dimecres, de març 03, 2010

TRES AUTORES NORTEAMERICANOS: 1/3 WALT WHITMAN "EL CANTOR DE SÍ MISMO"

 



“Lleno de vida hoy, compacto, visible,
Yo, de cuarenta años de edad el año ochenta y tres de los Estados,
A ti, dentro de un siglo o de muchos siglos,
A ti, que no has nacido, te busco.
Estas leyéndome. Ahora el invisible soy yo,
Ahora eres tu, compacto, visible, el que intuye los versos y el que me busca,
Pensando lo feliz que seria si yo pudiera ser tu compañero.
Se feliz como si yo estuviera contigo. 
(No tengas demasiada seguridad de que no estoy contigo.)”
Walt Whitman

En las páginas y mensajes que siguen pretendo llevar a cabo un sueño largamente deseado, presentar la obra de tres autores norteamericanos, creadores de una literatura bella, profunda, espiritual, transgresora, revolucionaria y humana, muy, muy humana.
Creo que fué a mediados de la década de los 70 cuando cayó en mis manos el libro de Walt Whitman "Hojas de Hierba". Desde entonces lo habré releído media docena de veces, en particular el "Canto a mi mismo", del que a pesar de los años transcurridos me sigue impresionando por su belleza y autenticidad, no podría explicarlo con palabras, pero estoy convencido de que todos y cada uno de los lectores de éste  libro, se sienten emocionados e implicados con los versos de Whitman, 
Posteriormente, dada mi aproximación a la ideología anarquista, conocí a Henry David Thoreau, leí primero el texto "Sobre la desobediencia civil", pero fué con "Walden, la vida en los Bosques", donde llegué a admirar sinceramente al atrevido viajero hacia el interior de si mismo.  
Pero que tenían en común éstos dos grandes pensadores, a parte de su nacionalidad, el eslabón entre ambos, era un escritor al que conocí, mucho más tarde - a principios de los 90, creo- Ralph Waldo Emerson, los dos anteriores se reclaman como seguidores, discípulos o muy influenciados por éste pastor unitario que rompió todos los moldes de la literatura anterior, para sentar las bases de una nueva, específicamente norteamericana, emancipada de sus raíces anglosajonas.
Así que os invito a disfrutar de la maravillosa obra de éstos grandes escritores. Mientras preparaba éstos posts, pensé que estaría bien acompañar el discurso literario que en ocasiones puede llegar a ser algo denso, o  pesado, con imágenes de la obra de unos pintores extraordinarios que agrupados en la denominada "Escuela del Rio Hudson", nos transmiten prácticamente el mismo mensaje, con otro lenguaje.



Así pues, empecemos  con Walter Whitman.
La importancia de Walt Whitman en la literatura universal es indiscutible. Se reveló como el primer gran poeta genuinamente americano, que supo romper con la tradición europea para transformarse en el padre de la poesía moderna, llegando a convertirse en la voz profética por excelencia, guía de numerosos escritores del s. XX.
Whitman canta a la vida, a la persona, como máximo exponente de la democracia, sin importarle el sexo, raza o status social; canta a todo lo natural fiel reflejo de su Yo personal. Su libro Leaves of Grass tiene como principal protagonista al propio Walt. No es más (ni menos), en sus propias palabras, que «un intento, del principio al fin, de registrar a una persona, a un ser humano (a mí mismo, en la segunda mitad del siglo XIX, en América) libre, completo y verdaderamente en la historia».
Whitman se lanza, con lo que Emerson llamó «una relación original con el universo», en la mitad de su vida al corazón de nuevos mundos y segundas oportunidades. Había descendido a sí mismo y emergido no sólo con la experiencia subliminal de sus compatriotas, sino con «los pensamientos de todos los hombres de todas las épocas y países».
"The Song of myself", el poema central y, de hecho, el corazón de Hojas de hierba, dramatiza esta búsqueda de la ficción suprema del Yo. Sin el poema, el libro no sería más que las obras completas de Whitman; con él, el trabajo psíquico de este poeta se recoge en una fuerza que no se puede nunca diseminar entre las ruinas de una literatura gentil. En realidad, conforme Whitman amplió y reordenó su libro, vino a considerar Hojas de hierba como un único poema, uno que creció a partir de "Canto a mí mismo" y su drama de descubrimiento. En su poema "So long! (¡Hasta la Vista!) el poeta dice del libro y de sí mismo:
«Camarada, esto no es un libro,
El que lo toca, toca a un hombre»



Walter Whitman nació en West Hills, Long Island, el 31 de mayo de 1819, y fue el segundo de nueve hermanos, algunos de los cuales estuvieron tarados con enfermedades mentales y una constitución física anormal. Su padre fue un carpintero no muy afortunado, y parece que Walt sacó poco de aquel hombre rudo y tardo, salvo su inclinación al ala más radical de la política Jefferson-Jackson. Su madre debió ser el verdadero sostén de la familia. Con ella mantuvo una constante adhesión, a la cual se refiere como "la más perfectamente amada" (por él), lo que ha sido considerada como el origen de la sexualidad nunca bien determinada de Whitman, de su condición aparentemente bisexual, inclinada más bien a la homosexualidad.
En 1823 se traslada a Brooklyn con su familia, y por falta de recursos económicos tiene que dejar la escuela a los diez años para ponerse a trabajar, en algunos periódicos e imprentas. La carencia de formación escolar es compensada con la lectura de los clásicos y de todo lo que cae en sus manos. El periodismo es lo que más tira de él y, en 1846, el joven y algo indolente Walt había, sin embargo, trabajado lo bastante para convertirse en editor durante dos años, del Eagle, de Brooklyn, un floreciente periódico que servia de expresión del partido Demócrata, lo que le concedió cierto relieve, aunque dos años después es despedido por atacar la esclavitud. Durante los años inmediatamente anteriores a 1855, su ocupación verdadera fue de orden interior: la gradual evolución de espíritu que le llevaría a publicar la primera edición de su libro Leaves of Grass. R. Chase, después de estudiar su vida se pregunta:
«¿Cómo este editor, este trotacalles, haragán, maestro de escuela, político a ratos, asiduo a la ópera, y (podemos sospecharlo) mediocre carpintero, llego a convertirse en uno de los grandes poetas mundiales? No podría darse, desde luego, una respuesta satisfactoria a esta pregunta, aunque tuviéramos a nuestra disposición más material de investigación que los que poseemos. De cuanto Whitman escribió para los periódicos, es casi nada lo que puede hacernos adivinar el gradual desarrollo de un conjunto de ideas o el nacimiento de un estilo que preludien, en alguna manera, a su Leaves of grass.»


La conclusión a la que se llega es que le debió suceder algo, algún suceso decisivo, que diera rienda suelta y firmeza al poder de su inteligencia, de su imaginación. Algunos críticos lo ponen en relación con el "episodio de New Orleáns": en la primavera de 1848, mientras se encuentra trabajando en el periódico Crescent de New Orleáns, tuvo su primera relación con una mujer. Otros se basan en la carta del propio Whitman de 1890 a John Addington Symonds, en el que le cuenta su vida disoluta, llegando a afirmar que era padre de seis hijos ilegítimos, lo que suena a superchería. También se ha supuesto que, en cierta época anterior a 1855, Whitman tras varias desgraciadas tentativas sexuales, llegó a la persuasión de su propia homosexualidad constitucional, y que la aceptación de este hecho le libró de las inhibiciones y dio potencia y forma a su imaginación.
Se podría seguir argumentando, ya que casi cada crítico tiene su propia teoría, en su mayor parte imposibles de corroborar como no fuera que consiguiéramos que el propio Whitman nos lo confirmara. Lo único que a mi entender se puede dar por cierto es el hecho de que la lectura de las obras de Emerson, destapó el potencial de Whitman:
«Yo hervía, hervía, hervía. Emerson me llevó a la ebullición».

Cuando se publicó en 1855 Leaves of Grass, los lectores (de los pocos ejemplares que se vendieron) descubrieron en él doce poemas (incluyendo "The song of myself") y un prefacio donde se explicaba el ideario poético del autor y el propósito de su poesía. Publica una segunda edición en 1856, con veinte poemas más y la cita de una alabanza de Emerson que, sin duda, se ve aludido. Esta edición apenas gozó de mejor éxito que la del año anterior, y Whitman volvió a su labor periodística, en su puesto de editor del Times de Brooklyn. Una nueva edición en 1860, con 124 nuevos poemas populariza al autor, que disfrutaba entonces de una ocupación respetable y se había abierto a una vida social agradable con los asiduos a la cervecería Pfaff. Parece que el libro responde a un plan propuesto: una especie de llamada universal a todos los individuos libres de Estados Unidos para que se unan en la gran democracia, en la solidaridad de la fraternidad común, y en una religión panteística y pagana.
El hecho que la edición de 1860 contuvieran los poemas "Calamus", y de que algunas porciones, al menos, de "Out of the Craddle" puedan interpretarse como un canto fúnebre a un amor perdido, inducen a suponer que Whitman había hallado y perdido un amante masculino y que ésta pérdida fue para él una tragedia, pero que este suceso tuvo la virtud de dar rienda suelta a emociones creadoras6, diferentes a las de "Song of Myself".
En 1862, Whitman inició su época de Washington. En diciembre de ese mismo año marchó a Virginia para encontrarse con su hermano George herido en Fredericksburg, en el frente de guerra, allí Whitman sufrió tanto por los soldados de la Unión como por los Confederados. Regresó al norte, pero sólo hasta Washington D. C., donde consiguió un puesto como empleado en la Oficina de Paga del Ejército, y pasó el resto de su tiempo visitando soldados heridos y enfermos de los más de cincuenta hospitales de guerra que se levantaron en la capital de la Unión. Fue honda la impresión que le quedó de la guerra como queda reflejado en el poema escrito en 1871 y colocado prominentemente en la edición definitiva de 1881 de Hojas de Hierba, el poeta declara: «mi libro y la guerra son uno».

 
Primera edición de Hojas de Hierba
Incluso Drum-Taps (Redobles de tambor) (1865) carece del osado auto-descubrimiento de los versos más tempranos. Aunque el libro se considera junto a las Escenas de Batalla (1866) de Herman Melville, como una de las grandes respuestas a la guerra civil, los poemas proceden más de la cabeza que del corazón. Fue necesaria la tragedia del asesinato del presidente Lincoln poco antes de la publicación de Redobles de tambor para que el poeta volviera a ser él mismo -por última vez-, el poeta más personal de América. Aunque "When Lilacs Last in the Dooryard Bloom´d" es una elegía que sigue la tradición de "Lycidas" de Milton y "Adonais" de Shelley, su secuencia de dolor y reconciliación también le proporcionó al poeta otra oportunidad de volver al tema de "Out of the Craddle Endlessly Rocking": la fusión del amor y la muerte. De hecho Licoln es un personaje relativamente menor en este drama del Yo. El hecho que Whitman no le conociera personalmente (a diferencia de Milton y Shelley) sugiere que el presidente asesinado fue simplemente el catalizador de que llevó al poeta a seguir la misma senda de "camino abierto" que había recorrido en los poemas de la edición de 1860.
Redobles de tambor y su Continuación, fueron incluidos a la edición de 1871-72 (la quinta) de Hojas de hierba. Whitman había sacado la cuarta edición en 1867, y llegaría a publicar, en total, seis ediciones de su expansivo libro8. Tras la guerra, el poeta regresó a la prosa y publicó Democratic Vistas en 1871, Memoranda During the War en 1873 y Specimen Days en 1882. El más interesante de estos títulos es Vistas democráticas porque se queja de los excesos del materialismo en EE. UU.
A lo largo de la década de 1870 Whitman fue considerado generalmente por la institución literaria americana como el profeta proverbial sin honor en su propio país. Sólo en Europa recibió la atención de la crítica que se merecía. En 1868 en Inglaterra William Michael Rossetti publicó su edición selecta de Hojas de hierba, y más tarde Anne Gilchrist, después de leer la edición inglesa, publicó la "Opinión de una mujer inglesa sobre Walt Whitman" en el Boston Radical. Le siguieron otros ensayos apreciativos de Ferdinand Freilegrath, de Alemania, y Rudolph Smichdt, de Dinamarca. Pero el momento en el que dio su giro la reputación de Whitman en su propio país llegó en 1880 con el artículo de Edmund Clarence Stedman sobre Whitman del Scribner´s Monthly. Sin aprobar las alusiones sexuales de Hojas de hierba, Stedman fue el primer crítico americano, alejado del círculo de conocidos de Whitman, que no regateó las alabanzas al libro.
Para entonces el poeta se encontraba enclaustrado en la casa de su hermano en Candem, después de haber sufrido, en 1873, una apoplejía que le obligó a jubilarse del trabajo que había tenido en Washington desde el final de la guerra. Sufrió al menos otro ataque y nunca recuperó la buena salud que había celebrado en su libro.

