dissabte, de setembre 17, 2011

LAS MARAVILLOSAS ALFOMBRAS VOLADORAS

Nada -o casi nada- puede ya sorprendernos, los avances tecnológicos, de la mano de los intereses económicos de un capitalismo despiadado y feroz, han llegado a un punto que va más allá de todo lo que podríamos soñar. Si hace apenas unas décadas, veíamos incrédulos un coche volador:




en Stars Wars de la mano de Spilber y Luckas, o en Blade Runner de Ridley Scott (a partir de los 2 minutos 50 segundos):


ése sueño es hoy una realidad que se utiliza sin reparar en medios en presentaciones comerciales:


Hace tan sólo algunos días, navegando por la red, cayó en mis manos la siguiente noticia:

“Proponen una alfombra voladora basada en las leyes de la física.
Propulsada por ondas alimentadas con energía, necesitaría motores de gran potencia
Un equipo de físicos ha sentado las bases teóricas para la fabricación de una alfombra voladora a partir del estudio de los movimientos aerodinámicos de una lámina flexible y ondulante inmersa en un fluido y situada cerca de una pared rígida. De manera similar a como nada un pez raya en el fondo del mar, la lámina podía mantenerse, sometida a ciertas condiciones, separada de dicha pared, y moverse gracias a una serie de ondas. Sin embargo, para que una alfombra de gran tamaño llegara a flotar y moverse en el aire, se necesitarían motores de gran potencia que generaran unas ondas relativas a su tamaño. Este es el principal obstáculo para que la alfombra voladora deje de ser un mito y se convierta en realidad, señalan los científicos. Por Yaiza Martínez”.
No pude por menos que seguir leyendo:
"Científicos franceses y norteamericanos han ideado una propuesta para la fabricación de una alfombra voladora basada en las leyes de la física, según explican en la prestigiosa revista Physical Review Letters en su edición del pasado noviembre.
Lakshminarayanan Mahadevan, de la Universidad de Harvard, Mederic Argentina, del Institute no linéaire de Niza, y Jan Skotheim, de la Universidad de Rockefeller, en Nueva York, estudiaron la aerodinámica (rama de la mecánica de fluidos que investiga la actividad de los cuerpos sólidos cuando éstos están inmersos en un gas) de una lámina flexible y ondulante en movimiento a través de un fluido y cerca de una pared rígida, descubriendo que teóricamente sería posible fabricar una superficie que se mantenga flotando en el aire, propulsada por ondas alimentadas con energía.

Alfombra diminuta






El invento funcionaría de la misma forma que nada una raya marina en el agua explica en su blog el escritor especializado en ciencia Philip Ball. Estos peces son cartilaginosos y se distinguen por la forma aplanada del cuerpo, en el que las aletas pectorales se unen al tronco formando una especie de disco.
La revista Future-Science señala que los investigadores tomaron la idea de la alfombra voladora de la observación de la estructura de las hojas de los vegetales y de la manera en que el viento hace ondear las banderas. Su estudio ha demostrado cómo unas fuerzas aerodinámicas que fluyan alrededor de una estructura de dos dimensiones, en movimiento en un fluido, serían suficientes como para hacer ondular dicha estructura.
Los cálculos realizados por los físicos, que también son matemáticos, les han permitido presentar una serie de cifras: para flotar en el aire, la alfombra debería ser de diez centímetros de largo y 0,1 milímetros de grosor, vibrando con una longitud de onda de 0,25 milímetros y una frecuencia de 10 hercios (estas ondas se sucederían a razón de 10 por segundo). En estas condiciones, la alfombra se desplazaría a 0,3 metros por segundo.
El problema real, más allá de la teoría: que para que una alfombra más grande pudiera volar se requeriría un motor tan potente para la producción de las ondulaciones necesarias que los científicos aseguran que no es factible".


A pesar del amargo sabor que dejó en mi boca, el reconocer las enormes dificultades de llevar a la práctica, la fabricación de semejante artefacto, mi corazón empezó a galopar desbocadamente…
Trayendo a las pantallas interiores de mi mente, imágenes de mi lejana infancia: Aladino, Simbad, lámparas con Dins ocultos y, como no, alfombras voladoras…



No recuerdo que en ninguno de los numerosos “hogares” que tuve de niño hubiese nunca una alfombra en ninguna habitación, el primer contacto -del que soy consciente- que tuve con una fue en mi juventud, en casa de unos muy queridos amigos “de los que se fueron a vivir al campo en una comuna”, hoy los llamarían “hippies” con un cierto tono despreciativo.
En mi caso, sólo puedo decir que siento por ellos – a pesar de los años transcurridos- un enorme agradecimiento por lo que me enseñaron en muchíííííssssiiimos campos de la existencia y por el amor y cariño con el que siempre fui tratado: “Benditos hippies!, sé todo lo que os debo!.”
Una de esas cosas, fue sin duda el valor de las alfombras. No el valor material, aunque con los años he llegado a comprenderlo, sino el valor utilitario ; una conversación con amigos y familiares en el suelo sobre la más humilde de las alfombras, sea con niños, jóvenes, o adultos, no tiene punto de comparación con el más cómodo de los sillones, sofás, sillas, etc. ¿Cuál es la diferencia?, ¿el precio por una cierta dosis –ínfima si disponemos de unos cuantos cojines- de incomodidad física?, el nivel de comunicación, la empatía, el ambiente de proximidad física, la superación de unas barreras personales, el espacio vital del que todos nos rodeamos continuamente para proteger nuestra intimidad se reduce, todo ello repercute en una mayor sinceridad, en una afinidad y sentimiento de pertinencia incomparable. Incluso alguna regañina a mis hijos adolescentes, tuvo mayor impacto por el hecho de estar allí sentados, que una discusión a gritos en cualquier otro lugar de la casa.
Pero, por encima de ello –si cabe suponer algo mejor- están las “otras utilidades” de una alfombra: las prácticas de yoga, de meditación, de relajación, o sencillamente la audición de una música adecuada, la contemplación de una lámina artística, la lectura, sobre ella adquieren… otra dimensión…
Desde que lo aprendí de ellos, en mis casas –que también han sido bastantes- nunca ha faltado una, siempre la misma y que compré en el año de 1984, costó la irrisoria cantidad de 4.500 de las antiguas pesetas –algo menos de 30€ de nuestros días- y es sin duda uno de “mis bienes” más queridos, dado que sobre ella “he volado” a distantes, sorprendentes y muy extraños mundos.
No soy en absoluto un experto en el tema de las características, tipos y fabricación de alfombras, por ello cedo la palabra a Jesús Riosalido (ex-embajador de España en Persia) 




que pronunció una erudita conferencia en Zurich sobre el tema y del que os ofrezco un pequeño extracto (la conferencia completa la podéis leer aquí: http://www.adolfoalonso.net/2010/02/18/la-alfombra-orientalhistoria-y-realidad-introduccion-a-las-alfombras-voladoras-por-jesus-riosalido/)

La alfombra oriental: Historia y realidad. 

Las lenguas española y portuguesa son las únicas occidentales que conocen a los tapices de Oriente con una palabra de etimología árabe, “alfombra”, aunque también contienen otros apelativos como “tapiz”, “tapete”, etc. Alfombra no es sino el nombre de acción del verbo ahmarra, que significa “enrojecer”, porque las primeras alfombras orientales que se hicieron en España y Portugal se teñían de rojo, a base de tintes como la cochinilla, después exportada por nuestras mujeres moriscas a Túnez, oculta entre las trenzas de su pelo. Alfombra era, por consiguiente, “la teñida de rojo”, aunque después se usaran otros tintes, como el amarillo cebolla, el azul índigo o el verde perejil, que ya no eran rojos. De cualquier manera, la alfombra siguió siendo “la teñida” o, por mejor decir, el trabajo textil teñido de colores, aunque no fuesen rojos.
Todos los demás idiomas occidentales dan a las alfombras nombres no árabes, como “carpet” o “rug” en inglés, “Teppich” en alemán, “tapis” en francés, etc.
La historia de la alfombra es muy antigua. Algunos suelos de piedra de los palacios reales de Nimrod, Balawat y Nínive, en Asiria, 





contienen dibujos sobre el suelo y las paredes que reproducen las alfombras que se colocaron sobre ellos, ya hacia 883-612 antes de Cristo. Los bajorrelieves asirios describen a comerciantes y a compradores en los mercados, acarreando sus alfombras. Homero, que escribió “La Iliada” y “La Odisea” hacia 900-800 antes de Cristo dice que había la costumbre de extender alfombras sobre las sillas y los reclinatorios a fin de hacerlos más confortables. Llama a las alfombras “kivas”, o sea, “tejido de pelo de animal”, pero en otras ocasiones las conoce como “tapés”, de donde viene la palabra actual “tapiz”, es decir, coberturas de sofás o de asientos.




