divendres, de juliol 02, 2010

LOS RUBBAIYAT DE OMAR KHAYYAM: UN "CARPE DIEM" A LA ORIENTAL

“Jamás de la ciencia mi corazón se privaba
Pocos misterios quedaron que por saber no acabara
Setenta y dos años he pensado noche y dia
Para enterarme que no me he enterado de nada”
Omar Kayyam



Cuando los tambores de guerra que nunca dejan de sonar en esa bienaventurada y a la vez maldita tierra del próximo oriente, inician un nuevo redoble, observo con infinita tristeza, cómo la avidez de unos pocos insaciables dominadores y explotadores, afilan sus garras, preparándose -una vez más- para destruir a todo aquello que se oponga a su apetito exagerado. 
Que dolor!, cuanto sufrimiento inútil. En cada bala, en cada bomba, en cada ser humano abatido, en cada aldea desaparecida, en cada cultura sepultada bajo los escombros de la avaricia de los nuevos dioses de Wall Street, de la City, o del FMI, o los que se esconden en los palacios de los jeques subyugando despóticamente a sus pueblos, yace un tesoro irrecuperable, una esperanza fustrada para toda la Humanidad. ¿No haremos nada para impedirlo? ¿Nos resignaremos a ver en las notícias de la falsimedia de turno, las imágenes de la "guerra en directo" sin proferir ni siquiera una queja, un lamento, una protesta?. 
Antes de que lo que parece inevitable suceda, levantaré una vez más mis manos al cielo, con una plegaria en mi corazón y en mi mente y con la voluntad, os traeré las palabras de otro sabio de aquellas tierras, con la esperanza de que su voz -mil años después- sea portadora del mensaje de amor, de comprensión, de profunda hermandad que tal vez,  nos ayude a soñar con impedir un nuevo holocausto y fortalezca los lazos entre los seres humanos, independientemente de su religión, cultura y costumbres, sustituyendo las bombas por el diálogo, los odios infundados por la comprensión, los tópicos malintencionados por el reconocimiento de nuestra igualdad esencial. 
Hace unos meses, os traje la voz de Hafiz, un poeta persa (Iraá) del S.XIV que podéis ver aquí:

http://terraxaman.blogspot.com/2010/01/hafiz-el-beodo-de-al-lah.html


hoy quisiera hablaros de Omar Khayyam y muy especialmente de sus Rubbaiyat.

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Omar Khayyam nació en Nishapur, Persia (actual Irán), el 18 de Mayo de 1048 (aunque hay disparidad en la fecha, daremos ésta por buena, con reservas).
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En la biografía de Omar Jayyam se mezcla, a partes iguales, la realidad y la leyenda, lo que nos da una pista acerca de su fama, tanto en Oriente como en Occidente, a lo que contribuye esa imagen de sabio e intelectual total que nos da su labor como literato y científico.
Su nombre completo era Ghiyath al-Din Abu’l-Fath Umar ibn Ibrahim Al-Nisaburi al-Khayyami, “el que hace toldos o que instala las tiendas de la sabiduría”. Y es que Omar era hijo de un fabricante de tiendas. Se sabe poco de su infancia y adolescencia, sólo que se alejó pronto de la tutela paterna para dedicarse al estudio de la Astronomía y las Matemáticas. Sus obras le provocaron no pocos problemas. Khayyam se vio asediado por los ortodoxos musulmanes, más por el contenido de sus Rubaiyat que por el de sus concepciones científicas, tal como evidencia este soneto atribuido a él:
“Mientras estés en condiciones
sé un hereje sediento de vino,
viola los preceptos
de la oración y el ayuno.
Escucha una verdad
de Omar Khayyam:
bebe vino, vive tu vida
y haz el bien”
Y es que disfrutar del vino, en la Persia de entonces, se castigaba con 80 latigazos. La mayoría de las leyendas que recogen los historiadores hablan de una temprana amistad entre Nizam al-Mulk y Hassan ibn Sabbah en la que los tres amigos juraron ayudarse mutuamente si alguno de ellos llegaba a alcanzar algún cargo de poder. Y así fue. Cuando en 1073 Nizam al-Mulk fue nombrado visir de Esfahan (¿Bagdad?), invitó a Omar Khayyam a residir en la corte del sultán con el encargo de la reforma del calendario y de la dirección de la Casa de las Estrellas, un observatorio recientemente construido. Khayyam se instaló en Esfahan, en donde vivió en una relativa paz durante 18 años, época en la que tuvo lugar la mayor parte de su producción matemática como explicaremos más adelante.
 Hassan Ibn Sabbah
-->A pesar de la protección del visir, Omar Khayyam siguió siendo asediado por la clase religiosa, que le acusaba de que sus teorías no estaban en acorde con la fe. Mientras tanto, el tercer conjurado, Hassan ibn Sabbah, que había sido nombrado tesorero, se vio obligado a huir por conspirar contra el visir. Tomó por asalto una fortaleza situada en lo alto de las montañas y fundó la secta místico-secreta de los Hasshasin (“consumidores de hachís”) para socavar los poderes del estado. 
La fortaleza de Alamut, refugio de la orden de los Hasshasin.