                                Casa de Withman en Candem

En 1884 se trasladó a una pequeña casa de su propiedad en la calle Mickle, donde se entregó de nuevo a escribir y a planear nuevas ediciones de Leaves of Grass, y donde fue visitado por grandes personalidades extranjeras como Sir Henry Irving, Edmond Gosse y Oscar Wilde. Whitman vivió hasta el 26 de marzo de 1892.
El poeta, dice Whitman, no debe contentarse con escribir unos versos bien forjados. Ha de ser un profeta, un visionario, un bardo, un maestro y un moralista. No es que, como moralista deba dar provechosas lecciones o sermonear inculcando una vida recta. Es un moralizador en cuanto que es un portavoz del futuro y de la democracia. Es también un jefe espiritual; porque la edad de la religión ya ha pasado y el poeta debe asumir la labor del sacerdote. Debe hacerse a sí mismo el más perfecto de los hombres, el arquetipo de lo normativo, espiritual y orgánico:
«De toda la humanidad el gran poeta es el hombre típicamente regular. No en él sino fuera de él, las cosas son grotescas o excéntricas o se encuentran faltas de lógica… Él es el arbitro de lo diverso, él es la llave»
El poeta es también una especie de portavoz de su pueblo. No sólo una voz individual sino la voz de la nación:
«Él encarna su geografía, la vida de la naturaleza, los ríos y los lagos».
El poeta conocedor de "la belleza y de la santidad de lo demostrable" abandona los mitos convencionales de la poesía tradicional, estructura "sólidas y hermosas formas para el futuro", y entrega a sus compatriotas arquetipos nativos de la imaginación y maneras instintivas para responder y para sentir los cuales han de dar coherencia a una nueva y todavía no formada civilización.
El poeta no rechaza de sus poemas ningún hecho relacionado con la vida y, sin embargo, no es realista; su poesía:
«ha de ser trascendente y nueva; será indirecta y no directa, descriptiva o épica»
En cuanto a la forma de los poemas, deberán ser orgánicos, y habrán de desarrollar patrones métricos libres "tan fija y tan libremente como las lilas o las rosas en sus matas". Cree también que el poema es, en cierto sentido, una oración para ser cantada o declamada.
Su estilo está claramente influenciado por la Biblia. De una manera muy característica, el estilo "orgánico" de Whitman, lo mismo que la poesía hebraica, está basado en el recurso del paralelismo. Sus ritmos corresponden a los de la repetición -de palabras, imágenes, ideas- y del equilibrio de frases y versos.
«El tema de la lengua me interesa, me interesa: no puedo quitármelo de la cabeza. A menudo pienso que hojas de hierba no es más que un experimento lingüístico, es decir, un intento de dar al espíritu, al cuerpo, al hombre nuevas palabras».
Whitman no sólo es un poeta experimental, es uno de los pocos autores cuyas experiencias han sido felices en tiempos modernos. La impetuosidad de su torrente poético está lleno de arcaísmos, neologismos, americanismos, elementos heteróclitos y palabras extranjeras, lo que hace de él un innovador que intentaba darle a la lengua un alcance cosmopolita. Pensaba que la poesía americana, con una experiencia tan distinta de la europea, no era lo que debía y su objetivo era hacerla avanzar hasta conectarla con el futuro, en un esfuerzo que sus contemporáneos habían evitado. (Podéis ver: http://www.wikilearning.com/monografia/la_ficcion_suprema_del_yo/18793)

El prólogo de Jorge Luis Borges a Hojas de Hierba.



Quienes pasan del deslumbramiento y del vértigo de "Hojas de hierba" a la laboriosa lectura de cualquiera de las piadosas biografías del escritor, se sienten siempre defraudados. En las grisáceas y mediocres páginas que he mencionado, buscan al vagabundo semidivino que les revelaron los versos y les asombra no encontrarlo. Tal, por lo menos, ha sido mi experiencia personal y la de todos mis amigos. Uno de los propósitos de este prólogo es explicar, o intentar una explicación, de esa desconcertante discordia.

Dos libros memorables aparecieron en Nueva York el año 1855, ambos de índole experimental, ambos muy distintos. El primero, inmediatamente famoso y ahora relegado a las antologías escolares o a la curiosidad de los eruditos y de los niños, fue el "Hiawatha" de Longfellow. Éste quiso donar a los pieles rojas que habían habitado New England una epopeya profética y mitológica en lengua inglesa. En pos de un metro que no recordara los habituales y que pudiera parecer aborigen, recurrió al Kalevala finlandés que había forjado - o reconstruido - Elías Lönnrot. El otro libro, entonces ignorado y ahora inmortalizado, que fue "Hojas de hierba".

He escrito que los dos eran distintos. Innegablemente lo son. "Hiawatha" es la obra meditada de un buen poeta que ha explorado las bibliotecas y que no carece de imaginación y de oído; "Hojas de hierba", la inaudita revelación de un hombre de genio. Las diferencias son tan notorias que resulta increíble que ambos volúmenes fueran contemporáneos. Un hecho, sin embargo, los une: los dos son epopeyas americanas.

América era entonces el símbolo famoso de un ideal, ahora un tanto gastado por el abuso de las urnas electorales y por los elocuentes excesos de la retórica, aunque millones de hombres le hayan dado, y sigan dándole, su sangre. El orbe entero tenía puestos los ojos en América y en su "atlética democracia". Bajo el influjo de Emerson, que de algún modo siempre fue su maestro, Whitman se impuso la escritura de una epopeya de ese acontecimiento histórico nuevo: la democracia americana. No olvidemos que la primera de las revoluciones de nuestro tiempo, la que inspiró la revolución francesa y las nuestras, fue la de América y que la democracia fue su doctrina.

¡Cómo cantar de un modo condigno esa nueva fe de los hombres! Había una respuesta evidente; la que hubiera elegido, tentado por las facilidades de la retórica o por la mera inercia, casi cualquier otro escritor. Urdir laboriosamente una oda o tal vez una alegoría, no desprovista de interjecciones vocativas y de letras mayúsculas. Whitman, felizmente, la rechazó.

Pensó que la democracia era un hecho nuevo y que su exaltación requería un procedimiento no menos nuevo.



He hablado de epopeya. En cada uno de los modelos ilustres que el joven Whitman conocía y que llamó feudales, hay un personaje central - Aquiles, Ulises, Eneas, Rolando, El Cid, Sigfrido, Cristo - cuya estatura resulta superior a la de los otros, que están supeditados a él. Esta primacía, se dijo Whitman, corresponde a un mundo abolido o que aspiramos a abolir, el de la aristocracia. Mi epopeya no puede ser así; tiene que ser plural, tiene que declarar o presuponer la incomparable y absoluta igualdad de todos los hombres. Semejante necesidad parece conducir fatalmente a un mero fárrago de la acumulación y del caos; Whitman, que era un hombre de genio, sorteó prodigiosamente ese riesgo. Ejecutó con felicidad el experimento más audaz y más vasto que la historia de la literatura registra.

[...]

En algún verso de su libro, Whitman recuerda telas medievales con muchos personajes, algunos aureolados y preeminentes, y declara que se propone pintar una tela infinita, poblada de infinitos personajes, todos con sus aureolas. ¿Cómo ejecutar semejante hazaña? Él, increíblemente, lo hizo.

Necesitaba, como Byron, un héroe, pero el suyo, símbolo de la populosa democracia, tenía que ser innumerable y ubicuo, como el disperso Dios de los panteístas. Elaboró una extraña criatura que no hemos acabado de entender y le dio el nombre de Walt Whitman. Esa criatura es de naturaleza biforme; es el modesto periodista Walter Ehitman, oriundo de Long Island, que algún amigo apresurado saludaría en las aceras de Manhattan, y es, asimismo, el otro que el primero quería ser y no fue, un hombre de aventura y de amor, indolente, animoso, despreocupado, recorredor de América. Así, en alguna página de su obra, Whitman nace en Long Island; en otras, en el Sur. Así, en una de las piezas más auténticas del "Canto de Mí Mismo", refiere un episodio heroico de la guerra de México y dice haberlo oído contar en Texas, donde no estuvo nunca. Así, declara haber sido testigo de la ejecución del abolicionista John Brown. Los ejemplos podrían multiplicarse abrumadoramente; casi no hay página en que no se confundan el Whitman de su mera biografía y el Whitman que anhelaba ser y que ahora es, en la imaginación y en el afecto de las generaciones humanas.

Whitman ya era plural; el autor resolvió que fuera infinito. Hizo del héroe de "Hojas de hierba" una trinidad; le sumó un tercer personaje, el lector, el cambiante y sucesivo lector. Éste ha tendido siempre a identificarse con el protagonista de la obra; leer Macbeth es de algún modo ser Macbeth. Whitman, que sepamos, fue el primero en aprovechar hasta el fin, hasta el interminable y complejo fin, esa identificación momentánea. Al principio recurrió al diálogo; el lector conversa con el poeta y le pregunta qué oye y qué ve o le confía la tristeza que siente por no haberlo conocido y querido. Whitman responde a sus preguntas:

"Estos son en verdad los pensamientos de todos los hombres
en todas las épocas y países; no son originales míos.
Si no son tan tuyos como míos, son nada o casi nada,
si no son el enigma y la solución del enigma, son nada,
si no son tan cercanos como lejanos, son nada.
Esta es la hierba que crece donde hay tierra y hay agua,
este es el aire común que baña el planeta."

Innumerables son los que han imitado, con éxito diverso, la entonación de Whitman: Sandbourg, Lee Masters, Maiakovski, Neruda... Nadie, salvo el autor del inextricable y ciertamente ilegible "Finnegans Wake", ha vuelto a acometer la creación de un personaje múltiple. Whitman, insisto, es el modesto hombre que fue desde 1819 y hasta 1892 y el que hubiera querido ser y no acabó de ser y también cada uno de nosotros y de quienes poblarán el planeta.

Mi conjetura de un triple Whitman, héroe de su epopeya, no se propone insensatamente anular, o de algún modo disminuir, lo prodigioso de sus páginas. Antes bien, se propone su exaltación. Tramar un personaje doble y triple y a larga infinito, pudo haber sido la ambición de un hombre de letras meramente ingenioso; llevar a feliz término ese propósito es la proeza no igualada de Whitman. En una polémica de café sobre la genealogía del arte, sobre los diversos influjos de la educación, de la raza y del medio ambiente, el pintor Whistler se limitó a decir: "Art happens" (el arte sucede), lo cual equivale a admitir que el hecho estético es, por esencia, inexplicable. Así lo comprendieron los hebreos, que hablaban del Espíritu; así los griegos, que invocaban la musa.

En cuanto a mi traducción... Paul Valéry ha dejado escrito que nadie como ejecutor de una obra conoce a fondo sus definiciencias; pese a la superstición comercial de que el traductor más reciente siempre ha dejado muy atrás a sus ineptos predecesores, no me atreveré a declarar que mi traducción aventaje a las otras. No las he descuidado, por lo demás.

[...]


 
Monumento a Walt Whitman

El idioma de Whitman es un idioma contemporáneo; centenares de años pasarán antes que sea una lengua muerta. Entonces podremos traducir y recrearlo con plena libertad, como Jáuregui lo hizo con la "Farsalia", o Chapman, Pop y Lawrence con la "Odisea". Mientras tanto, no entreveo otra posibilidad que la de una versión como la mía, que oscila entre la interpretación personal y el rigor resignado.

