodeados de la multitud.


Parece cada vez más difícil aceptar el camino solitario hasta la auto-comprensión. El arte de la individualización, de convertirse en nuestro propio yo, es (como su nombre indica) una experiencia intensamente personal y, a veces una experiencia solitaria. Hay un fenómeno de grupo. Consiste en la difícil tarea de desentrañar nuestra propia identidad de la masa de la humanidad. Para saber quiénes somos, por último, hemos de reunir las partes de nosotros mismos que proyectamos a los demás sin darnos cuenta, aprender a encontrar, en lo profundo de nuestra psique, los posibles puntos débiles que antes sólo veíamos en los demás. Este reconocimiento se verá facilitado si nos separamos de la sociedad por períodos breves y aprendemos a recibir con satisfacción las enseñanzas de la soledad.
Hoy en día, una cantidad creciente de personas, desencantada con la aridez de nuestro paisaje espiritual exterior,  busca la luz oculta en las profundidades de si mismos, y hay pruebas de que los seres humanos en general, están dispuestos a recibir con los brazos abiertos, nuevas oportunidades para la introversión de las que nuestra cultura fomenta. Por ejemplo, estudios recientes muestran que la mayoría de las personas que viajan en tren con tarjetas de temporada se resiste a los intentos de los viajes en coche, o prestar un servicio de tránsito más rápido porque, dicen, el tiempo que pasan yendo y viniendo de casa al trabajo es "oportunidad única" que tienen para estar solos. Tal vez, con la ayuda del Ermitaño, nos atrevamos a ofrecernos a nosotros mismos oportunidades para la introversión creativa en condiciones más favorables. Los períodos de soledad no son morbosos, o anti-sociales. Se puede regresar al mundo con energía renovada para la acción y un sentido más agudo de nuestra propia identidad y nuestra función especial en relación con el mundo.



Edward Edinger analiza el significado de la palabra "solo" como se usa en los evangelios gnósticos. Observa que en la idea original griego del "single" o "aislamiento" también puede ser traducido como "unificado". Como ejemplo, cita el siguiente paso del Evangelio de Tomás: "(Jesús) dice lo siguiente:" cuando (una persona) está sola, se llena de luz, pero cuando se divide, estará lleno de oscuridad. Inevitablemente, sin embargo, el que recibe este tipo de unidad interior debe pagar el precio de la soledad, culpa y sufrimiento. En "Las relaciones entre el yo y lo inconsciente", Jung expande la idea de la siguiente manera: El Libro del Génesis representa el acto de tomar conciencia, es como romper un tabú, como si la adquisición de conocimientos significara que la barrera sagrada se tuviera que superar. El Génesis es indudablemente cierto, ya que cada paso en la dirección de la conciencia superior es causa de una especie de sentimiento de culpa prometeica. A través de la comprensión, se roba el fuego de los dioses. Lo que significa que algo que pertenece a los poderes inconscientes fue arrastrado a sus conexiones naturales y sujeto a una elección consciente. El hombre que usurpó el nuevo conocimiento se transforma o amplia su conciencia, por lo que ya no se asemeja a sus pares. Se levantó, en efecto, por encima del nivel humano de su tiempo ( "ser como Dios"), pero al hacerlo se han alejado de la humanidad. El dolor de la soledad es la venganza de los dioses ...
Como Jung explica en otra parte, la alienación experimentada por el solitario supone una transformación de su sustancia humana. Esa persona no es necesario que permanezca físicamente alejado del mundo y sus problemas, sino que para llegar a una unidad interior de seguridad, puede sentirse más capaz de exponerse al caos de los acontecimientos actuales, con menos temor de ser confundido por ellos o sumergido en el inconsciente de masas dominante. Idealmente, esa persona puede seguir participando en la vida social, pero lo hará una nueva manera. La participación en la nueva vida que no es necesario que se manifieste por medio de palabras o actos que pueden sacudir el mundo. Los nuevos conocimientos que pueden aportar nuevas ideas y nuevas oportunidades en el corazón del yo, son esencialmente la capacidad de aceptar la vida de cada uno - lo más sencilla y sin pretensiones, que pueda ser - y hacer sus tareas por prosaicas que sean. Personalmente, me parece mucho más fácil barrer el piso y lavar los platos con un sentido "cómico". 



