dimecres, de gener 23, 2013

LA CONTRACULTURA: DE LOS BEAT A LOS HIPPIES 2/2

EL MOVIMIENTO HIPPIE.














Jamás me he considerado a mi mismo un hippie. En el tiempo en que debería haberlo sido, mis preocupaciones se orientaban más hacia los temas propios de un revolucionario de izquierdas antifranquista, que no hacia unos jóvenes que en aquel momento me parecían sin conciencia de clase, unos pequeños burgueses partidarios de las fiestas –orgías!-, los porros y el rock&roll. No le hacía ascos a la música de los Beatles, pero prefería a los Raimon o Paco Ibañez. No le hacía ascos a la “revolución sexual” –tenía 17 o 18 años!- pero me interesaba “mi chica”. Me atraía la psicodelia, pero más como psiconauta interior que no como forma de diversión o pasatiempo. De hecho, de mi círculo más cercano de conocidos, sólo uno, adoptó lo que podríamos llamar una estética propiamente hippie y efectivamente partió hacia las cuevas de Sant Antoni en Eïvissa, para encontrar a sus pares.
No fue sino mucho más adelante, años 71-73 que empecé a aproximarme a ellos con otros ojos. Una visita a Eïvissa, una ropa etérea y colorista que empezaba a gustarme, una larga y preciosa amistad con miembros de una comuna hippie en el Baix Priorat, las lecturas de Castañeda, de Suzuki i Allan Watts, el incienso, la meditación, Pink Floyd, Allan Parsons, Ibn Arabí y el sufismo, se fueron incorporando a mi vida prácticamente sin darme cuenta, de manera que un día, algún alumno, tal vez quiso insultarme llamándome: “hippie” – equivalente a raro, utópico, soñador- y me sentí a gusto con el calificativo. No, no he sido nunca un hippie, en este país “haberlos, haylos” pero poquitos, eh!. Pero eso no ha impedido que con los años no haya sido capaz de comprender, apreciar, incluso admirar y compartir, la práctica totalidad de sus sueños.
En la entrada anterior comenzamos analizando que los antecesores de los hippies fueron la generación Beat, alrededor de la cual o junto a esta, se hizo todo eso de la moda de los beatniks. Junto con Nueva York, San Francisco era la segunda ciudad Beat y allí se dio una continuidad directa de los beatniks con los hippies dado a que fue en esa ciudad donde nació el movimiento hippie. 
Seguimos ofreciendo los vídeos de Diana Uribe sobre el movimiento:







Y si bien Allen Ginsberg como se sabe es uno de los escritores beat principales. También es conocido por ser abiertamente anarquista pero claro en una forma más de "estilo de vida", pero era anarquista. Fue amigo de Bob Dylan, así como fue uno de los principales oradores en el evento principal del Verano del Amor en San Francisco conocido como Human Be-In  junto con Timothy Lear, el apostol de la Psicodelia, a quien algún dia deberemos realizar un homenaje desde éstas páginas.





Los beatniks les pasaron el interés por la filosofía e espiritualidad oriental a los hippies. Éste es el caso de Gary Snyder y Diane di Prima los cuales eran anarquistas y abrazaron también el budismo. Snyder escribió "Buddhist Anarchism"  en 1961. Es claro que ese antiautoritarismo pacifista derivado del budismo pasó de estas manifestaciones hacia los hippies.
Ahora tomemos en cuenta la tradición anarquista que cobro importancia en EEUU a mediados del siglo XX como fue el anarco-pacifismo. Allí tenemos a Ammon Hennacy y a Dorothy Day los cuales eran anarcocristianos pacifistas que estaban muy en la onda de la desobediencia civil inspirados por Tolstoy y Gandhi en el movimiento contra la guerra, antimilitarismo y el movimiento anti-nuclear . En este articulo se habla de la influencia de esas prácticas en la contracultura de los sesenta
Y los métodos gandhianos y de desobediencia civil del anarquista Henry David Thoreau también fueron importantes para el movimiento de derechos civiles sobre todo la Student Nonviolent Coordinating Committee, la cual demostró que los métodos no violentos de acción directa y resistencia pueden ser realmente efectivos y así esa estela de prestigio de métodos anarco-pacifistas llegaron a influenciar por el lado del movimiento de derechos civiles y por el lado del movimiento contra la guerra a todo el tema hippie del pacifismo.





Así pues esas podrían ser influencias directas. Pero veámos como algunos temas de cierta línea anarquista de pensamiento y acción crearon una línea de acción y forma de vida radical que es claramente visible en el movimiento hippie.
En la entrada anterior ya mencioné al anarquista estadounidense Henry David Thoreau. El fue uno de los pioneros del anarquismo pacifista con su famoso libro “Desobediencia Civil”, en el que sostenía la no colaboración ética con un estado que ejecuta acciones injustas. También lo fué su antimilitarismo, en tanto se oponía a la guerra de EEUU contra México y así decidió no pagar impuestos. Por otro lado era también un anti-esclavista declarado. Así pues, Thoreau reunió y heredó el anarco-pacifismo de raíz tolstoiana y la resistencia activa no violenta. Pero otro legado importante de Thoreau al hippismo fué el ecologismo libertario. Thoreau escribió su famoso libro “Walden: La vida en los bosques” en el cual se afirma una visión  de desconfianza hacia la emergente –en aquellos días- sociedad industrial, una tendencia hacia la simplicidad voluntaria, la renuncia a todo lo superfluo y una visión ecologista que como menciona Xavier Diez en sus estudios, influyó sobre el anarcoindividualismo español, con la práctica insumisión voluntaria. El anarquismo individualista y las otras tendencias del anarquismo durante la Dictadura y la Segunda República (1923-1938) fueron fundamentales para la emergencia del anarco-naturismo, como podéis ver en la entrada:


http://terraxaman.blogspot.com.es/2012/10/el-anarconaturismo-doble-camino-hacia.html

Evidentemente todo esto fué propio de los hippies, tendió a gustarles eso del nudismo y así heredaron y abrazaron influencias del naturismo nudista, pero también la visión ecologista del naturismo. Las raíces de buena parte del movimiento “verde”, desde los ecologistas a los partidarios de la “ecología profunda”, así como los movimientos primitivistas, se encuentran también en aquel movimientos de los “Child flowers”.