Un hecho me conforta. Recuerdo haber asistido hace muchos años a una representación de Macbeth; la traducción era no menos deleznable que los actores y que el pintarrajeado escenario, pero así a la calle de hecho de pasión trágica. Shakespeare se había abierto camino; Whitman también lo hará.


Jorge Luis Borges
Buenos Aires, 19 de junio de 1969.

Para Borges, Hojas de hierba es un experimento vivo y mudable como la vida misma, que se niega a que se le fije en un sentido único y que está lleno de términos filosóficos y de palabras extranjeras que de alguna manera ilustran su genio, al tiempo que sorprenden por su exuberancia e incongruismo.
Whitman quería ser un poeta del futuro, y convencido de que la lengua es un organismo vivo y un cuerpo que absorbe todos los demás cuerpos, introduce términos geológicos y tecnológicos, así como innumerables palabras del argot americano, convencido de que se abrirían paso hacia el futuro.
Whitman, por tanto, es un místico del lenguaje y elige las palabras no de forma descuidada sino consciente.
Este largo poema no recibió su nombre actual hasta la edición de 1881, y cualquier estudio de la obra de Whitman debe empezar por él, pues es el más personal y contiene la quintaesencia de su concepción del mundo, de la poesía y del propio autor.
El poema, o colección de poemas líricos misceláneos, ofrece muchas lecturas y gratificaciones estéticas, tanto si se la explora en su conjunto como siguiendo los temas recurrentes. No hay una estrecha trabazón en la estructura general de "Song of Myself"; pero hablando en términos generales, podemos decir que el argumento de ese poema es una gradual universalización de la propia personalidad, del propio Yo del poeta.
Las cuatro primeras secciones ofrecen los temas y motivos principales de la pieza, hacen una declaración personal acerca de la edad y la salud del poeta, proclaman la libertad de poeta en cuanto a todos los "credos y escuelas", afirman su carácter evasivo y su autonomía personal.
Los temas, como en las sinfonías, se introducen pronto en el poema, luego se abandonan y desarrollan, siendo los más importantes el sentido del tacto, la hierba, los cuerpos celeste o, como señalábamos más arriba, el Yo.
La ilustración más obvia de este desarrollo musical es la del principio panteísta de la hierba, palabra novedosa y ambigua que da título al libro. La introduce en la sección 6 como un símbolo. La trata brevemente en la sección 7 y la explica y desarrolla en la sección 31 y siguientes. La hierba es un producto corriente de la naturaleza y una página del libro, que le permite ir de un símbolo a otro sin que esta imagen dominante se le pierda. La hierba crece suelta o en manojos y su representación gráfica se convierte en el concepto central de lo que Whitman entiende por democracia -"the self and the many"- o la individualidad en equilibrio con la masa.

Desde el principio mismo el poema adopta la forma de diálogo, ya que éste se amolda a la locución propia de un poeta-profeta, que se dirige a "you", es decir, a cualquier hombre o mujer en un plano de perfecta igualdad en la vida, de lo que las hojas de hierba son el símbolo común. El tono es tanto el de un amante en potencia como el de un maestro.
En la sección 1 comienza a desarrollarse el argumento del poema, el Yo, en el que el poeta se magnifica a sí mismo:
«I celebrate myself,
And what I assume you shall assume,
For every atom belonging to me as good belongs to you.»
En la sección 5 se introduce al Yo dialogando consigo mismo, del mismo modo que podría imaginarse al alma hablando con el cuerpo. La emoción que se desprende es francamente autoerótica, que lleva a Whitman a una de sus más hermosas afirmaciones acerca de sus sentimientos de hermandad con la naturaleza:
«And I know that the spirit of God is the eldest brother of my own,
and that all the men ever born are also my brothers . . . . and
the women my sisters and lovers,
And that a kelson of the creation is love;
And limitless are leaves stiff or drooping in the fields,
And brown ants in the little wells beneath them,
And mossy scabs of the wormfence, and heaped stones,
and elder and mullen and pokeweed»
El poema en términos autobiográficos es engañoso. Va hacia atrás y hacia adelante. Fluctúa entre lo personal y lo general. Rechaza el pesimismo y afirma el ciclo sexual eterno de la vida:
«Urge and urge and urge,
Always the procreant urge of the world.» (sec. 3)
Declara su liberación de todo tipo de restricciones, barreras religiosas y filosóficas, a las que, después de servirse de ellas, deja atrás.
El Yo está en el centro mismo del poema y su evolución se basa en la paradoja de que la identidad individual no es individual sino universal. Según afirma Whitman, en una democracia el individuo es más individuo en cuanto está más seguro de sí mismo y más piensa en sí mismo como parte integrante de una comunidad, hasta el punto que no puede haber unión de hombres más perfecta y fuerte que aquella en la que los individuos que la forman son realmente individuos.
Whitman afirma su unión con la tierra, su fascinación por el mundo animal, con el que su Yo establece relaciones fraternales:
Acentúa la importancia del cuerpo hasta casi la exclusión del alma, pero en la sección 33 el alma aparece y asume la importancia del cuerpo y el paisaje que recorre tiene idéntica fuerza erótica.
En la sección 44, el Yo decide explicarse, pone a todos de pie y los lanza a lo desconocido; a sus discípulos les da un beso de despedida, diciéndoles que deben aprender a destruir a su maestro. Propone un credo sugestivo y, sin temer a la muerte, nos lleva de la mano a un universo irreal:
Al final del poema todos los temas convergen, como si de una sinfonía se tratase. El poeta ha logrado el conocimiento, pero agotado del viaje, no tiene más palabras o símbolos con que expresarse, por tanto nos dice adiós y, quedándose bajo la hierba, calla.
Pero el poema termina y el poeta no pone un punto final, ni siquiera gráficamente, como dando a entender que es la hora del lector, que tiene que digerir lo leído y emprender solo el camino, pero sabiendo que, como un auténtico profeta, Whitman deja la puerta abierta para una posible vuelta.

Selección de Poemas de Hojas de Hierba.



AL PARTIR DE PAUMANOK
(STARTING FROM PAUMANOK)

1

Saliendo de Paumanok, la isla en forma de pez donde nací,
Bien engendrado y criado por una madre perfecta,
Después de andar por muchas tierras, amante de populosas aceras,
Amante de Mannahattan, mi ciudad, o de las sabanas del sur,
O soldado en el campamento, llevando la mochila y el fusil, o minero en California,
O agreste en mi casa de los bosques de Dakota, mi comida la carne, mi bebida el agua del manantial,
O apartado para reflexionar y meditar en algún profundo retiro,
Lejos del rumor de la multitud, arrebatado y feliz,
Consciente del Missouri que fluye, de su fresca y generosa corriente, consciente del poderoso Niágara,
Consciente de las manadas de búfalos que pacen en la llanura, del hirsuto toro de fuerte pecho,
De la tierra, rocas, flores de mayo conocidas, estrellas, lluvias, nieve, mi asombro,
Habiendo estudiado las notas del sinsonte y el vuelo del halcón de la montaña,
Y escuchado en el alba al incomparable, al tordo, entre los cedros de la ciénaga,
Solitario, cantando en el Oeste, anuncio un Mundo Nuevo.


DEL OCÉANO RODANTE DE LA MULTITUD
(OUT OF THE ROLLING OCEAN THE CROWD)

Del incesante océano, de la turba, una gota se me acercó suavemente,
Murmurando: Te amo, pronto habré muerto, larga es la distancia que he recorrido sólo para mirarte y para tocarte,
Porque no podía morir sin haberte visto,
Porque sentí el temor de perderte.

Ahora nos hemos encontrado, nos hemos visto, estamos salvados,
Vuelve en paz al océano, amor mío,
Yo también formo parte del océano, no somos tan distintos,
¡Mira que perfecta es la gran esfera, la cohesión de todas las cosas!
Pero a los dos nos va a separar el mar irresistible,
Esta hora nos ha de separar, pero no eternamente;
No te impacientes -aguarda un instante- mira, saludo al viento, al océano y a la tierra,
Cada día, al atardecer, te mando mi amor.


CANTO DE MI MISMO
(SONG OF MYSELF)

1. Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.
Versión de León Felipe



5

Creo en ti, mi alma, el otro que soy no se rebajará ante ti,
Y tú no te rebajarás ante él.

Tiéndete en el pasto conmigo, desembaraza tu garganta,
No son palabras, ni música, ni versos lo que preciso, ni hábitos, ni discursos ni aun los mejores,
Sólo quiero el arrullo, el susurro de tu voz suave.

Recuerdo cómo nos acostamos una mañana transparente de estío,
Cómo apoyaste la cabeza sobre mis caderas y la volviste a mí dulcemente,
Y abriste mi camisa sobre el pecho y hundiste tu lengua hasta tocar mi corazón desnudo,
Y te estiraste hasta tocarme la barba, y luego hasta tocarme los pies.

Velozmente se irguieron y me rodearon el conocimiento y la paz que trascienden todas las discusiones de la tierra,
Y desde entonces sé que la mano de Dios ha sido prometida a la mía,
Y sé que el espíritu de Dios es hermano del mío,
Y que todos los hombres que han nacido son mis hermanos, y las mujeres mis hermanas y mis amantes,
Y que el sostén de la creación es el amor,
Y que son innumerables las hojas rígidas o que se curvan en los campos,
Y las negras hormigas en las grietas bajo las hojas,
Y las mohosas costras del seto, las piedras hacinadas, el saúco, la candelaria y la cizaña.

6

Un niño me preguntó: ¿Qué es la hierba?, trayéndola a manos llenas,
¿Cómo podría contestarle? Yo tampoco lo sé.

Sospecho que es la bandera de mi carácter tejida con esperanzada tela verde.

O el pañuelo de Dios,
Una prenda fragante dejada caer a propósito,
Con el nombre del dueño en alguna punta, para que lo veamos y lo notemos y nos preguntemos, ¿de quién?

O sospecho que la hierba misma es un niño, el recién nacido de la tierra.

O un jeroglífico uniforme,
Que significa: crezco por igual en las regiones vastas y en las estrechas,
Crezco por igual entre los negros y los blancos,
Canadiense, piel roja, senador, inmigrante, a todos me entrego y a todos los recibo.

Y ahora se me figura que es la cabellera suelta y hermosa de las tumbas.

Te usaré con ternura, hierba curva.
Acaso hayas brotado del pecho de los jóvenes,
Acaso, si estuvieran aquí, yo los amaría,
Acaso hayas brotado de los ancianos, o de niños arrancados del regazo de la madre,
Y ahora eres el regazo de la madre.

Esta hierba es demasiado oscura para haber brotado de los cabellos blancos de las madres ancianas,
Más oscura que las descoloridas barbas de los ancianos,
Demasiado oscura para haber brotado de sus pálidos paladares.

¡Ah! Percibo al fin otras tantas lenguas que hablan,
Y comprendo que no han nacido en vano de esos paladares y de esas bocas.

Querría traducir las insinuaciones sobre los muchachos y las muchachas muertas,
Y las insinuaciones sobre los ancianos y las madres y de los niños arrebatados de sus regazos.

¿Qué piensas que ha sido de los jóvenes y de los ancianos?
¿Qué piensas que ha sido de las mujeres y de los niños?

Están sanos y buenos en algún lado,
El retoño más débil prueba que no existe la muerte,
Y que si alguna vez existió lo hizo para impulsar la vida, y no espera que lo destruya el fin,
Y no ha cesado en el momento que surgió la vida.

Todo progresa y se dilata, nada se viene abajo,
Y morir es algo distinto de lo que muchos supusieron, y de mejor augurio.



NO TE DETENGAS

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz,
sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...

19

Esta es la mesa puesta para todos, ésta es la carne para el hambre natural;
Es para el malvado no menos que para el justo, a todos he invitado,
No permitiré que una sola persona sea desairada o excluida,
La mantenida, el parásito, el ladrón, están aquí invitados.
El esclavo de labios gruesos está invitado, el enfermo venéreo está invitado,
No se hará la menor diferencia entre ellos y los otros.