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En la Persia del siglo XII, el opio no era conocido, ni tampoco el xaxix (hachís o cáñamo indio) que fue introducido por Hassan, líder y único proveedor de la secta de los fidais. Sus integrantes lo utilizaban como una hierba mágica que los convertía en guerreros temerarios. A estas hordas que luchaban bajo los efectos de xaxix se les llamó xaxaxin, término del que procede la palabra “asesino”. En 1092 murió el sultán de Esfahan y su visir Nizam al-Mulk fue asesinado, probablemente por los secuaces de Hassan. Sin protección política, Omar Khayyam fue inmediatamente destituido del observatorio, que posteriormente sería clausurado, y su calendario relegado al olvido. A partir de este punto se saben pocas cosas con certeza de su vida. 
Tumba de Omar Khayyam
Al parecer fue obligado, a avanzada edad, a hacer la peregrinación a la Meca y a recluirse luego en su Nishapur natal.
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Se dice que Omar Jayyam murió cuando estaba leyendo el tratado de Metafísica de Avicena. Su tumba, situada en Nishapur, fue encontrada bastante después de su muerte por su discípulo Nizami, a quien había dejado esta indicación: Mi tumba estará colocada en un lugar donde el viento norte podrá cubrirla de rosas deshojadas”.
Murió en 1131. 
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Las Matemáticas de Omar Khayyam
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Como matemático, como científico -que es el aspecto que nos interesa destacar en esta comunicación-, sus trabajos no comenzaron a ser conocidos en Occidente hasta el siglo XVIII, cuando en 1742 Gerardo Merman publicó en Leyden su libro Specimen calculi fluxionalis, creyendo que el manuscrito de Omar Khayyam que se encontraba en dicha ciudad contenía la resolución algebraica de las ecuaciones cúbicas, error en el que también incurrieron otros matemáticos y que no fue señalado hasta principios del siglo XIX por Sedillot y Chasles, teniendo que esperar hasta el año 1851 para que se publicara la primera traducción al francés de su Tratado de Álgebra, debida a Vöpcke.
Esta famoso Tratado, que ha colocado a nuestro autor entre los matemáticos universales más insignes, y que fue esencial para sus futuras investigaciones como astrónomo, se divide en cinco partes y en él se tratan sistemáticamente, por primera vez, las ecuaciones cúbicas, empleando, además, los trazados de cónicas para determinar el número de las raíces reales y evaluarlas aproximadamente.
Para entender y comprender mejor su excepcional aportación a las Matemáticas universales, y desde luego, a la Matemática árabe de su tiempo, diremos que ésta, la Matemática árabe puede clasificarse, de una manera bastante natural, en cuatro tipos diferentes:
1) una Aritmética que provenía muy probablemente de la India, basada en el principio posicional.
2) un Álgebra que, a pesar de sus orígenes innegables en Grecia – más concretamente en Arquímedes y Apolonio-, tanto la India como la antigua Babilonia adoptaron y que los árabes trabajaron de una forma singular, nueva y sistemática.
3) una Trigonometría cuyo contenido sustancial provenía de Grecia, pero a la que los árabes dieron fórmulas típicas hindúes y lograron ampliar con nuevas funciones y relaciones entre las mismas.
4) una Geometría que, naturalmente, provenía de Grecia, pero a la que contribuyeron los musulmanes con diversas generalizaciones y estudios críticos, tales como os relativos al axioma del paralelismo.
Con relación al tercer tipo, las Matemáticas trigonométricas, Tanto Ibn Yunus como Alhazen introdujeron fórmulas de transformación que fueron utilizadas en Europa hasta el siglo XVII, antes de que inventaran los logaritmos.
Y con relación al cuarto tipo de Matemáticas enumerado, la Geometría, fue un siglo después de Alhazen, cuando Omar  Khayyam revolucionó este tipo de estudios con su Tratado de Álgebra, que extendía la clásica álgebra de al-Juwarizmi hasta incluir las ecuaciones cúbicas. Siguiendo la tradición de sus predecesores, Omar Khayyam da los dos tipos de soluciones, aritméticas y geométricas, para las ecuaciones cuadráticas; acerca de las ecuaciones cúbicas en general, parece haber creído en principio (equivocadamente, como se vio en el siglo XVI), que era imposible dar soluciones aritméticas, y por lo tanto, Omar Jayyam da únicamente soluciones geométricas en estos casos.
La idea de utilizar intersecciones de cónicas para resolver ecuaciones cúbicas no era nueva, sino que ya había sido explorada y explotada por Menecmo, Arquímedes y Alhazen, pero Omar Khayyam dio el paso decisivo de generalizar el método para cubrir todas las ecuaciones cúbicas que tengan alguna raíz positiva. Ya en una obra anterior, al llegar a una ecuación de tercer grado, hacía expresamente Omar Khayyam la observación siguiente: “Esto no puede resolverse por medio de la geometría plana -es decir, usando solamente regla y compás-, debido a que contiene un cubo, y para resolverlo necesitamos las secciones cónicas”.
Para las ecuaciones de grado mayor que tres, Omar Khayyam, evidentemente, no intentó utilizar métodos geométricos análogos, por la sencilla razón de que el espacio no tiene más que tres dimensiones, llegado a afirmar que “... lo que llaman los algebristas cuadrado-cuadrado en el tratamiento de las magnitudes continuas, es sólo una cuestión teórica que no existe de ninguna manera en la realidad...
Los complicados procedimientos que aplicaba Omar Khayyam con justificado orgullo a las ecuaciones cúbicas, está claro que los podemos formular ahora de una manera mucho más breve y elegante, usando la notación algebraica y los conceptos modernos, tal y como sigue: sea la ecuación cúbica x3 + ax2 + b2x +c3 = 0; si sustituimos en ella x2 por 2py obtenemos 2pxy + 2apy + b2x + c3 = 0, que es la ecuación de una hipérbola, mientras que la ecuación x2 = 2py de la sustitución representa una parábola.
