dimarts, de maig 19, 2015

UNA APROXIMACIÓN AL FENÓMENO DE LA BRUJERIA 4/4

Las Brujas de Viladrau.







En Catalunya la persecución fue intensísima y también bastante antigua pues el primer caso se produjo en 1330, así como en los S.XV y XVI, entre 1618 y 1620 además de las 14 de Viladrau, fueron ejecutadas 6 en Sant Feliu Saserra, 5 en Terrassa, 4 en Taradell, 1 en Vilalleons, 4 en Seva, 4 más en Taradell, 3 en Susqueda y la lista continúa. Entre 1620 y 1622 fueron ejecutadas unas 300 mujeres...
Dice un refrán de por aquí que: “de Arbúcies a Sant Hilari, dotze cases, tretze bruixes...”, en clara referencia a la proliferación, real o supuesta, de brujas en la comarca y los datos históricos parecen confirmarlo.






El caso de Viladrau revienta la estadística, según los censos en el pueblo y sus alrededores vivían hacia 1620 unas 75 u 80 familias, 14 personas entre ellas –todas mujeres-, fueron acusadas de brujería y sufrieron gravemente los efectos de dicha acusación y eso sólo en dos de los procesos de los que tenemos constancia, aunque con toda probabilidad hubo bastantes más.
Pero cómo empezó todo?
Los acontecimientos se precipitaron como consecuencia de una enorme tormenta que cayó sobre el término municipal de Viladrau los días 2 y 3 e noviembre del 1617 –recordáis el apartado de la mini glaciación?-, 






la magnitud de la tempestad debió ser impresionante, pues destruyó las cosechas, provocó el desbordamiento de la Riera Major y del Rio Ter, arrancando puentes de piedra y destruyendo molinos...
Los habitantes del Mas Espinzella –un gran mas, entre Viladrau i Taradell-, denunciaron que por la noche del día 2, habían visto el resplandor de una hoguera en la ermita de Sant Segimón en la falda del Matagalls, en lo que suponían era una reunión de brujas y que al día siguiente por la tarde, vieron descender a dos de las acusadas, por el camino que descendía del Matagalls.




Hoy en día el día de Tots Sants, en Viladrau se representa para los críos y turistas, la Leyenda del “Cavaller d’Espinzella”, una especie de Sant Jordi que dotado de armadura y a lomos de una moto tapizada en piel y con una cola de caballo, a golpe de espada, hace huir a los demonios. Ganas me han dado en más de una ocasión de intervenir a gritos y desenmascarar a semejante “héroe”.
Como ya hemos explicado, cuando una autoridad sospechaba que en algún sitio se producía un brote de brujería, normalmente se enviaban unos siniestros personajes llamados “los familiares de la Inquisición”, éstos “familiares” que no llevaban ningún distintivo visible, ni uniforme, eran los ojos y oídos de los tribunales. No es de extrañar que cuando a una comunidad llegaba un personaje desconocido todo el mundo suponía lo que era, por lo tanto la gente de bien callaba y se apartaba de ellos, los rehuía –ésta actitud a lo largo de cien o doscientos años bien puede haber sustentado la idea de que la gente de los pueblos de montaña es reservada y desconfiada, no me extraña!-, pero claro, todos aquellos que tenían litigios, disputas o lo que sea con sus vecinos o parientes, veían llegada su hora... de la venganza...