Este es el roce de una mano esquiva, ésta es la impresión y el olor del pelo,
Este es el contacto de mis labios y de los tuyos, éste el murmullo del anhelo,
Esta es la remota profundidad y la altura reflejando mi cara,
Esta es la voluntaria fusión de mi ser y otra vez la salida.

¿Sospechas en mí un propósito oculto?
Sí, lo tengo, porque lo tienen los aguaceros de abril, y la mica de las rocas lo tiene.

¿Crees que quiero asombrar?
¿Asombra, acaso, el día? ¿Asombra, acaso, el pájaro que canta temprano en el bosque?
¿Asombro yo más que ellos?

Ahora estoy hablando en la intimidad,
No diría estas cosas a los otros, pero a ti te las digo.



20


¿Quién va allí?
Grosero, hambriento, místico, desnudo...
¿quién es aquel?
¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey?
Pero ¿qué es un hombre en realidad?
¿Qué soy yo?
¿Qué eres tu?

Cuanto yo señale como mío,
debes tú señalarlo como tuyo,
porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras.
Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es más
que cieno y podredumbre
no me puedo parar a llorar.
Los gemidos y las plegarias adobadas con polvos
para los inválidos;
y la conformidad , para los parientes lejanos.
Yo no me someto.
Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero
como me da la gana.

¿Por qué he de rezar?
¿Por qué he de inclinarme y suplicar?

Después de escudriñar en los estratos,
después de consultar a los sabios,
de analizar y precisar
y de calcular atentamente,
he visto que lo mejor de mi ser está agarrado a mis huesos.

Soy fuerte y sano.
Por mí fluyen sin cesar todas las cosas del universo.
Todo se ha escrito para mí
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras.

Soy inmortal.
Sé que la órbita que describo no puede medirse
con el compás de un carpintero,
y que no desapareceré como el círculo de fuego
que traza un niño en la noche con un carbón encendido.

Soy sagrado.
Y no torturo mi espíritu ni para defenderme
ni para que me comprendan.
Las leyes elementales no piden perdón.
(Y después de todo, no soy más orgulloso que los cimientos
sobre los cuales se levanta mi casa).

Así como existo ¡Miradme!
Esto es bastante.
Si nadie me ve, no me importa,
y si todos me ven, no me importa tampoco.
Un mundo me ve,
el más grande de todos los mundos : Yo.
Si llego a mi destino ahora mismo,
lo aceptaré con alegría,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos,
esperaré ... esperaré alegremente también.
Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
y me río de lo que tú llamas disolución.
porque conozco la amplitud del tiempo.

21

Soy el poeta del Cuerpo y soy el poeta del Alma,
Los goces del cielo están conmigo y los tormentos del infierno están conmigo,
Los primeros los injerto y los multiplico en mi ser, los últimos los traduzco a un nuevo idioma.

Soy el poeta de la mujer no menos que el poeta del hombre,
Y digo que es tan grande ser mujer como ser hombre,
Y digo que nada es mayor que ser la madre de hombres.

Entono el canto de la exaltación o de la soberbia,
Ya estamos hartos de plegarias y de zalamerías,
Muestro que el tamaño no es más que crecimiento.

¿Has dejado atrás a los otros? ¿Eres el Presidente?
Es una bagatela, cada uno de los otros te alcanzará y seguirá adelante.

Soy el que camina con la tierna y creciente noche,
Llamo a la tierra y al mar que abraza la noche.

Abrázame, noche de senos desnudos, abrázame, noche magnética y fecunda,
Noche de los vientos del sur, noche de las estrellas grandes y escasas,
Noche serena que me llama, loca y desnuda noche de estío.

¡Sonríe, tierra voluptuosa de fresco aliento,
Tierra de los árboles dormidos y húmedos,
Tierra del sol que ya se ha ido, tierra de las montañas de cumbre nebulosa,
Tierra del cristalino fluir de la luna llena, apenas tocada de azul,
Tierra del brillo y de la sombra manchando la corriente del río,
Tierra del gris límpido de las nubes que resplandecen y se aclaran para que yo las vea,
Tierra yacente y extendida, rica tierra de azahares!
Sonríe, porque llega tu amante.

Pródiga me has dado tu amor, te doy pues mi amor,
Mi apasionado amor indecible.



24

Walt Whitman, un cosmos, de Manhattan el hijo,
Turbulento, carnal, sensual, comiendo, bebiendo, engendrando,
Ni sentimental, ni sintiéndose superior a otros hombres y mujeres, ni alejado de ellos,
No menos modesto que inmodesto.

¡Arrancad los cerrojos de las puertas!
¡Arrancad las puertas de los goznes!

El que degrada a otro me degrada,
Y todo lo que se dice o se hace vuelve a mí al fin.

A través de mí surge y surge la voluntad creadora, a través de mí, el torrente y el índice.

Digo el primordial santo y seña, hago el signo de la democracia,
¡Por Dios! No aceptaré nada que no sea ofrecido a los demás en iguales condiciones.

Muchas voces largo tiempo calladas brotan de mí,
Voces de las interminables generaciones de prisioneros y de esclavos,
Voces de los enfermos y de los inconsolables, de los ladrones y de los enanos,
Voces de ciclos de preparación y de crecimiento,
De los hilos que unen a las estrellas, y de los vientres, y de la simiente paterna,
Y del derecho de aquellos a quienes oprimen los otros,
De los deformes, triviales, simples, tontos y despreciados,
De neblina en el aire, de escarabajos arrastrando bolas de estiércol.

Brotan de mí voces prohibidas,
Voces del sexo y del apetito, voces veladas y yo aparto el velo,
Voces indecentes clarificadas y transfiguradas por mí.

Yo me cubro la boca con la mano,
Me conservo tan puro en las entrañas como en la cabeza y en el corazón,
La cópula no es para mí más vergonzosa que la muerte.

Creo en la carne y en los apetitos,
Ver, oír, tocar, son milagros, y cada parte de mí es un milagro.

Divino soy por dentro y por fuera, y santifico todo lo que toco y me toca,
El aroma de estas axilas es más fino que las plegarias,
Esta cabeza es más que las iglesias, las biblias y todos los credos.

Si algo hay que yo venero más que las otras cosas, ese algo es la extensión de mi cuerpo y cada una de sus partes,
Traslúcida arcilla de mi cuerpo, ¡tú lo serás!
Sombreados bordes y bases, ¡vosotros lo seréis!
Firme reja viril, ¡tú lo serás!
Tú, mi rica sangre, tú líquido lechoso, pálido extracto de mi vida.
Pecho que oprimes otros pechos, ¡tú lo serás!
¡Cerebro serán tus circunvoluciones ocultas!
Raíz lavada del junco oloroso, becada medrosa, nido recatado de los huevos gemelos, ¡vosotros lo seréis!
Heno mezclado y revuelto de la cabeza, barba, cejas, ¡vosotros lo seréis!
Savia que goteas del arce, fibra del noble trigo, ¡vosotros lo seréis!
Sol generoso, ¡tú lo serás!
Nubes que ilumináis y oscurecéis mi rostro, ¡vosotros lo seréis!
Sudorosos arroyos y rocíos, ¡vosotros lo seréis!
Vientos que me rozáis, frotando contra mí vuestros genitales, ¡vosotros lo seréis!
Amplios campos musculares, ramas de encina, amoroso holgazán de mi sendero tortuoso, ¡vosotros lo seréis!
Manos que he tomado, rostros que he besado, mortal a quien toqué alguna vez, ¡vosotros lo seréis!

Estoy enamorado de mí, hay tantas cosas en mí que son tan deliciosas,
Cada momento y todo lo que ocurre me llena de alegría,
No sé cómo se doblan mis tobillos, ni la causa del más leve de mis deseos,
Ni de la amistad que suscito, ni de las amistades que me devuelven.

Al subir por las escaleras me detengo a reflexionar si no estoy soñando,
La madreselva en la ventana me satisface más que la metafísica de los libros.

¡Contemplar el amanecer!
La escasa luz que va borrando las sombras inmensas y diáfanas,
El sabor del aire es grato a mi paladar.

Retoños del cambiante mundo ascienden silenciosos en un juego inocente, fresco sudor,
Oblicuamente errando por todos lados.

Algo invisible está proyectando libidinosos dardos,
Torrentes de brillante zumo inundan el cielo.

La tierra por el cielo invadida, la cotidiana consumación de su boda,
El desafío del oriente sobre mi cabeza,
La burla mordaz: ¡Ya veremos quién es el amo!

32.

Creo que podría volverme a vivir con los animales.
¡Son tan plácidos y tan sufridos!
Me quedo mirándolos días y días sin cansarme.
No preguntan,
ni se quejan de su condición;
no andan despiertos por la noche,
ni lloran por sus pecados.
Y no me molestan discutiendo sus deberes para con Dios...
No hay ninguno descontento,
ni ganado por la locura de poseer las cosas.
Ninguno se arrodilla ante los otros,
ni ante los muertos de su clase que vivieron miles de siglos
antes que él.
En toda la tierra no hay uno solo que sea desdichado o venerable.
Me muestran el parentesco que tiene conmigo,
parentesco que acepto.
Me traen pruebas de mi mismo,
pruebas que poseen y me revelan.
¿En dónde las hallaron?
¿Pasé por su camino hace ya tiempo y las dejé caer sin darme cuenta?
Camino hacia delante, hoy como ayer y siempre,
siempre mas rico y mas veloz,
infinito, lleno de todos y lo mismo que todos,
sin preocuparme demasiado por los portadores de mis recuerdos,
eligiendo aquí solo a aquel que más amo y marchando con {el en un abrazo
fraterno.
Este es un caballo ¡Miradlo!
Soberbio,
tierno,
sensible a mis caricias,
de frente altiva y abierta,
de ancas satinadas,
de cola prolija que flagela el polvo,
de ojos vivaces y brillantes,
de orejas finas,
de movimientos flexibles...
Cuando lo aprisionan mis talones, su nariz se dilata,
y sus músculos perfectos tiemblan alegres cuando corremos en la pista...
pero yo solo puedo estar contigo un instante.
Te abandono, maravilloso corcel.
¿Para qué quiero tu paso ligero si yo galopo mas de prisa?
De pie o sentado, corro más que tú.
Versión de León Felipe



34.

Para mí, una brizna de hierba no vale menos que la
tarea diurna de las estrellas,
e igualmente perfecta es la hormiga, y así un grano de
arena y el huevo del reyezuelo,
y la rana arbórea es una obra maestra, digna de
egregias personas,
y la mora pudiera adornar los aposentos del cielo,
y en mi mano la articulación más menuda hace burla
de todas las máquinas,
y la vaca, rumiando con inclinado testuz, es más bella
que cualquier escultura;
y un ratón es milagro capaz de asombrar a millones de
infieles.
Versión de Marià Manent


45.

Mira tan lejos como puedas, hay
espacio ilimitado allá,

cuenta tantas horas como puedas, hay
tiempo ilimitado antes y después.
Mi cita ya ha sido concertada y es
segura,
allí estará el Señor, esperando que yo
llegue en perfectas condiciones
allí estará el gran Camarada, el amante
verdadero que he anhelado.
Versión de León Felipe


48.

Dije que el alma no es superior al cuerpo,
y dije que el cuerpo no es superior al alma,
y nada, ni Dios siquiera, es más grande
para uno que lo uno mismo es,
y quien camina una cuadra sin amar al prójimo
camina amortajado hacia su propio funeral,
y yo o tú podemos comprar la flor y nata
de la Tierra sin un céntimo, sin un céntimo
en el bolsillo,
y mirar con un sólo ojo o mostrar un grano
en su vaina, desconcierta las enseñanzas
de todos los tiempos,
y no hay oficio ni empleo en el que un joven
no pueda convertirse en héroe,
y el objeto más delicado puede servir
de eje al universo,
y digo a cualquier hombre o mujer:
que tu alma se alce tranquila y serena
ante un millón de universos.
Versión de León Felipe

51

El pasado y el presente se marchitan.
Yo los he llenado y los he vaciado a los dos
y prosigo llenando lo que me espera en el futuro.