Está claro, pues, que si representamos la hipérbola anterior y esta parábola en un mismo sistema de ejes de coordenadas, entonces las abscisas de los puntos de intersección de las curvas (si las hay), serán las raíces de la ecuación cúbica dada. Es obvio que podrían haberse utilizado muchos otros pares de secciones cónicas distintos para resolver la cúbica de una manera análoga.
Omar Khayyam, a falta del concepto de coeficiente negativo, tuvo que dividir el problema en muchos casos distintos según los números a, b, c, fueran positivos, negativos o cero; además Omar Khayyam tenía que identificar sus secciones cónicas de una manera específica para cada caso concreto, al no disponer aún en aquella época del concepto de parámetro en general. Por otra parte, no se daban todas las raíces reales de una cúbica, al no admitir las raíces negativas y tampoco considerar, en general, todos los puntos de intersección de las secciones cónicas.
Hay que subrayar también que en las soluciones geométricas de las ecuaciones cúbicas dadas por los griegos, los coeficientes siempre eran segmentos, mientras que en el tratamiento de Omar Khayyam son números concretos. Precisamente, una de las contribuciones más fructíferas del eclecticismo árabe en este caso, fue la tendencia a cerrar el antiguo abismo abierto entre el álgebra numérica y el álgebra geométrica.
Ya sabemos que el paso decisivo en esta dirección lo dio Descartes mucho más tarde, pero Omar Khayyam ya se movía por el mismo camino al afirmar que: “... quienquiera que piense que el Álgebra es un sistema de trucos para obtener los valores deincógnitas, piensa vanamente. No se debe prestar ninguna atención al hecho de que el Álgebra y la Geometría son en apariencia diferentes. Los hechos del Álgebra son hechos geométricos que están demostrados...”.
Así pues, al reemplazar la teoría de proporciones geométrica de Euclides por un planteamiento numérico, Omar Khayyam se acercó a la definición de número irracional, y bregó de hecho con el concepto de número real en general.
Omar Khayyam llevó a cabo una exposición sistemática de la resolución de ecuaciones de tercer grado, para la que aplicaba intersecciones de cónicas. Su Tratado sobre la Demostración de Problemas de Álgebra contiene una clasificación completa de las ecuaciones cúbicas con sus soluciones obtenidas basándose en intersecciones de secciones cónicas. Lo más destacable en este trabajo fue la conjetura que hizo al afirmar que ecuaciones como x3+ 200x = 20x2+ 2000 no podían resolverse con las propiedades del círculo, es decir que no eran resolubles con regla y compás, una conjetura que no se demostraría hasta 1837 (P. L. Wantzel). 
Algunas definiciones matemàticas y geométricas de Omar Khayyam:
Cubo de la cosa igual a número
Cubo de la cosa más cosa igual a número
Cubo de la cosa más número igual a cosa
Cubo de la cosa igual a cosa más número
Cubo de la cosa más cuadrado de la cosa igual a número
Cubo de la cosa más número igual a cuadrado de la cosa
Cubo de la cosa igual a cuadrado de la cosa más número
Cubo de la cosa más cuadrado de la cosa más cosa igual a número
Cubo de la cosa más cuadrado de la cosa más número igual a cosa
Cubo de la cosa más cosa más número igual a cuadrado de la cosa
Cubo de la cosa igual a cuadrado de la cosa más cosa más número
Cubo de la cosa más cuadrado de la cosa igual a cosa más número
Cubo de la cosa más cosa igual a cuadrado de la cosa más número
Cubo de la cosa más número igual a cuadrado de la cosa más cosa
Además, y en contra del pensamiento matemático de la época, Khayyam afirmaba que estas ecuaciones podían tener más de una solución. Él llegó a encontrar hasta dos, aunque no creía en la posibilidad de que, en algunos casos, pudieran llegar a existir tres soluciones, como sucede en realidad. En 1077 publicó una obra titulada Comentarios a las dificultades de la Introducción del Libro de Euclides, que no fue reeditada hasta 1936. En ella se plantea el problema del Postulado de las Paralelas, una contribución muy importante a lo que, ocho siglos después, sería el nacimiento de las geometrias no euclidianas. Omar Khayyam llegó también a intuir la existencia de los números irracionales.
Los Trabajos astronómicos de Omar Khayyam
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Todos estos conocimientos matemáticos sirvieron a Omar Khayyam para renovar los conocimientos astronómicos de su época. De todos es sabido que la zona cultural persa-iraní del antiguo imperio islámico medieval muestra un interés singular por la Astronomía a partir de finales del siglo VIII: el número de sabios que se dedican a esta disciplina científica, los libros que nos han llegado de esta época, la cantidad de observatorios públicos y privados y, en fin, las innumerables observaciones precisas y concretas que se registran a partir de esta fecha, son testigos de esta actividad, que, en un principio, se limitaba casi exclusivamente a la observación y a la constatación de lo ya dicho por Ptolomeo y otros geógrafos y astrónomos griegos.
La Astronomía teórica, la Astronomía científica que comienza a desarrollarse a finales del siglo X, es dsignada principalmente por dos términos: ‘ilm al-falak ,o ciencia del orbe celeste, e ‘ilm al-haya’a, o ciencia de la estructura del universo, es decir, la cosmografía. De todas formas, va a ser un término de origen persa, zij, en buena correspondencia con el término griego kanôn, el que se va a utilizar con cada vez más frecuencia para dar título a los tratados astronómicos; así pues, un término, zij, que en sentido estricto y literal se utilizaba para las tablas recopilatorias de los movimientos de los astros, va a ser utilizada, cada vez más, como término genérico para designar a los grandes tratados de Astronomía que conllevan incluidas tablas de observación.