Entre éstos “familiares” destacó en nuestra comarca, un tal Cosme Soler, alias “Tarragó”, enviado gentil y desinteresadamente –pa arrimar el hombro- por el Obispo de Tarragona, el Tarragó ese –por cierto un converso que había sido investigado por la Inquisición- presumía de poder encontrar en la piel de las brujas, justo al lado del omoplato izquierdo una señal impuesta por el demonio, unas arrugas en la piel similares a la huella del pie del diablo, si os miráis con atención esa parte del cuerpo, seguro que la encontraréis. También fueron famosas dos niñitas de unos 6 años que decían que mirando a los ojos de una bruja la podían reconocer, pues veían un pequeño sapito –que por cierto solo ellas podían ver-, esos argumentos y delaciones tan sólidas llevaron a la horca a más de 10 mujeres.
Bastaba el testimonio de una persona acusando a otra, para poner en marcha la maquinaria represora que siempre pasaba por la cámara de torturas, que acababa en la horca, o en la hoguera – aunque en Catalunya no era muy frecuente, pues se reservaba sólo para los que habían tenido la suerte de morir, o de huir, antes del proceso-, y que casi siempre llenaba las arcas de los tribunales, que expropiaban de sus miserables bienes a los acusados y descendientes directos y hacían pagar a las familias hasta la madera para construir el cadalso, o la leña de las hogueras, amén de los dispendios, dietas y comilonas de los miembros del tribunal mientras durase el proceso, claro está!.




A menudo el inicio de un proceso por brujería, implicaba la promulgación de un impuesto especial que debían de pagar todos los ciudadanos del municipio y/o alrededores.
Inmediatamente se procedió a la detención de las inculpadas, solían presentarse en la casa el alguacil y hombres armados, acompañados del rector, antes de la salida del sol, procedían a un registro minucioso y solían llevarse a la acusada sin muchas contemplaciones...
El interrogatorio constaba en la repetición sistemática de un cuestionario previamente redactado, sacado del terrible “Malleum Maleficarum” –Martillo de los que hacen maleficios-, redactado por dos Inquisidores alemanes de principios del S.XVI, Jacobo Spenger y Enrique Institor que ya conocemos. Entre las desgraciadas destacamos a:
Antonia Rosquelles. No sabemos que edad tenía en el aquel mes de abril del 1620, pero nos la podemos imaginar como una mujer mayor, sobre los 50 años, acusada de provocar bocios, aquella enfermedad que se daba frecuentemente entre las personas mal alimentadas, o con carencias vitamínicas notables, se caracteriza por una fuerte hinchazón en el cuello, era muy, muy frecuente; 






de provocar granizadas y tempestades; de arruinar las cosechas; de acudir a akelarres –las reuniones de las brujas, según la terminología vasca que se extendió por toda Europa a raíz del juicio contra las supuestas brujas de Zugarramurdi-; y finalmente, como guinda al ya sabroso pastel, de provocar la muerte de niños recién nacidos, no hará falta que os recuerde que en tiempos de hambruna, epidemias, malnutrición, etc., los bebés son los más débiles y propensos a morir.
El caso de Elisabeta Martí que tenía ni más ni menos que 70 años cuando fue detenida, es escalofriante. Condenada a muerte por numerosísimos delitos (traduzco aproximadamente): “apóstata –los que renuncian voluntariamente a la fe en Jesucristo-, idólatra, sacrílega, adúltera, autora de numerosos encantamientos, hereje, infamia, crímenes nefandos –que practicaba el sexo por detrás-, provocaba bocios, envenenaba a los animales, estropeaba las cosechas, provocaba granizadas y tormentas, y envenenaba a los niños”...





 Pues a su edad soportó con entereza durante varios días las torturas más crueles y despiadadas, por tres veces aguantó hasta perder el conocimiento la llamada “del potro”, estirada desnuda en un banco, mediante unas sogas la estiraban de las manos y los pies, la duración del tormento, como era costumbre, se media en tres padresnuestros y tres avemarías... y hasta ocho veces, la llamada “de la soga”, desnuda, de pie con las manos atadas a la espalda, se la levantaba tirando de ellas por medio de una polea que colgaba del techo..., era costumbre zarandear violentamente la cuerda...a partir de la tercera vez, se añadían pesos en los pies de la víctima –de medio y de un quintal-..., mientras eso sí, los padrenuestros y las avemarías, competían para silenciar los aullidos de dolor de las atormentadas. El caso de ésta anciana es excepcional.






