dissabte, d’octubre 05, 2013

HÉROES DE LA COMUNA DE PARÍS: JULES VALLÈS






La Comuna en el plano de lo escritural tiene varios hitos, uno de éstos es el afiche que en Francia - como en la península ibérica- presenta antecedentes orales desde la Edad Media a través de un personaje bellísimo y extraordinario como lo fue el “pregonero”, 






que recorría las calles, plazas públicas, caminos y todo lugar susceptible de encontrar personas, anunciando a gritos la pérdida de objetos, entierros, matrimonios, llegada de mercancías, lugares de ventas, actas oficiales emanadas del rey o de la iglesia. En tiempos de Francisco I en 1539 , luego de anunciarse las ordenanzas al son de trompeta, se pegaban en un tablero para que fueran leídas por el público. En la Revolución de 1789 comenzó a usarse el afiche con fines políticos. Pero fueron las Comunas las que lograron plenamente beneficiarse de este tipo de soporte. 





El más famoso de ellos es el conocido como El afiche Rojo, fijado sobre los muros de París el 7 de enero de 1871, en momentos cuando la ciudad estaba sitiada por los alemanes. Letra pública trascendental para la historia, la política y la literatura. El afiche en su contenido fue una declaración de guerra al Gobierno de la Defensa Nacional de la segunda República. Fue redactado por Émile Leverdays, Gustave Tridon, Edouard Vaillant et Jules Vallès y decía así:

« Au peuple de Paris,
Les délégués de vingt arrondissements de Paris.
Le gouvernement qui, le 4 septembre, s’est chargé de la défense nationale a-t-il rempli sa mission ? – Non !
Nous sommes 500 000 combattants et 200 000 Prussiens nous étreignent ! À qui la responsabilité, sinon à ceux qui nous gouvernent ? Ils n’ont pensé qu’à négocier au lieu de fondre des canons et de fabriquer des armes.
Ils se sont refusés à la levée en masse.
Ils ont laissé en place les bonapartistes et mis en prison les républicains.
Ils ne se sont décidés à agir enfin contre les Prussiens qu’après deux mois, au lendemain du 31 octobre. Par leur lenteur, leur indécision, leur inertie, ils nous ont conduits jusqu’au bord de l’abîme : ils n’ont su ni administrer ni combattre, alors qu’ils avaient sous la main toutes les ressources, les denrées et les hommes.
Ils n’ont pas su comprendre que dans une ville assiégée, tout ce qui soutient la lutte pour sauver la patrie possède un droit égal à recevoir d’elle la subsistance ; ils n’ont rien su prévoir : là où pouvait exister l’abondance, ils ont fait la misère ; on meurt de froid, déjà presque de faim : les femmes souffrent, les enfants languissent et succombent. La direction militaire est plus déplorable encore : sorties sans but ; luttes meurtrières sans résultats ; insuccès répétés, qui pouvaient décourager les plus braves ; Paris bombardé. Le gouvernement a donné sa mesure : il nous tue. Le salut de Paris exige une décision rapide. Le gouvernement ne répond que par la menace aux reproches de l’opinion. Il déclare qu’il maintiendra l’ORDRE, comme Bonaparte avant Sedan.





Si les hommes de l’Hôtel de Ville ont encore quelque patriotisme, leur devoir est de se retirer, de laisser le peuple de Paris prendre lui-même le soin de sa délivrance. La municipalité ou la Commune, de quelque nom qu’on appelle, est l’unique salut du peuple, son seul recours contre la mort. Toute adjonction, ou immixtion au pouvoir actuel ne serait qu’un replâtrage, perpétuant les mêmes errements, les mêmes désastres. Or la perpétuation de ce régime, c’est la capitulation, et Metz et Rouen nous apprennent que la capitulation n’est pas seulement encore et toujours la famine, mais la ruine et la honte. C’est l’armée et la Garde nationale transportées prisonnières en Allemagne, et défilant dans les villes sous les insultes de l’étranger ; le commerce détruit, l’industrie morte, les contributions de guerre écrasant Paris : voilà ce que nous prépare l’impéritie ou la trahison.
Le grand peuple de 89, qui détruit les Bastilles et renverse les trônes, attendra-t-il dans un désespoir inerte, que le froid et la famine aient glacé dans son cœur, dont l’ennemi compte les battements, sa dernière goutte de sang ? – Non ! La population de Paris ne voudra jamais accepter ces misères et cette honte. Elle sait qu’il en est temps encore, que des mesures décisives permettront aux travailleurs de vivre, à tous de combattre.
Réquisitionnement général
Rationnement gratuit
Attaque en masse
La politique, la stratégie, l’administration du 4 septembre, constituées de l’Empire, sont jugées.
Place au peuple !
Place à la commune ! »



