“Lleno de vida hoy, compacto, visible,
Yo, de cuarenta años de edad el año ochenta y tres de los Estados,
A ti, dentro de un siglo o de muchos siglos,
A ti, que no has nacido, te busco.
Estas leyéndome. Ahora el invisible soy yo,
Ahora eres tu, compacto, visible, el que intuye los versos y el que me busca,
Pensando lo feliz que seria si yo pudiera ser tu compañero.
Se feliz como si yo estuviera contigo.
(No tengas demasiada seguridad de que no estoy contigo.)”
Walt Whitman
En las páginas y mensajes que siguen pretendo llevar a cabo un sueño largamente deseado, presentar la obra de tres autores norteamericanos, creadores de una literatura bella, profunda, espiritual, transgresora, revolucionaria y humana, muy, muy humana.
Creo que fué a mediados de la década de los 70 cuando cayó en mis manos el libro de Walt Whitman "Hojas de Hierba". Desde entonces lo habré releído media docena de veces, en particular el "Canto a mi mismo", del que a pesar de los años transcurridos me sigue impresionando por su belleza y autenticidad, no podría explicarlo con palabras, pero estoy convencido de que todos y cada uno de los lectores de éste libro, se sienten emocionados e implicados con los versos de Whitman,
Posteriormente, dada mi aproximación a la ideología anarquista, conocí a Henry David Thoreau, leí primero el texto "Sobre la desobediencia civil", pero fué con "Walden, la vida en los Bosques", donde llegué a admirar sinceramente al atrevido viajero hacia el interior de si mismo.
Pero que tenían en común éstos dos grandes pensadores, a parte de su nacionalidad, el eslabón entre ambos, era un escritor al que conocí, mucho más tarde - a principios de los 90, creo- Ralph Waldo Emerson, los dos anteriores se reclaman como seguidores, discípulos o muy influenciados por éste pastor unitario que rompió todos los moldes de la literatura anterior, para sentar las bases de una nueva, específicamente norteamericana, emancipada de sus raíces anglosajonas.
Así que os invito a disfrutar de la maravillosa obra de éstos grandes escritores. Mientras preparaba éstos posts, pensé que estaría bien acompañar el discurso literario que en ocasiones puede llegar a ser algo denso, o pesado, con imágenes de la obra de unos pintores extraordinarios que agrupados en la denominada "Escuela del Rio Hudson", nos transmiten prácticamente el mismo mensaje, con otro lenguaje.
Así pues, empecemos con Walter Whitman.
La importancia de Walt Whitman en la literatura universal es indiscutible. Se reveló como el primer gran poeta genuinamente americano, que supo romper con la tradición europea para transformarse en el padre de la poesía moderna, llegando a convertirse en la voz profética por excelencia, guía de numerosos escritores del s. XX.
Whitman canta a la vida, a la persona, como máximo exponente de la democracia, sin importarle el sexo, raza o status social; canta a todo lo natural fiel reflejo de su Yo personal. Su libro Leaves of Grass tiene como principal protagonista al propio Walt. No es más (ni menos), en sus propias palabras, que «un intento, del principio al fin, de registrar a una persona, a un ser humano (a mí mismo, en la segunda mitad del siglo XIX, en América) libre, completo y verdaderamente en la historia».
Whitman se lanza, con lo que Emerson llamó «una relación original con el universo», en la mitad de su vida al corazón de nuevos mundos y segundas oportunidades. Había descendido a sí mismo y emergido no sólo con la experiencia subliminal de sus compatriotas, sino con «los pensamientos de todos los hombres de todas las épocas y países».
"The Song of myself", el poema central y, de hecho, el corazón de Hojas de hierba, dramatiza esta búsqueda de la ficción suprema del Yo. Sin el poema, el libro no sería más que las obras completas de Whitman; con él, el trabajo psíquico de este poeta se recoge en una fuerza que no se puede nunca diseminar entre las ruinas de una literatura gentil. En realidad, conforme Whitman amplió y reordenó su libro, vino a considerar Hojas de hierba como un único poema, uno que creció a partir de "Canto a mí mismo" y su drama de descubrimiento. En su poema "So long! (¡Hasta la Vista!) el poeta dice del libro y de sí mismo:
«Camarada, esto no es un libro,
El que lo toca, toca a un hombre»
Walter Whitman nació en West Hills, Long Island, el 31 de mayo de 1819, y fue el segundo de nueve hermanos, algunos de los cuales estuvieron tarados con enfermedades mentales y una constitución física anormal. Su padre fue un carpintero no muy afortunado, y parece que Walt sacó poco de aquel hombre rudo y tardo, salvo su inclinación al ala más radical de la política Jefferson-Jackson. Su madre debió ser el verdadero sostén de la familia. Con ella mantuvo una constante adhesión, a la cual se refiere como "la más perfectamente amada" (por él), lo que ha sido considerada como el origen de la sexualidad nunca bien determinada de Whitman, de su condición aparentemente bisexual, inclinada más bien a la homosexualidad.
En 1823 se traslada a Brooklyn con su familia, y por falta de recursos económicos tiene que dejar la escuela a los diez años para ponerse a trabajar, en algunos periódicos e imprentas. La carencia de formación escolar es compensada con la lectura de los clásicos y de todo lo que cae en sus manos. El periodismo es lo que más tira de él y, en 1846, el joven y algo indolente Walt había, sin embargo, trabajado lo bastante para convertirse en editor durante dos años, del Eagle, de Brooklyn, un floreciente periódico que servia de expresión del partido Demócrata, lo que le concedió cierto relieve, aunque dos años después es despedido por atacar la esclavitud. Durante los años inmediatamente anteriores a 1855, su ocupación verdadera fue de orden interior: la gradual evolución de espíritu que le llevaría a publicar la primera edición de su libro Leaves of Grass. R. Chase, después de estudiar su vida se pregunta:
«¿Cómo este editor, este trotacalles, haragán, maestro de escuela, político a ratos, asiduo a la ópera, y (podemos sospecharlo) mediocre carpintero, llego a convertirse en uno de los grandes poetas mundiales? No podría darse, desde luego, una respuesta satisfactoria a esta pregunta, aunque tuviéramos a nuestra disposición más material de investigación que los que poseemos. De cuanto Whitman escribió para los periódicos, es casi nada lo que puede hacernos adivinar el gradual desarrollo de un conjunto de ideas o el nacimiento de un estilo que preludien, en alguna manera, a su Leaves of grass.»
La conclusión a la que se llega es que le debió suceder algo, algún suceso decisivo, que diera rienda suelta y firmeza al poder de su inteligencia, de su imaginación. Algunos críticos lo ponen en relación con el "episodio de New Orleáns": en la primavera de 1848, mientras se encuentra trabajando en el periódico Crescent de New Orleáns, tuvo su primera relación con una mujer. Otros se basan en la carta del propio Whitman de 1890 a John Addington Symonds, en el que le cuenta su vida disoluta, llegando a afirmar que era padre de seis hijos ilegítimos, lo que suena a superchería. También se ha supuesto que, en cierta época anterior a 1855, Whitman tras varias desgraciadas tentativas sexuales, llegó a la persuasión de su propia homosexualidad constitucional, y que la aceptación de este hecho le libró de las inhibiciones y dio potencia y forma a su imaginación.