En cambio, Esperança Marigó, otra de las inculpadas, se asemeja más a lo que serían nuestras reacciones: lo confesó todo de buenas a primeras...por qué? En el primer interrogatorio, se hacía presentar a la acusada –normalmente una mujer de edad avanzada- ante los miembros del Tribunal, tres o cinco, según los casos, presididos por un gran señor, un Obispo o un noble, con otros miembros del mismo: sacerdotes, notarios, jueces, los “bone viri” -los testigos-, el médico –generalmente el barbero del pueblo más próximo- ah! y por cierto, el verdugo con todos sus instrumentos bien preparados y a la vista de todos. Se hacía desnudar a la acusada ante todos ellos, tened en cuenta que en aquellos años, nadie se desnudaba nunca en la vida para nada – se lavaban con ropa, incluso para hacer el amor, la ropa interior llevaba un agujero adhoc -, se le leía el acta de acusación y se le advertía de los instrumentos que se utilizarían, como y que efectos tendrían sobre su cuerpo, el dolor que le provocaría, etc. Pero esa confesión no la libró de la tortura.
Debéis tener en cuenta que los tribunales sólo admitían la veracidad de una confesión producida bajo los efectos de la tortura, que posteriormente habían de ser ratificadas por el acusado...Además si un acusado no confesaba, a pesar de los muchos y variados métodos utilizados, se suponía que esa resistencia –sobrehumana- era debida a la ayuda del diablo, lo que implicaba un grado de culpabilidad aún mayor.
Se les repetía el cuestionario con las 29 preguntas extraído del Malleus que ya hemos visto, una y otra vez, hasta que las pobres confesaban...que confesaban?...evidentemente, lo que los jueces querían oír, esa era la única manera de huir de la tortura...




Al cabo de un rato, debían parar para que la víctima recuperase mínimamente el aliento y no se desmayase, porque entonces ya no servía de nada la tortura. Y vuelta a empezar...
Mirad que conozco éstos textos desde hace muchos, muchos años, pero aún me pone la piel de gallina; no comprendo cómo alguien puede estar sentado escribiendo esas cosas durante horas, días, semanas e incluso meses...sin que se le revuelva el estómago ante semejante barbaridad. La condición humana.... Antes o después, las víctimas de semejante interrogatorio confesaban, el que? Pues lo que los inquisidores estaban esperando.
Montserrat Solera “Flassada” y Margarida Font “gavatxona”, (Seva) nacidas en ésta población.
La concatenación de juicios, torturas y acusaciones que llevaron a ésta barbarie persecutoria de horror y muerte, empezó con la siguiente declaración llevada a cabo por el hostelero de Santa Maria de Corcó – l’Esquirol, 






pueblo que se hizo mucho más famoso como consecuencia de no participar en la huelga general del 1919, de ahí que la palabra “esquirol”, signifique rompehuelgas en casi todos los idiomas del mundo – Joan Reixach el 7 de julio del 1620:
“Hace unos 6 meses, poco más o menos, llegó a mi casa un hombre que estaba de camino, a cenar. Y mientras cenaba, me dijo que el día anterior había entrado en el hostal que hay un poco más abajo – en el de la Graneta – y mientras estaba allí se dió cuenta de que allí había una bruja, cuando la ha visto se ha marchado a una capilla cercana la de Sant Genís, para hacer oración...Por la mañana que era domingo, volvió a la capilla para asistir a misa...y según me dijo, la Iglesia estaba llena de brujas, que reconoció a 5 o 6, pero aseguró que si pudiera verlas con más atención, reconocería a muchas más...”
El hombre en cuestión no era otro que el “Tarragó” de quien ya hablamos, pues bien, el tal “Tarragó”, identificó, reconoció y acusó de brujas ante el tribunal, por lo menos a: Margarida Parolera, a su hija Ángela Serra, Elisabeth Fàbregues, a la mujer del Templat y a la Graneta vieja... Por el ya conocido sistema de encontrar la huella del demonio en una marca en la piel, al lado del omoplato izquierdo...