Otro tema central de los hippies como lo fue también para los anarcoindividualistas, es el del “amor libre”. Entre ellos se habló mucho de Emile Armand el cual pareceria casi un proto-hippie en tanto era propagandista dedicado del amor libre y la poliamoria. En el ideario del amor libre no existen relaciones de poder o dominación, y por tanto, en su visión idealizada, estaría libre de engaños y traiciones, de obstáculos y mentiras, de acciones desesperadas, homicidios y suicidios. El amante libre acepta el rechazo del otro, o el fin de las relaciones con el otro, con suma deportividad, admitiendo que no se puede hacer nada sobre las pulsiones sexuales y el estado de enamoramiento en otra persona. 
Por lo tanto, no hay estrategias que cumplir, no hay tramas en las que tratar de forzar la realidad, no hay ganas de hacer sufrir al otro para atraerlo de nuevo hacia el amante. Simplemente porque se respeta que el otro no quiera, y se le deja marchar tan libremente como llegó. Cierto que se le puede transmitir la desazón que nos provoca la ruptura, pero el amante libre sigue amando al otro y a los demás porque su forma de estar en el mundo es amorosa. El amor libre no contempla la batalla, la guerra, el acoso o la conquista, la derrota o el triunfo.




El amor libre es más recolector que cazador, porque no emplea la violencia de la pasión, porque permite que el tiempo y el libre fluir de los acontecimientos le junten y le separen de las personas. Además, el amante libre disfruta siempre el carpe diem, porque no proyecta su dominio sobre el otro, su influencia o su poder en el futuro. Vive lo que hay, en el terreno de la interacción de los cuerpos, y lo vive con profundidad, estando presente en el acto amoroso, entregándose por completo a sus sentimientos y emociones; el amor libre carece de obstáculos porque se siente como energía vital y como experiencia maravillosa. Aunque, debemos reconocer, ese sería uno de los más graves problemas que tuvo que superar el movimiento hippie desde la perspectiva de la vida en comunas –comunidades-.
Otro de los temas que los hippies heredaron del movimiento anarquista fue el de las de las comunas intencionales de Thoreau, Tolstoy y sobretodos de  Josiah Warren.
Para resumir los hippies heredaron una linea de radicalismo libertario estadounidense que baja desde Thoreau, Josiah Warren y sus famosos experimentos comunales, pasando por la lucha anti-esclavitud y los derechos civiles, el “free love” y la critica contra el matrimonio y el anarco-pacifismo.



Revolución y espiritualidad.



Pero sería absurdo pensar que el movimiento hippie, fue simplemente una adecuación del anarquismo. Para algunos de nosotros que no concebimos ningún tipo de revolución o cambio social, sin una profunda transformación individual, digamos espiritual, resultará evidente que en el interior de un movimiento que pretendía modificar radicalmente el sistema “establihsment”, se desarrollaran con gran fuerza las nuevas corrientes espirituales que se habían tomado de Ásia.







Los historiadores budistas de Estados Unidos llaman a los años de 1960 la década del Zen, la década de los hippies, de las manifestaciones en contra de la guerra y de la lucha por los derechos civiles. California, fue el epicentro cultural de este resurgimiento espiritual. Una de las mayores influencias la ha ejercido el budismo zen, hasta al punto de que se habla de un budismo zen californiano.  En San Francisco se creó un importante centro Zen dirigido por el maestro Shunyu Suzuki Roshi, en la actualidad, más de veinte centros y tres monasterios dependen de los sucesores de Suzuki Roshi.  Una de las figuras más destacadas del zen en los Estados Unidos ha sido Maezumi Roshi, fundador del famoso Centro Zen de Los Angeles. En Europa, en cuenta al Budismo zen se refiere, la figura de Taisen Deshimaru es considerada por unanimidad como el primer patriarca zen de Europa.
Si el movimiento Beat inicia un primer acercamiento a las enseñanzas orientales si bien de forma restringida, ya que era un movimiento  principalmente de intelectuales la irrupción socialmente amplia de las filosofías orientales en occidente tuvo lugar en los años sesenta, gracias en buena parte al movimiento hippie. El movimiento hippie ha sido una las puertas de entrada principales de las enseñanzas orientales en occidente.