Se podría seguir argumentando, ya que casi cada crítico tiene su propia teoría, en su mayor parte imposibles de corroborar como no fuera que consiguiéramos que el propio Whitman nos lo confirmara. Lo único que a mi entender se puede dar por cierto es el hecho de que la lectura de las obras de Emerson, destapó el potencial de Whitman:
Cuando se publicó en 1855 Leaves of Grass, los lectores (de los pocos ejemplares que se vendieron) descubrieron en él doce poemas (incluyendo "The song of myself") y un prefacio donde se explicaba el ideario poético del autor y el propósito de su poesía. Publica una segunda edición en 1856, con veinte poemas más y la cita de una alabanza de Emerson que, sin duda, se ve aludido. Esta edición apenas gozó de mejor éxito que la del año anterior, y Whitman volvió a su labor periodística, en su puesto de editor del Times de Brooklyn. Una nueva edición en 1860, con 124 nuevos poemas populariza al autor, que disfrutaba entonces de una ocupación respetable y se había abierto a una vida social agradable con los asiduos a la cervecería Pfaff. Parece que el libro responde a un plan propuesto: una especie de llamada universal a todos los individuos libres de Estados Unidos para que se unan en la gran democracia, en la solidaridad de la fraternidad común, y en una religión panteística y pagana.
El hecho que la edición de 1860 contuvieran los poemas "Calamus", y de que algunas porciones, al menos, de "Out of the Craddle" puedan interpretarse como un canto fúnebre a un amor perdido, inducen a suponer que Whitman había hallado y perdido un amante masculino y que ésta pérdida fue para él una tragedia, pero que este suceso tuvo la virtud de dar rienda suelta a emociones creadoras6, diferentes a las de "Song of Myself".
En 1862, Whitman inició su época de Washington. En diciembre de ese mismo año marchó a Virginia para encontrarse con su hermano George herido en Fredericksburg, en el frente de guerra, allí Whitman sufrió tanto por los soldados de la Unión como por los Confederados. Regresó al norte, pero sólo hasta Washington D. C., donde consiguió un puesto como empleado en la Oficina de Paga del Ejército, y pasó el resto de su tiempo visitando soldados heridos y enfermos de los más de cincuenta hospitales de guerra que se levantaron en la capital de la Unión. Fue honda la impresión que le quedó de la guerra como queda reflejado en el poema escrito en 1871 y colocado prominentemente en la edición definitiva de 1881 de Hojas de Hierba, el poeta declara: «mi libro y la guerra son uno».
Primera edición de Hojas de Hierba
Incluso Drum-Taps (Redobles de tambor) (1865) carece del osado auto-descubrimiento de los versos más tempranos. Aunque el libro se considera junto a las Escenas de Batalla (1866) de Herman Melville, como una de las grandes respuestas a la guerra civil, los poemas proceden más de la cabeza que del corazón. Fue necesaria la tragedia del asesinato del presidente Lincoln poco antes de la publicación de Redobles de tambor para que el poeta volviera a ser él mismo -por última vez-, el poeta más personal de América. Aunque "When Lilacs Last in the Dooryard Bloom´d" es una elegía que sigue la tradición de "Lycidas" de Milton y "Adonais" de Shelley, su secuencia de dolor y reconciliación también le proporcionó al poeta otra oportunidad de volver al tema de "Out of the Craddle Endlessly Rocking": la fusión del amor y la muerte. De hecho Licoln es un personaje relativamente menor en este drama del Yo. El hecho que Whitman no le conociera personalmente (a diferencia de Milton y Shelley) sugiere que el presidente asesinado fue simplemente el catalizador de que llevó al poeta a seguir la misma senda de "camino abierto" que había recorrido en los poemas de la edición de 1860.
Redobles de tambor y su Continuación, fueron incluidos a la edición de 1871-72 (la quinta) de Hojas de hierba. Whitman había sacado la cuarta edición en 1867, y llegaría a publicar, en total, seis ediciones de su expansivo libro8. Tras la guerra, el poeta regresó a la prosa y publicó Democratic Vistas en 1871, Memoranda During the War en 1873 y Specimen Days en 1882. El más interesante de estos títulos es Vistas democráticas porque se queja de los excesos del materialismo en EE. UU.
A lo largo de la década de 1870 Whitman fue considerado generalmente por la institución literaria americana como el profeta proverbial sin honor en su propio país. Sólo en Europa recibió la atención de la crítica que se merecía. En 1868 en Inglaterra William Michael Rossetti publicó su edición selecta de Hojas de hierba, y más tarde Anne Gilchrist, después de leer la edición inglesa, publicó la "Opinión de una mujer inglesa sobre Walt Whitman" en el Boston Radical. Le siguieron otros ensayos apreciativos de Ferdinand Freilegrath, de Alemania, y Rudolph Smichdt, de Dinamarca. Pero el momento en el que dio su giro la reputación de Whitman en su propio país llegó en 1880 con el artículo de Edmund Clarence Stedman sobre Whitman del Scribner´s Monthly. Sin aprobar las alusiones sexuales de Hojas de hierba, Stedman fue el primer crítico americano, alejado del círculo de conocidos de Whitman, que no regateó las alabanzas al libro.
Para entonces el poeta se encontraba enclaustrado en la casa de su hermano en Candem, después de haber sufrido, en 1873, una apoplejía que le obligó a jubilarse del trabajo que había tenido en Washington desde el final de la guerra. Sufrió al menos otro ataque y nunca recuperó la buena salud que había celebrado en su libro.
Casa de Withman en Candem
Casa de Withman en Candem
En 1884 se trasladó a una pequeña casa de su propiedad en la calle Mickle, donde se entregó de nuevo a escribir y a planear nuevas ediciones de Leaves of Grass, y donde fue visitado por grandes personalidades extranjeras como Sir Henry Irving, Edmond Gosse y Oscar Wilde. Whitman vivió hasta el 26 de marzo de 1892.
El poeta, dice Whitman, no debe contentarse con escribir unos versos bien forjados. Ha de ser un profeta, un visionario, un bardo, un maestro y un moralista. No es que, como moralista deba dar provechosas lecciones o sermonear inculcando una vida recta. Es un moralizador en cuanto que es un portavoz del futuro y de la democracia. Es también un jefe espiritual; porque la edad de la religión ya ha pasado y el poeta debe asumir la labor del sacerdote. Debe hacerse a sí mismo el más perfecto de los hombres, el arquetipo de lo normativo, espiritual y orgánico:
«De toda la humanidad el gran poeta es el hombre típicamente regular. No en él sino fuera de él, las cosas son grotescas o excéntricas o se encuentran faltas de lógica… Él es el arbitro de lo diverso, él es la llave»
El poeta es también una especie de portavoz de su pueblo. No sólo una voz individual sino la voz de la nación:
«Él encarna su geografía, la vida de la naturaleza, los ríos y los lagos».