Del interrogatorio, mediante tortura, de éstas mujeres, por el simple hecho de estirar del hilo del ovillo, fueron saliendo más y más nombres, que dieron lugar a más juicios, más torturas y más condenas...
Algunos de los acusados, por temor a la tortura y pensando que tal vez confesando de buenas a primeras, se escaparían de ella, no vacilaron en acusar a todas aquellas personas con los que tuvieran la más mínima diferencia...Éste es el caso de Pere Torrent “Cufí”.
El tal “Cufí”, pensaba que el proceso era un simple trámite y que lo dejarían libre rápidamente, por eso no dudó en explicar habladurías y chismes, acusando con total ligereza a mucha gente...no obstante cuando fue sometido a tortura y se dio cuenta de la trascendencia de sus declaraciones anteriores, desmintió sus primeras acusaciones: “yo las había inculpado mal y por malicia, sin saber nada malo de ellas; ahora por descargo de mi conciencia, las disculpo y digo la verdad que no hay nada de malo en ellas...Todo lo que dije anteriormente, era mentira y lo dije pensando que así me libraría...”
No obstante, la maquinaria represiva siguió su curso, los jueces dieron crédito a todas las acusaciones y lo que resulta aún más grave, las inculpadas sometidas a brutal tortura, confirmaron punto por punto, lo que los interrogadores esperaban encontrar...






Pues a lo que íbamos, entre 1620 y 1648 aproximadamente, en el reducido ámbito de los pueblecitos que estamos recorriendo, un número indeterminado de personas que puede oscilar entre las 25 y las 60, principalmente mujeres, aunque también hay hasta cuatro hombres, fueron detenidas, brutalmente torturadas y finalmente ejecutadas, acusadas de brujería, de hacer maleficios, de envenenar a los ganados, de provocar tormentas y sobre todo, de infanticidio...la única acusación realmente seria y que no pudo –ni falta que hacía- ser demostrada por los tribunales civiles que aquí actuaron con una violencia irracional. 
Bajo la dirección de un personaje siniestro Antoni Vila de Sabassona, Gobernador General de la Varonía de Taradell y Viladrau, amén de Señor de otros muchos lugares, es decir un pez gordo de la época, que veía peligrar su posición ante el avance de los modernos tribunales inquisitoriales , estaba dispuesto a mostrar su utilidad pública –a cualquier precio- y que además andaba a la greña con el Obispo de Vic, por un tema de jurisdicciones territoriales –entiéndase impuestos-.
Del Brull, fueron varias de las brujas condenadas a muerte, Valentina Vinyas del Brull, declaró que “de Elisabet Beneta, conocida como Belleza de las Aguas, a la que han colgado por bruja en el término de Seva, he oído decir que había envenenado a su propio hijo, matado a varios cerdos de la Morera del Brull y que había matado a quince o dieciséis criaturas de diferentes lugares...”
Como vimos, la acusación de la responsabilidad de las brujas en la muerte de criaturas se repite en todos los procesos, pero sobre éste particular como en casi todo lo demás, habrá mucha más fantasía e invención que no realidad.
El caso del hijo de Montserrat Torrents es paradigmático, se decía que la criatura había nacido muerta y que había sido enterrada en el huerto de la casa por su marido. Pero las habladurías llevaron a los jueces a desenterrar a la criatura, pero en lugar de un niño encontraron una calabaza envuelta en trapos... Lógicamente se atribuyó todo a la actuación de Margarida Portussa, “Parolera vella”...