En el sentido descrito más arriba, uno que ha alcanzado algún grado de comprensión de sí mismo es un "solitario" para el curso general de la especie humana, y está destinada a permanecer así hasta que el otro - cada uno en su propio tiempo y, a su manera - pueda llegar a una etapa similar a la iluminación. Aún más, dice Jung, es la propia raza humana, la que tiende a ser ermitaña, debido a su capacidad única de la conciencia - es el único ser en este planeta, separado de todos los demás seres vivos por sus diferencias psicológicas. Jung describe de esta manera la situación del hombre en este planeta, es un fenómeno único que no se puede comparar con ninguna otra cosa. La posibilidad de comparación, sólo surgen si se pudieran establecer relaciones con criaturas más cercanas, como los mamíferos humanos que habitan en otras estrellas...
Si las exploraciones del espacio exterior nos acaban poniendo o no, cara a cara con criaturas humanoides, cuya comprensión pueda ampliar aún más nuestra apertura limitada de la percepción actual, aún no se ha probado. Comentarios de Jung indican que una confrontación de este tipo puede ser una ayuda para una mayor toma de conciencia.
Tradicionalmente, la especie humana, cuando se enfrenta a un estancamiento en su evolución consciente, ha levantado los ojos hacia el cielo en busca de la salvación. Anteriormente, esta ayuda fue vivida como la intervención divina de un dios o un salvador, como un dios, que desciende milagrosamente desde el cielo. Hoy en día, el arquetipo del Salvador se puede diseñar en forma de Disco con tripulación, criaturas humanoides de la conciencia, presumiblemente mayor que algunos se imaginan que se ciernen sobre nosotros como ángeles de la guarda, esperando el momento correcto a seguir e iluminar nuestra oscuridad. Pero si, de hecho, tales criaturas existen, sólo la llegada de ellos, por supuesto, no nos puede salvar. Como ha demostrado la historia, un "Salvador", a lo sumo, sólo nos puede ayudar a encontrar la manera de ayudarnos a nosotros mismos. Así, mientras unos investigan la realidad de los objetos circulares mágicos incluidas en lo nuevo y lo exterior, el resto de nosotros podemos dirigir nuestra atención hacia el espacio interior en busca del equivalente arquetípico de estas imágenes, porque son las fuerzas impulsoras detrás de la demanda interna - y son, de hecho, su razón de ser. En los platillos volantes, un mito moderno, Jung describe ampliamente el significado psicológico de nuestro interés actual en los ovnis. Se hace hincapié en la idea de que (dejando de lado la posibilidad de que existan o no, esos objetos circulares) es ya un hecho de gran importancia psicológica que los seres humanos en todo mundo afirman ver esos objetos en el cielo y la experiencia de su presencia en los sueños y visiones. Comparando el OVNI con el mandala, la rueda del sol y el "ojo de Dios",  Jung continúa: “los ovnis pueden ser fácilmente identificados como "dioses".