A pesar del crecimiento económico que se había experimentado a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial en buena parte de los países de occidente, se produjeron fuertes tensiones sociales y expresiones de descontento político. A mediados de la década de 1960, se producen una serie de movimientos sociales denominados “contraculturales”, que conmocionaron a muchos de los países que hoy forman la O.C.D.E, poniendo en cuestión su legitimidad política. Estos movimientos cogieron por sorpresa a todo tipo de analistas políticos y sociales, ya que estaban siendo protagonizados por jóvenes con buenos niveles educativos y económicos (clase media) y no por las clases desposeídas, que eran las que históricamente protagonizaban las protestas. Además actuaban al margen del marco institucional,  presionando a los poderes pero sin comprometerse directamente en política, actividad en la que no creían y rechazaban.
Los movimientos sociales que surgen en los sesenta, buscan principalmente  una revolución de valores, de actitudes, de formas de vida.
Además de los casos más conocidos de Estado Unidos y Francia, también cabe destacar a Holanda con el interesante movimiento “Provo”, Inglaterra, Italia, Alemania…….





El periodista Michael Fallon del diario The San Francisco Examiner, utilizó la palabra hippie por primera vez en 1965 para referirse a los nuevos beatniks y a los jóvenes de modas bohemias. El movimiento hippie se popularizó en el verano de 1967 en el llamado “verano del amor” durante el primer “Bein” o festival en el parque Goleen Gate de San Francisco. Después se extendería desde su origen californiano (principalmente San Francisco siendo el barrio de Haight-Ashbury su enclave principal)   hacia el este del país, y después llegaría a Europa, América Latina, y Oceanía. En el caso de España, donde ser hippie como dijera el periodista y escritor Luis Carandell era "casi una postura heroica”, las influencias hippies tardaron en llegar debido a la situación de censura y aislamiento internacional y lo hicieron gracias a los viajes de algunos privilegiados españoles (entre los más conocidos están: Luís Racionero, Antonio Escotado, SánchezDragó, Pepa Roma, Ramiro Calle, Fernando Diez y Pepe Ribas) , y sobre todo a través de los viajes de extranjeros hippies que acudían a España sobre todo a Ibiza, Formentera y Menorca, que pasaron a formar parte de la “ruta hippie” que abarcaba a muchos países de varios continentes.
Así, los hippies, proclamaban entre otras cosas:





La libertad sexual o amor libre: traducido en un rechazo a la institución del matrimonio y una conducta sexual contraria a las imposiciones de las Iglesias o el Estado, que eran vistas como intromisiones a la vida personal. “Haz el amor y no la guerra” fue el lema de toda una generación.
Tolerancia hacia la homosexualidad y la bisexualidad.
-      Lucha por los derechos de la mujer y contra el racismo.
Anarquia no violenta: Inspirados en Thoreau y Gandhi, buscaron otras formas de vida más pacificas. Rechazo general a la cultura violenta del materialismo occidental.
Respeto al medio ambiente, conciencia ecológica, formas de vida en armonía con la naturaleza.
Utilización de las drogas visionarias, LSD, marihuana, hachís, peyote, ayahuasca, psilocibina, etc, (que frente a otras drogas más duras, no producen adicción física)  para experimentar nuevos estados de percepción.  La que tuvo más protagonismo fue sin duda la dietilamida del acido lisérgico 25, más conocida como LSD, de hecho muchos consideran al LSD como la chispa que encendió el movimiento hippie. Fue descubierta por el químico suizo Albert Hofmann, quien sintetizó por vez primera la sustancia en 1938 y en 1943 descubrió sus efectos por accidente durante la recristalización de una muestra de tartrato de LSD. Entorno a esta sustancia nació toda una cultura psicodélica durante los 60.  El LSD facilitó nuevas formas de percibir la realidad (conocidas desde siempre por las culturas ancestrales) que facilitaban el cambio de actitudes y valores. Paul McCartney (el ultimo de los Beatles en probar la sustancia) declaraba a la revista “Life”: “Me abrió los ojos, me hizo un ciudadano mejor, más honesto y tolerante”.




Aquí seria interesante recordar algunas de las ideas de Antonio Escohotado en su "Historia General de las drogas": Desde mediados de los años sesenta a mediados de los setenta el consumo de ciertas drogas se vincula con cuestiones de índole mucho más amplia como el retorno a la vida rural, la insistencia en problemas de medio ambiente, la liberalización del sexo, el pacifismo, la corriente humanista de psiquiatría, la «contracultura» y, globalmente hablando, un abandono simultáneo de ideales burgueses y proletarios en nombre de una especie de individualismo pagano —teñido, por lo demás, de rasgos cooperativistas—, que pide para el hombre poder usar el progreso tecnológico en vez de ser usado por él. Si 1966 puede considerarse el año crítico, 1968 será el que quede en el recuerdo como paradigma; es la época donde el superávit económico en los países ricos lanza a millones de jóvenes como peregrinos por el mundo, y a otros tantos a marginarse sin desplazamiento geográfico, prefiriendo unos y otros vivir de las sobras que ceder a los cebos del consumismo promovido por el «Sistema».






Hasta este momento, las drogas habían dado lugar a subculturas, pero nunca a una alternativa cultural prácticamente completa, defendida por millones de personas que de vez en cuando demostraban su poder de convocatoria con actos como los de Woodstock o Wight. Parece difícil que sin la LSD y sus afines hubiera existido el movimiento hipster y, a la inversa, que sin él esas sustancias hubiesen ingresado en la farmacopea infernal, con restricciones más severas aún que los estupefacientes oficiales. Sin embargo, se trata de un fenómeno sociológicamente complejo, quizá demasiado próximo aún para admitir análisis ecuánimes.
Interés por otras culturas distintas a la Occidental, como la de los Mayas , Aztecas, Incas, indígenas Norteamericanos,  y  las culturas de Oriente , sobre todo las de la India. Fueron muchos los que viajaron en peregrinación a Nepal (una calle de Katmandú llamada “freak street” recuerda a los miles de hippies que pasaron por allí) también al Tibet, a la India, al Machu Pichu, a las arenas de Túnez o Marruecos, y a islas como Ibiza . En el caso de la India cabe destacar a la isla de Goa y Rishikesh algunos iban en busca de un maestro que les enseñase yoga y meditación.
A pesar de que los hippies compartían ciertos valores contestatarios y antibelicistas (contra la guerra de Vietnam principalmente), el movimiento fue en realidad bastante heterogéneo y desorganizado.