El arqueólogo ruso S.J.Rundenko, durante sus excavaciones en una tumba scyntia o turcomana de la montaña de Altai, en la Siberia del Sur, entre 1947 y 1949, descubrió una alfombra del siglo V antes de Cristo, o sea, contemporánea del Partenón y del famoso escultor Fidias, y que había conseguido sobrevivir gracias a haberse quedado congelada. Se llama la alfombra de Pazyryk o de Altai, y se conserva en el Museo del Ermitage de San Petersburgo. Es la más antigua que se conoce.
La alfombra era un elemento básico no sólo para la vida palaciega y señoril, sino también para la vida nómada del desierto, porque es el único “suelo móvil” con el que los beduinos pueden contar para no poner los pies directamente sobre la arena o las rudas piedras de aquel paisaje.
La alfombra oriental llega, en primer término, a Europa, a través de España. Se cree que su uso estaba generalizado en la Península Ibérica ya entre los siglos XI y XII, siendo las alfombras españolas, después de la de Altai, las más antiguas que se han conservado. Se realizan muchas exportaciones de este producto desde España, pero también desde Italia, cuyos mercaderes venecianos las importaban de Anatolia, en Turquía. Su uso no se extiende por Europa, en realidad, hasta el siglo XIV.
En el siglo XV, el gusto por las alfombras orientales crece en Europa. A las españolas, de Cuenca, Albacete o Alcaraz, se unen las turcas de Ghiordes, Ladik, Izmir, etc., añadiéndose a los modelos ya entonces conocidos otros caucasianos y turcomanos, todos procedentes de Venecia.
Existen numerosos cuadros renacentistas o prerrenacentistas en donde, a los pies de los personajes pintados, se ven alfombras orientales, sobre todo en Simone Martini, Nicolas di Bounaccorsa, Ghirlandaio, Carpaccio y otros muchos, que nos presentan a sus vírgenes y santos posando sus pies en alfombras. 







Lo mismo hicieron, un poco más tarde, los interioristas holandeses, flamencos y españoles.
Anteriormente, los europeos habían puesto sus pies sobre pieles de animales, entramados de paja y de esparto, y esterillas, entre otros procedimientos de confort.
En el siglo XVI, Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, llevó algunas alfombras orientales españolas a Inglaterra, como regalo de boda para Enrique VIII, y éste y el cardenal Wolsey , arzobispo de Canterbury, y aspirante a un papado que nunca llegó a obtener, por lo cual fomentó la Reforma de la Iglesia en su país, extendieron el gusto por las alfombras orientales en aquellas islas.



Hans Memlink es el pintor flamenco clásico que más interés pone en la representación de alfombras.
La alfombras más antiguas que adornan los museos occidentales no van más allá del siglo XV, o, con buena voluntad, el XIV. Dejando a un lado la mencionada Altai, dos de las más señeras son las gemelas del Almirante de Castilla, que están, una en el Museo de Valencia de Don Juan en Madrid y otra en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. 





La siguientes son ya persas, del siglo XVI, producidas durante los reinados de Shah Tamasp (1524-1576) y de Shah Abbas I (1588-1629). La antigua tradición geométrica medieval se cambia en ellas por las flores, las plantas, los animales e incluso las figuras humanas, que aparecen cazando, danzando, celebrando fiestas o practicando oficios. Se establecen talleres en Isfahan, Keshan y Tabriz, cada uno de ellos con su estilo propio, de forma que, a finales del siglo XVII casi todas las casas señoriales de Europa poseían algún ejemplar.





En muchos países occidentales empezaron a hacerse alfombras. Aparte de España, comenzaron a tejerse alfombras en Francia, Alemania, Polonia, Irlanda, Inglaterra, países escandinavos,y hasta Suiza, uno de cuyos ejemplaes se puede ver aún en el Landesmuseum de Zürich. Después, esta industria decayó, y hoy sólo queda en España a través de la Real Fábrica de Tapices, y de algunas empresas particulares en Cuenca, Albacete, Murcia, Guadalajara, etc. En Europa del Este siguen haciéndose alfombras orientales en Polonia, Albania y Rumanía.




Las alfombras tradicionlaes se hacen sobre un bastidor compuesto de urdimbre, o hebras verticales y de trama, o hebras horizontales, pero también existe otro tipo de tejido que no necesita bastidor y que se conoce con el nombre de “kelim”, palabra uqe podría significar algo asó como “palabra” u “oración”, precisamente por haber sido de oración los kelimes más antiguos. La técnica del kelim consiste en atravesar las fibras de lana, no por la urdimbre del bastidor, sino por una pieza de tejido ya hecha, que puede ser una sábana o un pedazo de tela cualquiera, y fijarlas a ella. Este sistema fue descubierto por los nómadas de Asia Central y luego se extendió por todo el mundo.




Después de las alfombras mencionadas anteriormente, la más antigua conocida es de de Ardebil, una localidad al borde del Cáucaso, en Irán, que se conserva en el Victoria and Albert Museum de Londres, y que procede de una mezquita de aquella ciudad. Tiene un medallón central y dieciséis circundándole. Es enorme, pue mide 10,52 por 5,33 metros y su ornamentación es de flores y palmeras. Tiene una inscripción que dice. “ No tengo más refugio en el mundo que tu atrio, ¡oh, Señor! No hay lugar en que ocultar mi cabeza sino bajo tu techo. Este trabajo fue realizado por el esclavo del santuario, Maqsud de Kashan, en el año de 946”, es decir, en el siglo XVI cristiano.
Otras alfombras famosas son la de Chelsea, asimismo en Londres, la del Emperador Leopoldo I de Austria, regalo de Pedro el Grande de Rusia, en el Museo de Artes Aplicadas de Viena, la “Alfombra de la Coronación”, en el castillo de Rosenberg en Copenhague, la de Marby en Suecia, que sigue el estilo de las de Fra Angelico en su “Virgen Entronizada” y de Carlo Cirvelli en “La Anunciación”. También hay otras muy importantes en Estocolmo, Berlín, el Museo de Artes Decorativas de Madrid y el Museo Episcopal de Cuenca.




Las alfombras reciben su nombre según su lugar de origen, por ejemplo, Tabriz, Mula, Isfahan etc., o según la tribu de la que son originarias, como Belutschi, Beshir, Tekke o Ersari. Otras se denominan según toda una región o áre completa como Khorasán, Cuenca etc
Existen cuatro categoría de obra de alfombra, que son las siguientes: a) nómada, b) rural, c) taller y d) taller de maestro.
En el mundo nómada es la mujer quien teje alfombras, y lo hace en medio de muchas dificultades, en el desierto, lo que limita bastante los resultados de su trabajo. Hoy sólo se siguen haciendo en Persia, Afganistán y Anatolia, así como en las repúblicas exsoviéticas de Asia. 





Se tejen de memoria, sin cartón ni modelo alguno, y suelen ser simples y de formas geométricas, con escasas líneas curvas. Contienen asimismo figuras de animales y otros elementos totémicos, como talismanes, insignias, plantas etc., para proteger a la tribu de diversos males, físicos o psicológicos. Los colores son alegres y sencillos y dan siempre un tono de dignidad y de originalidad. Lo común es que sean de pequeño tamaño.
Las llamadas alfombras rurales son el producto intermedio entre la alfombra nómada y la de taller. Muchos nómadas se hicieron sedentarios y continuaron realizando alfombras como siempre lo hicieron, , pero de un estilo ya distinto. Son más complicadas que las puramente nómadas, pero aun con un nudo basto y las líneas generales de los tapices anteriores. 





Así nacen las alfombras de oración, con decoraciones Boteh, Herati, del “árbol de la vida” y otras que no existían en el mundo del nomadismo. Siguen siendo geométricas, pero, en cambio, empiezan a desaparecer, o al menos a hacerse menos frecuentes, los totems, talismanes y otros símbolos mágicos que existían en las anteriores.
Las alfombras de taller son las primeras que se hacen copiando un cartón previamente dibujado. El dibujante, o salim, le dice al operario cómo tiene que trabajar, y por ello resultan menos espontáneas que las nómadas o rurales. En ellas trabajan hombres y mujeres igualmente, y suelen ser de muy buena calidad. Las hay de dos clases, de dibujos geométricos y de dibujos florales y representativos y su compra es muy recomendable. 




Cada taller ha desarrollado su propio estilo, y las ciudades donde se encuentran dan nombre a sus productos, como Isfahan, Kashan, Hereke, etc. Incluso en China se hacen desde hace tiempo alfombras islámicas con cartones de Isfahan, sobre todo en Xi ‘An, población que se encuentra justo al comienzo de la famosa Ruta de la Seda, y que fue capital de algunas dinastías de Emperadores chinos. Los criterios para juzgar, y en su aso adquirir este tipo de alfombras serían los siguientes: a) finura del nudo, b) calidad de los materiales, c) Intrincado y balance simétrico de los dibujos.
Las alfombras de taller de maestro se refieren tan sólo a unas pocas fábricas consideradas como tales. Están situadas en Persia y Anatolia y suelen tener un jefe de tejedores que es un artista en sí mismo. 




Se reconocen como talleres de maestro los de Isfahan, Naín, Kashan, Tabriz, Meshed, Kerman, y Qum. Ningún otro taller de otro país ha conseguido verse reconocida tal categoría. Suelen incidir más en lo floral, visión de jardines, animales y seres humanos que en los dibujos geométricos. Las alfombras de esta categoría deben juzgarse siguiendo los siguientes patrones: a) finura del nudo, b) regularidad del nudo, c) perfección y regularidad del dibujo, d) colores fijos y de tonos consistentes.
No hay más que dos clases de alfombras orientales, la de urdimbre y trama y el “kelim”.