Jules Vallès es hijo de la Comuna a quien le debemos la frase paradigma de la libertad: Je suis pour la liberté sans rivages, “Yo estoy por la libertad sin orillas”, escrita el 24 de febrero de 1868 a Albert Rogat, redactor del diario Le Nord, en un artículo publicado en el Nain Jaune, y retomado por Le cri du peuple, el 22 de marzo de 1871. La libertad sin orillas; que es la libertad de la Comuna, no ha sido posible en parte alguna, en razón de que los liberticidas de los distintos colores, invocando desde los púlpitos de las diferentes ideologías, la asesinan cada vez que trata de germinar en terreno favorable, en una condición increíble la eliminan en nombre de la libertad misma. Francia vive verdaderos momentos de borrasca social y cambios; en el área de la literatura como lo anota Pierre Bourdieu, la literatura se afirma por si misma, se separa de la política, toma cuerpo de manera independiente. En 1857 aparece Madame Bovary de Flaubert y Les fleurs du mal de Baudelaire, que en la historia de la literatura se convirtieron en símbolos desacralizantes de los viejos valores del texto literario. Su presencia es un elemento de desconcierto en el acto creativo. En lo concerniente a Vallès, él nadará por distintas aguas, como lo anota en su tesis Chebbi, durante un tiempo buscará introducirse en los medios cerrados de la gran edición para luego vituperar y convertirse en un detractor de este tipo de literatura.




Jules Vallès es el nombre de autor; porque el nombre de pila es Jules Louis Joseph Vallez, nació en Puy-en-Velay en Haute Loire, el 11 de junio de 1832, tercer hijo de un profesor de secundaria. Hizo su escuela primaria en Puy y continuó sus estudios en Saint-Etienne. En 1847 se inscribe en la Agregación en gramática, en Nantes. Su vida es una revuelta permanente contra la injusticia, una lucha sin descanso para cambiar el orden establecido. Un año después está estudiando retórica en el Liceo Nacional donde es activista revolucionario. En este año participa en la siembra del árbol de la libertad. Con su amigo, Charles-Louis Chassin, forman parte en la fundación del Club republicano de la juventud de “Bretagne et Vendée; y de inmediato organizan una manifestación para abolir la esclavitud. Luego este Comité luchará contra Louis-Napoléon Bonaparte y cesará de agitar a los estudiantes parisinos después del Golpe de Estado del 2 de diciembre 1851. En 1852 obtiene su bachillerato luego de haber superado el escándalo que lo obligó a asilarse en un hospital mental en Nantes, ante las persecuciones políticas. En 1853 se inscribe en Derecho y participa en el complot de la Ópera Cómica, hecho que lo condujo a la prisión en compañía de Arthur Ranc. En 1857 muere su padre y escribe su primer libro L’Argent (El dinero). Se supone que por éstos años ingresó en la francmasonería. En 1860 es empleado por la Mairie de Vaugirard, en la oficina de registro de nacimientos, donde conoce a Hector Malot. En 1863 fracasa en obtener su Licencia en Letras en la facultad de Caens. 





En 1864 escribe en Le Figaro un artículo de gran éxito, “Les réfractaires”, el que posteriormente, en 1865, se convertirá en un libro. Escribirá luego en el Progrès de Lyon, L’Époque y otros diarios. En 1866 aparece su tercer libro La Rue; un año después funda su primer diario que lleva el nombre de su libro, La Rue. En 1868 La Rue (La Calle), es clausurada por haber escrito artículos contra la policía, y Vallès es condenado a dos meses de prisión. Recluido en la cárcel de Sainte-Pélagie, donde funda el diario Sainte-Pélagie. En 1869 lanza el diario Le Peuple (El Pueblo) del cual logra sacar algunas ediciones. Luego creará Le Réfractaire (El Refractario) del cual saldrán apenas tres ediciones. En ese mismo año, en mayo, será candidato a las elecciones legislativas contra el republicano Jules Simon y el imperial Lachaude, a quienes les opondrá un programa muy especial del cual extractamos un párrafo:

…je deviens le candidat du travail, je serai le député de la misère ! La misère ! Tant qu’il y aura un soldat, un bourreau, un prête, un gabelou, un rat-de-cave, un sergent de ville cru sur serment, un fonctionnaire irresponsable, un magistrat inamovible ; tant qu’il y aura tout cela à payer, peuple, tu seras misérable !...
…yo soy el candidato del trabajo, yo seré el diputado de la ¡miseria! ¡La miseria! Mientras que haya un soldado, un verdugo, un cura, un aduanero, un inspector de impuestos indirectos, un sargento de pueblo creído sobre juramento un funcionario irresponsable, un magistrado inamovible; mientras que tengas que pagar todo eso, pueblo ¡tú serás miserable!...

Una canción de Jean Ferrat: La Comunne



No obstante de ser el candidato de los desposeídos, perdió las elecciones. En 1870 vuelve a editar el periódico La Calle y también escribe en el diario La Marsellaise. Estalla la Guerra franco-prusiana y Vallès es detenido por pacifista. En septiembre Francia pierde la guerra por la toma de Sedan, y cae el Imperio que dirigía Louis-Napoléon Bonaparte. El 4 de septiembre se proclama la República burguesa que con algunas transformaciones es la que nos rige hoy en Francia, y también con diferentes cambios en América y otras partes del mundo. Los trabajadores, que igualmente están por la República, pero por una República distinta, se oponen a la República burguesa naciente, representada en el gobierno de Defensa Nacional. Vallès se suma a esta corriente. El 6 de enero 1871 participa en la redacción de El Afiche Rojo, que es una denuncia a la traición que ha hecho el gobierno del 4 de septiembre; igualmente una exigencia al racionamiento gratuito. En febrero Vallès saca el más famoso de todos sus periódicos Le cri du peuple (El grito del pueblo). El 26 de marzo es elegido miembro de la Comuna en representación del barro quince. Durante la Comuna se integrará en la Comisión de la educación pública y también en la Comisión de Relaciones Exteriores.




Partidario de la minoría, se oponen a la alta Comité Público. Él luchó en las barricadas durante la "SEMANA SANGRIENTA" y logró refugiarse en Inglaterra. 
 El 14 de julio de 1872 es condenado en Consejo de Guerra a la pena de muerte por su participación en la Comuna. Exiliado en Lausanne, escribe con Bellenger el famoso drama La Comuna de París, luego vivirá en el exilio hasta 1880 en Londres. Condenado a muerte, regresó a París como la amnistía de 1880, publicó de nuevo en 1883 (ayudado por su fiel colaboradora Séverine ), 






"El grito del pueblo", donde se expresan las ideas de blanquistas , guesdistas y libertarios.





Los artículos que aparecerán en Francia, enviados desde Londres serán firmados con seudónimos. Algunas de sus obras: Souvenirs d’un étudiant pauvre(Recuerdos de un estudiante pobre), Les enfants du peuple (Los niños del pueblo), Le Bachelier (El bachiller), La Lanterne (La Linterna), Un gentilhomme (Un Hidalgo), L’insurgé (El insurgente), traducido y leído en muchos países, L’Argent (El Dinero)…






Luego de la amnistía regresa a Francia, enfermo de diabetes muere el 14 de febrero de 1885. Una multitud de cien mil personas; entre quienes se encontraban muchos de sus antiguos camaradas, lo acompañaron hasta el Cementerio Père-Lachaise.

Las otras entradas sobre la Comuna de París las podéis ver aquí:







Como siempre espero que os sea útil e interesante.