Tuvo sus formas de expresión en la música (nuevos sonidos como el acid music, el new age y los festivales de música rock) el arte (grafíti, la artesania, pulseras, collares, etc)  y la moda. En el caso de esta última, la vestimenta se salía del estilo formal y común de la sociedad de entonces. Durante éste periodo surgieron los clásicos “patas de elefantes”, las camisas hindúes, la barba y el pelo largo, las faldas floridas, los carteles con la efigie del Che Guevara. La ropa dejó de tener sexo, y nació lo “unisex”, expresión del nuevo individuo pansexual, que iba más allá de las categorías de genero hombre/mujer socialmente construidas e impuestas. La minifalda que creara la diseñadora Mary Quant en 1965 se impuso ampliamente entre las jóvenes. Las flores, símbolo de la época, se usaban tanto en la ropa como en el pelo y representaban el idealismo que los guiaba en la llamada “revolucion de las flores”.
Para algunos, el movimiento hippie solo constituyó una moda más, otra forma de snobismo, una manera de escapar de las responsabilidades, de cambiar una cosa por otra sin profundizar, de abusar de las drogas y enriquecerse con el trapicheo. Esta es la parte negativa del movimiento.  Pero para otros (unos pocos) esta filosofía de vida caló muy hondo. 







Bajo mi punto de vista el movimiento hippie es uno de los puntos de inflexión más relevantes en la historia del acercamiento de las enseñanzas orientales principalmente Budismo y Yoga al gran público occidental.  Comenta Fernando Diez (músico, escritor y orientalista) que vivió directamente este fenómeno:
“El movimiento hippie es un caso único en la historia, por primera vez surge en una sociedad rica y llena de posibilidades, un grupo de personas que desean renunciar a todo ello en pos de una vida más natural, satisfactoria y espiritual. La mirada, se dirigió a la India enseguida y allí se reunieron los más voluntariosos, los que con los años traerían a Occidente el yoga, el budismo, la meditación, el ayurveda y el orientalismo, las comunas y los ashrams que darían lugar a todas las terapias que, más o menos sofisticadas, y sobre todo interpretadas, se practican aquí”.
Como comentaba antes, el movimiento no fue homogéneo y no todos estaban interesados en la espiritualidad, pero sí existía cierto interés general hacia lo oriental. El hippismo como casí todos los movimientos contraculturales defendía el librepensamiento, y esto va unido en mayor o menor medida a la búsqueda de la autorrealización, del “conócete a ti mismo”  de Sócrates. El interés por el misticismo surge por esa voluntad de profundizar en el análisis de la realidad y en el conocimiento de uno mismo, también por la búsqueda de un cambio de consciencia del hombre. De este modo la contracultura y en especial los hippies se acercan al budismo, ya que se trata de una enseñanza que conecta muy bien con los ideales de cambio de conciencia y de liberación aquí y ahora.  Los hippies encontraron en el budismo muchas de las respuestas que se habían planteado. Encontraron una enseñanza fundamentalmente práctica basada en la meditación, donde la existencia o inexistencia de un Dios es irrelevante, donde no hay intermediarios entre el individuo y la totalidad, donde lo verdaderamente esencial es profundizar dentro de uno mismo, despertar la sabiduría y compasión y adquirir la visión correcta que permita liberarnos de la ignorancia o avidjja  que es la causa del sufrimiento. Además de los anteriormente mencionados, otros grandes maestros saldrían a escena por aquellos años, como Allan Watts, o Carlos Castañeda quien con sus “Enseñanzas de Don Juan”, contribuirían a introducir otras escuelas del pensamiento tradicional, como el Taoísmo, sufismo, cristianismo esotérico y como no el chamanismo.






La psicología también se abrió a este nuevo cambio de perspectiva, a pesar de que como dice Stanislav Grof el grueso de la psicología y de la psiquiatría no distingue entre misticismo y psicopatología. La escuela psicológica menos permeable fue el conductismo (una de las más influyentes en Occidente). Esta escuela, cuyo ámbito de estudio ha sido llamado  “ciencia del comportamiento” no encajó bien en su sistema la enseñanza oriental de que no es posible transformar la conducta sino se transforma la visión (en terminos budistas estaríamos hablando de: la visión correcta del Noble Óctuple Sendero).
El psicoanálisis, se mostró también reacio al principio, pero logró abrirse paso a través de Erich Fromm y Karen Horney. La escuela más abierta fue la psicología humanista gestalt, análisis transaccional, rogeriana y existencialismo psicológico  de cuyo matrimonio con la espiritualidad surge la “psicología transpersonal” que incorpora la meditación y el estudio de los diferentes estados de conciencia. La psicología transpersonal considera que la psicología y la espiritualidad son dos aspectos complementarios del desarrollo humano, por lo que intenta realizar una integración entre la práctica psicológica y principios espirituales, tanto occidentales (el cristianismo, por ejemplo), como orientales (el budismo, el yoga, etc.), sus figuras más relevante han sido Stanislav Grof, Anthony Sutich, Miles Vich, Abraham Maslow, entre otros.