Las alfombras de urdimbre y trama tienen dos constituyentes. El primero es la urdimbre, o sea, las hebras que van de arriba abajo en el bastidor, y el segundo la trama, es decir, los cordeles que atraviesan el bastidor en sentido horizontal. Aunque suelen ser del mismo material que el conjunto de la alfombra, ya sea éste de lana o de algodón, hay casos en que son diferentes, con objeto de dar más contraste a la obra, como, por ejemplo, lana y algodón, o lana y seda.
El “canto”, o margen de la alfombra, es el compuesto por los dos extremos de cada trama, en los que ésta se traba firmemente con la urdimbre para que no se deshile, y los “flecos” son los extremos de la urdimbres, arriba y abajo, que quedan libres y que se dejan sueltos o se atan para que no se suelten. También se pueden añadir flecos tejidos posteriormente, con un objetivo simplemente estético, como se hace en Casasimarro, en Cuenca.
Hay muchos tipos de bastidor. Los más tradicionales suelen ser rectangulares y de madera, dividiéndose, además, en fijos y ajustables a diferentes tamaños. Los más antiguos son los de factura nómada, que se muestran horizontales, más que verticales. Sus alfombras salen estrechas y alargadas, como “runners”, en la terminología anglosajona. El bastidor rural es más complicado, y en la mayoría de los casos es vertical más que horizontal. Las alfombras resultantes son más anchas y menos alargadas que las nómadas, pero rara vez son muy grandes. El tipo de bastidor que le sigue es el ajustable, en las dos direcciones, a lo alto y a lo ancho. Se empezaron a usar en Tabriz, en el Irán, y, añadiéndoles un gran rollo de madera, el operario puede ir enrollando el trabajo ya realizado y seguir laborando sin cambiar de posición. Estos bastidores permiten producir alfombras considerablemente grandes.



Los instrumentos de la confección son un cuchillo, un peine de batanero para cardar el material, y unas tijeras. El cuchillo suele terminar en forma de gancho, para ayudar a hacer el nudo, con el peine, que tiene púas de metal, se empujan las tramas unas sobre otras, aprisionando así los nudos que previamente se han hecho en las urdimbres, de forma que la alfombra queda compacta, y con las tijeras se iguala y corta el resultado en la cara superior del tapiz. Todos los nudos van sobre la urdimbre y nunca sobre la trama.
Los materiales son, sobre todo, lana, algodón y seda. La lana es lo más común, y también lo preferible y más seguro. Procede de corderos que deben tener entre ocho y catorce meses de edad. La mejor lana es la de Kurk, o Kork, sacada de los flancos y hombros del animal. La lana, que puede ser “viva” , o esquilada, o “muerta”, sacada de la piel hallada en las tenerías, se lava, carda e hila en forma retorcida, y se refuerza con otro hilo, asimismo retorcido, pero en la dirección opuesta al primero. El resultado es el estambre o hilado.
El algodón se usa, sobre todo, ara la urdimbre y la trama, no para el nudo, aunque en Anatolia hay lugares donde también se utiliza para el nudo, y se le conoce como “seda artesanal”, aunque no se trate, en realidad, de auténtica seda. Puede afectarle la polilla más que a la lana.




La seda se importó desde China a Irán, Turquía India, y la antigua Unión Soviética. La mejor seda sigue siendo la china, producida hoy en la zona del mar Caspio. De allí es la seda llamada rasht, la mejor del mundo. La seda es un producto que tiene muchas limitaciones en la confección de alfombras, pues se mancha fácilmente, se daña en seguida, y es difícil de limpiar, por lo que se usa más bien para colocar tapices en forma de colgaduras sobre las paredes. También se usa la seda para crear urdimbre y trama cuando la alfombra ha de ser muy fina, o sea, de más de 800.000 nudos por metro cuadrado.
En cuanto a los tintes y colores, cuando la lana se ha limpiado y lavado, se la somete a un nuevo lavado en una solución suave de soda y jabón. Una vez hecho esto, se la mete en un baño de alumbre por doce horas. El alumbre pega el tinte a la lana, cuando a éste se le añade el color. Es entonces cuando se la somete a un baño del color correspondiente, para que se empape a fondo.
Los mejores tintes son los naturales. Ningún tinte artificial ha conseguido, hasta ahora igualarlos. En el rojo, ya hemos mencionado la “cochinilla” española, pero el mismo color se obtiene en Oriente con “rubia” o “granza”. La “cochinilla” no es sino la masa que forman los cuerpos aplastados de la hembra del insecto conocido como coccus cacti, que es muy común en España. El amarillo proviene de la cebolla, puesta a secar al sol, según el procedimiento tradicional conquense, o, en el Oriente, de la “reseda” y de la piel de las granadas. El azafrán se usa ara dar tonos anaranjados, el índigo para los azules, y el verde se suele conseguir mezclando amarillo y azul, aunque en España también se sacaba del perejil. Gris y marrón, o beiges de diferentes tonos se consiguen de las nueces o de la cáscara de algunos árboles, como el roble y la encina.




El color, natural o artificial, mejora con el tiempo. Un abrash, o abrasamiento, es un cambio brusco en el color del tejido, que se produce porque el tejedor ha tomado una madeja teñida en un tono ligeramente distinto del resto de la obra. El color, con los años, empieza a suavizarse gradualmente, y toma su tono definitivo unos veinte años después de la confección de la alfombra.
El verde no se usa mucho en los países islámicos, para no tener que pisar el color sagrado del Profeta, pero sí en China que, en cambio, usa poco del amarillo, por ser el color oficial de los Emperadores. El blanco es color de luto para los chinos, indios y persas, mientras que el azul representa el cielo en Persia y el Poder en Mongolia. El naranja es el color de la piedad para los musulmanes y el rojo el de la alegría.




Los KELIM se tejen pasando una trama colorista y muchas veces geométrica a través de la urdimbre vertical que ya exista en el paño sobre el que se esté trabajando, y que es neutro. Se pasan los nudos, pues, a través de dicha urdimbre y se los retuerce hacia atrás, para que no se suelten. Sólo en contadas ocasiones se utiliza la urdimbre para aponerle dibujos, dejando los fragmentos que proceda al aire para que los completen.
La técnica de este tipo de tapiz es similar a la del anterior, sólo que las hebras de trama pueden dejarse colgando por detrás, de forma que la obra sólo se pueda contempla, en toda su belleza, desde un lado.
Un tipo de técnica de kelims llamada soumak consiste en que la trama agarre varias urdimbres a la vez, formando una especie de nudo. esta técnica también deja colgando los extremos por la ate posterior.
Asimismo existen kelims de dos caras, en los que los nudos han sido recogidos por ambos lados e incluso pueden ser levemente diferentes de un lado y del otro.
Hay otras clases inferiores de kelims, como los dhurries y los druggets de la India y de los Balcanes, que son poco más que esteras, hechas de una mezcla de lana de cabras, algodón y yute, pero que, naturalmente, resultan muy baratas.




El nudo de la alfombra se hace pasando trozos cortos del estambre, o material ya teñido y preparado, por detrás de cada hebra de urdimbre, y dejándolo colgar por delante. Entonces, con el peine, se empuja la trama sobre las tramas inferiores y el nudo queda, fijo, entre los tres elementos, estambre, urdimbre y trama.
Hay tres clases de nudo en las alfombras orientales, el persa, llamado de Senneh, porque éste fue la primera localidad en que se utilizó, el turco o de Ghiordes, por la misma razón que el anterior, y el Andalusi o español. El Senneh consiste en pasar el estambre a través de dos líneas de urdimbre y dar vuelta sólo a la segunda línea. Es muy rápido y permite hacer dibujos finos e intrincados, pero se deshace más fácilmente que otros. Se usa hoy, más que en Persia, en la India, China, Pakistán y en los Balcanes. El único sitio donde ya no se usa en absoluto es precisamente en Senneh.
El nudo turco mejora esta idea y consiste en doblar el estambre no sólo una vez, sino dos, al final del nudo, sobre la segunda línea de urdimbre, con lo que aquél qheda mejor asegurado. Se usa sobre todo en Anatolia y en el Caúcaso. Resulta más basto que el primero, pero también más resistente.
El nudo Andalusi o español es el mismo nudo Ghiordes, pero dándole dos vueltas no sólo en el segundo lado sino también en el primero, o sea, asegurando el nudo por dos veces. Da como resultado alfombras bastante gruesas y duraderas.
Hay otros nudos de categoría inferior, como el jufti, que consiste en atar el estambre alrededor de tres o más urdimbres. Es muy basto y ya casi no se usa.
La finura del nudo va desde los 45.000 por metro cuadrado que se usan en España hasta el 1.000.000 de nudos del Iran. Los nudos se cuentan por metros o por pulgadas cuadradas. Los paquistaníes, en cambio, los miden por contraste entre los nudos horizontales y los verticales. Así dicen, por ejemplo, que una alfombra será de 10/20 o de 12/24 mil nudos. Una alfombra paquistaní de 10/20 mil nudos equivale a otra persa de 200 nudos por pulgada cuadrada.




Una vez concluida la alfombra, se la corta a tijera. Es un trabajo muy delicado y si se hace mal puede arruinar la alfombra y, con ella el trabajo de muchos meses o acaso de años. Es quizá por eso que la alfombra del Landesmuseum de Zürich no esté cortada. Quizá no sabían o no se atrevieron a hacerlo. Otra técnica de cortar la alfombra es la que se llama “esquilar”, o sea, pelar la alfombra ara que dé la impresión de relieve. Se suele emplear en las alfombras chinas que son bastante espesas.
Se les debe echar agua con un cubo, nunca con una manguera. Antes, se disuelve en el cubo una taza de jugo de limón y una cucharada de sal, para fijar los colores. Si los colores se corren, se la puede volver a humedecer y se la seca en seguida. Este sistema, a veces, absorbe la mancha. Su secado siempre debe hacerse al sol.
Hay formas concretas de lavado para suavizar los colores, darles efectos especiales, etc., pero esto sólo lo pueden hacerlos especialistas.