Y ahora vosotros, los que me habéis escuchado,
levantáos. ¿Qué tenéis que decirme?
Miradme a la cara, mientras respiro por última vez
bajo las sombras de la tarde.
(Hablad sinceramente, nadie os escucha y sólo
dispongo de un minuto.)
¿Qué tenéis que decirme?

¿Que me contradigo?
Sí, me contradigo. Y ¿qué?
(Yo soy inmenso. . ,
y contengo multitudes.)

Me dirijo a los que están cerca
y espero en el umbral de la puerta.

¿Quién ha terminado su trabajo?
¿Quién ha concluido de cenar?
¿Quién me acompaña?
¿Quién viene conmigo?
O ¿vais a hablar cuando ya me haya ido y sea
demasiado tarde?

¡Adiós, fantasía mía!

¡Adiós, Fantasía mía!
¡Adiós, querida compañera, amor mío!
Me voy, no sé adónde
ni hacia qué azares, ni sé si te volveré a ver jamás.
¡Adiós, pues, Fantasía mía!

Déjame mirar atrás por última vez.
Siento en mí el leve y menguante tic tac del reloj.
Muerte, noche, y pronto se detendrá el latir de mi corazón.

Durante mucho tiempo hemos vivido, gozado, y acariciado juntos,
en deliquio.
Ahora hemos de separarnos. ¡Adiós, Fantasía mía!

Pero no nos apresuremos.
Largo tiempo, ciertamente, hemos vivido, dormido, nos hemos
mezclado el uno con el otro.
Si morimos, pues, moriremos juntos (sí, continuaremos
siendo uno),
si vamos a algún sitio, iremos juntos a afrontar lo que ocurra:
quizás seremos más libres y alegres, y aprenderemos algo,
quizás me estés ya guiando hacia las verdaderas canciones,
(¿quién lo sabe?),
quizás eres tú el mortal pomo de la puerta que deshace, gira...
Finalmente, pues, te digo:

ADIÓS! ¡SALUD, FANTASÍA MÍA!

Versión de Agustí Bartra



Cíñete a mí
Cíñete a mí, noche del seno desnudo; cíñete a mí,
noche ardiente y nutricia!
Noche de vientos del Sur, noche de grandes y pocos luceros,
tú, que en la paz cabeceas, loca, desnuda noche de estío.
Voluptuosa sonríe, ¡oh, tierra de fresco aliento !
Tierra de árboles adormilados y líquidos,
tierra ya sin luz del ocaso, tierra de montes con cumbre de niebla,
tierra donde derrama cristales el plenilunio azulado,
tierra con manchas de luz y de sombra en las aguas del río,
tierra de límpido gris y de nubes que para mí son
más vivas y claras,
tierra de abrazo anchuroso, tierra ataviada con flor de manzano
sonríe ya, que tu amante se acerca.
Versión de Marià Manent



Cuando escuché al docto astrónomo...
Cuando escuché al docto astrónomo,
cuando me presentaron en columnas
las pruebas y guarismos,
cuando me mostraron las tablas y diagramas
para medir, sumar y dividir,
cuando escuché al astrónomo discurrir
con gran aplauso de la sala,
qué pronto me sentí inexplicablemente
hastiado,
hasta que me escabullí de mi asiento y
me fui a caminar solo,
en el húmedo y místico aire nocturno,
mirando de rato en rato,
en silencio perfecto a las estrellas.
Versión de Leandro Wolfson



El halcón moteado cala sobre mí...
El halcón moteado cala sobre mí,
y me acusa lamentándose
por mi charla y mi pereza.

Yo también soy indomable,
yo también soy intraducible.
Sobre los techos del mundo,
resuena mi bárbaro graznido.

El último celaje del día,
se detiene a esperar por mí,
lanzo mi figura, tras las otras,
reposando verdaderamente en cualquier
sombra silvestre.
Me insta engatusándome hacia la bruma,
y hacia la oscuridad.

Me alejo como el aire,
sacudo mi bucle blanco en el sol fugitivo.
Vierto mi carne en remolinos,
y la dejo arrastrar por la mueca del encaje.
Me entrego, a mí mismo, al barro,
para brotar en la hierba que amo.

Si me necesitas,
búscame en la suela de tus botas.

Apenas sabrás quien soy,
y lo que quiero decir.
No obstante soy tu buena salud,
y filtraré con filamentos tu sangre.

No desfallezcas si no me encuentras pronto.
Si no estoy en un lugar, búscame en otro.
En algún lugar te estaré esperando.

Versión de Leandro Wolfson


Oh capitán, mi capitán
Oh Capitán, mi Capitán:
nuestro azaroso viaje ha terminado.
Al fin venció la nave y el premio fue ganado.
Ya el puerto se halla próximo,
ya se oye la campana
y ver se puede el pueblo que entre vítores,
con la mirada sigue la nao soberana.
Mas ¿no ves, corazón, oh corazón,
cómo los hilos rojos van rodando
sobre el puente en el cual mi Capitán
permanece extendido, helado y muerto?
Oh Capitán, mi Capitán:
levántate aguerrido y escucha cual te llaman
tropeles de campanas.
Por ti se izan banderas y los clarines claman.
Son para ti los ramos, las coronas, las cintas.
Por ti la multitud se arremolina,
por ti llora, por ti su alma llamea
y la mirada ansiosa, con verte, se recrea.
Oh Capitán, ¡mi Padre amado!
Voy mi brazo a poner sobre tu cuello.
Es sólo una ilusión que en este puente
te encuentres extendido, helado y muerto.
Mi padre no responde.
Sus labios no se mueven.
Está pálido, pálido. Casi sin pulso, inerte.
No puede ya animarle mi ansioso brazo fuerte.
Anclada está la nave: su ruta ha concluido.
Feliz entra en el puerto de vuelta de su viaje.
La nave ya ha vencido la furia del oleaje.
Oh playas, alegraos; sonad, claras campanas
en tanto que camino con paso triste, incierto,
por el puente do está mi Capitán
para siempre extendido, helado y muerto.
Versión de Nicolás Bayona Posada

Postrera invocación

Al fin, dulcemente,
dejando los muros de la fuerte mansión almenada,
el duro cerco de las cerraduras, tan bien anudado;
la guardia de las puertas seguras,
sea yo liberado en los aires.

Con sigilo sabré deslizarme;
pon tu llave suave en la cerradura y, con un murmullo,
abre las puertas de par en par, ¡alma mía!
Dulcemente -sin prisa-
(carne mortal, ¡oh, qué fuerte es tu abrazo!
¡oh amor! ¡cuán estrechamente abrazado me tienes!)
Versión de Marià Manent



Reconciliación

Que a todos se diga: hermoso es como el cielo,
hermoso es que la guerra y sus lúgubres gestas sean al
fin derrotadas,
que sin cesar, Muerte y Noche, con manos fraternas y
suaves, las mancillas laven del mundo;
pues murió mi enemigo; un hombre, divino como yo mismo,
está muerto:
y le miro yacer, con blanco semblante y muy quieto, en el ataúd
-y me acerco,
me inclino, y rozan mis labios, en el ataúd, su faz blanca.
Versión de Marià Manent



Tu mirada

Me miraste a los ojos, penetrando,
en lo más profundo de mi alma.
El cristal azul de tus pupilas,
me mostraba, mi imagen reflejada.

Me miraste y pediste temblorosa
que un te amo, saliera de mis labios,
pero ellos ya no tienen más palabras
pues los golpes de la vida los han cerrado.

Me miraste y tu pelo se erizaba,
y una gota redonda en tu pupila
que brotó, de un corazón roto
y cayó recorriendo tu mejilla.

Me miraste y tu rostro empapado
me exigía una palabra, una respuesta,
y mentí diciéndote te amo
por ganar de tu cara una sonrisa.
Versión de Leandro Wolfson

 
Tumba de Walt Whitman

Al final del tercer mensaje de ésta serie, dedicado a H.D. Thoreau, tenéis una presentación donde se explican las características y los principales pintores de la Escuela del Rio Hudson, con una amplia selección de sus obras.
Espero que el viaje os sea provechoso.

TRES AUTORES NORTEAMERICANOS: 2/3 R.W. EMERSON "EL BUDA DEL OESTE"

 

Ralph Waldo Emerson (25 de mayo de 1803, Boston- 27 de abril de 1882, Concord, escritor y poeta estadounidense.
El padre de Ralph Waldo Emerson era un pastor o clérigo unitarista que murió cuando su hijo tenía ocho años dejando a su familia en una absoluta pobreza, de la que salieron aceptando la caridad y admitiendo huéspedes. Su madre se las arregló sin embargo para que todos sus hijos pudieran ser admitidos en la Universidad de Harvard con becas, y allí fue a parar Ralph Waldo cuando contaba catorce años. En la universidad empezó su famoso Diario, una antología y centón de pasajes que le sorprendían o admiraban en sus lecturas con sus correspondientes comentarios que terminó alcanzando los 182 volúmenes y que será la base de donde extraerá sus obras posteriores, desde sus sermones hasta sus conferencias y ensayos. Tras obtener su título con un expediente académico mucho más discreto que los de sus hermanos, ayudó a uno de ellos en una escuela de señoritas que había establecido en la casa de su madre. Cuando su hermano William partió a Gotinga (Alemania) para hacer estudios de teología, Emerson asumió la dirección de la escuela, lo que aseguró su manutención largos años y le dejó tiempo suficiente para estudiar teología y convertirse asimismo en pastor unitario en 1829, antes de dimitir en 1832 tras un conflicto con los dirigentes de esta iglesia, pues había dejado de creer en que la comunión fuese un sacramento y no quería seguir administrándola. De hecho, su hermano mayor William había regresado de Gotinga tan atónito por lo que había aprendido de la nueva crítica histórica de la Biblia que había abandonado la teología y había empezado a estudiar derecho. Emerson dejó de creer posible el fundamentar la religión en pruebas empíricas. 
                        Interior del estudio donde trabajaba Emerson

Poco después perdió a su amada mujer, Elena Louisa Tucker, que falleció en febrero de 1831.
Emerson hizo un largo viaje por Europa entre 1832 y 1833; atravesó Italia, se detuvo en París (su visita al Museo de Historia Natural lo marcará profundamente) y en Gran Bretaña conocerá a los poetas lakistas del primer romanticismo inglés, también a los filósofos con quienes mantendrá una activa correspondencia; las biografías de Emerson "Hombres representativos" (1850) recuerdan los Héroes (1840) de Carlyle. 




Aún hará un viaje más a Inglaterra, entre 1847 y 1848, para dar conferencias, y volverá a ver allí a Carlyle; sobre estos viajes imprimirá su libro de viajes English Traits ("Rasgos ingleses", 1856). A su vuelta abogó públicamente en favor del abolicionismo.
En 1835, Emerson compró una casa en Concord, Massachusetts, y se volvió rápidamente una de las personalidades de la ciudad. Allí entabló gran amistad con el filósofo anarcoindividualista Henry David Thoreau –ver la entrada siguiente, de este mismo Blog- a quien propuso en el otoño de 1837 que escribiese un diario, lo que Thoreau acometió con entusiasmo durante lo que le restaba de vida. Él mismo escribió un Diario que fue publicado póstumamente en 16 volúmenes por la Harvard University Press entre 1909 y 1914.
Publicó de forma anónima su primer libro, Nature, en septiembre de 1836; en él exponía los fundamentos de su filosofía; el 31 de agosto de 1837 pronunció un discurso en la sociedad Phi Beta Kappa, "El estudiante americano", en el que proclamaba la independencia literaria de los Estados Unidos y recomendaba vivamente a los americanos crear su propio estilo de escritura, liberado del europeo; el 15 de julio de 1838 Emerson pronunció un discurso, conocido como The Divinity School Address, decisivo para la historia del Unitarismo. Recogió algunos de estos trabajos, discursos y conferencias en su primer libro de Ensayos (1841). Insólitamente para tratarse de un producto filosófico de origen norteamericano, pronto se tradujeron al francés y al alemán y fueron respetuosamente reseñados en la Revue des Deux Mondes.