Genéricamente hablando, lo que renace de la psicología humanista por parte de las tradiciones espirituales, es el conocimiento de la existencia de distintos estados de conciencia y de toda una sutil “tecnología” para el desarrollo del mundo psíquico del hombre en pos de la adquisición de estos estados de conciencia. Y también renace el concepto de que la divinidad habita dentro del ser humano. Finalmente, que toda persona puede vivir la experiencia de la iluminación.
Los años 60 fueron la época de la imaginación al poder, el laboratorio en que se experimenta a pequeña escala otra forma de vida posible, se imagina otro mundo distinto. Me parece importante señalar que, como parte de sus intenciones de expansión, Estados Unidos consideró importante incluir en los programas universitarios la enseñanza de filosofía oriental y lenguas que podrían resultar útiles (chino, vietnamita, tibetano, etc.). En la Universidad de Washington, por ejemplo, el Programa de Asia Central contaba con el apoyo de la Fundación Rockefeller y del Departamento de Defensa (Fields, 1992: 289). Sin embargo, no se vislumbraba que el efecto sería contrario al que esperaba. Los universitarios se adentraron en la cultura oriental y muy pronto abandonaron la idea de imponerse política o culturalmente a los pueblos de Asia, por el contrario, desarrollaron una gran empatía y el deseo de profundizar el contacto. Esto constituyó una razón más para que el centro de resistencia anti-guerra fueran precisamente las universidades (como casi siempre suele suceder)
El budismo tibetano también ejerció gran influencia durante esta época.
Volviendo de nuevo a la década de los sesenta y al resurgimiento espiritual, también es necesario constatar los efectos negativos que se generaron,  como las interpretaciones frívolas de las enseñanzas, demasiado adaptadas al individualismo narcisista y al consumismo de Occidente,  a tal punto que Chogyam Trungpa Rinpoche (maestro tibetano que llega a Estados Unidos en 1970) describió la situación como un “supermercado espiritual”. Estudio interesante al respecto es la obra de Robert Greenfield “El supermercado espiritual” muestra en su libro a los grupos y comunidades más influyentes de la Norteamérica de los sesenta, el Guru Maharajji, Stephen Gaskin y su familia de la granja, Sri Chimoy, Trungpa Rimpoche, Ram Dass, la Anada Foundation en las Sierras y la Lama Foundatión en Nuevo Mexico. 
Sin menospreciar al occidental verdaderamente interesado en profundizar sobre la enseñanza budista, es necesario también reflexionar sobre la manera en la que muchos occidentales abordan la enseñanza, sobre todo desde que salió de círculos pequeños y empezó a ser más conocida por un mayor número de personas, principalmente a finales de los años 70 y hasta nuestros días.  Se estima que el budismo constituye la 5ª tradición religiosa del mundo:









En Europa se calcula que existen casi dos millones de practicantes budistas; lo que supone que en los últimos 25 años han multiplicado por diez su presencia en el continente. Francia, con más de 450.000 es el estado europeo en el que está más extendida esta tradición.  La enseñanza del Buddha parece que triunfa en Occidente y uno de los motivos principales, como bien ha comentado Maria Teresa Román en una entrevista en Radio 3,  es que el budismo no entra en conflicto con otras tradiciones. El budismo posee un dinamismo y una capacidad de adaptación que la hacen única, ya que el Dharma es fundamentalmente una práctica. Hay incluso sacerdotes cristianos españoles que han empezado a utilizar la meditación budista como complemento de sus ejercicios espirituales.
Comentaba anteriormente la necesidad de reflexionar sobre la manera en que algunos occidentales han abordado y abordan las enseñanzas orientales y en particular el budismo. Pese a que el budismo no es una religión dogmática, ni una teoría especulativa, ni una pose social para quedar bien ante los demás, ni una práctica ritual formalista, ni una ideología,  ni una estética consumista, puede ser abordada interpretada y utilizada como todo esto. Entre los efectos más perjudiciales estarían:
A) Apego por los aspectos más superficiales y pre-racionales de la espiritualidad oriental como el exotismo, etnicísmo y la superstición: Son muchos los occidentales modernos que identifican el budismo con cierta estética exótica, decorativa, incluso minimalista como es el caso de cierta interpretación occidental del budismo zen. Los creadores de tendencias y diseñadores de modas han descubierto en el budismo una nueva estética, un nuevo objeto de consumo a explotar, véase los Buddhabar, la música chill out de Buddha,  la invasión en las tiendas de decoración de bustos de Buddha y demás objetos afines, etc. Bajo mi punto vista, el desarrollo de nuevos estímulos formales o modas no tendría en principio nada de malo si fuese acompañado de una profundización en las enseñanzas.
B) Superficialidad y evasión.  Creencias mágicas, elevadas al rango de verdades trascendentales. Cambiar un envoltorio por otro sin profundizar en lo esencial. Narcisismo espiritual:  Para el occidental contemporáneo que emerge hacia 1970 y llega hasta el año 2000, las religiones orientales ofrecen el decisivo atractivo de poderse practicar de modo individualista, es decir, según el pathos propio de la moderna cultura occidental, que es básicamente una cultura del individuo. Desde el siglo XVIII, los occidentales emprendieron el camino del individuo y del subjetivismo; y, llegado el último tercio del siglo XX y decepcionados de la ciencia, la técnica y el progreso, añoraron la religiosidad perdida y la reencontraron justamente en la filosofía mística de Oriente, basada en la concentración, la meditación y la relajación.  Sin Dios, sin iglesias, sin jerarquias, dogmas, ritos,  ni festividades; también sin cielo ni infierno. Para algunos occidentales el tener una espiritualidad budista viene muy bien a efectos de sentirse diferente y en algunos casos superior. Ser budista parece que proporciona en algunos casos estatus y caché intelectual, indica que se posee y cultiva una “complejidad interior”, lo cual atrae intensamente al esnobismo del hombre contemporáneo.