NOMBRES DE LAS ALFOMBRAS: 

a) Qali, alfombra grande, de unos tres por dos metros, 
b) Kellegi, alargada, dos o tres veces más larga que ancha, 
c) Kenareh, una qali estrecha, 
d) Dozar,sejadeh y khalichen, de un tamaño aproximado de 2,5 por 1,60 metros, 
e) Zaranim, de unos 1,5 por 1 metro, 
f) Seccadeh, de unos 2 por 1,4 metros, 
g) Pushti y yastik, muy pequeñas, de 0,91 por 0,61 metros.





Según su fin, las hay de oración, individuales, saph, de oración múltiple, que es la que se suele usar en las mezquitas, enssi o enessi, que se usan como cortinas para las puertas y los accesos a las habitaciones o algorfas. Un juval es un bolso para camello, una torba, una bolsa simple, un khordijen, una bolsa o alforja para caballo, y otros muchos nombre que sería prolijo repetir aquí.
Mucha de la terminología de las alfombras ha quedado en el español contemporáneo, como es el caso de “abrash”, abrasar, “khordijen”, alforja, etc.
En España, debido a los costos de personal, no se pueden hacer alfombras de más de 50.000 nudos por metros cuadrado, lo que resulta muy poco teniendo en cuenta que las alfombras persas pueden tener hasta 1.000.000 de nudos asimismo por metro cuadrado. Tampoco se usan ya casi los tintes naturales, y la mayor parte de ellas muestran tintes industriales o anilinas bastante imperfectos. Es verdad que los artesanos aun conocen los secretos de la cochinilla (rojo), de la cebolla (amarillo), del índigo (azul), del perejil (verde), del marrón (nueces) etc., pero sólo los usan por encargo particular y resultan extremadamente caros. El hecho de ser España un país desarrollado, con muchos gastos sociales, hace prácticamente imposible la confección de alfombras orientales.

DE ALFOMBRAS VOLADORAS






Volar sobre una alfombra mágica es el objeto de muchos sueños El vuelo simboliza la libertad del espíritu al superar todos los limites de la física, tanto da que sea con un caballo alado, como con una alfombra mágica, el sentido es el mismo.
Por otra parte, las alfombras hechas a mano, llenas de colorido, que le dan un aire de misterio y de lujo a la casa, tanto si han sido tejidas en España, Perú, China, Oriente Medio o América del Sur, siempre han sido consideradas "aparatos" de magia. Ellas representan la capacidad para elevarse sobre la tierra y proyectarse hacia un mundo mágico, sugestivo y de grandes poderes. Así, se puede decir que las alfombras cumplen la función de catalizar, tamizar y centralizar las energías telúricas, las cuales son ni más ni menos que las fuerzas electromagnéticas de la Tierra.
La gran mayoría de nosotros cree que el mito de las alfombras voladoras tiene su origen en los cuentos de Las mil y una noches. Sin embargo, su origen es otro, mucho más lejano, como veremos al comentar "Las 1001 noches".Por ejemplo, en la tradición se nos dice que el Rey Salomón, tenía una enorme alfombra voladora de color verde que podía llevar a él, a la corte y a su ejército allí donde quisiera





La Alfombra legendaria que vuela por los aires, conduce a sus pasajeros al lugar donde ellos deseen ir. Algunas muestras provienen del Tíbet, donde actualmente se fabrican de papel. Son famosas en la mitología persa, sobre todo en la conocida obra Las mil y una noches.




Aparece en la literatura oriental como, por ejemplo, en el Libro de los muertos tibetano y en el mucho más antiguo "Salida del Alma a la Lux" egipcio, así como en el Samaranga Sutradhara, donde se dedican 230 estrofas a explicar el vuelo en una de estas alfombras. 





Hay más ejemplos en el Tíbet, donde se fabricaban verdaderas alfombras voladoras con capas de papel unidas con gelatina para hacerlas flexibles y resistentes a los golpes, secándolas después en hornos que usaban grasa de yak como combustible.
Antes de que aparecieran en el Tíbet, donde están ligadas a rituales tántricos (véase Tantra) que requieren un adiestramiento especial, la idea de la alfombra voladora pudo evolucionar a partir de los diseños egipcios de cometas o papalotes alrededor de los siglos VIII y IX y, más tarde, posiblemente a partir de armas parecidas a los cohetes. También hay indicios de que la postura loto de yoga pudo haberse desarrollado por la necesidad de mantener, además de la relajación, una estabilidad y un equilibrio extremos durante el vuelo. Para despegar, había que suspender la alfombra en lo alto de un barranco y lanzarse en lo que se supone que sería un sendero natural de vuelo.




La "historia" de Niccolo Mingus





"Niccolo Mingus, orientalista erudito y estudioso del Libro Tibetano de los Muertos, encontró, durante uno de sus viajes a aquel lejano país inexistente, un viejo manual escrito en sánscrito donde se hablaba de las habilidades necesarias para hacer volar una alfombra.
Hasta entonces Niccolo pensaba que las alfombras voladoras eran algo exclusivo de los cuentos de Las Mil y Una Noches, una leyenda sin la menor traza de verosimilitud. Sin embargo, el libro daba por segura la existencia de estos objetos mágicos y mostraba las destrezas necesarias para hacerlas funcionar. Así, afirmaba que era imprescindible dominar la técnica del yoga con el fin de poder sentarse en la postura del loto, lo cual proporcinaba estabilidad y equilibrio al vuelo. Después, bastaba con suspender la alfombra en lo alto de un barranco, o tal vez de una terraza o una azotea, y lanzarse al vacío.
Sin embargo, según el libro, para tener éxito en este empeño era preciso conocer también el arte de la concentración y ser sexualmente puro. Al leer esto, Mingus se quedó sorprendido, y más aún cuando fue avanzando en el texto. Él pensaba que la pureza, para un hombre como él, consistiría en renunciar a la vida sexual, en vivir ascéticamente sin mantener relaciones con ninguna mujer. Sin embargo, la pureza tenía un significado muy distinto para el autor del libro. 




Seguía los preceptos del Tantra, afirmando que el aspirante a pilotar alfombras voladoras debía disponer de un avanzado dominio de las prácticas amatorias y de la unión con el cosmos mediante el control y la práctica de milenarias artes sexuales.
Niccolo se quedó estupefacto. Apenas había tenido unas pocas experiencias con mujeres, la mayoría no tan satisfactorias como pretenden vendernos los estereotipos del cine y la publicidad. Después se había casado, casi por obligación social y su relación de pareja distaba mucho de ser un vendaval de pasión. No obstante, intrigado por la estrambótica posibilidad de pilotar una alfombra y convencido, tal vez, del tiempo perdido entre vetustos libros de difuntos, decidió entregarse a tejer y construir su propia conciencia, a conectarse con su espíritu escuchando las necesidades más profundas del cuerpo.
Empezó a practicar, poco a poco, con su esposa. Trataba de poner todo su espíritu en cada relación que mantenía con ella, uniendo la mente y la respiración tanto en los preámbulos como en su consumación. De igual modo, intentaba retener el semen, pues según los maestros tántricos, la eyaculación aleja al hombre del orgasmo verdadero, del éxtasis sexual, que lleva a unos niveles de conciencia superiores. Así, se entrenó con ahínco en prolongar esta última etapa, la más intensa, inhibiendo los espasmos finales para permanecer indefinidamente en el apogeo sexual, en el punto límite.
Las relaciones con su esposa, casi inexistentes hasta entonces, se hicieron ahora diarias, proporcionando a ambos un placer desconocido. El poco tiempo de que podían disfrutar en común se convirtió en una sucesión de momentos mágicos y su indiferencia mutua se disolvió en una cooperación cariñosa y feliz. Niccolo regresaba cada día a los antiguos libros tibetanos y trabajaba en sus textos y traducciones durante toda el día, mientras aguardaba a su mujer. Cuando estaba muy cansado releía, como si se tratara de un cuento maravilloso, con una sonrisa en los labios, el pequeño manual dedicado a las alfombras voladoras..."
También aparecen alfombras voladoras en la mitología persa, sobre todo en Las mil y una noches, que se inspiró en el folclore oriental, muy extendido en toda la edad media.


Otra historia de alfombras:






Había una vez un cerrajero al que acusaron injustamente de unos delitos y lo condenaron a vivir en una prisión oscura y profunda. Cuando llevaba allí algún tiempo, su mujer, que lo quería muchísimo se presentó al rey y le suplicó que le permitiera por lo menos llevarle una alfombra a su marido para que pudiera cumplir con sus postraciones cada día. El rey consideró justa esa petición y dio permiso a la mujer para llevarle una alfombra para la oración.

El prisionero agradeció la alfombra a su mujer y cada día hacía fielmente sus postraciones sobre ella. Pasado un tiempo el hombre escapó de la prisión y cuando le preguntaban cómo lo había conseguido, él explicaba que después de años de hacer sus postraciones y de orar para salir de la prisión, comenzó a ver lo que tenía justo bajo las narices. Un buen día vio que su mujer había tejido en la alfombra el dibujo de la cerradura que lo mantenía prisionero. Cuando se dio cuenta de esto y comprendió que ya tenía en su poder toda la información que necesitaba para escapar, comenzó a hacerse amigo de sus guardias. Y los convenció de que todos vivirían mucho mejor si lo ayudaban y escapaban juntos de la prisión. Ellos estuvieron de acuerdo, puesto que aunque eran guardias comprendían que también estaban prisioneros. También deseaban escapar pero no tenían los medios para hacerlo.