Emerson perdió a su hijo Waldo por la escarlatina en 1842. Su dolor le inspiró dos obras mayores: el poema Threnody y el ensayo Experience. En 1855 escribió una entusiasta carta de alabanza a Walt Whitman por su libro Leaves of grass, Hojas de Hierba, la cual publicó el poeta sin su permiso para autopromocionarse, cosa que encolerizó a Emerson, aunque cuando Emerson lo visitó en diciembre de ese mismo año se hicieron amigos. 

                                          Walt Whitman

La filosofía positivista y afirmativa de Emerson inspiró poderosamente a Whitman, quien además le hizo leer los poemas de Cálamo, que Emerson alabó aunque no supo ver realmente la supuesta homosexualidad más o menos explícita de este libro. El gran ensayista murió en 1882 y está enterrado en el cementerio de Sleeppy Holow, en Concord.


                                Tumba de R.W. Emerson

Influido por la filosofía racionalista y romántica alemana que conoció a través de Carlyle y por el Hinduismo que le hizo estudiar su amigo Max Müller, Emerson proponía el Transcendentalismo, una vía intuitiva basada en la capacidad de la conciencia individual, sin necesidad de milagros, jerarquías religiosas ni mediaciones. Después participó con otros intelectuales en la fundación de la revista The Dial, cuyo primer número salió en 1840 para ayudar a la propagación del Transcendentalismo, y que se editará ininterrumpidamente hasta 1844. 


En 1846 publicó Poemas. Reunió sus conferencias sobre grandes figuras de la historia y de la cultura en Hombres representativos (1850); El sentido de la vida (1869), fue el primero de sus libros en obtener un éxito inmediato; incluye los ensayos "Poder", "Riqueza", "Destino" y "Cultura". Después publicó un segundo poemario, Día de mayo y otros poemas (1867). Su producción se reduce desde entonces, aunque su fama de escritor ya era enorme. Sociedad y soledad (1870) es otra colección de conferencias y en Parnaso (1874) recoge sus poemas favoritos. Otras obras son Cartas y objetivos sociales (1876) e Historia natural del intelecto (1893).
La filosofía de Emerson es típicamente liberal: potencia los valores del individuo y del yo, es afirmativa, vitalista y optimista. De ahí las alabanzas que mereció por parte de pensadores como Nietzsche y otros. Es considerado uno de los primeros ensayistas norteamericanos; publicó dos series de este tipo de escritos, entre los cuales destacan títulos como "Naturaleza", "Libros", "Autosuficiencia", "Ancianidad", "Civilización americana", "Historia", "Confianza en sí mismo", "El poeta", "Compensación", "Experiencia", "Política" o "El trascendentalista".

Aproximación a la obra de Emerson


Recordar la figura de Ralph Waldo Emerson estimula y consuela, nos hace revivir la vieja fe en el hombre que implica una estrecha relación entre cada individuo y la fuente de toda sabiduría. Sólo nos es necesario mirar con honradez dentro de nosotros mismos para aprehender la verdad.
Emerson era un pensador individualista asistemático, no erudito. Leía mucho. No conocía bien ni a fondo ninguna lengua, ninguna ciencia, ninguna filosofía. Su falta de sistema se advierte en la desorganizada estructura de sus ensayos. Su justificación la encuentra en su propia filosofía que le enseñaba a mirar dentro de sí a cada momento sin referencia al pasado. Procedía por introspección, por inspiración, por posesión más que por un proceso de raciocinio. Es el idealismo aplicado a la vida práctica. Sus verdades más elevadas proceden de intuiciones, no de la ciencia. Su pensamiento, está bien anclado en el sentido común le irradia evidencias inspiradas e iluminadoras de todas las posibilidades de la vida en el nivel más elevado. Es un místico al mismo tiempo que un hombre de sentido de sentido común. 


Oliver Wendell Holmes, le llamó “El Buda del Oeste”, el sabio nacido para abrir el secreto de los cielos. Su tema constante es la omnipresencia de Dios: “El mundo está saturado de la divinidad”, afirma en su idealismo platónico, “el alma penetra todas las cosas”. Su actitud mental es -como vemos- optimista, basada siempre en la confianza y en la fe. “Toda mi filosofía, que es muy real, enseña conformidad y optimismo. El individualismo y la autoconfianza son fundamentales para su teoría de la vida. “Insiste en ti mismo, nunca imites”, aconseja.
Como poeta, Emerson ha merecido las más variadas opiniones críticas. En nuestra opinión ( opinaba Concha Zardoya en el ABC de 19-5-1982), sus mejores pasajes corresponden a pensamientos profundos; esto explica su propio principio de que “los grandes pensamientos garantizan la expresión musical”. La forma epigramática de los suyos no ha sido superada por ningún otro escritor norteamericano. Emerson escribe una poesía sosegada, filosófica y para algunos, sublime; escasamente apasionada, ni dolorosa ni alegre. Habla al intelecto, pero no conmueve al corazón. Su atmósfera es clara y helada, como un paisaje de invierno. La presencia del poeta mismo es vaga e intangible. El lector, alguna vez, le advierte en las estrellas… Sólo cuando se pone en contacto con la Naturaleza parece familiar a sus semejantes.

"Los ojos llenos de alegría de ese muchacho caprichoso y salvaje
Dibujan su órbita como meteoros, bordeando la oscuridad
Con su rayo secreto. Saltan sobre la línea del horizonte
En pos del privilegio de Apolo: miran a través del hombre
Y de la mujer, del mar y de las estrellas: miran la danza
De la naturaleza y miran más allá, a través de las lenguas
Y de las razas y de los confines del tiempo. Esos ojos
Miran el orden musical y la armonía de los poetas
Que en el Olimpo cantaron a las divinas ideas.
Esos ojos nos hallarán siempre jóvenes;
Siempre nos mantendrán así."

Su poesía es original y auténtica; su mensaje es verdadero para el alma, y no importa que, en conjunto, sea sobrepasado por su prosa. Parece pertenecer a otra raza, a otros climas y condiciones. Emerson es grande en una dirección: hacia lo alto.
Otra condición emersoniana que nos interesa destacar es su notable espíritu de tolerancia; hasta era tolerante con aquellos que no podían tolerar nada. No había en él ni un ápice de egotismo. Apoyó siempre la doctrina de la hermandad de todos los seres humanos. Y es, quizás, el primer escritor norteamericano, que habló al hombre de la calle.
Su idealismo, sin embargo, era una cualidad casi heroica, sobre todo si se piensa en su calidad de ciudadano norteamericano, cada poema, cada ensayo, cada frase y cada verso parecen volatizarse individualmente en una aspiración hacia lo ideal. Emerson es ante todo, un discípulo puro de Platón, eso sí, nacido por arte de magia en Massachusetts, participa de la convicción platónica de que las intuiciones verdaderas se justifican por si mismas. En éste sentido sus ideas, en el fondo, no tenían nada de nuevas, eran guijarros de viejos pensamientos, abandonados por las primeras corrientes de la inteligencia humana.


Ante sus ensayos, el espíritu crítico se inhibe. ¿Por qué? Porque nos hallamos en el dominio de la intuición. Cada frase estimula el pensamiento, para comprenderla, hay que sopesar su sentido. A través del velo de los pensamientos, se percibe el mundo de los sentidos.
Emerson es uno de los autores más controvertidos de la literatura norteamericana. Para unos es el predicador de un muerto ideal romántico. Para otros, es el eterno expositor, siempre inspirado del individualismo. Probablemente, sólo una de sus propias doctrinas no fue contradicha por el mismo en alguno de sus ensayos: la de la autosuficiencia del individuo. Por fidelidad a ella, el autor llena sus páginas de contradicciones: su objetivo, era decir, cada día, su verdad. Si ésta verdad variaba y le forzaba a la inconsistencia, tanto peor para la consistencia. Emerson jamás violó esta regla: el derecho de vivir su propia vida y expresar sus propios pensamientos.
Emerson era un gran demócrata. Para él la democracia tenía su raíz en la sagrada verdad de que cada ser humano posee en sí la razón divina y de que todos los hombres son capaces de vivir de acuerdo a los dictados de la razón, en igualdad perfecta. Como Whitman creía que cada ser humano era divino y digno de divinos honores. También fue un vigoroso defensor de la abolición de la esclavitud, aunque no fuera un hombre de acción.

 
Margaret Fuller, una de las más estrechas colaboradoras de Emerson

Su crítica contra las tendencias materialistas de su patria, logra su clímax en su discurso: “El sistema de la Naturaleza” de 1841. Sus palabras conservan una candente validez en su aplicación en la vida de ayer… y de hoy:
“Hemos oído demasiadas cosas acerca de los resultados del maquinismo, el comercio y las artes utilitarias… La avaricia, la duda y lo que se sigue son nuestras enfermedades. La rápida riqueza que centenares de personas consiguen en el comercio, o por la incesante expansión de nuestra población, encanta los ojos de todos los demás; la suerte de unos es la esperanza de miles y los actos de soborno, como la proximidad de una mina, empobrecen la granja, la escuela, la iglesia, la casa y hasta el cuerpo y el rostro de los hombres. En tanto que los hombres de la multitud se degradan entre sí y dan circulación a doctrinas de desconfianza. El estudioso ha de ser un introductor de la esperanza y debe al hombre, aún contra sí mismo”.
Palabras de otro siglo, pero igualmente atractivas en éste por su belleza, su honradez y un indefinible encanto de sencillez y sabiduría. Palabras que invitan a creer en el ser humano individual, a pesar, de todos los errores y desastres de su Historia.

Extractos de “El espíritu de la Naturaleza”.



Nuestra era es retrospectiva. Construye los sepulcros de los antepasados. Escribe biografías, historias y críticas. Las generaciones anteriores miraban cara a cara a Dios y a la naturaleza; nosotros lo hacemos a través de sus ojos. ¿Por qué no habríamos de entablar también nosotros una relación original con el universo? ¿Por qué no habríamos de tener una poesía y una filosofía que sean fruto de nuestra propia visión y no de la tradición, y una realidad que nos sea revelada a nosotros, en lugar de ser la historia de la revelada a ellos? Cobijados por un tiempo en la naturaleza, cuyas corrientes de vida nos circundan y atraviesan, y merced a los poderes que nos confieren, nos incitan a realizar acciones conmen¬surables con ella, ¿por qué avanzar a tientas entre los huesos resecos del pasado y convertir a la generación viviente en un desfile de máscaras con su descolorido vestuario? El sol brilla también hoy. Hay en los campos más lana y más lino. Hay nuevas tierras, nuevos hombres, nuevas ideas. Demandemos nuestras propias obras y leyes y cultos.

Filosóficamente considerado, el universo se compone de la naturaleza y el alma. Por lo tanto, hablando con propiedad, todo lo que es distinto de nosotros, todo lo que la filosofía distingue como NO YO', o sea, la naturaleza y el arte, el resto de los hombres y mi propio cuerpo, debe ser clasificado bajo este rótulo: NATURALEZA....
Naturaleza, en el sentido corriente, se refiere a las esencias no modificadas por el hombre: el espacio, el aire, el río, la hoja del árbol.
Para estar en soledad, un hombre necesita apartarse tanto de la sociedad como de su propio cuarto. Yo no estoy a solas cuando leo y escribo, aunque nadie esté conmigo. Si el hombre ha de estar solo, que mire las estrellas. Los rayos que vienen de esos mundos celestiales se interpondrán entre él y lo que toca. Se diría que la atmósfera ha sido hecha transparente con esta intención: brindar al hombre, en los cuerpos celestes, la presencia perpetua de lo sublime.
Si las estrellas aparecieran una noche en mil años, ¡cómo creerían en ellas los hombres y las adorarían, y preservarían por muchas generaciones el recuerdo de la ciudad de Dios que les fue mostrada! Sin embargo, estos emisarios de la belleza llegan noche tras noche y alumbran el universo con su sonrisa admonitoria.