HÉROES DE LA COMUNA DE PARÍS: EUGENE VARLIN





Eugène Varlin (1839-1871),  fue un destacado miembro de la sección de París de la Internacional, pionero en el desarrollo de una corriente socialista revolucionaria que abogaba por la abolición del Estado capitalista y la creación de una federación internacional de los colectivos de trabajadores, una situación que calificó de "colectivismo" o "comunismo no autoritario", para distinguirlo del socialismo de Estado propugnado por los blanquistas y marxistas dentro de la Internacional.
Varlin nació el 05 de octubre 1839 cerca de Clayes-Souilly en Francia en una familia pobre. Su padre, un jornalero agrícola, también tuvo un pequeño pedazo de tierra para cultivar verduras. Su abuelo por parte de madre, había apoyado la revolución de 1848 y sufrió persecución bajo Luis Napoleón. Sus historias tenían una gran influencia en el jóven Eugene. 
Su padre Eugenio esperaba que su hijo se dedicaría  a estudiar  para no verse condenado a trabajar duro toda su vida como tantos otros en el vecindario. Asistió a la escuela hasta los 13 años y luego entró a trabajar de aprendiz como encuadernador con su tío en París. Realizó cursos nocturnos, al mismo tiempo, incluso el aprendizaje del latín y se distinguió en sus estudios.
Así, Varlin llegó a ser encuadernador de profesión, participando en el movimiento obrero, reavivado en Francia a mediados de la década de 1860. En febrero de 1864, un grupo de trabajadores, incluyendo a Varlin, publicó su "Manifiesto de los sesenta", en el que argumentaban que los trabajadores estaban "en necesidad de representación directa" de entre ellos mismos –es decir fuera de los partidos de la burguesía - , en el recinto del cuerpo legislativo-el Parlamento o Asamblea Nacional- ... el único lugar donde los trabajadores podían digna y libremente expresar sus deseos y  su demanda de los derechos de que disfrutan los demás ciudadanos. El Manifiesto de los Sesenta le llevó a distanciarse de Proudhon, asegurando a los lectores del Manifiesto que querían adoptar el grito de batalla de Proudhon de la Revolución Francesa 1848: "¿Que es ahora el trabajo? Nada! ¿Qué debe ser? Todo", ¿para que? no es para destruir los derechos de que gozan merecidamente las clases medias, sino que queremos asegurar para nosotros la misma libertad para actuar ".




Eugene tomó conciencia de la necesidad de organizarse y se unió a la Sociedad de Encuadernadores a la edad de 18 años. Esta sociedad se ocupaba de las prestaciones de enfermedad y de jubilación y trató de hacerla más combativa. En 1864, según consta ya en los archivos policiales, participó en su primera acción, se convirtió en miembro del comité de huelga. Parece ser que por éstos años ingresó en la francmasoneria.
También en ese año participó en el Congreso Fundacional de la AIT en Londres dado que fue uno de los 4 delegados franceses en la conferencia de Londres. Pero no se dejó impresionar por la dirección de la Internacional de Londres, prefiriendo la compañía de las hijas de Marx a la de su padre, y danzando con ellas !durante toda la noche anterior! 
Su agitación en la Sociedad de Encuadernadores le llevó a su expulsión, pero Varlín ya estaba configurado una nueva asociación de encuadernadores que creció  hasta tener 300 miembros en 1870. Al mismo tiempo, organizó una cooperativa restaurante y una tienda cooperativa. En un intento de convertir las sociedades obreras en una dirección más militante llamó a la creación de una Federación de Sindicatos de los trabajadores parisinos que se creó en 1869. Durante la ola de huelgas de 1869 se creó un fondo de resistencia para todos los trabajadores en huelga.
Eugene se convirtió en un socialista, adoptando la perspectiva mutualista de Proudhon, situándose a la izquierda de esa corriente y actuando en la lucha contra la corriente autoritaria –marxista- en el seno de la Primera Internacional, a la que se incorporo en 1865. Profundizando en las ideas de federalismo dentro de ella. Comenzó a escribir para el periódico semanal de la Primera Internacional: La Tribune Ouvrière. 
Varlin posteriormente adoptó una posición más revolucionaria, tratando de alcanzar el socialismo a través  de la autogestión de los propios trabajadores.
Varlin y su compañera Nathalie Lemel, 