Así pues, el cerrajero y sus guardias decidieron el siguiente plan: ellos le llevarían piezas de metal y él haría cosas útiles con ellas para venderlas en el mercado. Juntos amasarían recursos para la huída y del trozo de metal más fuerte que pudieran adquirir el cerrajero haría una llave. Una noche, cuando ya estaba todo preparado, el cerrajero y sus guardias abrieron la cerradura de la puerta de la prisión y salieron al frescor de la noche, donde estaba su amada esposa esperándolo. Dejó en la prisión la alfombra para orar, para que cualquier otro prisionero que fuera lo suficientemente listo para interpretar el dibujo de la alfombra también pudiera escapar. Así se reunió con su mujer, sus ex-guardias se hicieron sus amigos y todos vivieron en armonía. El amor y la pericia prevalecieron.

Una explicación enteogénica






Pero tambien hay otra probabilidad, en Oriente Medio existe un árbol cuyo nombre científico es Syrian rue –Harmala-. Sus semillas contienen DMT, Diemetriltriptamina, un alcaloide psicoactivo con efectos alucinógenos. El mismo componente se encuentra en el yopo sudamericano, componente principal de algunos brevajes chamánicos como el de los indios pemón de Venezuela. Durante los años sesenta está droga recibió el nombre de “Businessman trip” (viaje del hombre de negocios).





Pues bien, con esas semillas se consigue crear una tintura roja que ha sido utilizada durante siglos para colorear las alfombras persas. Se cuenta que mientras las confeccionaban bebían un brebaje hecho con la propia tintura. El diseño de sus sus dibujos son mapas de los mundos que veían en sus visiones, mapas para acceder a otras realidades paralelas. Y casi con total seguridad, desde ésta perspectiva, podemos afirmar que los efectos alucinógenos de las semillas son el origen de las propiedades voladoras que creían observar en las alfombras.


Una explicación mística





La idea de que las alfombras o, al menos, determinadas alfombras pueden volar, es muy antigua en el Oriente y también en el Islam. Hay quien dice incluso que está recogida en la azora o capítulo 113 del Corán, el penúltimo del libro, que se titula “El Alba”, “Al-Falaq”. En efecto, esta azora, en su versículo 4 señala: “Me refugio en el Señor del Alba, de las que soplan en los nudos”, “A’udu birabb al-falaq min an-nafatat fi-l-‘uqad”, y dado que la palabra “viento” en árabe es femenino, se ha querido ver en este versículo, una referencia al viento que levanta el vuelo de la alfombra, el cual “sopla” en los nudos de la misma. Otros creen, sin embargo, que se trata de alguna práctica mágica preislámica de tipo maléfico, y que el soplido de que habla es el que realizan las brujas sobre los nudillos de las manos, soplido que se tiene como de mala suerte.




El todo caso, la azora 113, junto con la siguiente y última, la 114, que se denomina “Los Hombres”, “An-Nas”, se denominan las dos auxiliadoras, al-mu’awwidatani”, porque empiezan ambas con la expresión “Me refugio en el Señor”, y pueden considerarse una fórmula mágica, un sésamo, ábrete, o un abracadabra para pronunciarlo, y persuadir a la alfombra de que vuele.
En las “Mil y Una Noches”, “Alf Layla wa Layla”, uno de sus héroes, el Príncipe Hussein, compra a un mercader, en el zoco de Bagdad, una alfombra de aspecto vulgar, que al principio no quiere adquirir, pero por la que acaba por pagar cuarenta piezas de plata, ante la insistencia del mercader de que se trata de un tapiz muy especial. El comerciante le dice que la pieza procede de Cachemira, de un lugar que llama Bisnagar, y que hoy no se ha localizado, pero que podría corresponder a una ciudad hoy abandonada y en ruinas, Vijayanagar, que significa ““Ciudad de la Victoria”, y que fue la capital el reino perdido de Raya. Sus restos se encuentran en Hampi, al sur de lrío Tungabhadra, en la provincia de Karnataka. 




También podría tratarse el propio Srinagar, donde hoy siguen produciéndose alfombras que representan pájaros conduciendo a la alfombra por el aire.
Una alfombra que posiblemente también haya volado es la de oración conservada en el Museo Episcopal de Cuenca. Es morisca, y muestra, en su centro, un “árbol de la vida”. Baso la afirmación de que acaso volara en que pertenece a la escuela mística tardía de Murcia, descendiente del gran centro espiritual que crease Muhyi Ad-Din Ibn ‘Arabi Al-Mursi Al-Andalusi hacia el siglo XIII, y el cual se extendió hasta Albacete y Cuenca, contando con importantes místicos entre los que la levitación y la práctica del vuelo, o que hoy se llamaría “el viaje astral”, eran frecuentes.


El susurro del Río Blanco ( Concurso Ibn Arabi ) from viajero on Vimeo.


Si queréis leer alguna cosa más sobre ese extraordinário místico andalusí, podéis ver las entradas:

http://terraxaman.blogspot.com/2008/12/dos-poetas-andalusis.html

y

http://terradesomnis.blogspot.com/2007/01/textos.html


Fue tejida hacia finales del siglo XV o en la primera mitad del XVI, y es contemporánea de grandes personalidades religiosas del Islam español, como Isa Ibn Yabir, mufti de Segovia, y autor en 1462 de la “Suma de los Principales Mandamientos y Devedamientos de nuestra Santa Ley y Sunna”, el Mancebo de Arévalo, cuyo nombre real no conocemos, pero que era un ‘alim musulmán y que escribió un famoso informe llamado “Memorial sobre la Situación del Islam y los Musulmanes en España” para la reunión de los alfaquíes españoles en Zaragoza en 1523 y Yadda Bib Ar-Ramla, famosa bajo el apodo de “la Abuela de Bibarrambla”, una mujer que era mística y que tuvo buena amistad con San Juan de la Cruz en Granada. Por ello las vinculaciones de la alfombra con el misticismo son evidentes, y siendo el misticismo el fundamento filosófico del vuelo de las alfombras, puede afirmarse la posibilidad de que ésta volase alguna vez.




¿Cómo se produce el vuelo? Pues bien, para volar sobre una alfombra hay que hacerlo de manera individual, en alfombras pequeñas, preferentemente de oración, tras haber pronunciado las azoras 113 y 114 como queda consignado más arriba, y si se ha llegado a un grado de perfección mística suficiente.
El sufismo español hablaba de liberación de la angustia y de modos de meditación. Los escalones o grados a través de los que se asciende para llegar a dicha liberación, aunque muy distintos de un autor a otro, pueden resumirse de la manera siguiente: 
1) Contemplación del mundo natural, animales, plantas, minerales etc., como reflejo que es de Dios y Creación suya, 
2) Consideración y examen de nuestros arquetipos interiores humanos,, como la sabiduría, el amor, el bien, el conocimiento etc., 
3) Identidad de los dos sujetos de consciencia existentes, el hombre por un lado y Dios por otro, que vienen a ser una misma cosa dividida en dos sectores, 
4) Los esponsales místicos con Dios, en el sentido de que Dios se convierte en el único sujeto y nuestra subjetividad ya no importa, 
5) Superación de la distinción entre sujeto y objeto, para que toda la realidad, incluida la nuestra propia, se convierta en un solo y gran sujeto, que es Dios, 6) El matrimonio místico, en el que el ser humano se entrega para siempre a Dios y se sume en él, alcanzando lo estático, lo indefinible, 
7) La muerte, el tránsito o el nirvana, como dirían los budistas, en el que las huellas de nuestra camello en el desierto son borradas definitivamente por el viento de Dios.




A partir del grado cuatro, ya se puede volar psicológicamente, o sea, apartarse de la realidad circundante y sumirse en los misterios de Dios, sin dejar de estar físicamente donde se está, y a partir del grado seis, físicamente, por viaje astral o levitación junto con la propia alfombra. Cuando se vuela en este grado se puede observa la curvatura de la que habló Einstein en el espacio, y, por consiguiente, predecir el futuro.
Mi compañero, Mariano Ucelay, dice en su libro “La Alfombra y Otras Historias Improbables”, que encontró en el Irán una alfombra que probablemente voló, de tipo Ferahan, realizada por el tejedor y sufi persa ‘Ali Musa Ad-Din Al-Ashtiyani a comienzos del siglo XX en las cercanías de Ferahan, y que, muchas de las notas escritas por este místico para el provecho espiritual de su comunidad en Buqaeh Sahil Ibn ‘Ali, ay abundantes referencias al vuelo. 




Entre ellas entresacaremos las que siguen: III) Dame el vehículo en que seguir Tu senda, VI) Si crees poseer el suelo que te sustenta, éste te impedirá volar. El Más Alto sustenta el suelo que te sustenta y llena el aire que surcas, IX) Siéntate sobre la alfombra de la santidad: ésta, bien anundad, se eleva al Paraíso, X) ¿Quieres elevarte sobre el suelo? Desnuda tu corazón, halla tu orientación y recita las dos azoras auxiliadoras, XII) Vuela al mundo con El, Dios, dentro de ti, XIV, Vuela sobre la alfombra de Mi Santidad.
Al-Ashtiyani nació en 1862 (1278) en el mes de Shawwal, en Ashtiyan, y murió en su misma alde anatal en 1934 (1353). También se le conoce como Musa Ad-Din Farzeghan al- Ashtiyani. Era un derviche muy respetado, y solía utilizar el nombre de Farzeghan como una especie de nombre artístico o de guerra.