El poeta conocedor de "la belleza y de la santidad de lo demostrable" abandona los mitos convencionales de la poesía tradicional, estructura "sólidas y hermosas formas para el futuro", y entrega a sus compatriotas arquetipos nativos de la imaginación y maneras instintivas para responder y para sentir los cuales han de dar coherencia a una nueva y todavía no formada civilización.
El poeta no rechaza de sus poemas ningún hecho relacionado con la vida y, sin embargo, no es realista; su poesía:
«ha de ser trascendente y nueva; será indirecta y no directa, descriptiva o épica»
En cuanto a la forma de los poemas, deberán ser orgánicos, y habrán de desarrollar patrones métricos libres "tan fija y tan libremente como las lilas o las rosas en sus matas". Cree también que el poema es, en cierto sentido, una oración para ser cantada o declamada.
Su estilo está claramente influenciado por la Biblia. De una manera muy característica, el estilo "orgánico" de Whitman, lo mismo que la poesía hebraica, está basado en el recurso del paralelismo. Sus ritmos corresponden a los de la repetición -de palabras, imágenes, ideas- y del equilibrio de frases y versos.
«El tema de la lengua me interesa, me interesa: no puedo quitármelo de la cabeza. A menudo pienso que hojas de hierba no es más que un experimento lingüístico, es decir, un intento de dar al espíritu, al cuerpo, al hombre nuevas palabras».
Whitman no sólo es un poeta experimental, es uno de los pocos autores cuyas experiencias han sido felices en tiempos modernos. La impetuosidad de su torrente poético está lleno de arcaísmos, neologismos, americanismos, elementos heteróclitos y palabras extranjeras, lo que hace de él un innovador que intentaba darle a la lengua un alcance cosmopolita. Pensaba que la poesía americana, con una experiencia tan distinta de la europea, no era lo que debía y su objetivo era hacerla avanzar hasta conectarla con el futuro, en un esfuerzo que sus contemporáneos habían evitado. (Podéis ver: http://www.wikilearning.com/monografia/la_ficcion_suprema_del_yo/18793)
Quienes pasan del deslumbramiento y del vértigo de "Hojas de hierba" a la laboriosa lectura de cualquiera de las piadosas biografías del escritor, se sienten siempre defraudados. En las grisáceas y mediocres páginas que he mencionado, buscan al vagabundo semidivino que les revelaron los versos y les asombra no encontrarlo. Tal, por lo menos, ha sido mi experiencia personal y la de todos mis amigos. Uno de los propósitos de este prólogo es explicar, o intentar una explicación, de esa desconcertante discordia.
Dos libros memorables aparecieron en Nueva York el año 1855, ambos de índole experimental, ambos muy distintos. El primero, inmediatamente famoso y ahora relegado a las antologías escolares o a la curiosidad de los eruditos y de los niños, fue el "Hiawatha" de Longfellow. Éste quiso donar a los pieles rojas que habían habitado New England una epopeya profética y mitológica en lengua inglesa. En pos de un metro que no recordara los habituales y que pudiera parecer aborigen, recurrió al Kalevala finlandés que había forjado - o reconstruido - Elías Lönnrot. El otro libro, entonces ignorado y ahora inmortalizado, que fue "Hojas de hierba".
He escrito que los dos eran distintos. Innegablemente lo son. "Hiawatha" es la obra meditada de un buen poeta que ha explorado las bibliotecas y que no carece de imaginación y de oído; "Hojas de hierba", la inaudita revelación de un hombre de genio. Las diferencias son tan notorias que resulta increíble que ambos volúmenes fueran contemporáneos. Un hecho, sin embargo, los une: los dos son epopeyas americanas.
América era entonces el símbolo famoso de un ideal, ahora un tanto gastado por el abuso de las urnas electorales y por los elocuentes excesos de la retórica, aunque millones de hombres le hayan dado, y sigan dándole, su sangre. El orbe entero tenía puestos los ojos en América y en su "atlética democracia". Bajo el influjo de Emerson, que de algún modo siempre fue su maestro, Whitman se impuso la escritura de una epopeya de ese acontecimiento histórico nuevo: la democracia americana. No olvidemos que la primera de las revoluciones de nuestro tiempo, la que inspiró la revolución francesa y las nuestras, fue la de América y que la democracia fue su doctrina.
¡Cómo cantar de un modo condigno esa nueva fe de los hombres! Había una respuesta evidente; la que hubiera elegido, tentado por las facilidades de la retórica o por la mera inercia, casi cualquier otro escritor. Urdir laboriosamente una oda o tal vez una alegoría, no desprovista de interjecciones vocativas y de letras mayúsculas. Whitman, felizmente, la rechazó.
Pensó que la democracia era un hecho nuevo y que su exaltación requería un procedimiento no menos nuevo.
He hablado de epopeya. En cada uno de los modelos ilustres que el joven Whitman conocía y que llamó feudales, hay un personaje central - Aquiles, Ulises, Eneas, Rolando, El Cid, Sigfrido, Cristo - cuya estatura resulta superior a la de los otros, que están supeditados a él. Esta primacía, se dijo Whitman, corresponde a un mundo abolido o que aspiramos a abolir, el de la aristocracia. Mi epopeya no puede ser así; tiene que ser plural, tiene que declarar o presuponer la incomparable y absoluta igualdad de todos los hombres. Semejante necesidad parece conducir fatalmente a un mero fárrago de la acumulación y del caos; Whitman, que era un hombre de genio, sorteó prodigiosamente ese riesgo. Ejecutó con felicidad el experimento más audaz y más vasto que la historia de la literatura registra.
[...]
En algún verso de su libro, Whitman recuerda telas medievales con muchos personajes, algunos aureolados y preeminentes, y declara que se propone pintar una tela infinita, poblada de infinitos personajes, todos con sus aureolas. ¿Cómo ejecutar semejante hazaña? Él, increíblemente, lo hizo.
Necesitaba, como Byron, un héroe, pero el suyo, símbolo de la populosa democracia, tenía que ser innumerable y ubicuo, como el disperso Dios de los panteístas. Elaboró una extraña criatura que no hemos acabado de entender y le dio el nombre de Walt Whitman. Esa criatura es de naturaleza biforme; es el modesto periodista Walter Ehitman, oriundo de Long Island, que algún amigo apresurado saludaría en las aceras de Manhattan, y es, asimismo, el otro que el primero quería ser y no fue, un hombre de aventura y de amor, indolente, animoso, despreocupado, recorredor de América. Así, en alguna página de su obra, Whitman nace en Long Island; en otras, en el Sur. Así, en una de las piezas más auténticas del "Canto de Mí Mismo", refiere un episodio heroico de la guerra de México y dice haberlo oído contar en Texas, donde no estuvo nunca. Así, declara haber sido testigo de la ejecución del abolicionista John Brown. Los ejemplos podrían multiplicarse abrumadoramente; casi no hay página en que no se confundan el Whitman de su mera biografía y el Whitman que anhelaba ser y que ahora es, en la imaginación y en el afecto de las generaciones humanas.