que más tarde ayudó a convertir Louise Michel -de la que hablaremos en otra de éstas entradas- al anarquismo, participó en los encuadernadores las huelgas de 1864 y 1865 y han participado en la creación de sindicatos de trabajadores, cooperativas de crédito y otras sociedades de ayuda mutua. Ambos también participaron en la creación de la sección de la Internacional de París en 1865.
Varlin fue uno de los delegados franceses en el 1866 el Congreso de Ginebra de la Primera Internacional. Varlin y Antoine-Marie Bourdon, un grabador de París, abogó por la igualdad de derechos para las mujeres en oposición a los proudhonianos más conservadores, quienes argumentaron que el lugar de una mujer que estaba en la casa. Varlin y Bourdon también cuestionaron la posición de Proudhon y la mayoría de la delegación francesa que la familia patriarcal, debería ser el principal responsable de la educación de los niños, con el argumento de que la educación era una responsabilidad social. Para ellos, el acceso a la educación no debe limitarse por las desigualdades existentes en el medio de cada familia, y la imprevisión y el capricho de los padres de los niños. Se propone la financiación pública de la educación, que debía ser administrada por una administración municipal "verdaderamente democrática", ya que el padre no tenía el derecho de negar a sus hijos una educación, mientras que una sociedad libre e igualitaria es lo que requiere nada menos.
La creciente actividad de la Internacional en luchas obreras en Francia dio lugar a la persecución de los internacionalistas franceses, con 10 miembros de la sección parisina, incluyendo Varlin, siendo multados 100 francos y condenado a tres meses de cárcel  en 1868. Antes de su encarcelamiento, Varlin había ayudado a recaudar fondos para ayudar a los trabajadores de la construcción en Ginebra, durante su exitosa huelga en marzo y abril de 1868 por una jornada de 10 horas y salarios más altos. Él y Lemel también habían comenzado a organizar cooperativas de trabajadores, como el restaurante La Marmita (el "Cooking Pot"). Los estatutos de La Marmite proporcionan para la administración de los asuntos diarios de la cooperativa un consejo de delegados elegidos por la asamblea general de socios de la cooperativa. Estos delegados serían elegidos por seis meses de plazo y sujetos revocación. El consejo tendría poderes sólo administrativos, con la asamblea general para tomar todas las decisiones políticas.





La posición de Varlin sobre la participación en la política burguesa ha cambiado con el tiempo. En mayo de 1869, aún estaba en favor de la participación en las elecciones burguesas, persuadiendo a la sección de París de la Internacional a presentar una lista de candidatos de la clase trabajadora.
En ese momento, se refirió a los partidarios de la abstención "enragés proudhoniens" (antes de su muerte en 1865, Proudhon había aconsejado a los trabajadores no participar en las elecciones francesas porque "bajo el régimen que ha gobernado desde 1852 por encima de nosotros, nuestras ideas, si no nuestras personas, han sido, por así decir, colocadas fuera de la política, fuera del gobierno, fuera de la ley"). Varlin, sin embargo, argumentó que la presentación de una lista de candidatos de la clase trabajadora hace hincapié en la división entre "el pueblo y la burguesía." Varlin cree que "sería imposible organizar la revolución social, mientras vivamos bajo un gobierno tan arbitrario", como el de Napoleón III. Ninguno de los candidatos de la clase obrera fueron elegidos, y el grupo Varlin tuvo que dar apoyo a los candidatos radicales.
En la época de Napoleón III -1870- se planteó un plebiscito para legitimar su políticas de"reformas" Varlin se unió a otros trabajadores en defensa de la abstención, según él había llegado el momento  de que los trabajadores "se desengañen del sistema representativo" de Napoleón III, es decir la misma posición que Proudhon había aconsejado en 1864. 
La federación de París de la Internacional, que Varlin había ayudado a formar en abril de 1870, emitió un manifiesto llamando a la abstención en masa, porque éste era el método de protesta que Napoleón III más temía. El manifiesto denunciaba las matanzas de trabajadores en huelga, el reclutamiento y la carga fiscal onerosa que se imponen a los trabajadores para financiar aventuras imperialistas de Napoleón III en el extranjero.
Se reunió con Bakunin y Guillaume James, representante de la corriente libertaria dentro del International. Con la prohibición de la Internacional en 1868 fue multado y sirvió 3 meses en prisión. Desarrolló una posición colectivista, convirtiéndose en secretario de coordinación de las sociedades de los trabajadores. Él creía que las sociedades obreras, las sindicales y la actividad de huelga, podrían ser el lugar para entrenar a las personas para la dirección de la sociedad futura,"la organización de las fuerzas revolucionarias", de la mano de obra necesaria para abolir el capitalismo. Esta posición fue apoyada por la mayoría de los delegados al Congreso de la Internacional en Basilea de 1869.
En ése Congreso, Varlin ha apoyado la resolución de Bakunin a favor de la abolición del derecho de herencia, de acuerdo con Bakunin en que, en las condiciones actuales, mantener el derecho a la herencia –de la gran propiedad sobre los medios de producción- sancionaba la desigualdad. Algunos niños serán bien provistos de propiedades por sus padres, mientras que otros niños permanecerían privados, por causas ajenas a sus propias capacidades. Menos aún se podría justificar, desde el punto de vista colectivista, el "derecho" de una persona para transferir "su" propiedad a alguien fuera de su familia, otorgando sobre ellos un beneficio no ganado.