CARACTERISTICAS DE LAS ALFOMBRAS VOLADORAS: 





1) Debe ser de pequeño tamaño, a ser posible, de oración, 
2) No importa su calidad. Hay muchos tapices buenos que nuca podrían volar y otros malos y modestos que vuelan de manera relativamente fácil, 
3) El viaje debe ser individual. Nadie nos puede acompañar al mismo, 
4) Si el tapiz que se utilice no es de oración, es conveniente que, al menos, tenga marcada una dirección con claridad en sus dibujos, 
5) La frase mágica consiste en recitar las azoras 113 y 114 del Corán, 
6) Es preciso haber llegado al cuarto grado de perfección mística para volar psicológicamente y al sexto para volar físicamente, en lo que se llama “viaje astral”, 
7) El tapiz que ha volado se reconoce en su manera de desgastarse y mostrar abrasamientos o abrash. 
8) La alfombra que ha volado se desgasta en forma de esquinera o mocárabe por los dos extremos de adelante. También puede desgastarse en rayas perpendiculares al sentido del vuelo, creando una bandas más claras a través de la alfombra, 9) Una alfombra voladora no suele desgastarse por el centro. Si se la ve desgastada por el centro, especialmente donde se coloca la frente al rezar, no es una buena pieza para el vuelo, 
10) El tapiz envejece rápidamente con el vuelo, igual que el místico que lo utiliza, y el volar, en general, acorta la vida física, 
11) Una simple esterilla de esparto o de enea puede también volar, 




12) El diablo puede también conseguir que una alfombra, o una escoba vuelen. En los grabados de Goya existen brujas que vuelan sobre una especie de alfombra, no sólo sobre escobas, lo que representa una cierta influencia islámica en dicho pintor, 
13) El tapiz volador es mejor que no sea chino, a causa del extremado materialismo que despliegan los símbolos y figuras chinas, 
14) La alfombra voladora no puede ser “pilotada”, sino que elige su propia ruta hacia la perfección espiritual del místico o de quien la use.



En la obra de teatro “Las Brujas de Barahona”, de Domingo Miras, se relata cómo las brujas de dicha localidad soriana volaron sobre alfombras, como las pinta Goya, y así lo confesaron a los jueces de la Inquisición durante el proceso que se les siguió en Logroño, y que terminó con la condena a muerte en la hoguera de algunas de ellas.


Una aproximación al esoterismo de la obra "Las 1001 noches"






Os podéis bajar el libro en su versión completa aquí:

http://www.linksole.com/ansyyx

  


Pero vayamos ya a las Mil y una noches. No se trata de un libro de autor o autores conocidos, sino que su origen es popular. Y por este carácter popular, los cuentos allí narrados se sumergen en el alma del pueblo, en una especie de inconsciente colectivo que adopta, no por casualidad, ciertos mitos. 
No existe un texto único de las Mil y una noches. Es un libro elaborado en el transcurso del tiempo: una primitiva redacción data del siglo IX, pero no se han conservado manuscritos de ésta; a partir del siglo XIII el texto, refundido, se ha preservado en tres manuscritos, de los que el más antiguo está fechado en el siglo XIV y, en ellos, el número de noches no pasaba de trescientas cincuenta. El último período, aquel en el que se completaron las mil y una noches, se inició en el siglo XVI y se extendió hasta finales del siglo XVIII. Por fin, en 1835 fue publicado el texto “completo” en Bulaq. Las diferencias entre las distintas redacciones son tan notables, que se ha hablado incluso de textos censurados, precisamente por el problema del erotismo de algunos cuentos. Cuando se habla de erotismo y de obscenidad en las Mil y una noches desde un punto de vista occidental, hay que tener en cuenta que se trata de un problema de culturas diferentes, con categorías distintas, por lo que su aspecto erótico debe ser estudiado con mayor amplitud de miras y con una mayor imparcialidad.






La obra permite un amplio abanico de discursos diferentes que proporcionan un inmenso material de investigación y observación. La facilidad para hablar sobre la obra es precisamente la que le confiere su dificultad a la hora de sintetizar y condensar sus heterogéneos contenidos. La figura central es el personaje femenino de Šahrazad, la que cuenta las historias. Se las narra al rey Sahriyar, quien tenía por costumbre matar a las mujeres después del primero y único encuentro de amor, encuentro extremadamente feliz para el sultán, pero no así para las mujeres, que, en finalizando, se sabían irremediablemente muertas.
Šahrazad, al contar historias durante un tiempo que se quiere infinito, representa la heroína que lucha contra la muerte, la que asume el deber de liberar a las demás mujeres de la terrible suerte que les esperaba. Es el mito, el arquetipo, de la mujer redentora, cuya misión es evitar que sus compañeras de sexo fuesen víctimas del deseo de venganza de sultán. Contaba historias en las que había episodios con los que el rey podía sentirse identificado y de los que podía extraer enseñanzas sobre su conducta. La importancia de la palabra en esta obra es tal que produjo un efecto terapéutico en el rey, al que curó de su enfermedad - cf. el prólogo de Juan Vernet a su traducción de Las mil y una noches, edición del Círculo de Lectores, Barcelona, 1998, texto que es el que sigo aquí. Sobre la obra, cf. Jamil Almansur Hadad:"Interpretações das Mil e uma noites", Revista de Estudos Árabes, I, 2 (1993) 53-63.
La relevancia del hecho de contar no puede ser mayor: contar es vivir (SENDEBAR, 1989: 24-25), al retardarse una acción que se creía irremediable.
"El libro árabe de "Las mil y una noches", es un libro iniciático que guarda todas las tradiciones mágicas, no solamente de la cultura árabe, persa, china, india y hay quien se atreve a afirmar que también, de la sumergida raza atlante.
"Las mil y una noches" debe ser un libro de consulta, de donde debemos extraer constantes conocimientos esotéricos; además, "Las mil y una noches", es un libro ameno, lleno de aventuras y misterios, lo cual hace que su lectura sea fácil y llamativa, a la vez que culta e ilustrativa.
Como todos sabéis, el libro nos narra la estratagema de la esclava Scherezade para huir de su condena de muerte. Es por lo tanto un libro que vence a la muerte, eso puede interpretarse de diversos modos, pero de todos ellos, pienso que la idea de que la literatura, la imaginación, la fantasía y el arte puedan alterar el destino, o crear uno de nuevo, no es nada despreciable.




Los árabes - según se dice- vienen de la raza atlante, pues recordemos que la sociedad de Akaldan, cuyo símbolo era la esfinge, se refugiaron en Egipto (antigua Cairona), después de salir de la Atlántida y antes de la gran catástrofe de ese continente, en donde sucumbió la orgullosa raza atlante.
La raíz de la palabra "árabe" tiene diversos significados, naturalmente todo depende de la fuente consultada, sin embargo, casi todas las fuente consultadas coinciden en señalar que la palabra "árabe", tiene un origen espiritual, divino.
La palabra "árabe", no significa beduino como dicen algunos, ni tampoco significa: ser proveniente del valle de "araba". Además, si tomamos todas las palabra derivadas de las raíces "ar" y "ab", encontraremos que la mayoría de ellas significan: iluminado, alma, espíritu, cristo y padre. Veamos por tanto algunos significados:

"araba"; verbo que descifra una idea.
"ahraba"; iluminado, demostrado, verdadero.
"aruba"; es el séptimo cielo.
"arabu"; es el alma.
"aristo"; el ungido, el cristo.








Sin duda, la palabra "árabe" tiene dos raíces fundamentales: "ar" que significa "sol" y "ab" que significa "padre". Así como la palabra "ario" significa "hijo del sol", la palabra "árabe" significa "padre sol" o "padre de los arios".
El insigne escritor gnóstico y Maestro de Misterios Mayores, doctor Jorge Adoum dice que el libro de "Las mil y una noches" es un libro iniciático, de los más antiguos y hermosos.
Esta obra contiene las tradiciones más antiguas de la humanidad desde la perdida Atlántida hasta nuestros días. Encierra los misterios de la degeneración, de la regeneración y de la generación. 






No es una abigarrada colección de viejos cuentos para niños o una serie de relatos en donde abundan la apología a temas sexuales. Desgraciadamente, los árabes ignoran este gran libro de su literatura, por considerarlo inmoral y casi pornográfico.
La cultura árabe primitiva, que nada tenía que ver con esta cultura árabe decadente, solía llamar a las cosas por su nombre, y no encontraba condenable aquello que es natural, místico, esotérico.
El árabe primitivo, ante una bella melodía producida con cañas y flautas, ante un suave lamento de un laúd, escuchando un canto moazín, un poema, una danza, etc..., no respondía nunca con ese gesto bárbaro o gritos inarmónicos que formulan algunos árabes actuales, sino, con un ¡ah!, largo, sabiamente modulado y estático; porque el árabe primitivo tenia un instinto exquisito, donde en ese ¡ah! su alma soñaba.
Por tanto, a todos aquellos, ya sean árabes o no, que se escandalizan por la crudeza de los cuentos de "Las mil y una noches", se les podría decir que la inmoralidad, no está en los cuentos, sino en los pecadores ojos de los que los miran y censuran.
Son muchos los siglos que echaron sus velos sobre el gran libro de "Las mil y una noches", y ya es tiempo de develar los tesoros que encierra.
Por tanto, quede claro que "Las mil y una noches" no es una obra imaginativa de los cuentistas árabes, es la obra iniciática por excelencia de la raza árabe.
¿Quién no recuerda la leyenda de Aladino? El mismo nombre de Aladino nos da una clave. Aladino significa "la sublimidad de la religión de Alá". Aladino se le representa en el cuento como un ser puro, como un niño (como bien se sabe, en el esoterismo, el niño representa al iniciado).