A lo largo del curso de los siglos X y XI, numerosas observaciones astronómicas fueron realizadas, observaciones que, en la mayoría de los casos, sólo eran conocidas por el lugar en donde se realizaron que por quién las realizó: Bagdad, Damasco, Samarra, Nishapur ... lo que nos da una idea de que era observaciones del cielo desde observatorios privados, sin ningún orden ni estructura colectiva de organización o planificación.
Esta primera actividad de observación en el campo de la Astronomía sufrió un salto cualitativo importante, cuando en la ciudad de Raqqa, en el norte de la actual Siria, se comienza a trabajar en un programa sistemático de observación llevado a lo largo de casi treinta años y en donde se comienza a utilizar unos denominados “tubos de observación”, término que recoge incluso el gran astrónomo al-Battani en su obra. 
Estos tubos, que no aparecen en ningún tratado griego, estaban provistos de lentes, permitían focalizar la mirada sobre un rincón del cielo eliminando la luz cegadora. Al-Battani no hace más que mencionarlos, pero es en la obra de al-Biruni en donde encontramos una descripción precisa de este tipo de aparato de observación astronómica y de su manejo, aparato que llega a Occidente a finales del siglo X, llegando a ser, como sabemos, uno de los instrumentos más clásicos de observación.
Precisamente, va a ser en un observatorio dotado de estos tubos de observación, en donde Omar Khayyam va a realizar innumerables e importantes observaciones del cielo. Este observatorio probablemente fue creado hacia el año 1074, en la región de Ispahán, bajo el reinado de Malik (1072-1092) y ya, desde un principio, se va a trabajar con un plan organizado y con una cierta sistematicidad, en programas de observación de una duración de treinta años, el tiempo de una revolución completa de Saturno, el planeta conocido entonces como el más alejado de la tierra.
Este observatorio sólo va a funcionar de hecho dieciocho años, hasta la muerte de su fundador, pero fue el primer observatorio oficial en tener una actividad continuada, dentro de un marco de organización planificada y precisa y, por ello, va a ser el modelo del gran observatorio de Maraga, creado en la segunda mitad del siglo XIII, que marcará un salto cualitativo importante en la historia de la astronomía árabe.
De hecho conocemos bastante bien el funcionamiento del observatorio de Maraga, continuador del observatorio en donde Omar Khayyam, a finales del siglo XI y principios del XII realizó su labor como astrónomo; situado en el noroeste del Irán actual, permite elaborar con sus observaciones un juego de tablas astronómicas, las tablas iljanianas, de gran uso, pero sobre todo da a los sabios, a los científicos que trabajan en él, la posibilidad de poder poner a punto modelos geométricos mejores que los dejados por Ptolomeo, para dar cuenta de los movimientos celestes. Todo ello fue posible gracias a la excelente calidad del instrumental utilizado, a una organización rigurosa del trabajo y, especialmente, al gran número de sabios de reconocido prestigio que trabajaron en este observatorio, como Nasir al-Din al Tusi (1201-1274) y al-‘Urdi (m. 1266).
La construcción del observatorio de Maraga fue financiada por Hulagu Khan (m. 1265), el cual no dudó en hacer partícipe a este observatorio como destinatario de bienes waqf para su mantenimiento, siendo la primera vez, que nosotros sepamos, que un observatorio goza de este privilegio, lo cual puede explicar que sus trabajos e investigaciones continuaran incluso después de la muerte de su fundador y benefactor Hulagu Khan, sin que la financiación y el apoyo económico se suprimiera bruscamente con la muerte del príncipe mecenas, tal y como ocurrió con el observatorio fundado por Malik en el que trabajó Omar Khayyam.
Su construcción comienza en el año 1259 y todo parece indicar que acaba en el año 1263. El conjunto construido se encontraba situado en un terreno de 280 x 220 metros y comprendía, además de todo un surtido de instrumentos variados de observación, una importante biblioteca y una pequeña fundición para la elaboración de aparatos y utensilios de cobre. Al-‘Urdi, que fue uno de los responsables de la fabricación de los aparatos, no concibe ninguno que no fuera conocido ya, pero sí se esmera en producirlos con una mejor calidad y una mayor precisión. Sólo tenemos noticia de un aparato de observación astronómica que fue inventado y utilizado en el observatorio de Maraga: se trata de un círculo azimutal provisto de dos cuadrantes, que permitía tomar simultáneamente la altura de dos astros sobre el horizonte.
El programa de observaciones continuadas, tal y como lo diseñó Nasir al-Din al-Tusi, era de una duración de treinta años, por las mismas razones y a semejanza del observatorio fundado por Malik y en el que trabajó Omar Khayyam, pero finalmente fue reconducido a una extensión de sólo doce años, el tiempo de rotación de Júpiter, siendo las famosas tablas iljanianas publicadas durante este periodo.
Numerosos sabios y astrónomos trabajaron en el observatorio de Maraga; no sólo Nasir al-Din al-Tusi y al-‘Urdi, ya mencionados, sino también Muhyi al-Din al-Magribi y Qutb al-Din al-Shirazi, creándose una auténtica escuela alrededor de Maraga, que tendrá una influencia indiscutible en el desarrollo posterior de la Astronomía oriental y occidental.