El Ermitaño del Tarot por lo tanto puede simbolizar la especie humana, el paseante solitario en la tierra, que sólo lleva a una pequeña lámpara de la conciencia con el fin de iluminar la tendencia creciente de la masa que amenaza con devastar el mundo. El hombre está en el umbral de una revolución potencial en la conciencia humana.
El número nueve del Ermitaño refleja muchas de las ideas expresadas aquí. Sólo, la supremacía entre las cifras de un dígito, el nueve representa la altura de la potencia que un solo número puede alcanzar. En el contexto de los comentarios de Jung, el número nueve al que nos enfrentamos como un símbolo de la cima de la conciencia posible por el ermitaño, el hombre, hasta que podría tropezar con otra criatura de similares habilidades de percepción - o hasta que pueda encontrar dentro de su propia psique, las dimensiones de la conciencia  previamente desconocidas.
En árabe, el número nueve (escrito como un círculo con un número uno en la cola) presagia el número diez, en el que la energía contenida en el círculo celestial baja a la tierra para convertirse en el número uno de los lados, formando así nuevos ciclos de configuración, iniciándose un nuevo ciclo de dilatadas dimensiones. Cuando esto sucede psicológicamente, la llama de la lámpara del ermitaño sin duda se convierte en una iluminación del actual cataclismo.
En nuestro planeta, el nueve es también el número del embarazo humano, el tiempo de preparación necesaria para crear un ser humano nuevo.
Parece que nuestro tiempo es la preparación y el embarazo. Hasta que cada uno de nosotros tiene acceso a la lámpara muy pequeña, bien puede ser ciego o destruido por una afluencia demasiado brusca de la iluminación celestial.
Históricamente, también el número nueve, está vinculada a la idea del embarazo y la iniciación. Apolonio de Tiana, el neo-griego, considerado un número sagrado. Sus discípulos lo usaron como un amuleto y dejar de lado la novena hora como tiempo de reposo. Se prohibió a los seguidores mencionar el número nueve en voz alta. Los misterios de Eleusis iniciaron a los candidatos por un período de nueve días. Los romanos, para los cuales el nueve también representó un papel de iniciación, celebraba una fiesta de la purificación de todos los niños varones en el noveno día después del nacimiento. Enterraban a sus muertos en el noveno día e hizo una fiesta llamada "Novennalia" de nueve años, en memoria de los muertos. Esta costumbre se repite hoy en las novenas católica, servicio de oración celebrado durante nueve días consecutivos en los que a rezar por las almas del purgatorio.
Matemáticamente, también, tiene el nueve cualidades misteriosas, siempre vuelve a sí mismo. Por ejemplo: 1 +2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 + 8 + 9 = 45, la suma de sus dígitos es 9. Del mismo modo, 9 + 9 = 18 = 9. El 9 multiplicado por cada dígito del 1 al 9, produce un resultado que se reduce a 9. Es fácil entender porqué el nueve es el número de la iniciación y simboliza el comienzo del camino hacia la auto-comprensión.
Sean cuales sean las circunstancias en que se inicia el viaje, y cualquiera que sean las experiencias que pueda encontrar en el futuro, también ha comenzado en la parte de atrás, en el pasado. 


 


Como todas las figuras arquetípicas, si no prestamos la atención voluntaria a su mensaje,  puede ser forzado a hacerlo. Por ejemplo, el hecho de que no seamos capaces de responder a la llamada del Ermitaño a la introversión pueden dar lugar a la soledad y el aislamiento forzado de una enfermedad física o mental. Pero si somos capaces de observar y vigilar, de aprender el arte viejo y sabio, el ser humano de la sociedad civil, será capaz de hacer una transición sin tropiezos hacia el mundo a la hora de regresar. Cuando el mundo exterior requiera nuestra atención, no vamos a quedar atrapados en la más negra introversión, como un oso que estaba hibernando en una cueva oscura, ni seremos obligados a una extraversión forzada, siempre con la máscara del posadero sonriendo, porque nuestra verdadera identidad aún se encontrará en la oscura e inexplorada cueva de nuestro ser.
La forma en que se representa el Ermitaño del Tarot de Marsella hace hincapié en su capacidad para operar una transición suave entre la salida y el retorno. Aunque es un solitario, utiliza el hábito de una orden religiosa con la que, por supuesto, debe mantenerse en contacto, y pone de relieve su capacidad para moverse con facilidad entre dos mundos.
Como el ritmo de la respiración de la vida se mide por la inhalación y la exhalación, la necesidad de introversión sigue un patrón rítmico similar. El Ermitaño es un maestro en ayudarnos a descubrir nuestro pulso particular. La forma de su espalda encorvada y el rizo de sus ropas, sugieren un ritmo tan natural como el respirar. El monje toma medidas pacíficas para traducir el ritmo de la meditación tranquila. El Ermitaño parece que se mueve de manera constante, el movimiento del juego en sí contiene el gesto de la devolución. Podría ser que él nos esté diciendo que la vida es un proceso, no un problema, que el Tao es un viaje, no un objetivo.
El Buda dijo: "El mundo es un puente, debemos cruzarlo, pero no construir una casa en él."
Con una linterna para guiar sus pasos, el ermitaño no necesita de la casa. No está sobrecargado con los bienes personales. Hoy en día, muchas personas añoran la libertad que les es impedida por las posesiones. La eliminación de la acumulado a lo largo de toda la vida, ir a casas móviles, tiendas de campaña o furgonetas, y la demanda de cabañas perdidas en los bosques con la esperanza de recuperar la serenidad. Lamentablemente, no es fácil deshacernos de nuestras cargas psicológicas.
El Ermitaño, sin duda, es una manera sabia de conseguirlo. Es evidente que la luz de lo espiritual penetra en la oscuridad antes que en lo temporal, como el cielo es claro y sin nubes. Su penetración a través de nuestras divisiones completamente arbitrarias de espacio y tiempo para revelar el patrón de las cosas verdaderamente importantes siempre presentes. Este sabio, como Merlín tiene el poder mágico del vidente de dominar el enigma del tiempo, esto se apoya en el hecho de que, en algunas barajas antiguas, tiene un reloj de arena y se llama El Tiempo.