En el cuento de Aladino aparecen anillos mágicos, hechiceros, lámpara maravillosa, genio, losa blanca que conduce al mundo subterráneo, pájaro que habla, pruebas iniciáticas, poderes, sabiduría, etc.
Según la tradición árabe el candidato para obtener la iniciación, la sabiduría, debe desplegar supremos esfuerzos. Debe ser héroe de corazón como lo es Aladino, al igual que otros personajes de los cuentos tales como Selim, Alí Baba, Simbad, Hassan Al-basr, etc.
La heroicidad de los iniciados debe sobresalir de los limites ordinarios de la humanidad común. Las condiciones y pruebas exigidas al candidato son muchas: aquí la muerte, allí la locura, más allá las pruebas, con muchísimos peligros en el camino, magos negros, malvados hechiceros y hechizos hipnotizantes, dispuestos a combatir y confundir a los osados. Todo esto queda reflejado en los diversos cuentos de "Las mil y una noches".
La primera de las condiciones exigidas al iniciado es la paciencia, pero no una paciencia cualquiera, sino una paciencia sin límites que está tratada en "Las mil y una noches" bajo el título de "La verdadera ciencia de la vida".






Para el adepto que busca la iluminación, que emprende el camino iniciático, le espera siempre, un sendero lleno de luchas crueles y de peligros. Así en el relato de Simbad El Marino están descritas las terribles ordalías del sendero de los héroes.
Los siete viajes iniciáticos de Simbad El Marino muestran el proceso del iniciado en busca de la sabiduría.
En el primer viaje, Simbad cruzó delante de muchas islas y desafió grandes peligros, uno de ellos fue cuando bajó con sus compañeros a descansar en un islote que resultó ser una ballena; al sentir la ballena sobre sus lomos el fuego, que habían encendido, en forma violenta les arrastró a todos al mar (alegoriza que el alma al descender a la materia....) .
En el segundo viaje aparece el ave Rock, que simboliza la razón.
En el tercer viaje, se encuentra con los "enanos" o sea con los gnomos terrestres que son los menos invisibles de todos los entes del mundo etérico. Para llegar a este mundo, Simbad encuentra antes "a la serpiente enroscada en el árbol", es decir, ve y aprende "la ciencia del bien y del mal". Tras los enanos de este tercer viaje vienen los gigantes o cíclopes y Simbad se refugia en un árbol, que es el de la sabiduría hermética, y en la isla "Salahat" donde se salva y que simboliza el corazón humano.





El cuarto viaje alegoriza la caída o descenso a los infiernos que todos los candidatos deben de realizar, antes de su iniciación (bajada a la novena esfera).
El quinto viaje describe como un hombre bestial rompe el huevo Rock o "velo de la espiritualidad" .
El sexto viaje es una alusión a los lugares donde puede adquirirse el conocimiento iniciático. Uno de ellos es la llamada "Montaña Inaccesible" ; el único paso para la "Montaña Inaccesible" , en donde está el Maestro, es la balsa, que significa las obras que el hombre construye con el esfuerzo para no ser sumergido en la corriente de los deseos en el temido torrente de la vida.
Y ya en su séptimo y último viaje triunfal, puede ir de embajador a "Serendib" como verdadero Maestro en que se ha constituido desde el viaje anterior.
Los viajes iniciáticos de Simbad El Marino tienen su equivalencia ocultista en otro bello cuento que se titula: "El príncipe Ahmed y el hada Peri Banu" que es una continuación del anterior.
El iniciado que decide y puede realizar estos peligrosos viajes adquiere, además de la tan buscada sabiduría, ciertas facultades o dones divinos; sin embargo, no todos los que comienzan los viajes iniciáticos llegan al grado de adepto. Cuando el candidato llega, por medio de la iniciación, al dominio absoluto de su naturaleza y de los espíritus de la naturaleza, de los que tanto habla "Las mil y una noches", entonces ya puede esgrimir el poder de su imaginación y de su fe. Este poder está simbolizado por la famosa y mágica frase: "Ábrete sésamo" de la historia de Alí Babá.






Alí Babá, como iniciado, descubre el tesoro de la auto-realizació n interna, simbolizada por la cueva subterránea repleta de oro, joyas y piedras preciosas. Sin embargo estos tesoros están siempre defendidos por el guardián o terror del umbral, personificació n de las monstruosas creaciones del mismo hombre a quienes debe eliminar.
Pero para poder entrar en el reino mágico hay que emplear el conjuro mágico "Ábrete sésamo" donde el poder de la concentración del pensamiento, el mágico poder de la imaginación creadora bien dirigida, otorga al iniciado el poder y el dominio sobre los misterios.
Cassim (hermano de Alí Babá), movido por la envidia y la codicia, descubre el secreto del subterráneo y "viola el secreto iniciático", de modo que muere, eliminado por sus propios defectos. Sin embargo, Alí Babá con la ayuda de la esclava Margiana, que representa a la intuición, descubre las astucias de los ladrones (defectos psicológicos o yoes) y el héroe puede destruirlos a todos.
Otro cuento, la historia de Kamaralzaman y Badura, según Jorge Adoum, es la fuente y origen del "Libro de los caballeros andantes". Se dice que es el más hermoso cuento de "Las mil y una noches", que es la novela primitiva con todo su esplendor.






En este cuento se describe al eterno ogro o terror del umbral, al hada Maimuna y al genio Danhach; en esta historia junto al idilio del soñado amor interviene la magia, y las pruebas del sendero, y la montaña de fuego como símbolo alquímico. Kamaralzaman encuentra el árbol de la sabiduría y el tesoro del anciano maestro (el Ser, el espíritu). En definitiva, enseña esta historia:

1º.- El eterno amor entre el hombre y la mujer.
2º.- Que todo iniciado necesita de su alma gemela.
3º.- La interpretació n de la magia, poniendo a la inspiración por delante de la razón humana.
El primer libro que contiene "Las mil y una noches" es "La historia del pescador", en donde simbólicamente se relata la discutida historia de la Atlántida y su catástrofe, punto de partida de toda historia persa. A este cuento le siguen otros muchos, todos de corte esotérico, tales como:
Los tres candelabros y las princesas de Bagdad, Aladino y la lámpara maravillosa, Simbad El Marino, El jorobado y los siete barberos, Kamaralzamán y Badura, La princesa subterránea Yamlika, Gauhara, la princesa marítima y el rey de Persia, La hija del rey de los genios del aire, Nureddín y Bedreddín Hassan, El principe Ahmed y el hada Peri Banu, El príncipe Schams o príncipe diamante, Los tres amigos, Las babuchas fatídicas, El perro de Ibn Adán, El alción y la tortuga, El estornino sediento, etc., son otros de los muchos y fascinantes cuentos de "Las mil y una noches".





La historia de la esclava Tawaddud



Entre las historias que Šahrazad contó, se halla una que dura varias noches, desde la noche número 436 hasta la número 462. Tiene que ver con el asunto que he tratado aquí. Representa la culminación de la teoría del eros que he venido manifestando, con la diferencia de que ahora no es un autor quien la expone, sino que ha quedado subsumida en la cultura popular. Se trata del relato titulado Historia de la esclava Tawaddud - se trata de la Historia de la doncella Teodor, traducida ya al latín por Pedro Alfonso y del que se hizo una versión castellana en el siglo XIII, que influyó enLa doncella Teodor de Lope de Vega (Vernet, 1978: 316).

Su longitud nos excusa de leerlo (en la traducción citada, vol. II, pp. 405-460). Pero quiero resumirlo en sus líneas principales para ver de confirmar en él la idea del amor como tendencia al saber, para corroborar que erótica y saber no son dos conceptos ajenos, sino complementarios entre sí.

Se cuenta que había en Bagdad un hombre muy poderoso; tenía riquezas y fincas y era un gran comerciante, pero Dios no le había dado la descendencia que deseaba. Fue entrando en años, sus fuerzas se fueron debilitando, sus espaldas se curvaron y se multiplicaban sus achaques; temía perder sus riquezas en el caso de no tener un hijo que le heredase y que conservase su nombre. Rezó, ayunó, hizo votos, visitó a los santones y multiplicó sus actos de humildad ante Dios. Al cabo de pocos días, cuando cohabitó con una de sus mujeres, ésta quedó encinta. Dio a luz un hijo varón, al que dio el nombre de Abu l-Husn (El padre de la belleza). Creció, fue mayor y se desarrolló. Estudió el magnífico Corán, las prescripciones del islam y la casuística de la verdadera religión, la escritura, la poesía, la aritmética, el tiro de flechas y llegó a ser único en su tiempo.