Cuadrante para la observación astronómica
Tenemos datos que nos confirman su actividad plena, al menos hasta el año 1316, año de la muerte de su último director conocido, Asil al-Din, que estuvo en este cargo desde el año 1304, pues hacia el año 1350 sus instalaciones ya eran ruinas. Estamos seguros que el observatorio de Maraga ha funcionado más de cincuenta años, aunque no sea posible, por el momento, poder dar una fecha precisa del cese de sus actividades.
Es necesario volver a resaltar que este observatorio tuvo una influencia muy importante, no solamente por la cantidad y la calidad de los trabajos científicos que allí se desarrollaron, sino porque acabó siendo el modelo, el prototipo, de los grandes observatorios astronómicos posteriores, en particular de los tres grandes observatorios islámicos más grandes, el de Samarcanda (fundado por el príncipe Ulug Beg en el año 1420 y que mantuvo su actividad hasta el año 1500) , el de Estambul (que fue construido por el astrónomo Taqi al-Din en el año 1575 y que sólo ha dejado de funcionar hace unas decenas de años) y el construido en la India, en la ciudad de Jaipur (proyectado por Jai Singh en el año 1740).
Centrándonos en la actividad astronómica de Omar Khayyam, cuatro grandes aspectos de la misma podemos destacar.
En primer lugar, por supuesto, su colaboración y sus trabajos en el observatorio fundado por el príncipe Malik, en particular los llevados a cabo sobre la reforma del calendario solar.
-->La reforma que hizo del calendario superó con mucho a la del calendario Juliano, ya que calculó la duración del año en 365.24219858156 días, una precisión asombrosa para la época si se tiene en cuenta que actualmente dicha duración se cifra en 365.242190 días. En el año 1074, Omar Khayyam fue invitado por el sultán selyúcida Malik Shah a la capital del reino, Ispahán, para crear un observatorio astronómico y reformar el calendario solar persa, labor necesaria para la organización de los trabajos agrícolas. Las nuevas observaciones del movimiento del sol permitían medir con más precisión la duración del año solar; el primer día del nuevo calendario solar coincidió con el equinoccio de primavera del año 1079, llamado “malikí” o “yalalí”, en honor, como no, del soberano Malik Shah, que además llevaba el nasab de Yalal al-Dawla.
La reforma no fue llevada, finalmente, a su último término, pero la designación de los años bisiestos establecida según la serie 4, 8, 12, 16, 20, 24, 28 y 33, es mucho más exacto que, por ejemplo nuestro calendario gregoriano, ya que éste último tiene una variación, una diferencia sobre el calendario solar de un día cada 3.333 años, mientras que el propuesto por Omar Khayyam, tiene una variación de un día cada 5.000 años.
El observatorio, que como hemos dicho anteriormente, fue el modelo del posterior de Maraga, fue destruido tras la muerte de Malik Shah, en el año 1092.
En segundo lugar, hay que citar, dentro de la actividad astronómica de Omar Khayyam, su compilación de las conocidas “Tablas astronómicas para Malik Shah” (Ziy Malik Sahi), mencionadas por Hayyi Jalifa. De las mismas, de este valioso documento de astronomía, sólo nos ha llegado una parte: el catálogo de las cien estrellas más brillantes; este fragmento se ha podido encontrar en un manuscrito anónimo escrito por los Isma’ilíes y que, en la actualidad, se encuentra depositado en la Biblioteca Nacional de París.
En tercer lugar, es necesario mencionar su obra sobre Astronomía “El Libro del año Nuevo” ( Nawruz-nama), escrita en persa. En este libro Omar Khayyam recoge y rcopila todas sus teorías y actividades realizadas alrededor del calendario solar persa. Sólo se conoce la existencia de un único manuscrito de este libro, conservado en Berlín, cuyo texto fue publicado en Teherán, en el año 1933.
Respecto a esta obra, podemos afirmar que, sin duda, fue escrita para atraer la atención de los sucesores de Malik Shah sobre los problemas del calendario persa y animarlos a reconstruir el observatorio, objetivo en el que no triunfó.
Por último, en cuarto lugar, y dentro del ámbito de su actividad en el campo y la docencia de la Astronomía, debemos citar a su alumno ‘Abd al-Rahman al-Jazini.
Sabemos que, en la época en que la capital del sultanato selyúcida fue transferida a Merv, Omar Khayyam escribió sus obras sobre Mecánica. En Merv, en la corte del sultán Sanyar, trabajó el discípulo de Omar Khayyam, ‘Abd al-Rahman al-Jazini, autor de las “Tablas astronómicas de Sanyar”, además de un tratado sobre Mecánica titulado “La balanza de la sabiduría” (Mizan al-hukm).
Esta obra de al-Jazini incorpora los textos de los dos tratados de Omar Khayyam sobre mecánica, “Acerca de la balanza justa (Fi-l-kustas al-mustakin) y”La balanza de las sabidurías” (Mizan al-hikam). Las dos obras están consagradas a la teoría de la balanza de platillos.