Pero en los interrogatorios posteriores se aclararon los hechos...la criatura que nació no era hija de Pere Torrents, el marido de Montserrat y como éste lo sabía, para calmarlo, le hicieron creer que la criatura había nacido muerta y le dieron una calabaza envuelta en trapos sanguinolentos, para que los enterrase, mientras que la verdadera criatura, fue abandonada cerca de una casa importante del pueblo, sin saberse que fue de ella, o si alguien la había recogido...
Todo lo que se escapaba de lo normal, o era misterioso, en éste caso un desliz extramatrimonial que se quiere tapar a cualquier precio, se atribuía a las brujas...
Una de nuestras brujas, Joana Negre explica así como llegó a realizar el famoso “Pacto con el demonio” en su confesión bajo los efectos de la terrible tortura por la que estaba pasando (respeto la sintaxis del documento original):






 ”Estando casada con Janot Fumanya “Casanova”, estando en una casa de Puigcordellat de la parrochia de Llussà, hace unos 36 años aproximadamente una mujer joven que era conocida como “Na Elías” que estaba en la Pinossa de Puigcordellat, me dijo que la acompañara a buscar peras a una viña próxima, por el camino “Na Elías” –que ya murió- me pregunto si quería darme al demonio y nunca más tendría angustias para conseguir comida y que si quería vengarme de una amante que mi marido tenía de la manera que yo quisiera, el demonio me ayudaría. Le contesté que estaba de acuerdo...”
Antonia Rosquellas, explica algo semejante: “para aprender tuve que hacer acatamiento al demonio, si iba en su compañía, me daría dinero bastante...”
Otra bruja, acepta porque así podrá vengarse del cerdo de un vecino que se le había comido las coles de su huerto...
La lista podría hacerse interminable... pero las conclusiones serían las mismas
El relato continúa: “cuando estábamos en las Golas de les Eures nos salió al paso el demonio en forma de un gentil hombre, moreno, de piel oscura, con los ojos negros y muy brillantes y “Na Elías” le dijo: “Bersabuch, aquí os traigo una vasalla” y Bersabuch respondió: “Sea bienvenida” y seguidamente se abrazó a “Na Elías” y la conoció carnalmente por las partes sucias porque yo la ví ya que no se apartaron de mí...Después se abrazó a mí y tuvo relaciones por el mismo sitio, si bien yo no obtuve ninguna satisfacción, me pareció que me lanzaba alguna cosa fría...”






En el supuesto akelarre celebrado en Sant Segimón, Esperança Marigó, nos explica que: “Allí encontramos a onze brujas de Viladrau, de Seva y de otros sitios que desconozco, se nos apareció el demonio en forma de un gallo negro, nos hizo música con un tamburil y un flaviol –una especie de flautín- y todas bailamos y mientras bailábamos tuvo tratos carnales con todas nosotras, todas lo fuimos a adorar y le besamos por detrás, aún recuerdo que cuando lo besé por detrás sentí mucha peste, y cuando lo adoramos el demonio nos exhortó a hacer maleficios y a hacer caer granizo...”
Pere Torrent “Cufí”, confiesa que en uno de los aquelarres celebrados cerca del Coll Formic, el demonio le dio a comer unos alimentos extraordinarios, aunque reconoce que “bien pudieran ser de aire, de lo ligeros que eran, pero te quitaban el hambre”.
Desgraciadamente, la autosugestión inducida por el terror, esa especie de locura colectiva de la que hemos hablado en algunos apartados anteriores, dieron sus trágicos frutos, con centenares de miles, quizás millones de personas –especialmente mujeres- quemadas o ahorcadas sin las más mínimas pruebas de culpabilidad.