Whitman ya era plural; el autor resolvió que fuera infinito. Hizo del héroe de "Hojas de hierba" una trinidad; le sumó un tercer personaje, el lector, el cambiante y sucesivo lector. Éste ha tendido siempre a identificarse con el protagonista de la obra; leer Macbeth es de algún modo ser Macbeth. Whitman, que sepamos, fue el primero en aprovechar hasta el fin, hasta el interminable y complejo fin, esa identificación momentánea. Al principio recurrió al diálogo; el lector conversa con el poeta y le pregunta qué oye y qué ve o le confía la tristeza que siente por no haberlo conocido y querido. Whitman responde a sus preguntas:
"Estos son en verdad los pensamientos de todos los hombres
en todas las épocas y países; no son originales míos.
Si no son tan tuyos como míos, son nada o casi nada,
si no son el enigma y la solución del enigma, son nada,
si no son tan cercanos como lejanos, son nada.
Esta es la hierba que crece donde hay tierra y hay agua,
este es el aire común que baña el planeta."
Innumerables son los que han imitado, con éxito diverso, la entonación de Whitman: Sandbourg, Lee Masters, Maiakovski, Neruda... Nadie, salvo el autor del inextricable y ciertamente ilegible "Finnegans Wake", ha vuelto a acometer la creación de un personaje múltiple. Whitman, insisto, es el modesto hombre que fue desde 1819 y hasta 1892 y el que hubiera querido ser y no acabó de ser y también cada uno de nosotros y de quienes poblarán el planeta.
Mi conjetura de un triple Whitman, héroe de su epopeya, no se propone insensatamente anular, o de algún modo disminuir, lo prodigioso de sus páginas. Antes bien, se propone su exaltación. Tramar un personaje doble y triple y a larga infinito, pudo haber sido la ambición de un hombre de letras meramente ingenioso; llevar a feliz término ese propósito es la proeza no igualada de Whitman. En una polémica de café sobre la genealogía del arte, sobre los diversos influjos de la educación, de la raza y del medio ambiente, el pintor Whistler se limitó a decir: "Art happens" (el arte sucede), lo cual equivale a admitir que el hecho estético es, por esencia, inexplicable. Así lo comprendieron los hebreos, que hablaban del Espíritu; así los griegos, que invocaban la musa.
En cuanto a mi traducción... Paul Valéry ha dejado escrito que nadie como ejecutor de una obra conoce a fondo sus definiciencias; pese a la superstición comercial de que el traductor más reciente siempre ha dejado muy atrás a sus ineptos predecesores, no me atreveré a declarar que mi traducción aventaje a las otras. No las he descuidado, por lo demás.
El idioma de Whitman es un idioma contemporáneo; centenares de años pasarán antes que sea una lengua muerta. Entonces podremos traducir y recrearlo con plena libertad, como Jáuregui lo hizo con la "Farsalia", o Chapman, Pop y Lawrence con la "Odisea". Mientras tanto, no entreveo otra posibilidad que la de una versión como la mía, que oscila entre la interpretación personal y el rigor resignado.
Un hecho me conforta. Recuerdo haber asistido hace muchos años a una representación de Macbeth; la traducción era no menos deleznable que los actores y que el pintarrajeado escenario, pero así a la calle de hecho de pasión trágica. Shakespeare se había abierto camino; Whitman también lo hará.
Jorge Luis Borges
Buenos Aires, 19 de junio de 1969.
Para Borges, Hojas de hierba es un experimento vivo y mudable como la vida misma, que se niega a que se le fije en un sentido único y que está lleno de términos filosóficos y de palabras extranjeras que de alguna manera ilustran su genio, al tiempo que sorprenden por su exuberancia e incongruismo.
Whitman quería ser un poeta del futuro, y convencido de que la lengua es un organismo vivo y un cuerpo que absorbe todos los demás cuerpos, introduce términos geológicos y tecnológicos, así como innumerables palabras del argot americano, convencido de que se abrirían paso hacia el futuro.
Whitman, por tanto, es un místico del lenguaje y elige las palabras no de forma descuidada sino consciente.
Este largo poema no recibió su nombre actual hasta la edición de 1881, y cualquier estudio de la obra de Whitman debe empezar por él, pues es el más personal y contiene la quintaesencia de su concepción del mundo, de la poesía y del propio autor.
El poema, o colección de poemas líricos misceláneos, ofrece muchas lecturas y gratificaciones estéticas, tanto si se la explora en su conjunto como siguiendo los temas recurrentes. No hay una estrecha trabazón en la estructura general de "Song of Myself"; pero hablando en términos generales, podemos decir que el argumento de ese poema es una gradual universalización de la propia personalidad, del propio Yo del poeta.
Las cuatro primeras secciones ofrecen los temas y motivos principales de la pieza, hacen una declaración personal acerca de la edad y la salud del poeta, proclaman la libertad de poeta en cuanto a todos los "credos y escuelas", afirman su carácter evasivo y su autonomía personal.
Los temas, como en las sinfonías, se introducen pronto en el poema, luego se abandonan y desarrollan, siendo los más importantes el sentido del tacto, la hierba, los cuerpos celeste o, como señalábamos más arriba, el Yo.
La ilustración más obvia de este desarrollo musical es la del principio panteísta de la hierba, palabra novedosa y ambigua que da título al libro. La introduce en la sección 6 como un símbolo. La trata brevemente en la sección 7 y la explica y desarrolla en la sección 31 y siguientes. La hierba es un producto corriente de la naturaleza y una página del libro, que le permite ir de un símbolo a otro sin que esta imagen dominante se le pierda. La hierba crece suelta o en manojos y su representación gráfica se convierte en el concepto central de lo que Whitman entiende por democracia -"the self and the many"- o la individualidad en equilibrio con la masa.
Desde el principio mismo el poema adopta la forma de diálogo, ya que éste se amolda a la locución propia de un poeta-profeta, que se dirige a "you", es decir, a cualquier hombre o mujer en un plano de perfecta igualdad en la vida, de lo que las hojas de hierba son el símbolo común. El tono es tanto el de un amante en potencia como el de un maestro.
En la sección 1 comienza a desarrollarse el argumento del poema, el Yo, en el que el poeta se magnifica a sí mismo:
«I celebrate myself,
And what I assume you shall assume,
For every atom belonging to me as good belongs to you.»
En la sección 5 se introduce al Yo dialogando consigo mismo, del mismo modo que podría imaginarse al alma hablando con el cuerpo. La emoción que se desprende es francamente autoerótica, que lleva a Whitman a una de sus más hermosas afirmaciones acerca de sus sentimientos de hermandad con la naturaleza:
«And I know that the spirit of God is the eldest brother of my own,
and that all the men ever born are also my brothers . . . . and
the women my sisters and lovers,
And that a kelson of the creation is love;
And limitless are leaves stiff or drooping in the fields,
And brown ants in the little wells beneath them,
And mossy scabs of the wormfence, and heaped stones,
and elder and mullen and pokeweed»
El poema en términos autobiográficos es engañoso. Va hacia atrás y hacia adelante. Fluctúa entre lo personal y lo general. Rechaza el pesimismo y afirma el ciclo sexual eterno de la vida:
«Urge and urge and urge,
Always the procreant urge of the world.» (sec. 3)
Declara su liberación de todo tipo de restricciones, barreras religiosas y filosóficas, a las que, después de servirse de ellas, deja atrás.