Antigua ciudad de Merv, donde se hayaba el observatorio que permitió el trabajo de Omar Khayyam
-->Cultivó también Khayyam el estudio del derecho, de la metafísica, de la ética y de las ciencias naturales. Los Rubbaiyat -->
 
Podéis bajaros el libro aquí: http://www.linksole.com/9zwc5 El nombre de Omar Khayyam se dio a conocer en occidente gracias al libro que, en 1859, publicó Edward Fitzgerald, en el que estaban recopiladas y traducidas las 600 cuartetas Rubaiyat (palabra persa que significa “aforismo en forma de cuarteta”) atribuidas al poeta. A esta edición le siguieron traducciones en la mayoría de las lenguas cultas, consagrando la obra poética de Omar Khayyam como una de las obras maestras de la literatura.  Hay quien dice que: "Khayyam es un desesperado que se oculta tras una máscara que ahoga un sollozo. ¿Le atormenta el misterio de la creación del Universo?¿O el misterio tanto más próximo de la condición humana? ¿El misterio conmovedor del amante dormido abrazado a una muchacha? ¿El misterio de la sonrisa de un niño? ¿O es ese otro enigma aún más insondable del mendigo hambriento que bendice a Dios antes de tenderse en su estera?
Algunos le ven, es cierto, como un borracho impenitente, amigo sólo del vino y de los placeres fáciles. Pero la esencia del vino es para Khayyam más que un misterio, una esencia mística. Goethe decía que la embriaguez es la juventud sin vino. 
Mientras los sabios van dando respuesta a los misterios que angustian al hombre, Khayyam confiesa su ignorancia y su repulsión por lo improbable. Ni siquiera su obra poética le  preocupa ni le interesa, de hecho la mayoría de sus cuartetas se han perdido. El verdadero  Khayyam sobrevive "en el corazón y el espíritu de una élite independiente y en la admiración de los libertinos". Para Khayyam, todas las sujecciones morales son artificios que nada tienen que  ver con la esencia profunda del hombre consciente de que "su vida es breve como un incendio. Llamas que se olvidan. Cenizas que el viento dispersa."
Tanto la ascesis como la embriaguez pueden trascender al hombre, pues tanto la una como la  otra, no son sino meros vehículos que nos dan una imagen del camino cósmico de la vida.¿Qué se le puede reprochar a Khayyam si él llegaba al éxtasis por el vino? ¿No era un régimen bien  nutricio el que siguió durante los últimos años de su vida, sólo pan y vino, los alimentos sacramentales, antes de morir a los ochenta y cuatro años?
Baudelaire, que también ha celebrado el vino como amigo de los amantes y solitarios, nos informa que el alma del vino una noche se pone a cantar en las botellas, en su prisión de cristal, "un canto de luz y de fraternidad". Marmeladov, el triste héroe de Dostoievski, nos dice "Yo  bebo porque quiero sufrir todavía más". Y Hölderlin le hace decir al obrero que una noche se  gasta toda su paga en vino "He vivido una vez como los dioses". Bajo la protección de su  amigo el visir Nizam-Ol-Molk, Khayyam era dueño de su propio tiempo y de su propia libertad, ¿por qué conformarse con vivir un sólo día como los dioses cuando se puede vivir toda la vida como ellos? El carpe-diem de   Khayyam se transparenta en su serenidad dolorosa, en esa paz espiritual que conquista no sin esfuerzos ni heridas a lo largo de toda una vida de incesantes búsquedas. ¿Y cuál es el resultado de todo su esfuerzo, de todas sus zozobras, de todos sus sobresaltos protoplásticos? "El mismo que el de tu meditación perpetua: nada." Texto extraído del prólogo de Ramón Hervás para el libro "Rubaiyyat", de Omar Khayyam.
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En webislam nos dicen que: Se sabe que viajó a Samarcanda, Balj, Herat, Isfahán y la Meca. Se cuenta que era de fuerte carácter, muy criticado y rechazado por los estrictos ulemas y el pueblo llano debido a su postura frente al hecho religioso, pues dudaba de la Resurrección, del Juicio Final y era de la opinión que había que disfrutar de los placeres de la vida. No es menester hablar mucho de Omar Khayyam pues de él ha corrido ríos de tinta en Occidente, y sus versos nihilistas, los Robayyat, han sido traducidos a muchas lenguas europeas. Curiosamente, en Persia, siempre ha sido conocido más como astrónomo y matemático, y los persas siempre dicen que es el "poeta persa de los occidentales". Ello no quiere decir ni mucho menos que en Irán no sea apreciado su genio literario, lo que ocurre es que su versos nihilistas han causado a lo largo de muchos siglos cierta repulsa en una sociedad de por sí religiosa. Sea de ello como fuere, hay algunos eruditos persas (y occidentales) que han querido ver en los versos de Omar Khayyam una obra mística y que todas esas alusiones al vino, a la buena vida y las mujeres no son más que simbología o alegoría sufí, como de hecho ya existen en otras obras de reconocida naturaleza mística. Es cuestión de opiniones.  El carácter incrédulo de los Robayyat ha hecho que éste haya sido muy falseado ya que después, a todo aquel que en Persia se le ocurría un verso algo herético, se lo atribuía a Khayyam para no verse comprometido.
Veamos algunos de sus poemas:
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Cuando hayamos partido sin dejar ningún rastro el sol no cambiará sus leyes ni sus ciclos; ya vivió sin nosotros innumerables siglos y no para deleitarnos luce su ardiente astro.
Mulá: no reces por mí. Dios da su don sin que se lo pidan, y el velo de perdón y su misericordia, inmensos como el mar, cubrirán, sin mirarlos, los pecados de Omar.
La tierra es un mosaico de dioses y creencias, de clérigos, profetas, sacros libros y textos: impiedad, fe, pecado, son sólo los pretextos que los hombres invocan al luchar como fieras.
Bebamos, amor, bebamos: todo al olvido invita. Yo que medito siempre, solamente en dos días no he querido pensar ni jamás he pensado: el que está por venir y aquel que ya ha pasado.