Bakunin y Varlin fueron consistentes en su rechazo de los derechos patriarcales, tanto para disponer de uno de "propiedad" o para determinar qué tipo de educación debe ser proporcionada a los hijos. Varlin había discutido en el Congreso de Ginebra que la educación es una responsabilidad social, una posición compartida por Bakunin y sus asociados. En el Congreso de Basilea, Bakunin ligaba expresamente la abolición del derecho de herencia con la necesidad de una educación "integral" a disposición de todos, con el argumento de que "tan pronto como se aboliese el derecho a la herencia, la sociedad tendrá que asumir la responsabilidad de todos los costos del desarrollo físico, moral e intelectual de los niños de ambos sexos ".
Hacia el final del Congreso de Basilea, uno de los asociados de Bakunin, James Guillaume, se reunió con Varlin y le describió el programa socialista revolucionario desarrollado por Guillaume, Bakunin y sus colegas. Varlin dijo Guillaume que compartía sus ideas, y los dos acordaron mantener contactos más estrechos. Varlin describió poco después de la posición adoptada "casi unánime" de los delegados en el Congreso de Basilea como "colectivismo o comunismo no autoritario", que iba a ser alcanzado por una "revolución social europea". Varlin apoyó la visión de un futuro libre propuesto por su compañero Internacionalista, Jean-Louis Pindy, en el Congreso de Basilea, con las federaciones doble, uno que comprende el comercio de los trabajadores –cooperativas o colectividades de producción y de consumo- y las organizaciones sindicales, las otras áreas locales y regionales. Como Pindy lo expuso en el Congreso de Basilea, la asociación "sobre la base de la ciudad o el país ... conduce a la comuna del futuro, al igual que el otro modo de [sindical] organización lleva a la representación laboral del futuro."
En diciembre de 1869, Bakunin, Guillaume y otros internacionalistas se reunieron en Lyon, y de nuevo en marzo de 1870, dando como resultado el establecimiento de una federación regional de trabajadores del Ródano afiliado a la Internacional, con Varlin como presidente honorario en el congreso fundacional.





En su informe sobre el Congreso de Basilea, Varlin expresó la opinión de muchos de los internacionalistas franceses cuando escribió que las propias organizaciones de trabajadores, los sindicatos y las sociedades de resistencia y solidaridad ", constituyen los elementos naturales de la estructura social del futuro . "Varlin vió las huelgas como una" escuela de lucha " – algo semejante a la gimnasia revolucionaria de la que nos hablara Juan García Oliver- que uniría a los trabajadores en una fuerza revolucionaria.
En marzo de 1870, Varlin publicó un artículo que expresa la opinión de la mayoría de los internacionalistas de París, en el que pedía al Estado capitalista autoritario para ser reemplazados por trabajadores de la autogestión:
"En la actualidad, nuestros hombres de Estado están tratando de sustituir un gobierno liberal-parlamentario (estilo Orleans) por un régimen de gobierno personalista, y esperan con ello desviar la revolución que amenaza sus privilegios. Los socialistas saben por experiencia que todas las viejas formas políticas son incapaces de satisfacer las demandas de la gente. Aprovechando los errores y torpezas de nuestros enemigos, debemos acelerar la llegada de la hora de la liberación, preparando activamente las bases para la futura organización de la sociedad. Esto hará que sea más fácil y más segura la tarea de transformación social que la revolución debe llevar a cabo.
Hasta ahora, los gobiernos han sido simplemente una extensión del régimen autoritario y el sometimiento de las masas. Si los gobiernos republicanos como el de Suiza o de los Estados Unidos, las oligarquías constitucionales como las de Bélgica o Inglaterra, las autocracias como la Rusia zarista o, los regímenes personales como en Francia desde el Imperio ... todos representan una autoridad política que tiene como objetivo mantener  a las clases trabajadoras en el temor de las leyes que se han creado para el beneficio de unos pocos. Esta autoridad puede ser más o menos estricta, más o menos arbitraria, pero esto no significa de ninguna manera cambiar las relaciones económicas que son su fundamento: los trabajadores permanecen siempre a merced de aquellos que tienen el capital.
La sociedad ya no puede permitir la distribución arbitraria de la riqueza pública sobre la base del nacimiento o del supuesto éxito. La riqueza pública es la suma colectiva de todo el trabajo productivo, y ha de ser aplicada en beneficio de la colectividad. En otras palabras, todos los miembros de la sociedad humana tienen el mismo derecho a las ventajas derivadas de esa riqueza.
Sin embargo, esta riqueza social no puede prever el bienestar de la humanidad si no se pone en práctica por el trabajo.
En consecuencia, si el capitalista industrial o de negocios ya no puede disponer arbitrariamente del capital producido colectivamente, quien debe colocar esta capital a disposición de todos? Quién debe organizar la producción y distribución de bienes?
Lejos de poner todo en las manos de un Estado autoritario altamente centralizado que establecerá una estructura jerárquica, de arriba a abajo el proceso de trabajo ... tenemos que admitir que la única alternativa es que los propios trabajadores que tienen la libre disposición y posesión de las herramientas de producción ... a través de las asociaciones de cooperación en diversas formas.
Grupos de trabajo recién formado deben unirse con los de mayor edad, ya que es sólo a través de la solidaridad de los trabajadores en todas las ocupaciones y en todos los países que definitivamente vamos a lograr la abolición de todos los privilegios, y la igualdad para todos ".