Cuando llegó a la pubertad, su padre le dijo: Te dejo en herencia lo que sería suficiente incluso para el hijo de tu hijo; dinero en metálico, aldeas, fincas y jardines. ¡Hijo mío! En la administración de lo que te lego, teme a Dios y no sigas más que a aquel que te ayude.
Al poco tiempo aquel hombre enfermó y murió. Abu l-Husn olvidó los consejos de su padre. Comió, bebió, disfrutó, se divirtió, hizo regalos y dones, dilapidó el oro, se aficionó a comer, a descorchar botellas de buen vino y se entretenía con los cantores. Este estado de cosas duró hasta que el dinero empezó a faltar; su situación decayó, los que habían vivido a su lado se marcharon y se quedó solo. Tan sólo le quedó una esclava que había pertenecido a la herencia dejada por su padre.
Esta esclava no tenía igual: hermosa, bella, perfecta, esbelta, bien proporcionada; conocía las artes y las letras y todas las cualidades que se admiran y descollaba por encima de todos sus contemporáneos. A la belleza se sumaban la teoría y la práctica; andaba cimbreándose y era de porte distinguido a pesar de que sólo medía cinco pies; llevaba en sí la buena suerte y sus sienes parecían ser dos lunas del mes de ša "ban en creciente; sus cejas eran un par de arcos y sus ojos se parecían a los de las gacelas; la nariz era el filo de una espada; sus mejillas un par de anémonas; la boca, el sello de Salomón; los dientes, collares de perlas y el ombligo podía contener una onza de aceite de moringa; su cintura era más delgada que el cuerpo de un amante extenuado por la pasión al que el silencio hubiera hecho enfermar y sus nalgas eran más pesadas que dos dunas.



En resumen, por su hermosura y su belleza merecía las palabras del poeta. Embobaba a quien la veía con su belleza y hermosura, con la suavidad de su sonrisa; con la mirada de sus ojos, que lanzaban flechas, le hería. A pesar de todo esto, era elocuente al hablar y sabía componer versos.
Cuando el dueño hubo agotado todos sus bienes y se dio cuenta de que sólo le quedaba esta esclava, se quedó tres días sin probar bocado ni descansar durmiendo. La esclava le dijo:
— ¡Señor mío! Condúceme ante el emir de los creyentes, Harun al-Rasid y pídele diez mil dinares por mí. Si encuentra que soy muy cara, dile: «Emir de los creyentes, mi esclava vale mucho más que esto. Examínala y su valor aumentará ante tus ojos, ya que no tiene igual». La esclava añadió: No me vendas por menos de lo que te dicho, pues es muy poco para una mujer como yo.
La condujo ante el emir de los creyentes y se la ofreció. El califa preguntó:
— ¿Cuál es tu nombre?
— Tawaddud.
— ¡Tawaddud! ¿Qué ciencias sabes?
— ¡Señor mío! La gramática, la poesía, el derecho, la interpretación del Corán, la filología; conozco la música, la ciencia de la partición de herencias, la aritmética, la geometría, la topografía y las antiguas tradiciones; conozco de memoria el magnífico Corán; domino las tradiciones proféticas por estudio y tradición. He estudiado las ciencias exactas, la geometría, la filosofía, la medicina, la lógica, la retórica y la composición; he aprendido de memoria muchos textos científicos, me he preocupado de la poesía y sé tocar el laúd, sé acompañarme con él en el canto, conozco la técnica de tocar y arreglar las cuerdas, y si canto y bailo, seduzco; si me arreglo y me perfumo, mato. En resumen, he llegado a un punto que sólo alcanzan quienes están enraizados en la ciencia.



El califa Harun al-Rasid, al oír tales palabras en muchacha tan joven, se admiró mucho de la elocuencia que demostraba poseer su lengua y volviéndose a su dueño le dijo:
— Voy a hacer venir a quienes la van a examinar de todo lo que pretende saber. Si contesta te pagaré su importe y aún más. Si no contesta, puedes quedarte con ella.
El califa escribió al emir de Basora, ordenándole que le enviase a Ibrahim b. Sayyar, el poeta, que era la persona más versada de su tiempo en dialéctica, poesía y lógica; le ordenó, además, que convocase a lectores del Corán, a sabios, médicos, astrólogos, científicos, geómetras y filósofos.
Al cabo de poco tiempo se presentaron todos en el palacio del califa sin saber lo que ocurría. El emir de los creyentes llamó a su audiencia y les ordenó que se sentasen. Se sentaron y después mandó que compareciese la esclava Tawaddud. Ésta entró, se quitó el velo y se mostró como si fuese una estrella refulgente. Le ofrecieron una silla de oro. Saludó a todos y dijo con lengua elocuente:
— ¡Emir de los creyentes! Ordena que los sabios, los lectores del Corán, los médicos, los astrólogos, los científicos, los geómetras y los filósofos aquí presentes discutan conmigo.
— Os pido que discutáis con esta joven…
Empezó la discusión. El alfaquí la sometió a un exhaustivo examen sobre materias religiosas y de prácticas cultuales. Al final, todos exclamaban que la joven conocía mucho mejor que ellos el saber del que discutían Y a las preguntas de la muchacha, los distintos sabios permanecían callados sin decir nada. El emir de los creyentes mandaba a los diversos sabios derrotados que se despojasen de sus vestidos, según pedía la esclava. Los sabios se los quitaban y se marchaban confusos y avergonzados de la tertulia. También el filósofo, vencido, hubo de quitarse los vestidos y escapó. Vinieron después jugadores de diversas clases de juegos. A todos venció la esclava. Luego vinieron músicos y tocó melodías que impresionaron a todos los presentes.
El emir de los creyentes, emocionado, exclamó:
— ¡Que Dios te bendiga y tenga misericordia del que ha sido tu maestro!
La joven se levantó y besó el suelo ante él. El emir de los creyentes mandó que le llevasen el dinero y pagó a su dueño cien mil dinares A la joven le dijo:
— ¡Tawaddud! ¡Pídeme lo que quieras!
— Te ruego que me devuelvas a mi dueño.



El joven vivió con su esclava Tawaddud la vida más deliciosa.
Šahrazad dijo al rey Šahriyar: ¡Oh rey! Lo que admira en esta muchacha es la elocuencia, la profundidad de sus conocimientos, la inteligencia y el dominio perfecto que tenía de todas las ciencias".
Hasta aquí el cuento de la esclava Tawaddud. La clave del mismo, como se puede apreciar, está en ella. Pero no en lo aparente, no en lo que de ella se nos manifiesta, no en su historia externa, porque eso está claro: es el saber, es la ciencia, es el conocimiento y el dominio de las artes y técnicas a la vez. Ella vence a todos los sabios que ante el califa le son presentados. Eso es algo que vemos todos.
El quid de la cuestión está en lo que no se nos muestra, en lo que no aparece, en lo que oculta el propio nombre de la esclava: Tawaddud. Gramaticalmente, es el nombre de acción de la forma quinta de un verbo a cuya raíz, w-d-d, pertenecen los términos al-Wadud y wudûd, que, según vimos, designaban a Dios como el Amoroso y en tanto que ama con un amor tierno. Por eso dije que convenía retener estos términos. La forma quinta añade fuerza reflexiva e intensidad a la acción del verbo: “esforzarse por amar”, “mostrar amor hacia algo”, pero también “hacerse querer”, “hacerse amar”. O, como señala la conocida gramática de Wright, debe traducirse por la pasiva (Wright, 1974, vol. I, p. 36, § 47), “ser amado” o, mejor aún, “amarse”.
El nombre de la esclava, entonces, significa ese amor fuerte que corresponde a una tendencia intensificada. La esclava representa el amor que se dirige hacia algo. El objeto de la tendencia está claro: el saber, la ciencia, como nos ha mostrado el cuento.



La esclava, al vencer a todos los sabios que la han interrogado, al mostrarse tan experta en todos los saberes y ciencias, más que representar una tensión hacia la sabiduría, llega a confundirse con ella. Y es el carácter reflexivo de esa forma del verbo el que se expresa con toda evidencia: tiende hacia sí misma, se hace querer, se ama, porque es la sabiduría misma y sólo se puede mover hacia sí. Tawaddud aúna eros y saber. En ella se produce total identificación entre el amor como tendencia y la propia sabiduría.
La cultura popular, tan importante en la civilización árabe y expresada en este bellísimo cuento, ha sabido proclamar las profundas reflexiones de los filósofos. )/Erwj y sofi/a no pueden dejar de ir a la par. El cuento de la esclava Tawaddud lo ilustra perfectamente. (http://www.webislam.com/?idt=16735)



Así pues, cuento tras cuento, en el gran libro de "Las mil y una noches" van apareciendo hadas, genios, jardines encantados, tesoros inauditos, alfombras mágicas voladoras, palacios encantados, etc., todo ello sirve para ilustrar, para estimular y aportar la sabiduría necesaria, para encontrar las claves, para caminar por la senda iniciática.
Todo esto nos ayudará si estudiamos y reflexionamos sobre "Las mil y una noches" dejando nuestra cárcel mental, nuestro mundo material, para adentrarnos en un mundo mágico, mucho más real que el que vivimos, en un mundo jinas, en un mundo en donde el alma y el espíritu están unidos.
Aunque los árabes no tuviesen más obras que "Las mil y una noches", esté libro es más que suficiente para inmortalizarlos y legarles un lugar en el trono de la inmortalidad."(
http://sincrodestino2012.ning.com/profiles/blogs/las-mil-y-una-noches)

Bueno, pues como siempre, espero que os sea útil y entretenido.

1 comentari:

Vicente Manuel ha dit...

Excelente artículo, extenso y muy bien documentado. Enhorabuena. Soñar es gratis

Saludos