Si vino y bellezas hay, pide vino y bellezas, siéntate junto al agua que el verde prado riega, deja diablos y hurís al musulmán que crea, mañana puedes morir si es que mañana llega.
Si en el cielo hay hurís y vino, como dice el mulá, nuestro premio en lo alto será beber y amar. Yo comienzo a gozar y vaciar copas en vida, disponiendo mi alma al placer de allí arriba.
Al mundo me trajeron sin mi consentimiento y los ojos abrí con sorpresa infinita, partiré después de reposarme un tiempo sin saber la razón de mi entrada y salida.
Escucha, musulmán, los días aptos para beber sin herir tu conciencia: martes, jueves, viernes, domingos, sábados, miércoles y lunes, ¡los demás, abstinencia!
Yo bebo entre las flores, la conciencia tranquila, y tú trabajas siempre, gran muftí de la villa; tintas de rojo oscuro tenemos nuestras manos: yo de sangre de cepa; tú, de la de tus hermanos.
Entrégate al placer, oh mortal, sin recelos: nadería es el mundo y nadería la vida y nadería esa bóveda hecha de nueve cielos. Amar y beber es cierto, ¡y lo demás mentira!
En medersas e iglesias, buscando la verdad, hablé con jeques, santos, filósofos y sabios, escuché las sentencias surgidas de sus labios y salí por la puerta que utilicé al entrar.
¿Podemos vivir sin pecar, oh infelices mortales? ¿qué corazón está limpio de maldad o malicia? Mas si Dios me castiga a causa de mis males tan malo como yo será el Dios que castiga.
 
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Más allá de los límites de la Tierra,
más allá del límite Infinito,
buscaba yo el Cielo y el Infierno.
Pero una voz severa me advirtió: "El Cielo y el Infierno están en ti."
Tuve grandes maestros. Llegué a estar orgulloso de mis progresos. 
Cuando recuerdo que fui sabio, 
 me comparo a ese líquido que llena el vaso y toma su forma, 
y a ese humo que el viento desvanece.
 Convéncete bien de esto:
un día, tu alma dejará el cuerpo 
y serás arrastrado tras un velo fluctuante entre el mundo  y lo incognoscible.
Mientras esperas, ¡se feliz! No sabes cuál es tu origen e ignoras cuál es tu destino.
¿Cuándo nací? ¿Cuándo moriré?
Nadie puede evocar el día de su nacimiento ni señalar el día de su muerte.
¡Ven a mí, ángel amada!
Quiero pedir a la embriaguez olvidar que nunca sabemos nada.
¡Señor, oh señor, contéstame!
Tú nos has dado ojos y permitido que la belleza de tus criaturas nos deslumbre.
Tú nos has otorgado la facultad de ser dichosos. ¿Quiseras que renunciáramos a gozar de los bienes de este mundo?
¡Pero si es tan imposible como invertir una copa sin derramar el vino que contiene!
Mi nacimiento no aportó el menor provecho al universo.
Mi muerte no disminuirá su inmensidad ni su esplendor. 
nadie ha podido explicarme jamás por qué he venido,
ni por qué partiré.
¿Qué es el Mundo? Una parte pequeña del espacio ¿Qué es la ciencia? Palabras. ¿Y qué son las naciones, las flores y las bestias? Sombras. ¿Y tus continuos, tus inquietos cuidados? Sí lo nada en la nada.
Se nos da un breve instante para gustar del agua en este ardiente páramo. 
Ya el astro de la noche palidece. 
La vida va a llegar a su término: el alba de la Nada. 
Vamos, pues, date prisa.
Procede de forma que tu prójimo no se siente humillado con tu sabiduría.
Domínate, domínate. Jamás te abandones a la ira.
Si quieres conquistar la paz definitiva,
sonríe al Destino que te azota y nunca azotes a nadie.
Confórmate en este mundo con pocos amigos.
No busques propiciar la simpatía que alguien te inspiro.
Antes de estrechar la mano de un hombre,
piensa si ella no ha de golpearte un día.
¡Cuán pobre el corazón que no sabe amar,
que no puede embriagarse de amor!
Si no amas, ¿cómo te explicas la luz enceguecedora del sol
 y la más leve claridad que trae la luna?
Sabes que no tienes poder sobre tu destino.
Por qué esa incertidumbre del mañana ha de causarte miedo?
Si eres sabio, goza del momento presente.
El porvenir? Qué  te puede traer el porvenir?
Renuncia a la recompensa que merecías.
Si feliz. No te lamentes por nada.
No anheles nada. Lo que te ha de suceder,
escrito está en el libro que hojea al azar el viento de la Eternidad.
 ¡Qué misterio el de esos astros que ruedan en el espacio!
Khayyám: aférrate con fuerza a la cuerda de la Sabiduría.
¡Cuidado con el vértigo que,
a tu alrededor, derriba a tus compañeros!
Quien me trajo a este mundo sin duda sabe dónde me arrojará después. Nada ni nadie puede cambiar su decisión. Bebamos, jovenzuelo. ¿Para qué he de esforzarme en variar lo invariable?
Cierra tu libro y piensa. Mira impasible al Cielo y a la Tierra. Da al pobre la mitad de tus bienes, perdona las ofensas, no le hagas daño a nadie y apártate a un rincón si quieres ser dichoso. Acepta cualquier goce que pueda ofrecerte la Vida. No creas que haya alguien que cuente nuestros vicios y virtudes. Desprecia lo que robarte pueda un momento dichoso.