Varlin fue uno de los internacionalistas más destacados condenados a un año de prisión en julio de 1870 para sus actividades. Se escapó a Bélgica, donde permaneció hasta la caída del régimen de Napoleón III en septiembre de 1870, después de la derrota de Francia en la guerra franco-prusiana. En el mensaje anterior, hemos revisado los acontecimientos que condujeron a la Comuna de París de 1871, en la que Varlin desempeñó un papel destacado. Fue torturado y asesinado durante la masacre de hasta 30.000 comuneros mayo 1871. Robert Graham.
Veamos cómo nos explican testimonios coetáneos la pasión y asesinato de Varlin en manos de los versalleses
Después de haber combatido en el 6º distrito, del que fue representante y en los  3º, 10º, 11º y 20º distritos, Eugene Varlin abandona su vida al azar. Se sienta en un banco de la plaza Cadet, pues agotado ya no puede ir a ningún otro lugar.
Un viandante lo reconoce y lo denuncia a una patrulla de soldados que pasan por allí.
Los soldados le golpean con las culatas de sus fusiles.
Varlín mira con serenidad a la multitud de la que ha querido la emancipación, que lo injuria y le tiran lodo y basuras.
El, que arriesgó su vida para salvar a los rehenes, oye que a su alrededor la gente chilla:” A Montmartre, a Montmartre, a Montmartre! Que lo fusilen en el mismo lugar que al general Clement Thomas”


Visión idealizada en 1910 sobre la muerte de Varlín


El teniente Sicre conduce a Varlín, con las manos atadas a la espalda, por la cuesta de la loma, la subida por las empinadas calles es lenta...
Cada valiente de la “mayoría silenciosa” se atreve a darle un golpe.
Veamos lo que nos dice Lissagaray: “Bajo la lluvia de golpes, su joven cabeza meditativa, que nunca había tenido sino pensamientos fraternales, se convierte en poco más que carne picada, con un ojo colgando fuera de su órbita.
Cuando llega a la calle des Rossiers, ya no puede caminar, lo arrastran... lo tuvieron que sentar para fusilarlo, dicen que antes de morir aun pudo gritar con voz apenas audible: "Viva la República, Viva la Comuna"... tenía tan sólo 33 años...






Pero eso no fue todo.
Después, los soldados destrozaron su cuerpo con las culatas. A continuación el teniente Sicre, lo despojó de sus  pertenencias, unas pocas monedas en sus bolsillos que fueron repartidas entre los soldados y un pequeño reloj que en el 1869 le habían regalado sus compañeros encuadernadores como agradecimiento.





Sus restos fueron a parar a la fosa común del cementerio Pere-Lachaisse.





Las otras entradas dedicadas a la Comuna de París las podéis ver aquí:




Como siempre espero que os sea útil e interesante.