El Yo está en el centro mismo del poema y su evolución se basa en la paradoja de que la identidad individual no es individual sino universal. Según afirma Whitman, en una democracia el individuo es más individuo en cuanto está más seguro de sí mismo y más piensa en sí mismo como parte integrante de una comunidad, hasta el punto que no puede haber unión de hombres más perfecta y fuerte que aquella en la que los individuos que la forman son realmente individuos.
Whitman afirma su unión con la tierra, su fascinación por el mundo animal, con el que su Yo establece relaciones fraternales:
Acentúa la importancia del cuerpo hasta casi la exclusión del alma, pero en la sección 33 el alma aparece y asume la importancia del cuerpo y el paisaje que recorre tiene idéntica fuerza erótica.
En la sección 44, el Yo decide explicarse, pone a todos de pie y los lanza a lo desconocido; a sus discípulos les da un beso de despedida, diciéndoles que deben aprender a destruir a su maestro. Propone un credo sugestivo y, sin temer a la muerte, nos lleva de la mano a un universo irreal:
Al final del poema todos los temas convergen, como si de una sinfonía se tratase. El poeta ha logrado el conocimiento, pero agotado del viaje, no tiene más palabras o símbolos con que expresarse, por tanto nos dice adiós y, quedándose bajo la hierba, calla.
Pero el poema termina y el poeta no pone un punto final, ni siquiera gráficamente, como dando a entender que es la hora del lector, que tiene que digerir lo leído y emprender solo el camino, pero sabiendo que, como un auténtico profeta, Whitman deja la puerta abierta para una posible vuelta.
Selección de Poemas de Hojas de Hierba.
AL PARTIR DE PAUMANOK
(STARTING FROM PAUMANOK)
1
Saliendo de Paumanok, la isla en forma de pez donde nací,
Bien engendrado y criado por una madre perfecta,
Después de andar por muchas tierras, amante de populosas aceras,
Amante de Mannahattan, mi ciudad, o de las sabanas del sur,
O soldado en el campamento, llevando la mochila y el fusil, o minero en California,
O agreste en mi casa de los bosques de Dakota, mi comida la carne, mi bebida el agua del manantial,
O apartado para reflexionar y meditar en algún profundo retiro,
Lejos del rumor de la multitud, arrebatado y feliz,
Consciente del Missouri que fluye, de su fresca y generosa corriente, consciente del poderoso Niágara,
Consciente de las manadas de búfalos que pacen en la llanura, del hirsuto toro de fuerte pecho,
De la tierra, rocas, flores de mayo conocidas, estrellas, lluvias, nieve, mi asombro,
Habiendo estudiado las notas del sinsonte y el vuelo del halcón de la montaña,
Y escuchado en el alba al incomparable, al tordo, entre los cedros de la ciénaga,
Solitario, cantando en el Oeste, anuncio un Mundo Nuevo.
DEL OCÉANO RODANTE DE LA MULTITUD
(OUT OF THE ROLLING OCEAN THE CROWD)
Del incesante océano, de la turba, una gota se me acercó suavemente,
Murmurando: Te amo, pronto habré muerto, larga es la distancia que he recorrido sólo para mirarte y para tocarte,
Porque no podía morir sin haberte visto,
Porque sentí el temor de perderte.
Ahora nos hemos encontrado, nos hemos visto, estamos salvados,
Vuelve en paz al océano, amor mío,
Yo también formo parte del océano, no somos tan distintos,
¡Mira que perfecta es la gran esfera, la cohesión de todas las cosas!
Pero a los dos nos va a separar el mar irresistible,
Esta hora nos ha de separar, pero no eternamente;
No te impacientes -aguarda un instante- mira, saludo al viento, al océano y a la tierra,
Cada día, al atardecer, te mando mi amor.
CANTO DE MI MISMO
(SONG OF MYSELF)
1. Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.
Versión de León Felipe
5
Creo en ti, mi alma, el otro que soy no se rebajará ante ti,
Y tú no te rebajarás ante él.
Tiéndete en el pasto conmigo, desembaraza tu garganta,
No son palabras, ni música, ni versos lo que preciso, ni hábitos, ni discursos ni aun los mejores,
Sólo quiero el arrullo, el susurro de tu voz suave.
Recuerdo cómo nos acostamos una mañana transparente de estío,
Cómo apoyaste la cabeza sobre mis caderas y la volviste a mí dulcemente,
Y abriste mi camisa sobre el pecho y hundiste tu lengua hasta tocar mi corazón desnudo,
Y te estiraste hasta tocarme la barba, y luego hasta tocarme los pies.
Velozmente se irguieron y me rodearon el conocimiento y la paz que trascienden todas las discusiones de la tierra,
Y desde entonces sé que la mano de Dios ha sido prometida a la mía,
Y sé que el espíritu de Dios es hermano del mío,
Y que todos los hombres que han nacido son mis hermanos, y las mujeres mis hermanas y mis amantes,
Y que el sostén de la creación es el amor,
Y que son innumerables las hojas rígidas o que se curvan en los campos,
Y las negras hormigas en las grietas bajo las hojas,
Y las mohosas costras del seto, las piedras hacinadas, el saúco, la candelaria y la cizaña.
6
Un niño me preguntó: ¿Qué es la hierba?, trayéndola a manos llenas,
¿Cómo podría contestarle? Yo tampoco lo sé.
Sospecho que es la bandera de mi carácter tejida con esperanzada tela verde.
O el pañuelo de Dios,
Una prenda fragante dejada caer a propósito,
Con el nombre del dueño en alguna punta, para que lo veamos y lo notemos y nos preguntemos, ¿de quién?
O sospecho que la hierba misma es un niño, el recién nacido de la tierra.
O un jeroglífico uniforme,
Que significa: crezco por igual en las regiones vastas y en las estrechas,
Crezco por igual entre los negros y los blancos,
Canadiense, piel roja, senador, inmigrante, a todos me entrego y a todos los recibo.
Y ahora se me figura que es la cabellera suelta y hermosa de las tumbas.
Te usaré con ternura, hierba curva.
Acaso hayas brotado del pecho de los jóvenes,
Acaso, si estuvieran aquí, yo los amaría,
Acaso hayas brotado de los ancianos, o de niños arrancados del regazo de la madre,
Y ahora eres el regazo de la madre.
Esta hierba es demasiado oscura para haber brotado de los cabellos blancos de las madres ancianas,
Más oscura que las descoloridas barbas de los ancianos,
Demasiado oscura para haber brotado de sus pálidos paladares.
¡Ah! Percibo al fin otras tantas lenguas que hablan,
Y comprendo que no han nacido en vano de esos paladares y de esas bocas.
Querría traducir las insinuaciones sobre los muchachos y las muchachas muertas,
Y las insinuaciones sobre los ancianos y las madres y de los niños arrebatados de sus regazos.
¿Qué piensas que ha sido de los jóvenes y de los ancianos?