Consecuencias


A cada acusada los inquisidores pedían otro nombre, que iniciaba una cadena de muerte y barbarie. Cualquiera podía denunciar, y una vez denunciada la primera bruja, se iniciaba la cadena. Además, en este “delito” los inquisidores utilizaban a menores, particularmente a las niñas, a quien se presionaba para atestiguar contra sus madres. Llegó un momento, hacia principios del siglo XVII, que las acusaciones se descontrolaron. Cualquiera podía ser acusado, hasta las mujeres de los oficiales e inquisidores, hasta los acusadores mismos. La única forma de impedir esto fue parar todo el proceso. Así, las mismas autoridades que alimentaron la cadena de muertes, empezaron a negar y desacreditar las acusaciones por brujería.
La magnitud de la masacre es difícil de determinar, dado el vacío que todavía existe con respecto al tema a pesar de los múltiples estudios existentes, la reticencia a aceptar algunos estudios realizados por mujeres y la tendencia de los investigadores hombres a obviar la cuestión o tratarla con un exceso de prudencia. Las estimaciones más conservadoras apuntan a 200.000 personas ejecutadas durante este período. G. R. Quaife da una estimación de alrededor del millón de personas y Matilda Joslyn Gage dio ya en 1893 una estimación de 9 millones, estimación que apoyaría Mary Daly. La proporción de mujeres va del 80 al 100 %, dependiendo del momento y el lugar.




Geográficamente, la caza de brujas comenzó en las montañas de Alemania e Italia, expandiéndose después rápidamente dentro y fuera de estos países, a Francia, Inglaterra, el norte de Europa, España. En Alemania, Francia y Bélgica la persecución fue más brutal que en otros países. Aunque no parece haber muchas diferencias entre países católicos y protestantes, se estima que la persecución fue más dura en los países protestantes.
En España, por ejemplo, los inquisidores se concentraron más en ciertas herejías religiosas, como la de los “iluminados”, siendo menos proclives a creer en la brujería, a pesar de lo cual, también los inquisidores españoles se vieron infestados por la caza de brujas en su época más álgida, a finales del siglo XVI y principios del XVII.
Así, en el caso de España la persecución fue menos aguda que en otros países europeos, dado que la Inquisición española actuó con más precaución en este tipo de procesos. Sin embargo, durante la época álgida de la caza de brujas el número de ejecuciones se elevó notablemente, aunque sin alcanzar el rigor de otros países. Al contrario que en el resto de Europa, la Inquisición española mantuvo una postura más escéptica con respecto a la brujería. Era necesario tener pruebas y la confesión por sí misma no bastaba, ya que, según la propia Inquisición, la tortura o el miedo a ella, así como las preguntas orientadas podían llevar a declarar lo que nunca había pasado. El tiempo de tortura estaba limitado a una hora, mientras que en Alemania podía durar desde un día y una noche, hasta cuatro días y cuatro noches.




Aunque en algunas regiones de la península parece que se daban más casos de brujería que en otras, podían encontrarse brujas en cualquier parte, especialmente en las zonas rurales. Parece ser que la mayor o menor concentración se debería a la mayor o menor abundancia de hierbas medicinales en la zona y a la persistencia o no de ritos religiosos anteriores al cristianismo. En el País Vasco es donde hubieron más condenas. En 1610 fueron condenadas las brujas de Zugarramurdi. Otros procesos relevantes son los de Toledo y Granada. En 1655 fueron ejecutadas 40 personas en Valencia, 31 de las cuales eran mujeres. Galicia era también considerada territorio de brujas, las meigas. En Cataluña, entre 1616 y 1619 fueron condenadas a la horca 300 mujeres. Dentro del Principado catalán algunas poblaciones fueron conocidas por la existencia de brujas; entre ellas destacan Caldes de Montbui, Vallgorguina, Terrassa, Ullastret, Llers, Viladrau y Girona.