Los astros despiertan cierta reverencia, pues aunque siempre están presentes, son inaccesibles; mas todos los objetos naturales ejercen análoga impresión cuando la mente está abierta a su influjo.
Ni el más sabio de los hombres puede arrancarle su secreto ni es capaz de calmar su curiosidad descubriendo toda su perfección.
Cuando hablamos de la naturaleza, de este modo, pensamos en un sentido peculiar de esa palabra, altamente poético. Querernos significar la impresión global que causan los múltiples objetos naturales. Esto es lo que distingue al árbol del poeta, de la madera que tiene ante sí el leñador.
Hay una cualidad en el horizonte, de la que ningún hombre es dueño; sólo lo es aquel cuya visión puede integrar todas las partes, vale decir, el poeta. Es lo mejor de las fincas de esos hombres y, sin embargo, sus títulos de propiedad no les dan derecho sobre ello.

Hay una cualidad en el horizonte, de la que ningún hombre es dueño; sólo lo es aquel cuya visión puede integrar todas las partes, vale decir, el poeta. Es lo mejor de las fincas de esos hombres y, sin embargo, sus títulos de propiedad no les dan derecho sobre ello.
El sol ilumina únicamente el ojo del hombre, pero resplandece en cambio en el ojo y en el corazón del niño. El amante de la naturaleza es aquel cuyos sentidos interiores y exteriores aún siguen amoldados verdaderamente el uno al otro; aquel que ha conservado en su madurez el espíritu de la infancia. Su comercio con el cielo y con la tierra se vuelve parte de su diario sustento. Pese a sus reales tribulaciones, en presencia de la naturaleza, lo recorre un salvaje deleite. La naturaleza dice: He aquí mi criatura, y a pesar de sus impertinentes aflicciones, conmigo estará contenta. No sólo el sol y el verano, sino cada hora y cada estación del año rinden su tributo de goce; pues cada hora y cada cambio, desde el sofocante mediodía hasta la noche tenebrosa, corresponden a un distinto estado mental y lo avalan. La naturaleza es un escenario que se adapta igualmente bien para una pieza cómica o trágica. Cuando uno está sano, el aire es un licor de increíbles virtudes. Cruzando sobre la nieve fresca un campo despoblado, bajo un cielo nuboso y crepuscular, y sin que me viniera a la mente ningún augurio particularmente bueno, sentí una exaltación perfecta, un contento lindante con el temor.
En el bosque, un hombre también se desprende de sus años, como una serpiente de su piel, y en cualquier etapa de su vida es siempre un niño. En los bosques esta la perpetua juventud. En esas plantaciones de Dios reinan la santidad y el decoro, lucen las galas y atavíos de un festival perenne, y el visitante no ve cómo podría cansarse de todo ello ni en mil años. En el bosque retornamos a la razón y a la fe. Allí siento que nada habrá de acontecerme en la vida -ninguna desgracia, ninguna calamidad (que no dañe mi vista)-sin que la naturaleza pueda subsanarlo. De pie sobre la tierra desnuda, bañada mi frente por el aire leve y erguido hacia el espacio infinito, todo mezquino egoísmo se diluye. Me convierto en un globo ocular transparente; nada soy: lo veo todo; las corrientes del Ser Universal me circulan; soy una porción de Dios. El nombre cíe mi amigo más íntimo me suena entonces extraño y accidental; ser hermanos, ser conocidos, ser amo o ser sirviente es una minucia y una molestia. Soy el amante de una belleza incontenible e inmortal.... en la lejana línea del horizonte, el hombre contempla algo tan hermoso co¬mo su propia naturaleza.



La naturaleza sirve a otra necesidad del hombre aun más noble: el amor a la belleza.
Los antiguos griegos llamaban al mundo kosmos, belleza. La constitución de todas las cosas, o el poder plástico del ojo humano son tales, que las formas primordiales como el cielo, la montaña, el árbol, el animal nos provocan deleite en y por sí mismas, un goce que surge de su perfil, color, movimiento y manera de agruparlas. Esto parece deberse en parte al ojo mismo, que es el mejor de los artistas. Mediante la acción recíproca de su estructura y de las leyes de la luz, se produce la perspectiva, que integra cada masa de objetos -cualquiera que sea su carácter en un colorido y bien sombreado globo, de tal modo que allí donde los objetos individuales son vulgares y anodinos, el paisaje que ellos componen es acabado y simétrico.
...la mera percepción de las formas naturales es un goce. Tanto necesita el hombre el influjo de las formas y acciones de la naturaleza que, en sus funciones inferiores, parece yacer dentro de los confines de los bienes materiales y de la belleza. Al cuerpo y la mente viciados por una tarea o una compañía perniciosas, la naturaleza los cura y les devuelve su temple.
Pero en otras horas, la naturaleza satisface con su solo encanto, sin mezcla alguna de beneficio corpóreo. Contemplo desde la cumbre de la colina que se halla por detrás de mi casa, el espectáculo del amanecer, desde el alba hasta la salida del sol, y siento lo que un ángel sentiría. Las largas, esbeltas franjas de nubes flotan como peces en el mar de luz purpúrea. Desde la tierra, como desde una playa, miro ese mar silente. Me imagino participando de sus rápidas transformaciones; el activo encantamiento toca mi polvo, y yo me dilato e inspiro, al unísono con la brisa matinal. ¡Cómo nos diviniza la naturaleza, con unos pocos y baratos elementos! Dadme la salud y el día, y toda la pompa de los emperadores se me tornará ridícula. La aurora es mi Asiria, el crepúsculo y el claro de luna son mi Pafos e inimaginables reinos de fantasía; el ancho mediodía será mi Inglaterra de los sentidos y del entendimiento; la noche, mi Alemania de la filosofía mística y los sueños.
...el delicioso crepúsculo de ayer. En el poniente, las nubes se dividían y volvían a dividirse en copos rosados con tintes de indecible tersura, y el aire de enero era tan vivo y suave que entrar en la casa producía pesar. ¿Qué es lo que quería decirnos la naturaleza? ¿Acaso no tenía ningún significado el vívido reposo del valle tras el molino, que ni Homero ni Shakespeare habrían podido recrear en palabras para mí? Los deshojados árboles se vuelven llameantes espirales en el ocaso, sobre el telón de fondo del Este azulado, y las estrellas de los muertos cálices de las flores, y cada tallo marchito y cada rastrojo escarchado aportan algo a la callada música.


Para el ojo atento, cada momento del año tiene su propia belleza, y en un mismo lugar de la campiña contempla hora tras hora un cuadro que no se vio jamás y que jamás se volverá a ver. Los cielos cambian a cada instante y reflejan su gloria o su desdicha en las planicies de abajo. De una semana a otra, el estado de los cultivos en las granjas vecinas altera la expresión de la tierra. La sucesión de las plantas autóctonas en los pastizales y caminos, silencioso reloj mediante el cual el tiempo marca las horas estivales, haría perceptible hasta las divisiones del día, a un fino observador. Bandadas de pájaros e insectos, puntuales como las plantas, se siguen unas a otras, y el año da cabida a todos. En las corrientes de agua, la variedad es mayor aún. En julio, en los bajíos de nuestro amable río, florecen en grandes lechos las pontederias azules, y bullen con enjambres de mariposas amarillas en continuo movimiento. El arte no puede rivalizar con esta pompa de carmín y de oro. El río está, en verdad, perpetuamente engalanado, y alardea cada mes con un nuevo adorno.

La presencia de un elemento superior, a saber, el elemento espiritual, es esencial para su perfección. La egregia, divina belleza que puede ser amada sin languidecimiento es aquella que se encuentra combinada con la humana voluntad. La belleza es el sello que Dios pone a la virtud... Cada ser racional tiene por dote y heredad a la naturaleza entera. Es suya, si así lo desea.

La naturaleza extiende sus brazos para acoger al hombre, con sólo que los pensamientos de este tengan su misma grandeza. De buen grado le sigue ella los pasos con la rosa y la violeta, y cede sus majestuosas y graciosas líneas para adornar a su hijo bien amado. Basta que los pensamientos de este tengan su misma vastedad, y el marco se amoldará a la tela. Un hombre virtuoso vive al unísono con las obras de la naturaleza y se convierte en la figura central de la esfera visible.
Queda aún otro aspecto bajo el cual puede visualizarse la belleza del mundo: cuando se transforma en un objeto del intelecto. Además de la relación que mantienen con la virtud, las cosas se relacionan también con el pensamiento. El intelecto persigue el orden absoluto de las cosas tal como estas residen en el espíritu de Dios,... la belleza que, con respecto a las acciones viene, como hemos visto, sin que se la busque -y viene porque no se la busca-, queda a merced de la aprehensión del intelecto, y luego, a su turno, del poder activo. Nada divino muere. Todo lo bueno se reproduce eternamente. La belleza de la naturaleza vuelve a plasmarse en la mente y no para la contemplación estéril, sino para una nueva creación.
La faz del mundo impresiona en alguna medida a todos los hombres; a algunos, hasta el deleite. Este amor por la belleza es el buen gusto. Hay quienes sienten ese mismo amor con tanto exceso que, no satisfechos con admirar, procuran encarnarlo en nuevas formas. La creación de belleza es el arte. La producción de una obra de arte echa alguna luz sobre el misterio de la humanidad. Una obra de arte es una síntesis o epítome del mundo. Es, en miniatura, el resultado o expresión de la naturaleza; pues aunque las obras de la naturaleza son innumerables y todas distintas entre sí, el resultado o expresión de todas ellas es similar y única. La naturaleza es un mar de formas fundamentalmente semejantes y hasta unitarias. Una hoja, un rayo de sol, un paisaje, el océano ejercen un efecto análogo sobre el espíritu. Lo común a todos ellos, esa perfección y armonía, es la belleza. El patrón de la belleza esta dado por el circuito entero de formas naturales, por la totalidad de la naturaleza; los italianos expresaron esto al definir a la belleza como "il piú nell'uno" [lo múltiple en lo uno]. Nada es, por sí solo, cabalmente hermoso; lo hermoso sólo lo es dentro del conjunto. Un objeto cualquiera es hermoso únicamente en la medida en que sugiere esta gracia universal. El poeta, el pintor, el escultor, el músico, el arquitecto procuran concentrar esta radiación del mundo en un solo punto, y en sus diversos trabajos cada cual trata de satisfacer el amor a la belleza que lo estimula a crear. El arte es, así, una naturaleza pasada a través del alambique del hombre; en el arte, la naturaleza opera a través de la voluntad de un hombre colmado de la belleza de las obras primeras de aquella.