¿Qué piensas que ha sido de las mujeres y de los niños?
Están sanos y buenos en algún lado,
El retoño más débil prueba que no existe la muerte,
Y que si alguna vez existió lo hizo para impulsar la vida, y no espera que lo destruya el fin,
Y no ha cesado en el momento que surgió la vida.
Todo progresa y se dilata, nada se viene abajo,
Y morir es algo distinto de lo que muchos supusieron, y de mejor augurio.
NO TE DETENGAS
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz,
sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...
19
Esta es la mesa puesta para todos, ésta es la carne para el hambre natural;
Es para el malvado no menos que para el justo, a todos he invitado,
No permitiré que una sola persona sea desairada o excluida,
La mantenida, el parásito, el ladrón, están aquí invitados.
El esclavo de labios gruesos está invitado, el enfermo venéreo está invitado,
No se hará la menor diferencia entre ellos y los otros.
Este es el roce de una mano esquiva, ésta es la impresión y el olor del pelo,
Este es el contacto de mis labios y de los tuyos, éste el murmullo del anhelo,
Esta es la remota profundidad y la altura reflejando mi cara,
Esta es la voluntaria fusión de mi ser y otra vez la salida.
¿Sospechas en mí un propósito oculto?
Sí, lo tengo, porque lo tienen los aguaceros de abril, y la mica de las rocas lo tiene.
¿Crees que quiero asombrar?
¿Asombra, acaso, el día? ¿Asombra, acaso, el pájaro que canta temprano en el bosque?
¿Asombro yo más que ellos?
Ahora estoy hablando en la intimidad,
No diría estas cosas a los otros, pero a ti te las digo.
20
¿Quién va allí?
Grosero, hambriento, místico, desnudo...
¿quién es aquel?
¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey?
Pero ¿qué es un hombre en realidad?
¿Qué soy yo?
¿Qué eres tu?
Cuanto yo señale como mío,
debes tú señalarlo como tuyo,
porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras.
Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es más
que cieno y podredumbre
no me puedo parar a llorar.
Los gemidos y las plegarias adobadas con polvos
para los inválidos;
y la conformidad , para los parientes lejanos.
Yo no me someto.
Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero
como me da la gana.
¿Por qué he de rezar?
¿Por qué he de inclinarme y suplicar?
Después de escudriñar en los estratos,
después de consultar a los sabios,
de analizar y precisar
y de calcular atentamente,
he visto que lo mejor de mi ser está agarrado a mis huesos.
Soy fuerte y sano.
Por mí fluyen sin cesar todas las cosas del universo.
Todo se ha escrito para mí
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras.
Soy inmortal.
Sé que la órbita que describo no puede medirse
con el compás de un carpintero,
y que no desapareceré como el círculo de fuego
que traza un niño en la noche con un carbón encendido.
Soy sagrado.
Y no torturo mi espíritu ni para defenderme
ni para que me comprendan.
Las leyes elementales no piden perdón.
(Y después de todo, no soy más orgulloso que los cimientos
sobre los cuales se levanta mi casa).
Así como existo ¡Miradme!
Esto es bastante.
Si nadie me ve, no me importa,
y si todos me ven, no me importa tampoco.
Un mundo me ve,
el más grande de todos los mundos : Yo.
Si llego a mi destino ahora mismo,
lo aceptaré con alegría,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos,
esperaré ... esperaré alegremente también.
Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
y me río de lo que tú llamas disolución.
porque conozco la amplitud del tiempo.
21
Soy el poeta del Cuerpo y soy el poeta del Alma,
Los goces del cielo están conmigo y los tormentos del infierno están conmigo,
Los primeros los injerto y los multiplico en mi ser, los últimos los traduzco a un nuevo idioma.
Soy el poeta de la mujer no menos que el poeta del hombre,
Y digo que es tan grande ser mujer como ser hombre,
Y digo que nada es mayor que ser la madre de hombres.
Entono el canto de la exaltación o de la soberbia,
Ya estamos hartos de plegarias y de zalamerías,
Muestro que el tamaño no es más que crecimiento.
¿Has dejado atrás a los otros? ¿Eres el Presidente?
Es una bagatela, cada uno de los otros te alcanzará y seguirá adelante.
Soy el que camina con la tierna y creciente noche,
Llamo a la tierra y al mar que abraza la noche.
Abrázame, noche de senos desnudos, abrázame, noche magnética y fecunda,
Noche de los vientos del sur, noche de las estrellas grandes y escasas,
Noche serena que me llama, loca y desnuda noche de estío.
¡Sonríe, tierra voluptuosa de fresco aliento,
Tierra de los árboles dormidos y húmedos,
Tierra del sol que ya se ha ido, tierra de las montañas de cumbre nebulosa,
Tierra del cristalino fluir de la luna llena, apenas tocada de azul,
Tierra del brillo y de la sombra manchando la corriente del río,
Tierra del gris límpido de las nubes que resplandecen y se aclaran para que yo las vea,
Tierra yacente y extendida, rica tierra de azahares!
Sonríe, porque llega tu amante.
Pródiga me has dado tu amor, te doy pues mi amor,
Mi apasionado amor indecible.
24
Walt Whitman, un cosmos, de Manhattan el hijo,
Turbulento, carnal, sensual, comiendo, bebiendo, engendrando,
Ni sentimental, ni sintiéndose superior a otros hombres y mujeres, ni alejado de ellos,
No menos modesto que inmodesto.
¡Arrancad los cerrojos de las puertas!
¡Arrancad las puertas de los goznes!
El que degrada a otro me degrada,
Y todo lo que se dice o se hace vuelve a mí al fin.
A través de mí surge y surge la voluntad creadora, a través de mí, el torrente y el índice.
Digo el primordial santo y seña, hago el signo de la democracia,
¡Por Dios! No aceptaré nada que no sea ofrecido a los demás en iguales condiciones.
Muchas voces largo tiempo calladas brotan de mí,
Voces de las interminables generaciones de prisioneros y de esclavos,
Voces de los enfermos y de los inconsolables, de los ladrones y de los enanos,
Voces de ciclos de preparación y de crecimiento,
De los hilos que unen a las estrellas, y de los vientres, y de la simiente paterna,
Y del derecho de aquellos a quienes oprimen los otros,
De los deformes, triviales, simples, tontos y despreciados,
De neblina en el aire, de escarabajos arrastrando bolas de estiércol.
Brotan de mí voces prohibidas,
Voces del sexo y del apetito, voces veladas y yo aparto el velo,
Voces indecentes clarificadas y transfiguradas por mí.
Yo me cubro la boca con la mano,
Me conservo tan puro en las entrañas como en la cabeza y en el corazón,
La cópula no es para mí más vergonzosa que la muerte.
Creo en la carne y en los apetitos,
Ver, oír, tocar, son milagros, y cada parte de mí es un milagro.
Divino soy por dentro y por fuera, y santifico todo lo que toco y me toca,
El aroma de estas axilas es más fino que las plegarias,
Esta cabeza es más que las iglesias, las biblias y todos los credos.