Una de las maneras en las que el budismo ha sido interpretado en las últimas décadas y ciertas actitudes occidentales hacia la enseñanza, están muy influenciadas por lo que vino a denominarse bajo la etiqueta de “Nueva Era”. Buena parte de las bases y principios más sobresalientes de la llamada Nueva Era, proceden de las enseñanzas budistas. En sus inicios, el movimiento de la Nueva Era emergió como una coalición desorganizada, resultado del movimiento contracultural antibélico de los años sesenta en Estados Unidos y Europa y la espiritualidad hippie. Aunque si bien, anteriormente, la Sociedad Teosófica de mediados del siglo XIX, en la cual cabe destacar a Alice Bailey  expuso muchos principios, cuyas raíces pueden ligarse con las ideas actuales de la Nueva Era (yoga, meditación, tarot, cristales y piedras mágicas, adivinación, sanación a través de la mente, medicina oriental, clarividencia, telepatía, cartas astrales, etc). 
Como era de esperar la “Nueva era” ha dado rienda suelta a los consumidores de modas de todas las índoles, que atraídos por este nuevo  magnetismo devoran ropas, perfumes, gurús de masas, libros de dudosa autoayuda,  alardean de poderes psíquicos, de contactos con extraterrestres y  confunden la energía sexual con la pornografía.
Pero también hay un núcleo consistente de personas lúcidas y responsables que se enfrentan con valor, humildad y sensatez a los gravísimos problemas y contradiciones que afligen a nuestro maltratado planeta y sus  habitantes. Su esfuerzo se dirige a rescatar las esencias de la condición humana y, consecuentemente, a reestructurar la jerarquía de valores, dando preferencia al ser sobre el tener, a la cooperación sobre la competencia, al desprendimiento sobre el egoísmo. Se trata, como puede verse, de un estado de conciencia, de una actitud vital, de un refinamiento de la sensibilidad que nada tiene que ver con modas superficiales ni poses intelectuales
El individuo sensato de la Nueva Era acepta la responsabilidad y el protagonismo de su propia vida.  El racismo, el consumo desmedido, el egoísmo, el maltrato a los animales y a la naturaleza, la falta de respeto por la vida, no tienen cabida en la Nueva Era.






Así pués, el hippie fue un movimiento juvenil que tuvo lugar en los últimos años de la década de 1960 y que se caracterizó por la anarquía no violenta, la preocupación por el medio ambiente y el rechazo al materialismo occidental.  Los hippies formaron una contracultura políticamente atrevida y antibelicista, y artísticamente prolífica en Estados Unidos y en Europa. Su estilo psicodélico y lleno de colorido estaba inspirado por drogas alucinógenas como el ácido lisérgico (LSD) y se plasmaba en la moda, en las artes gráficas y en la música de cantantes como Janis Joplin o de bandas como Love, Grateful Dead, Jefferson Airplane y Pink Floyd.
Dos grandes movimientos también cobraron fuerte impulso en la década del ´60: uno era el “liberación femenina” y el otro el de la lucha contra la discriminación étnica.
En ese marco, en esta década, muchos jóvenes comenzaron a ensayar experiencias no convencionales. Consideraban mediocre y aburrido el mundo “burgués” e iniciaron una búsqueda hacia una vida espiritual y en contacto con la naturaleza. A toda esta búsqueda e iniciativas de los jóvenes, se la comenzó a conocer como “movimiento hippie”.
Al “movimiento hippie” no le interesaba cambiar algunos aspectos de la sociedad –los socio económicos-, sino que lo que pretendían era cambiar la sociedad en forma íntegra. Además de los cambios en la familia y la rebelión juvenil, se sumaba la denominada “revolución sexual”. Ésta última, ocurría acompañada de las grandes transformaciones en las conductas sociales, que se trasladaron también al ámbito privado. La aparición de las píldoras anticonceptivas y su difusión masiva, también influyeron en los cambios producidos en el nivel social.
Los “hippies”, tomaron como actitud contestataria, retirarse de la sociedad a la que condenaban por actitud cómoda y conservadora. Comenzaron, entonces, a reunirse en comunas, constituidas como organizaciones libres y sin jerarquías, en total contraposición de lo que pasaba en la sociedad burguesa. Las reuniones de los hippies se volvieron cada vez más conocidas, pero la que quedó instalada en la memoria, fue el festival de “Woodstock” en 1969, en el cual se reunieron durante tres días, casi medio millón de personas. Además, el movimiento hippie encontró en el rock, un modo de expresión inigualable, sus valores básicos fueron la tolerancia y el amor. La guerra de Vietnam, fue también un hecho clave, que mostró al movimiento en total oposición al conflicto bélico, su gran inconformismo se manifestó en diversas movilizaciones en contra de la guerra y de todo tipo de violencia. 