¿Tienes miedo al mañana? ¡Tonto! Sé confiado. Para justificar ese temor, que acecha la desgracia. No quieras consejos ni lecciones sabias. Nuestro destino será siempre insondable.
Todos saben que nunca susurré una plegaria que nunca intenté encubrir mis defectos. No sé si existe una clemencia, Pero si existe me siento perdonado, pues sincero fui siempre.
Igual que una linterna mágica es el destino en torno del cual vamos todos girando: la lámpara es el sol, el mundo la pantalla, nosotros las imágenes que pasan y se esfuman. Cielo, infierno, esperanzas, temores... ¡Bah! Que traigan de beber. Una cosa es cierta: que la vida va pasando, y el resto vaciedad es. La flor marchita nunca florecerá de nuevo.
Señor, en mi camino tendiste mil celadas. Después me amenazaste: " ¡Ay de ti si no sabes escapar estos peligros! " Lo ves, lo sabes todo. ¿Acaso puedes reprochar mi rebeldía? El hombre es solo un títere que el Destino maneja a su antojo. El Destino nos empuja al tablado del mundo, pero cuando siente Hastío no duda en arrojarnos al cajón de la Nada. El Destino, que con todo termina, acabar puede con tu alma y la mía. Vaciemos ya las copas y vamos a tumbarnos en el césped, pues pronto sobre nuestras cenizas ha de crecer la hierba. Si ha sido Dios el que creó los seres, ¿Por qué tan pronto tiene que destruirlos? Si son feos e imperfectos, ¿quién tiene la culpa? Y si bellos y buenos, ¿para qué aniquilarlos? No pretendas Khayyam, descifrar el enigma de la Vida, que es sólo una ficción. Lo eterno es una copa llena de burbujas; tú eres una. Goza, no pienses en el cielo o el infierno.
Ya ha pasado el tiempo de mis hermosos años. Se fue la primavera de mi vida, y el ave de juventud ha levantado su vuelo rapidísimo. No sé cuándo ha venido ni cuándo se ha marchado.
Frecuenté mucho el trato de sabios y de doctos en mi edad juvenil. Grandemente admiraba doctrinas, teorías... Pero al dejar sus aulas estaba más confuso que al penetrar en ellas.
Lo mismo que ellos, yo sembré la semilla de la sabiduría, y me he sacrificado para que germinase. Coseché estas verdades: que vine como el viento, que me iré como el agua.
Te basta saber que todo es un misterio: la creación y el destino de la Tierra y el tuyo. Sonríe, pues, ante ellos. No sabrás nada más cuando hayas franqueado las puertas de la nada.
Una vez encontré en la taberna a un sabio venerable "¿Qué puedes -le pregunté- decirme de aquellos que se fueron? " "Bebe -dijo solícito-, porque muchos marcharon, pero ninguno ha vuelto".
¿Por qué debe inquietarme lo que oculta el futuro? desgracia persigue al hombre temeroso. Alégrate, no tomes la vida muy en serio: las dudas no alteran el curso del destino.
Cuando el dolor te doble, cuando agotes tu llanto, recuerda las gotas de lluvia que brillan en las hojas. Y cuando te irrite el día y quieras noche eterna, no olvides el despertar de un niño.
Abriré mi pecho. Mi regla de conducta es hacer cuando quiero todo, a despecho toda moral o conveniencia. En nada, en nadie creo. No amo a nadie, y tampoco tengo fe ni esperanza.
Entre impiedad y fe tan sólo un soplo existe, así como también separa un simple soplo dudas y convicciones. Goza el soplo presente, que está la vida entera en el soplo que pasa.
Me pregunto qué poseo verdaderamente. Me pregunto qué subsistirá de mí después de mi muerte. Nuestra vida es breve como un incendio. Llamas que se olvidan, cenizas que el viento dispersa: un hombre ha vivido.
El vasto mundo: un grano de polvo en el espacio. Toda la ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas:sombras. El resultado de tu meditación perpetua: nada
Cuando yo ya no esté, no habrá más rosas, cipreses, labios rojos ni vino perfumado. No habrá más albas ni crepúsculos, alegrías ni penas. El universo no existirá, pues su realidad depende de nuestro pensamiento.
Aquí con un mendrugo, entre el gayo ramaje, una ánfora de vino, un manojo de versos, y tú conmigo, sola, cantando entre el boscaje, es para mí un paraíso el yermo más salvaje.
A aquellos que en el hoy aguardan su ventura, y a los que en el mañana fijaron su esperanza, un muezín les grita desde la Torre Oscura: -«¡Locos! ni aquí, ni allí, vuestra paga es segura!»
Por la séptima puerta, sidéreo peregrino, volé y fuí a sentarme de Saturno en el trono: Muchos cerrados nudos desaté en mi camino, mas no el nudo maestro del humano destino. Y allí estaba la puerta cuya llave no vi; y allí se alzaba el velo que lo ocultaba todo: Un vago murmurar cerca de Ti y de Mí se escuchó... y después nada, ni de Mí ni de Ti.
Luego al Tú en Mí que oculto tras el velo infinito incesante labora, en mi extravío invoco: -«¿Con qué lumbre orientarme en mi vagar fortuito?» -«Con una mente ciega!»-se contesta a mi grito.
Para acabar me gustaría ofreceros una presentación con música de Omar Taruk:
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Como siempre espero que os sea útil.

1 comentari:

guesswho ha dit...

Excelente, gracias por tan amplio resumen sobre Kayyam.