El mundo existe, por lo tanto, para el alma, con el fin de satisfacer el anhelo de belleza. A este elemento lo llamo un fin último. En su sentido más amplio y profundo, la belleza es una de las expresiones del universo. Dios es la suma justicia; la verdad, la bondad y la belleza son diferentes rostros de esa misma totalidad. Pero la belleza de la naturaleza no es un fin último. Es el heraldo de una belleza interior y eterna, y en sí misma no constituye un bien sólido y saciante.
Las palabras son signos de fenómenos naturales. El recurrir a la historia natural ha de ayudarnos en la historia sobrenatural; el recurrir a la creación exterior nos dará un lenguaje para las entidades y transformaciones de la creación interior. Si se busca la raíz de todas las palabras utilizadas para expresar un hecho moral o intelectual, se comprobará que han sido tomadas de alguna manifestación natural. "Correcto" [right] significa "recto, derecho" [straight]; "Equivocado" significa "retorcido". "Espíritu" es esencialmente "soplo, viento"; "transgresión" es "el cruce de una línea"; "altanería" es " la elevación de las cejas". Decimos "el corazón" para expresar la emoción, " la cabeza" para denotar el pensamiento; y "pensamiento" y "emoción" son palabras tomadas de cosas sensibles y atribuidas a la naturaleza espiritual.
No sólo las palabras son emblemáticas: las cosas mismas lo son. Cada fenómeno natural es un símbolo de un fenómeno espiritual. Cada manifestación de la naturaleza corresponde a un estado de la mente, y a este último sólo es posible describirlo presentando como su imagen esa manifestación natural. Un hombre estará furioso como un león o será astuto como un zorro o firme como una roca; un hombre sabio es una antorcha encendida. El cordero es la inocencia; la víbora, la insidiosa inquina; las flores expresan para nosotros, la delicadeza. Luz y tinieblas son nuestra forma habitual cae referirnos al saber y a la ignorancia; el ardor, nuestra expresión usual de la pasión amorosa. La distancia que divisamos detrás de nosotros y la que divisamos delante son, respectivamente, las imágenes de nuestro recuerdo y de nuestra esperanza.
¿Quién, mirando meditabundo la corriente de un río, no rememora el fluir de todas las cosas? Arrojad a ella una piedra, y los círculos que se propagan son el hermoso modelo de toda influencia. El hombre es consciente de un alma universal que está dentro o por detrás de su vida individual, donde las esencias de la justicia, la Verdad, el Amor, la Libertad surgen y brillan como en un firmamento. A esta Alma Universal -que no es mía, ni vuestra, ni de aquel otro, sino que nosotros somos de ella, somos su propiedad y sus huestes- él la llama Razón.... Aquello que, intelectualmente considerado, llamamos Razón, si se lo considera en relación con la naturaleza lo llamamos Espíritu. El Espíritu es el Creador. El Espíritu porta consigo la vida. Y en todas las épocas y países, el hombre lo ha incorporado a su lenguaje como el Padre.



A causa de esta radical correspondencia entre las cosas visibles y los pensamientos humanos, los salvajes, que sólo tienen lo que es necesario tener, conversan mediante figuras. A medida que nos remontamos en la edades de la historia, el lenguaje se torna más pictórico, hasta que al llegar a su infancia es poesía total, o sea que todos los hechos espirituales son representados por símbolos naturales. Se comprueba que los mismos símbolos componen los elementos primitivos de todas las lenguas. Se ha observado, además, que las expresiones idiomáticas de todas las lenguas se aproximan unas a otras en los pasajes (le mayor fuerza y elocuencia. Y así como es la primera lengua, es también la última. Esta dependencia directa entre el lenguaje y la naturaleza, esta conversión de un fenómeno externo en un modelo de algo vinculado con la vida humana, nunca pierde la capacidad de conmovernos.
El poder de un hombre para ligar cada uno de sus pensamientos con su símbolo apropiado y entonces proferirlo, depende de la simplicidad de su carácter, vale decir, de su amor a la verdad y de su anhelo de comunicarla sin menoscabo. A la corrupción del hombre le sigue la corrupción del lenguaje. Cuando la simplicidad del carácter y la soberanía de las ideas son quebradas por el predominio de deseos secundarios -el deseo de riquezas, de placeres, de poderío, de fama-, y la duplicidad y la falsedad toman el lugar de la simplicidad y la verdad,
Pero los hombres sabios... vuelven a enlazar las palabras con las cosas visibles; de modo tal que un lenguaje figurativo es de inmediato una convincente garantía de que quien lo emplea ha establecido una alianza con la verdad y con Dios.
Si el hombre que dialoga seriamente presta atención a sus procesos intelectuales, descubrirá que una imagen material más o menos luminosa surge en su mente junto con cada pensamiento, y le pro¬porciona su vestidura.
La naturaleza nos enseña más cosas de las que podemos transmitir a voluntad. Su luz penetra para siempre en el espíritu, y no olvidamos su presencia. El poeta o el orador criado en los bosques, cuyos sentidos se nutrieron año tras año, de sus ecuánimes y apaciguadores cambios, sin que él se lo propusiera ni les prestara atención, no echará en saco roto esas enseñanzas... Al llamado de un noble sentimiento, vuelven a ondear las ramas, a murmurar los pinos, a correr las aguas centelleantes del río, a mugir el ganado en los montes, tal como lo vio y oyó en su infancia.

Vemos al lenguaje, siempre pronto a investir lo que queremos comunicar, y al mismo tiempo no podemos evitar preguntarnos si los caracteres no serán significativos en sí mismos. Las montañas, las olas del mar, el cielo ¿no tienen ningún otro significado que el que deliberadamente les damos cuando los empleamos como emblemas de nuestro pensamiento? El mundo es emblemático. Las partes de la oración son metáforas porque la naturaleza toda es una metáfora de la mente humana. Las leyes de la naturaleza moral responden a las de la materia, como un rostro al otro en el espejo. "El mundo visible y la relación que guardan sus partes son el cuadrante en que se estampa lo invisible". Los axiomas de la física traducen las leyes de la ética: "El todo es mayor que sus partes", "La reacción es igual a la acción", "Un objeto de menor peso puede elevar a otro de mayor peso, siendo la diferencia compensada mediante el tiempo", y muchas proposiciones similares tienen un sentido ético a la vez que físico. El sentido de estas proposiciones es mucho más amplio y universal, cuando se lo aplica a la vida humana...
Esta relación entre la mente y la materia no es el producto de la fantasía de un poeta sino el fruto de la voluntad de Dios, y por ende, todos los hombres están en libertad de conocerla.... Cuando en horas afortunadas, el hombre sabio medita sobre este milagro, duda de que no haya estado sordo y ciego en todo otro momento, pues el universo se vuelve entonces transparente y es atravesado por la luz de leyes superiores a la nuestra. Es este el perenne problema que provocó el asombro c instó al estudio a todos los grandes genios, desde que comenzó el inundo; desde la era de los egipcios y los brahmanes a las de Pitágoras, Platón, Bacon, Leibnitz, Swedenborg. He ahí, a la vera del camino, la Es¬finge, ante la cual -en todas las épocas- cada profeta ha probado fortuna, tratando de descifrar su enigma. El espíritu parece tener la necesidad objetiva de manifestarse en formas materia¬les; y el día y la noche, el río y la tormenta, el mamífero y el pájaro, el ácido y el álcali, preexisten como ideas necesarias en la mente de Dios, y son lo que son en virtud de atributos precedentes en el mundo del espíritu. Un hecho es el punto final, la emanación última del espíritu. La creación visible cierra la circunferencia del mundo invisible.
...en armonía con la naturaleza, el amor a la verdad y a la virtud, purificarán los ojos de manera que puedan comprender su texto. Poco a poco, podremos llegar a poseer el sentido primigenio de los objetos perennes de la naturaleza, de modo tal que el mundo sea para nosotros un libro abierto, y en cada forma encontremos el significado de su vida oculta y de su causa final.

¡Qué nobles emociones dilatan al mortal que entra en los concilios de la creación y siente, gracias a su saber, en qué consiste el privilegio de SER! Su visión lo purifica; la belleza de la naturaleza resplandece en su propio pecho. Cuando el hombre ve esto se torna más grande, y más pequeño el universo, porque las relaciones del espacio y el tiempo se desvanecen a medida que las leyes son conocidas.



Su (del ser humano) pensamiento victorioso se enfrenta a todas las cosas y las reduce una tras otra, hasta que el mundo sólo se torna al fin una voluntad realizada: el doble del hombre.
...la naturaleza es siempre aliada de la religión y presta al sentimiento religioso todo su boato y sus riquezas.
Este carácter ético penetra hasta tal punto los huesos y la médula de la naturaleza que parece ser el fin para el que fue creada... todo proceso natural es una traducción de una sentencia moral. La ley moral está en el centro de la naturaleza y desde allí, irradia hacia la circunferencia... Y es indudable que este sentimiento moral que así perfuma el aire, crece en el grano e impregna las aguas del mundo es captado por el hombre y penetra en su alma. La influencia moral de la naturaleza sobre un individuo es la cantidad de verdad que ella ilustra para él. En esto se percibe particularmente la unidad de la naturaleza -la unidad en la variedad- con la que nos encontramos por doquier. La infinita variedad de las cosas produce una impresión siempre idéntica.
Jenófanes, en su vejez, se lamentaba de que, mirara donde mirase, todo cuanto lo rodeaba volvía velozmente a la Unidad. Estaba ahíto de ver la misma entidad en la tediosa variedad de las formas. La fábula de Proteo esconde una verdad vital. Una hoja, una gota de agua, un cristal, un instante del tiempo, están relacionados con la totalidad y participan de su perfección. Cada partícula es un microcosmos y traduce fielmente la similitud del mundo.

El problema de reinstaurar en el mundo la belleza original y eterna es resuelto mediante la redención del alma. Las ruinas o el vacío que vemos cuando miramos la naturaleza están en nuestros propios ojos. El eje de la visión no coincide con el eje de las cosas, y entonces, en lugar de resultarnos transparentes nos parecen opacas. El motivo por el cual el mundo carece de unidad y yace en fragmentos y montículos dispersos, es que el hombre no está unido consigo mismo. No podrá ser un naturalista hasta que satisfaga todas las demandas del espíritu; y este demanda amor no menos que percepción. En verdad, ni el amor es perfecto sin la percepción, ni esta lo es sin aquel. En el significado último de las palabras, el pensamiento es devoción, y la devoción, pensamiento. La profundidad convoca a la profundidad... Hay hombres inocentes que veneran a Dios, siguiendo la tradición de sus antepasados, sin haber hecho extensivo su sentido del deber al uso de todas sus facultades... El día en que un fiel pensador, resuelto a apartar cada objeto de las relaciones personales y verlo a la luz del pensamiento, avive al mismo tiempo a la ciencia con el fuego de los sentimientos más sagrados, Dios emergerá otra vez en la creación.


La invariable señal de la sabiduría es ver lo milagroso en lo corriente. ¿Qué es un día? ¿Qué es un año? ¿Qué, el verano? ¿Qué, una mujer? ¿Qué, un niño? ¿Qué, el dormir? Estas cosas le parecen intrascendentes a nuestra ceguera. Construimos fábulas para ocultar la desnudez del hecho y adecuarlo, como solemos decir, a las leyes superiores de la mente; pero cuando el hecho es visto a la luz de una idea, la ornamentada fábula se desmorona y reseca, y contemplamos la verdadera ley superior. Por ello, para el sabio, un hecho es auténtica poesía y la más hermosa de las fábulas. Y estas maravillas os son traídas hasta las puertas mismas de vuestra casa.

Llegaremos así, a ver con nuevos ojos el mundo. Y el mundo responderá al perenne interrogante del intelecto ¿Qué es la verdad? y de los sentimientos -¿Qué es el bien?¬ sometiéndose pasivamente a la educada Voluntad. Sucederá entonces lo que anunció mi poeta: "La naturaleza no es estática sino fluida. El espíritu la altera, la modela, la plasma. La inmovilidad o brutalidad de la naturaleza es ausencia de espíritu; para el espíritu puro, ella es fluida, volátil, obediente. Cada espíritu se construye una morada, y más allá de esa morada un mundo, y más allá de ese mundo un cielo. Sabed, pues, que el mundo existe para vos. Y para vos es el fenómeno perfecto. Sólo podemos ver lo que somos.
Construid, pues, vuestro propio mundo. A medida que ajustéis vuestra vida a la idea pura que tenéis en la mente, esta desplegará sus grandes proporciones. Una correspondiente revolución en las cosas acompañará al influjo del espíritu. Pronto se diluirán las desagradables apariencias, la canalla, los insectos, las víboras, las pestes, los manicomios, las prisiones, los enemigos: todo ello es pasajero y no será visto más. La sordidez y las inmundicias de la naturaleza serán secadas por el sol y barridas por los vientos. Como cuando el verano que sube desde el sur funde la nieve y entonces la tierra muestra su verde rostro, así el espíritu, en su avance, irá creando sus adornos y trayendo consigo la belleza que él envía y el canto que la hechiza; trazara en torno de sí caras hermosas, cálidos corazones, sabios argumentos y actos heroicos, hasta que el mal no se vea ya. Entrará al reinado del hombre sobre la naturaleza, que no proviene de la observación -un dominio que ahora trasciende su sueño de Dios-, sin maravillarse menos que el ciego al que poco a poco se le ha restituido la visión perfecta.