El icono hippie suele caracterizarse con un hombre de pelo largo y barba mucho más larga que lo considerado “normal” para la época. Ambos sexos tendían a dejarse el pelo largo y de imitar el estilo afroamericano.
La mayoría de la sociedad de la época, consideraba estos “pelos largos” como una ofensa, o como sinónimo de suciedad, o cosa de mujeres.
El hecho de usar el cabello largo, para ambos sexos y su forma particular de vestir, actuaba como una señal de pertenencia identitaria y una muestra de su actitud contestataria y contracultural.
Otras características asociadas a ellos fueron:
- Ropas de colores brillantes.
- Ropas desteñidas.
- Camisas largas, polleras largas, pantalones con botamanga tipo “pata de elefante”.
- Ropas indias o africanas.
- Símbolos como la flor o dibujos de los aborígenes americanos..
- Muchos se confeccionaban su propia ropa como protesta ante la cultura consumista.
- Uso de incienso y recuperación de los valores naturales de las plantas.
- Se reunían a tocar o componer música en fiestas al aire libreo en casas de amigos.
- Vida en comunas.
- San Francisco, California era la principal ciudad de encuentro para los hippies.
- Tolerancia hacia la homosexualidad y la bisexualidad.
- Amor libre: traducido en un rechazo a la institución del matrimonio y una conducta sexual contraria a las imposiciones de las Iglesias o el Estado, que eran vistas como intromisiones a la vida personal.
- Uso de drogas: marihuana, hachís, alucinógenos como el LSD, etc.
 El entonces presidente Ronald Reagan definió al hippie como "un tío con el pelo como Tarzán, que camina como Jane y que huele como Chita".
Festival de Woodstock:
Fue el acontecimiento emblemático del movimiento y si queremos representar cómo fue la década del ´60, seguro que recurriremos a ese festival. Desafiante, inocente, optimista y tolerante, todo eso a la vez y muchas cosas más se pueden decir del mismo. Celebrado en una granja del estado de Nueva York del 15 al 17 de agosto de 1969. Durante tres días, a pesar de las lluvias, el barro y las instalaciones insuficientes, más de 400.000 jóvenes se abarrotaron en un encuentro que pasaría a la historia.
Joan Baez; Crosby, Stills, Nash y Young; The Who; Janis Joplin; Jimi Hendrix; Sly and the Family Stone; Jefferson Airplane y Santana, son solo algunos de los músicos que actuaron en el festival que había sido anunciado como “tres días de paz y amor”.
Estudiantes, fumadores de marihuana, residentes en comunas, profesores y hippies, en general, acudieron a la cita que fue catalogada como “una reunión de todas las tribus”, creando una de las leyendas que quedaría viva por siempre en la cultura musical y roquera.



Liberación homosexual:







Un acontecimiento, cambió algo que ya se venía dando desde la década de ´50. El movimiento homosexual era hasta entonces reducido y discreto, todavía sufría los prejuicios de la época. El aconteciendo del que hablamos, tuvo lugar en un bar (el “Stonewll Inn.”) para homosexuales del Greenwish Village, un barrio bohemio de Nueva York.
Una noche de junio de 1969, en una operación que parecía rutinaria, la policía realizó una redada en el Stonewall, debido a que el mismo no tenía licencia para vender alcohol y por esos tiempos atraía una nutrida clientela de jóvenes, ruidosos y travestis. Lo que hubiera pasado inadvertido, esa noche se tradujo en una violenta reacción sin precedentes. En lugar de dispersarse, los habitúes respondieron con ira. El disturbio duró varios días y el acontecimiento provocó que saliera a la luz, la causa por la “liberación homosexual”.
Los activistas de esta causa, influenciados a su vez por los movimientos del poder negro y la liberación de la mujer, tomaron mayor fuerza y lograron ubicarse en la opinión pública de la época.
Esta rebelión, también fue significativa para aquellos que esperaban un control menos rígido de la sociedad hacia los comportamientos sexuales y para los que esperaban que se termine con la discriminación hacia los homosexuales.(tomado de http://www.portalplanetasedna.com.ar)
Los movimientos a favor de la liberación homosexual comenzaron a expandirse hacia las potencias occidentales. Ya Inglaterra, había despenalizado la homosexualidad y se le sumaban en 1969, Canadá, Alemania, Australia y algunos estados de Norteamérica.
Finalmente, en 1973, la Asociación Norteamericana de Psiquiatría borró de su manual de diagnóstico, a la homosexualidad como enfermedad. De todas formas, la persecución y la discriminación no finalizó allí.





En 1966, «el verano del amor» marcó el apogeo del movimiento hippie. Sus miembros estaban a favor del pacifismo, las religiones místicas y la libertad sexual. Algunos, incluso, defendían el uso de drogas como la marihuana y el LSD (dietilamida del ácido lisérgico), que, se decía, abría la mente a áreas inexploradas.
La psiquedelia fue una opción algo pueril, con un formidable éxito al nivel del gusto. Es posible que esa asimilación propiciara el posterior desvanecimiento, gradual y sin grandes holocaustos, de sus principales comunidades. En contra no sólo estaba el conservadurismo tradicional, sino el sector que se llamaba progresista y veía allí una deserción del compromiso político. Tras una primera época de incondicional acuerdo entre psiquedélicos y radicales políticos, ya en 1967 un simposio sobre Dialéctica de la Liberación propuso —a través del antipsiquiatra D. Cooper— «no dar LSD a Che Guevara; podría dejar de combatir». 

En cuanto al hombre de la calle, aquellas gentes eran para él inexplicables mutantes, aunque poseyeran considerable magnetismo. Y si fueron realmente numerosas en términos absolutos, no por ello dejó de ser su estandarte el de una revolución en buena medida impopular. Una orientación de la técnica hacia metas emancipadoras y no manipuladoras, una demolición de los apoyos institucionales a la mentalidad autoritaria, una efectiva condición de libertad y dignidad individual: esos eran —desde Huxley— los puntos básicos de un programa claro y oscuro a un mismo tiempo, demasiado radical para la mayoría.