Si algo hay que yo venero más que las otras cosas, ese algo es la extensión de mi cuerpo y cada una de sus partes,
Traslúcida arcilla de mi cuerpo, ¡tú lo serás!
Sombreados bordes y bases, ¡vosotros lo seréis!
Firme reja viril, ¡tú lo serás!
Tú, mi rica sangre, tú líquido lechoso, pálido extracto de mi vida.
Pecho que oprimes otros pechos, ¡tú lo serás!
¡Cerebro serán tus circunvoluciones ocultas!
Raíz lavada del junco oloroso, becada medrosa, nido recatado de los huevos gemelos, ¡vosotros lo seréis!
Heno mezclado y revuelto de la cabeza, barba, cejas, ¡vosotros lo seréis!
Savia que goteas del arce, fibra del noble trigo, ¡vosotros lo seréis!
Sol generoso, ¡tú lo serás!
Nubes que ilumináis y oscurecéis mi rostro, ¡vosotros lo seréis!
Sudorosos arroyos y rocíos, ¡vosotros lo seréis!
Vientos que me rozáis, frotando contra mí vuestros genitales, ¡vosotros lo seréis!
Amplios campos musculares, ramas de encina, amoroso holgazán de mi sendero tortuoso, ¡vosotros lo seréis!
Manos que he tomado, rostros que he besado, mortal a quien toqué alguna vez, ¡vosotros lo seréis!
Estoy enamorado de mí, hay tantas cosas en mí que son tan deliciosas,
Cada momento y todo lo que ocurre me llena de alegría,
No sé cómo se doblan mis tobillos, ni la causa del más leve de mis deseos,
Ni de la amistad que suscito, ni de las amistades que me devuelven.
Al subir por las escaleras me detengo a reflexionar si no estoy soñando,
La madreselva en la ventana me satisface más que la metafísica de los libros.
¡Contemplar el amanecer!
La escasa luz que va borrando las sombras inmensas y diáfanas,
El sabor del aire es grato a mi paladar.
Retoños del cambiante mundo ascienden silenciosos en un juego inocente, fresco sudor,
Oblicuamente errando por todos lados.
Algo invisible está proyectando libidinosos dardos,
Torrentes de brillante zumo inundan el cielo.
La tierra por el cielo invadida, la cotidiana consumación de su boda,
El desafío del oriente sobre mi cabeza,
La burla mordaz: ¡Ya veremos quién es el amo!
32.
Creo que podría volverme a vivir con los animales.
¡Son tan plácidos y tan sufridos!
Me quedo mirándolos días y días sin cansarme.
No preguntan,
ni se quejan de su condición;
no andan despiertos por la noche,
ni lloran por sus pecados.
Y no me molestan discutiendo sus deberes para con Dios...
No hay ninguno descontento,
ni ganado por la locura de poseer las cosas.
Ninguno se arrodilla ante los otros,
ni ante los muertos de su clase que vivieron miles de siglos
antes que él.
En toda la tierra no hay uno solo que sea desdichado o venerable.
Me muestran el parentesco que tiene conmigo,
parentesco que acepto.
Me traen pruebas de mi mismo,
pruebas que poseen y me revelan.
¿En dónde las hallaron?
¿Pasé por su camino hace ya tiempo y las dejé caer sin darme cuenta?
Camino hacia delante, hoy como ayer y siempre,
siempre mas rico y mas veloz,
infinito, lleno de todos y lo mismo que todos,
sin preocuparme demasiado por los portadores de mis recuerdos,
eligiendo aquí solo a aquel que más amo y marchando con {el en un abrazo
fraterno.
Este es un caballo ¡Miradlo!
Soberbio,
tierno,
sensible a mis caricias,
de frente altiva y abierta,
de ancas satinadas,
de cola prolija que flagela el polvo,
de ojos vivaces y brillantes,
de orejas finas,
de movimientos flexibles...
Cuando lo aprisionan mis talones, su nariz se dilata,
y sus músculos perfectos tiemblan alegres cuando corremos en la pista...
pero yo solo puedo estar contigo un instante.
Te abandono, maravilloso corcel.
¿Para qué quiero tu paso ligero si yo galopo mas de prisa?
De pie o sentado, corro más que tú.
Versión de León Felipe
34.
Para mí, una brizna de hierba no vale menos que la
tarea diurna de las estrellas,
e igualmente perfecta es la hormiga, y así un grano de
arena y el huevo del reyezuelo,
y la rana arbórea es una obra maestra, digna de
egregias personas,
y la mora pudiera adornar los aposentos del cielo,
y en mi mano la articulación más menuda hace burla
de todas las máquinas,
y la vaca, rumiando con inclinado testuz, es más bella
que cualquier escultura;
y un ratón es milagro capaz de asombrar a millones de
infieles.
Versión de Marià Manent
45.
Mira tan lejos como puedas, hay
espacio ilimitado allá,
cuenta tantas horas como puedas, hay
tiempo ilimitado antes y después.
Mi cita ya ha sido concertada y es
segura,
allí estará el Señor, esperando que yo
llegue en perfectas condiciones
allí estará el gran Camarada, el amante
verdadero que he anhelado.
Versión de León Felipe
48.
Dije que el alma no es superior al cuerpo,
y dije que el cuerpo no es superior al alma,
y nada, ni Dios siquiera, es más grande
para uno que lo uno mismo es,
y quien camina una cuadra sin amar al prójimo
camina amortajado hacia su propio funeral,
y yo o tú podemos comprar la flor y nata
de la Tierra sin un céntimo, sin un céntimo
en el bolsillo,
y mirar con un sólo ojo o mostrar un grano
en su vaina, desconcierta las enseñanzas
de todos los tiempos,
y no hay oficio ni empleo en el que un joven
no pueda convertirse en héroe,
y el objeto más delicado puede servir
de eje al universo,
y digo a cualquier hombre o mujer:
que tu alma se alce tranquila y serena
ante un millón de universos.
Versión de León Felipe
51
El pasado y el presente se marchitan.
Yo los he llenado y los he vaciado a los dos
y prosigo llenando lo que me espera en el futuro.
Y ahora vosotros, los que me habéis escuchado,
levantáos. ¿Qué tenéis que decirme?
Miradme a la cara, mientras respiro por última vez
bajo las sombras de la tarde.
(Hablad sinceramente, nadie os escucha y sólo
dispongo de un minuto.)
¿Qué tenéis que decirme?
¿Que me contradigo?
Sí, me contradigo. Y ¿qué?
(Yo soy inmenso. . ,
y contengo multitudes.)
Me dirijo a los que están cerca
y espero en el umbral de la puerta.
¿Quién ha terminado su trabajo?
¿Quién ha concluido de cenar?
¿Quién me acompaña?
¿Quién viene conmigo?
O ¿vais a hablar cuando ya me haya ido y sea
demasiado tarde?
¡Adiós, fantasía mía!
¡Adiós, Fantasía mía!
¡Adiós, querida compañera, amor mío!
Me voy, no sé adónde
ni hacia qué azares, ni sé si te volveré a ver jamás.
¡Adiós, pues, Fantasía mía!
Déjame mirar atrás por última vez.