Valoración




En los últimos años en el área peninsular se han producido dos tipos de estudios, unos de carácter general, basados fundamentalmente en fuentes inquisitoriales, y otros de carácter regional que apuntan nuevas perspectivas de investigación. A través de éstos podemos encontrar básicamente argumentaciones que giran en torno de la idea que en el área peninsular no tuvo lugar una “caza de brujas” al estilo europeo y que, contrariamente, existió una especie de “racionalismo hispánico” al respecto. Los fundamentos del concepto acumulativo de brujería y el estereotipo de la bruja “moderna” son los mismos en Europa y en la Península, salvo pequeñas variaciones de carácter regional, pero, llamativamente, según el nivel actual de las investigaciones los resultados derivados de dichos fundamentos ideológicos serían diferentes.
Se han aportado diferentes argumentaciones para dar credibilidad a dicha idea. Para que se produjera la “caza de brujas” europea fue necesario que la clase dirigente creyera que el delito de brujería era de máxima magnitud, que se practicaba a gran escala y que las brujas formaban parte de una secta organizada y conspiradora de adoradores del diablo. En principio, esto no tuvo lugar en la Península. Por otro lado, la “caza de brujas” es fundamentalmente una operación judicial, y resulta evidente que la Monarquía hispánica poseía unas bases legales diferenciadas respecto de las europeas. Sobre todo por la presencia de la Inquisición, que gozaba de una auténtica transferencia de jurisdicciones y competencias sobre brujería, y que efectuaba una singular conexión entre jurisdicción eclesiástica y civil. Asimismo, sabemos que las jurisdicciones reales, eclesiásticas, civiles y hasta señoriales también actuaron frente a la brujería.




De esta manera, si nos fijamos en las evidencias que nos muestran las fuentes inquisitoriales, no disponemos de bases documentales para afirmar que se produjo en el mundo ibérico una dinámica similar a la “caza de brujas”. Aunque, por lo que hace a la actitud de la Inquisición, muchos autores defienden un cambio a partir de las instrucciones del 1614, nosotros opinamos que no se produjo un cambio de mentalidad homogéneo y la escisión entre la postura crédula y racionalista continuó presente en el mundo hispánico. A todo ello conviene añadir que nosotros estaríamos de acuerdo con Doris Moreno cuando afirma que no se puede estudiar la Inquisición sin tener en cuenta los mecanismos de interrelación vertical y horizontal entre los poderes centrales y locales. En este sentido se está empezando a producir un revisionismo que apuesta por entrar en profundidad en el estudio de los tribunales regionales y las elites de poder inquisitoriales
Desde esta nueva orientación metodológica, si nos fijamos en los estudios de carácter regional, observamos que en algunos territorios sí que se produjo un ambiente que propició una “brujomanía” al estilo europeo, como por ejemplo el País Vasco y Mallorca. Pero, a través del estudio del caso catalán hemos encontrado indicios para pensar que en Cataluña pudo haberse producido una “caza de brujas” al estilo europeo. Esto nos hace pensar que nuestras valoraciones se podrían extrapolar al resto de la Península, incluso teniendo en cuenta la complejidad y diversidad de ésta y la dificultad de establecer una explicación única para sus orígenes y desarrollo. La base de nuestra argumentación gira en torno al hecho de que faltan datos e investigaciones sobre tribunales seglares y locales para determinar si tuvo lugar dicho fenómeno. En el caso de Cataluña, pese a que las fuentes inquisitoriales nos indican que no se produjo una “caza de brujas”, Doris Moreno a través del estudio de la zona de Tarragona, ha podido comprobar cómo los tribunales seglares, al menos durante el XVI, gozaban de competencias por lo que respecta al delito de brujería. 