En junio de 1967 se celebró en Monterey (EE. UU.) el primer gran festival de música pop al aire libre, al que asistieron unas 200.000 personas. Su poderosa combinación de música pop y cultura juvenil marcó uno de los puntos culminantes de lo que significaron los 60. No obstante, este optimismo empezó a desvanecerse con los asesinatos de Roben Kennedy y Martin Luther King. En casi todo el mundo hubo manifestaciones estudiantiles contra la intervención militar en Vietnam.
En algunas ciudades de EE. UU. se produjeron disturbios y el movimiento en favor de los derechos civiles abandonó su postura no violenta cuando actuaron grupos extremistas. La revuelta se generalizó por todo el mundo, con mayor o menor intensidad. La Primavera de Praga, el mayo francés, la revuelta estudiantil de mayo de 1968 que coincidió con la huelga general de 10 millones de trabajadores, que pedían la dimisión de Charles de Gaulle, incluso aunque con cierto retraso, en nuestro país se produjeron grandes movimientos de protesta contra el franquismo  . 
Pero como resulta evidente, aquella revolución soñada por los jóvenes - o no tan jóvenes- de la década de los 60-70 fué duramente aplastada por la represión de los principales estados centrales, con los EE.UU al frente. Las leyes, el desprestigio, la incorporación al sistema económico de algunos de los más significativos y exitosos de los dirigentes de aquella generació -Bill Gates y Steve Jobbs , entre otros- y la utilización de substancias deleznables como la Heroína fueron suficientes. Un juez de San Francisco de los años 70 decía en una conocida sentencia: «Unido a la droga van el erotismo, la pornografía y la violencia, muchas veces disimuladas bajo la capa del farisaico pacifismo de ciertos melenudos, antes antisociales, nihilistas y portadores del virus que puede dar al traste con nuestra civilización [...] Es fácil comprobar la nefasta influencia de la droga-comunismo. Hace unos días Interpol-Londres informó haber detenido a tres ingleses traficantes de droga complicados en actividades promaoístas, y entre cuyos objetivos figuraba el fomento del consumo de tóxicos. ¿Quién puede olvidar esos movimientos huelguísticos o de rebelión estudiantil o de desenfrenado pacifismo que explotan sistemáticamente casi a la vez en el mundo? ¿Es que acaso no tienen todos ellos un origen común?.
El uso de estupefacientes se halla unido inexorablemente al cuadro del delito. El proxenetismo es consustancial a él. Robos y muertes, y lo mismo el homosexualismo, tienen lugar frecuentemente entre los adictos [...] pues la pérdida de los resortes morales y el estado anímico de inhibición que produce la droga son campo abonado para la materialización de acciones delictuosas. Este es el gran mal de la droga»
Quizás, éstas palabras de Octavio Paz nos ayuden a comprenderlo mejor:
«Ahora estamos en posición de entender la verdadera razón para la condena de los alucinógenos, y por qué se castiga su uso. Las autoridades no se comportan como si quisieran erradicar un vicio dañino, sino como quien trata de erradicar una disidencia. Como es una forma de disidencia que va extendiéndose más y más, la prohibición asume el carácter de una campaña contra un contagio espiritual, contra una opinión. Lo que despliegan las autoridades es celo ideológico: están castigando una herejía, no un crimen.»
O. PAZ, Corriente alterna.




Volviendo al testimonio de Antonio Escohotado: «La LSD parece que ha dado buenos resultados en la lucha contra el alcoholismo. Otras drogas producen una sana euforia y confianza en sí mismo. En bastantes casos, las drogas se han utilizado para estimular la creatividad, el sentido religioso y, en general, la sensibilidad [...] Los datos parecen mostrar que en la mayoría de estas comunidades (San Francisco) está muy desarrollado el sentido de la hermandad bondadosa y filantrópica, que no se da en otros grupos [...] Los alucinógenos en concreto, y en particular la marihuana, suelen facilitar mucho las relaciones humanas, a la par que estimulan la sensibilidad para percibir la belleza de la naturaleza, en particular de la música y pintura, temas que se repiten con frecuencia en largas horas de conversación que dejan en el interlocutor una impresión agradable de acogida y benevolencia» 






En resumidas cuentas, si la revolución coperniquiana y renacentista consiguieron situar el planeta Tierra en su verdadero lugar en el Sistema Solar y en el Universo y al ser humano, como centro y medida de todas las cosas, desprendiéndose -en parte- de la mitología medieval; si la revolución Romántica consiguió conceder el protagonismo al individuo y a los sentimientos de los que es portador; la Revolución de los años 60-70, a mi juicio, consiguió iniciar el camino hacia la recuperación de una más auténtica espiritualidad humana, al hacerle despertar por un lado, a  la conciencia ecológica - conciencia verde- de pertenencia a un ser formado por la interrelación de todas las criaturas existentes -hipotesis Gaia- y por otro, sentando las bases de una nueva religión -en el sentido de religare- más sincera y personal.
Quizás por eso, ahora podréis entender porqué aquel alumno en realidad no llegó a insultarme, quizás  en realidad me ayudó a abrir los ojos, a reconocer  lo que muchos somos de corazón, aunque no lo fueramos.
Como siempre, espero que os sea útil e interesante en la calle.