Siento en mí el leve y menguante tic tac del reloj.
Muerte, noche, y pronto se detendrá el latir de mi corazón.
Durante mucho tiempo hemos vivido, gozado, y acariciado juntos,
en deliquio.
Ahora hemos de separarnos. ¡Adiós, Fantasía mía!
Pero no nos apresuremos.
Largo tiempo, ciertamente, hemos vivido, dormido, nos hemos
mezclado el uno con el otro.
Si morimos, pues, moriremos juntos (sí, continuaremos
siendo uno),
si vamos a algún sitio, iremos juntos a afrontar lo que ocurra:
quizás seremos más libres y alegres, y aprenderemos algo,
quizás me estés ya guiando hacia las verdaderas canciones,
(¿quién lo sabe?),
quizás eres tú el mortal pomo de la puerta que deshace, gira...
Finalmente, pues, te digo:
ADIÓS! ¡SALUD, FANTASÍA MÍA!
Versión de Agustí Bartra
Cíñete a mí
Cíñete a mí, noche del seno desnudo; cíñete a mí,
noche ardiente y nutricia!
Noche de vientos del Sur, noche de grandes y pocos luceros,
tú, que en la paz cabeceas, loca, desnuda noche de estío.
Voluptuosa sonríe, ¡oh, tierra de fresco aliento !
Tierra de árboles adormilados y líquidos,
tierra ya sin luz del ocaso, tierra de montes con cumbre de niebla,
tierra donde derrama cristales el plenilunio azulado,
tierra con manchas de luz y de sombra en las aguas del río,
tierra de límpido gris y de nubes que para mí son
más vivas y claras,
tierra de abrazo anchuroso, tierra ataviada con flor de manzano
sonríe ya, que tu amante se acerca.
Versión de Marià Manent
Cuando escuché al docto astrónomo...
Cuando escuché al docto astrónomo,
cuando me presentaron en columnas
las pruebas y guarismos,
cuando me mostraron las tablas y diagramas
para medir, sumar y dividir,
cuando escuché al astrónomo discurrir
con gran aplauso de la sala,
qué pronto me sentí inexplicablemente
hastiado,
hasta que me escabullí de mi asiento y
me fui a caminar solo,
en el húmedo y místico aire nocturno,
mirando de rato en rato,
en silencio perfecto a las estrellas.
Versión de Leandro Wolfson
El halcón moteado cala sobre mí...
El halcón moteado cala sobre mí,
y me acusa lamentándose
por mi charla y mi pereza.
Yo también soy indomable,
yo también soy intraducible.
Sobre los techos del mundo,
resuena mi bárbaro graznido.
El último celaje del día,
se detiene a esperar por mí,
lanzo mi figura, tras las otras,
reposando verdaderamente en cualquier
sombra silvestre.
Me insta engatusándome hacia la bruma,
y hacia la oscuridad.
Me alejo como el aire,
sacudo mi bucle blanco en el sol fugitivo.
Vierto mi carne en remolinos,
y la dejo arrastrar por la mueca del encaje.
Me entrego, a mí mismo, al barro,
para brotar en la hierba que amo.
Si me necesitas,
búscame en la suela de tus botas.
Apenas sabrás quien soy,
y lo que quiero decir.
No obstante soy tu buena salud,
y filtraré con filamentos tu sangre.
No desfallezcas si no me encuentras pronto.
Si no estoy en un lugar, búscame en otro.
En algún lugar te estaré esperando.
Versión de Leandro Wolfson
Oh capitán, mi capitán
Oh Capitán, mi Capitán:
nuestro azaroso viaje ha terminado.
Al fin venció la nave y el premio fue ganado.
Ya el puerto se halla próximo,
ya se oye la campana
y ver se puede el pueblo que entre vítores,
con la mirada sigue la nao soberana.
Mas ¿no ves, corazón, oh corazón,
cómo los hilos rojos van rodando
sobre el puente en el cual mi Capitán
permanece extendido, helado y muerto?
Oh Capitán, mi Capitán:
levántate aguerrido y escucha cual te llaman
tropeles de campanas.
Por ti se izan banderas y los clarines claman.
Son para ti los ramos, las coronas, las cintas.
Por ti la multitud se arremolina,
por ti llora, por ti su alma llamea
y la mirada ansiosa, con verte, se recrea.
Oh Capitán, ¡mi Padre amado!
Voy mi brazo a poner sobre tu cuello.
Es sólo una ilusión que en este puente
te encuentres extendido, helado y muerto.
Mi padre no responde.
Sus labios no se mueven.
Está pálido, pálido. Casi sin pulso, inerte.
No puede ya animarle mi ansioso brazo fuerte.
Anclada está la nave: su ruta ha concluido.
Feliz entra en el puerto de vuelta de su viaje.
La nave ya ha vencido la furia del oleaje.
Oh playas, alegraos; sonad, claras campanas
en tanto que camino con paso triste, incierto,
por el puente do está mi Capitán
para siempre extendido, helado y muerto.
Versión de Nicolás Bayona Posada
Postrera invocación
Al fin, dulcemente,
dejando los muros de la fuerte mansión almenada,
el duro cerco de las cerraduras, tan bien anudado;
la guardia de las puertas seguras,
sea yo liberado en los aires.
Con sigilo sabré deslizarme;
pon tu llave suave en la cerradura y, con un murmullo,
abre las puertas de par en par, ¡alma mía!
Dulcemente -sin prisa-
(carne mortal, ¡oh, qué fuerte es tu abrazo!
¡oh amor! ¡cuán estrechamente abrazado me tienes!)
Versión de Marià Manent
Reconciliación
Que a todos se diga: hermoso es como el cielo,
hermoso es que la guerra y sus lúgubres gestas sean al
fin derrotadas,
que sin cesar, Muerte y Noche, con manos fraternas y
suaves, las mancillas laven del mundo;
pues murió mi enemigo; un hombre, divino como yo mismo,
está muerto:
y le miro yacer, con blanco semblante y muy quieto, en el ataúd
-y me acerco,
me inclino, y rozan mis labios, en el ataúd, su faz blanca.
Versión de Marià Manent
Tu mirada
Me miraste a los ojos, penetrando,
en lo más profundo de mi alma.
El cristal azul de tus pupilas,
me mostraba, mi imagen reflejada.
Me miraste y pediste temblorosa
que un te amo, saliera de mis labios,
pero ellos ya no tienen más palabras
pues los golpes de la vida los han cerrado.
Me miraste y tu pelo se erizaba,
y una gota redonda en tu pupila
que brotó, de un corazón roto
y cayó recorriendo tu mejilla.
Me miraste y tu rostro empapado
me exigía una palabra, una respuesta,
y mentí diciéndote te amo
por ganar de tu cara una sonrisa.
Versión de Leandro Wolfson
Tumba de Walt Whitman
Al final del tercer mensaje de ésta serie, dedicado a H.D. Thoreau, tenéis una presentación donde se explican las características y los principales pintores de la Escuela del Rio Hudson, con una amplia selección de sus obras.
Espero que el viaje os sea provechoso.
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Enorme Walt Whitman
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