Aunque la Inquisición gozaba de mayores competencias, existen pruebas  que muchos casos fueron tratados por la justicia seglar y no llegaron a instancias de ésta. Una justicia seglar que provocó muchas muertes frente a la tónica más benevolente de la Inquisición.
El trabajo que Pladevall realizó sobre las brujas de Vic, que no fueron procesadas por la Inquisición, nos indica que las conclusiones generalizadas a partir de la documentación inquisitorial pueden ser inciertas, ya que las brujas procesadas en Vic durante la segunda mitad del siglo XVII fueron mayoritariamente condenadas a muerte. Por otro lado, los datos que nos han llegado a través de los cazadores de brujas procesados por la Inquisición, nos muestran la existencia de un número superior de víctimas a las que encontramos en los documentos inquisitoriales.
Por lo que hace a la perspectiva del debate erudito sobre realidad o falsedad de la brujería, hemos tenido ocasión de realizar una interesante aportación de primera mano. Actualmente estamos trabajando un documento enviado por el Padre jesuita Pedro Gil al virrey de Cataluña Duque de Alburquerque, Francisco Fernández de la Cueva, en 1619. El hecho de que Pedro Gil se dirija a una autoridad civil nos induce a pensar que esta jurisdicción tenía competencias importantes sobre brujería. Se trata de un memorial en defensa de las brujas, que las presenta como víctimas de la ignorancia, y es un testimonio de la postura racionalista e incrédula sobre el fenómeno. ¿Nos mostraría, acaso, que la postura dominante en la Cataluña del siglo XVII era la incrédula, acorde con la tradición del racionalismo hispánico? Lo interesante, sin embargo, es que junto al texto catalán aparecen unas extensas glosas redactadas en latín por un anónimo Doctor de la Universidad de Perpiñán en las que se exponen argumentos basados en la interpretación más intransigente y crédula (y, en este sentido, europea) sobre la brujería. La utilización de Martín del Río o Bodin como autoridades es un factor incontestable en la solidaridad con la descrita línea de pensamiento europeo.
La propia redacción del memorial por parte del jesuita Gil y, sobre todo, el hasta ahora desconocido texto del glosador de Perpiñán, añadirían nuevos elementos de duda al supuesto “racionalismo hispánico”. Estos documentos son posteriores a los sucesos de Zugarramurdi, y no obstante, evidencian una continuidad de los métodos e ideologías que Salazar denunciaba, con el corolario terrible del procesamiento y de la condena a muerte de personas inocentes. ¿Hasta qué punto estos planteamientos ideológicos y de práctica judicial no exponen un clima similar o identificable con las “cazas de brujas” europeas?



Finalmente, queremos destacar aquellos extremos que sería necesario investigar en un futuro. En el caso europeo hemos observado la falta de estudios sistematizados de brujería que realicen una comparación entre las diferentes regiones europeas, que sin duda nos serían de gran ayuda para el estudio del área peninsular. También sería necesario descubrir si se produjo una lógica, una intención política detrás de las persecuciones por parte de las autoridades. Si existió una conexión entre los aspectos sexuales de la brujería y los valores forzados por autoridades y teólogos y la “caza de brujas”. Así como la relación entre la proliferación de la ciencia y el progreso político del XVII y dicho fenómeno. Por lo que respecta a la lucha de sexos, nosotros creemos que resulta poco probable debido a que la mayor parte de testimonios de los juicios son mujeres.





Algunos de los aspectos comentados anteriormente serían aplicables al caso peninsular, pero no obstante, urge más averiguar si realmente tuvo lugar una “caza de brujas” o un “racionalismo hispánico”. Para llegar a tal objetivo es necesario explorar otras jurisdicciones aparte de las inquisitoriales, así como una mayor profundización de los estudios regionales buscando una homogeneidad de criterios, la comparación con el caso europeo, una diferenciación más clara entre la mentalidad de la cultura popular y la de elite, y por último, saber si entre el medio rural y el urbano se produjeron diferencias sustanciales. Por tanto, el tema de la brujería peninsular durante el siglo XVII posee todavía múltiples territorios interesantes por explorar en un futuro. Tomado de Anna Armengol.

Bueno pues con ésta valoración llegamos al fin de ésta entrada dedicada a ls brujas y sobretodo a las causas de ése crimen contra la humanidad o ginocidio, esperemos que nos haya hecho reflexionar lo suficiente como para darnos cuenta de que el verdadero horror de todo ello se encuentra en el interior de nuestras propias mentes.