Este solo está utilizando la lámpara para iluminar la oscuridad ante sí. Es evidente que su luz brilla para los demás también, pero no intencionalmente. Si otras vidas se ven iluminadas por su paso es porque él ayudó de la única manera, tal vez, que un ser humano puede ayudar a un similar, ser plenamente él mismo. Para mí, el viejo sabio ilumina la sabiduría de una oración a menudo mal entendida y por lo general atribuida a los cuáqueros, "Dios me libre de ser"
Hoy, quizás más que en cualquier momento anterior de la historia, estamos pisando un terreno totalmente nuevo. En nuestro mundo no hay caminos fijos, no hay  una única luz central utilizable por todos. Cada uno de nosotros tiene que encontrar la manera de encender la chispa en sí. Como demuestra la historia, no podemos confiar en las figuras de autoridad "allí arriba" que nos proporcionen esclarecedoras respuestas a las preguntas de la vida. Recientemente, la gente del mundo civilizado, se ha quedado sentada, sin saber qué hacer frente a las pantallas de televisión, viendo el temor de la vida real, de la corrupción y la pérdida, la depresión económica, más allá de todos los límites sociales, políticos y nacionales, invaden nuestras salas de estar para tocar nuestra conciencia y despertar nuestro espíritu. Durante este tiempo, el ermitaño podría estar detrás de las escenas, esperando la señal para dar un paso adelante. Tal vez la oscuridad comienza a disiparse para que el mensaje silencioso del ermitaño puede brillar más brillante para todos nosotros: "Cada uno de nosotros debe descubrir su propia luz interior”. En el momento en que entregamos nuestra visión y responsabilidad, nos hemos perdido nosotros mismos, nuestra identidad cultural y  nuestra propia humanidad”.


¿Si no lo hacemos por nosotros mismos, donde conseguirlo? Esta antigua pregunta suena fuertemente en nuestros oídos. Quizás más que nunca, tenemos que entender que la luz que buscamos no es una llama que algún día nos vendrá del espacio exterior en un platillo volante. Tenemos que alimentar el entendimiento de que el Espíritu Santo no es algo fuera de nosotros mismos, algo que, si tenemos suerte, obtendremos algún un día. El Espíritu es, más bien, una pequeña llama, creada de nuevo por cada ser humano en cada generación. Con cada aliento sacudir el pneuma; recrear el espíritu. El Christus es "engendrado, no hecho", lo que significa que ha nacido en todos nosotros.
Prometeo robó el fuego del cielo, original y lo trajo a la humanidad. Me gusta pensar que el papel del ermitaño es devolver parte del fuego sagrado a su fuente. Eso es lo que hace cada uno de nosotros cuando se recrea el Espíritu.

Un ermitaño reciente en los Himalayas


¿Hay alguien ahí?  El Ermitaño está esperando nuestra respuesta.

Finalmente me gustaria ofreceros esta presentación, en la que se recogen algunas de las imágenes del Ermitaño del Tarot.




Espero que os haya gustado.